Voces
en la madrugada, ese es mi recuerdo de niño, de aquellos cánticos
que a la seis de la mañana retumbaban por todo el barrio de Las
Arenas y Romo. La responsable de los mismos fue la “Misión
del Nervión”,
que acompañada por la denominada, entonces, “Virgen
Peregrina”
que no era otra que la Patrona de Bizkaia, la de Begoña, que fue
proclamada por la Juntas Generales de Bizkaia como tal en 1738;
recorrió las calles de Getxo durante los días 5 y 6 de Noviembre de
1953. Como símbolo, la “Santa
Misión General del Nervión”,
que así se hacia llamar, utilizaba un escudo en el que se incluía
el Puente de San Antón, la Basílica de Begoña, y el Puente
Bizkaia.
La
“Misión
del Nervión”,
sobre este tema ya hablé en mi entrada del 29 de diciembre del 2011.
Su ideólogo y artífice fue D. Casimiro Morcillo obispo de Bilbao en
1950. Había tenido como preludio, en unos años de
nacionalcatolicismo, arengas políticas de llamamiento a “...ha
llegado la hora de hacer una manifestación más palpitante de su
amor y devoción a la iglesia...,
que
el estado recibe de la iglesia una inmensa cooperación moral...”.
Puesto en ese dilema no es de extrañar que ambos estamentos se
unieran para comenzar su particular cruzada de evangelización, de
una población a la que consideraron perdida y poco afín a la causa.
Y que la prensa local secundó gustosa bajo el titulo “A
Misión nos llaman”.
El
argumento del prelado de Bizkaia fue: “...para
conmemorar los cincuenta años de la proclamación de Nuestra Señora
de Begoña, como Patrono del muy Noble y muy Leal Señorío de
Vizcaya...”
En aquel llamamiento recordaban tópicos de la época como “una
alta empresa común”,
la regeneración “económica,
social, espiritual y moral”
y “el
afán excesivo de bienestar, lujo y de diversiones”
que a decir del autor: “...están
socavando, en sus cimientos, a la familia...”.
La
imagen de la Virgen de Begoña fue recibida el domingo, 1.°
noviembre, en el Ayuntamiento, por el Obispo y su Cabildo
catedralicio, el Alcalde D. Joaquín de Zuazagoitia, concejales y
demás autoridades civiles y militares. Más tarde fue trasladada a
la Diputación, donde los misioneros besaron su manto, siendo
aclamada por los presentes. A partir de ese momento, comenzó la
peregrinación de la imagen por toda la comarca durante aquel “tiempo
de la Misión”.
No
solo fueron visitas a los pueblos, que también, pero seguramente,
quizá fuera lo que más retumbara en los oídos de los vecinos de
Getxo, por su horario intempestivo el “Rosario
de la Aurora”.
En el barrio de Romo se celebraron procesiones muy de madrugada, las
calles estaban llenas de altavoces, y en sus calles se instalaron
estratégicamente altares donde paraban para hacer proclamas
religioso-políticas, los mismos se dispusieron en las calles
Ibaiondo y Santa Eugenia. A los vecinos que no interesaba el asunto,
que en aquellos tiempos no podían expresar su desacuerdo, no les
quedó mas remedio que oír aquellos “mitines
intempestivos”
ya que los altavoces se escuchaban potentes por todo el barrio.
Pero
volvamos a la visita de la virgen peregrina, el sábado 31 de agosto
de 1953, el obispo de Bilbao se dirigía a: “...los
vecinos de Bilbao, Baracaldo, Portugalete, Santurce, Guecho,
Galdacano y Basauri, especialmente a los que habéis vivido y acoso
vivís apartados, recelosos, incrédulos. Vienen los misioneros a
comunicaros el mensaje...,
para
que los que firmemente anclados en su fe...,
arrastren
a los remisos...”.
Ya advertía de aquellas “pequeñas
molestias”
que la campaña iba a ocasionar a los vecinos a quien se trataba de
salvar del fuego eterno: “...la
Misión trae consigo altavoces, rosarios de la aurora, viacrucis,
concentraciones...,
quisiera
evitar estas molestias a mis vecinos, pero puesto que no es
posible...,
aceptemos
de buen grado el sacrificio...,
la
misión nos promete el auxilio...,
para
vencer el ardor de las pasiones...,
trae
el remordimiento para vuestras conciencias por lo que hicisteis
mal...”
Terminaba con un: “Hijos
míos, venid a la santa Misión”.
El
domingo 1 de noviembre de 1953 arrancaba la cruzada misional en medio
de un desapacible tiempo lluvioso y con fuerte viento. Partió de la
Basílica de Begoña para dirigirse al Ayuntamiento de Bilbao, en
medio de las canciones de la época “...Oh
María madre mía, o consuelo del mortal...”.
Para más tarde dirigirse al Palacio Provincial (Diputación). Allí
el prelado se dirigió a los asistentes diciendo: “...La
Misión va a comenzar...,
Ya
está la cruz en el monte Banderas...,
es
una acción apostólica que tiene por objeto enseñar y recordar a
los fieles la verdadera salvación...,
No
es un movimiento que se proponga resolver los problemas acuciantes
del mundo del trabajo...,
no
es un intento de coacción espiritual, ni física...,
El
que creyere las verdades de la salvación se salvará y el que no las
creyere se condenará...”
Ya estaban, la condenación y el miedo instalados, para una población
considerada poco dócil a la doctrina oficial. En los días
siguientes esos misioneros salvadores visitarían entre otras
poblaciones Getxo. Con un trazado aproximado de 25 kilómetros,
recorrieron las dos margenes de la ria, incluso la prensa presentaba
un gráfico del itinerario. Por nuestro municipio le tocaba pasar el
día 3 por Neguri y el 5 a Las Arenas.
El
martes 3 de Noviembre pasaba por Getxo (Andra Mari), Algorta y
Neguri. La prensa de la época dedicaba mayor espacio en sus paginas,
a las dos zonas consideradas como de mayor fervor patriótico. Así
recogía la llegada a Neguri (San Ignacio) describiendo la calurosa
acogida: “...esta
Anteiglesia, en su barrio residencial de Neguri...,
ha
realizado el ambiente de una afectuosa docilidad, de una ejemplar
sumisión...”
A las nueve de la mañana tenía lugar el recibimiento en la
Parroquia de San Ignacio, en medio del volteo de campanas: “...la
multitud entonaba cánticos marianos, la imagen fue colocada en el
interior del templo...”,
el párroco D. Ignacio Bilbao, de quien un compañero dijera:
“...actuaba
como un caporal...”,
pronuncio la salutación. A continuación el capellán que acompañaba
a la imagen D. Victorio Larrucea realizó un semblante de la misma:
“...es
la misma Virgen peregrina que hace tres años recorrió toda
Vizcaya...es esta una ocasión excepcional, el comienzo de la Santa
Misión del Nervión...”
Durante toda la jornada devotos asistentes organizaron tandas para
rezar el rosario. Los niños de las escuelas de Getxo fueron llevados
por la tarde para llevar una ofrenda a la patrona de Bizkaia. El
miércoles día 4 salía a las siete y medía de la mañana el
cortejo hacia Las Arenas, los fieles de la parroquia, acompañaron la
imagen hasta los limites del barrio.
Allí
cogieron el testigo los de Las Arenas, que la acompañaron hasta la
parroquia de Nuestra Señora de Las Mercedes (Areeta), donde fueron
recibidos por el cabildo parroquial. A las nueve de la mañana hacía
su entrada en dicha iglesia, colocada la imagen en una peana junto al
altar mayor, tomó la palabra el parroco D. Ignacio Isasmendi.
Nuevamente los cánticos de “Oh
Maria madre mía”
e “Hijos
de Vizcaya”
acompañaron a aquella “Virgen
Peregrina”.
Los niños volvían a ser los protagonistas de aquel acto, todas las
escuelas de la zona desfilaron por la iglesia. Calculaban que hasta
las nueve de la noche habían desfilado más de 4.000 personas. Al
día siguiente, a las siete y cuarto de la mañana, aquella marcha
religiosa abandonaba Getxo camino de Erandio.
El
domingo, día 15 de noviembre, se celebraba el acto de clausura ante
el monumento del Sagrado Corazón de Jesús, en Bilbao. La población
misionada alcanzó a 400.000 habitantes, en un área que iba desde
Galdakao y Usansolo, siguiendo el curso aguas abajo de los ríos
Ibaizabal y Nervión, hasta Santurtzi y Getxo, en el Abra, o sea una
faja de 25 kilómetros de longitud por 4 de anchura. Los servicios
de: “...megafonía
utilizaron 130 micrófonos y otros tantos receptores, 200
amplificadores, 300 altavoces interiores y 1.000 exteriores y más de
300.000 metros de cable; y los de propaganda lanzaron cerca de
700.000 entre carteles murales y rosarios...”.
Todo un alarde de poder en unos años de miseria y dictadura, con
unas voces en la madrugada, que seguro que aún recuerdan muchos, hoy
adultos, que como niños lo vivieron.
Yo no habia nacido, pero mi padre Román Boado Endeiza, seguro que estaba en "el ajo", fue el Primer hermano Abad, de la Cofradia de Bego Oña. Por tanto uno de sus fundadores allá por 1947, creo recordar.
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