viernes, 29 de abril de 2016

1º DE MAYO ¿AVANZAMOS O RETROCEDEMOS?



Nuevamente llega una de las fechas más señaladas para los trabajadores, día histórico de lucha por las reivindicaciones de la clase trabajadora. Y ahora quizá cabe hacernos la pregunta ¿Cómo estamos respecto a otras épocas?, ¿En qué situación nos encontramos? ¿Hemos avanzado o retrocedido? ¿Qué han hecho los sucesivos gobiernos para llegar a la situación actual?.

Respecto a estas preguntas, quiero retroceder hasta hace nada menos que 125 años. Mientras que en París, en marzo de 1848, se reducía la jornada laboral en 1 hora, fijando la misma en 10 horas para la capital y en 11 para las provincias, en nuestro entorno, 43 años más tarde, todavía se mantenía y se empezaba a hablar de la de 8 horas. En el diario “El Nervión” del 16 de abril de 1891 se decía: “...La cuestión más grave del mundo es la de las relaciones entre el capital y el trabajo..., los socialistas no se entienden bien unos con otros, sus divisiones constituyen la fuerza de sus adversarios..., han encontrado una reclamación clara..., la jornada de 8 horas... Los obreros que trabajan aisladamente o en pequeños grupos, que son la mayoría, trabajan por horas...” Y mientras, se discutía sobre el trabajo de las mujeres y los niños: “...Continúa la actividad de la Comisión encargada de estudiar las reformas sociales..., hoy comenzará la discusión del proyecto de trabajo relativo a los niños..., el trabajo de la mujer quedó terminado anoche..., en las bases del proyecto domina como promedio las diez horas de trabajo..., El proyecto ha sido muy bien recibido entre la gente política, si bien no llena las aspiraciones de la clase obrera que desea la reducción del trabajo a ocho horas....”.

Las reformas que se estudiaban hablaban de: “...El máximo de la duración del trabajo para los niños de ambos sexos mayores de diez años y menores de catorce, no podrá exceder de seis horas...”. Eso sí, creían conveniente que los pequeños disfrutaran de buena salud para que su rendimiento fuera óptimo, y establecían: “...no podrán admitir al trabajo a los niños de ambos sexos mayores de diez años que no presenten certificación facultativa de estar vacunados contra la viruela, y de no padecer enfermedad alguna contagiosa...” Eso sí. Eran tan condescendientes que algunos hablaban de que: “...los niños necesitan de algunas horas de libertad para disfrutar de la luz y el sol para chillar y brincar; que se imponga a los niños y a las mujeres el mismo horario que a los adultos es injusto, debiera medirse por las fuerzas del obrero...” De un plumazo lavaban su conciencia y situaban a las mujeres como inferiores.

¿Y la Iglesia qué decía?: En mayo de 1891, el patriarca de la iglesia católica León XIII escribía una Encíclica sobre la cuestión social que remitió a todos los soberanos y jefes de estado: “...Los orígenes de todos los errores sociales proceden sobre todo de la falta de autoridad por una parte, y de obediencia por otro...” Remarcaba en la Encíclica los derechos y los deberes de cada uno, y censuraba enérgicamente: “...los excesos del capital y la acumulación exagerada de las riquezas, como también las injustas reclamaciones de los obreros...” Determinaba la autoridad del Estado para fijar: “...las horas de trabajo, la regulación de los jornales y el trabajo de las mujeres y niños...” Añadía que: “...Esta intervención del Estado no debe considerarse como absoluta y aplicable por igual a todos los países....”

En Euskadi, en la cercana población de La Arboleda, el 1 de Mayo de 1891 los representantes de los trabajadores decían: “...ninguno debe asistir mañana a trabajar, aunque oiga tocar la corneta...” En las minas solamente acudían al trabajo los capataces y los caballistas.

Y hoy, al ver las condiciones de trabajo, cada vez más precario, las jornadas cada vez más largas, los sueldos más bajos; y ni qué hablar de las mujeres, consideradas todavía hoy casi como seres inferiores. Familias desahuciadas, “personajes” que se llevan el dinero de todos a Suiza, Panamá y otros “Paraisos fiscales”. Pensionistas que ven sus débiles economías caminar hacia un estado más critico y ruinoso. Seres humanos esclavizados a lo largo y ancho del mundo, a los que se les niega asilo en nuestro “confortable” primer mundo. Cuando la acumulación del capital es cada vez mayor, cuando solamente pagamos impuestos los afortunadamente sujetos a nómina y los jubilados. ¿Realmente hemos avanzado o estamos retrocediendo a aquellos lejanos tiempos?

¿Qué nos proponen nuestros políticos? Unos que nos conformemos con pequeñas reformas, marcadas por los mercados para seguir igual, o sea para que ellos sigan mejor. Otros soberbios y engreídos dicen que los que quieren cambiar este mundo: “...No creen en un sistema democrático y quieren subvertirlo...” Y luego, se les “olvida” pagar sus impuestos, ¿Y se llaman a sí mismos DEMOCRATAS?.

Hoy más que nunca se hace necesario que la clase trabajadora en su conjunto, de forma consciente, se haga protagonista de su historia y luche por cambiar este sistema corrupto que se cae a pedazos, que pretende que seamos nosotros quienes financiemos, su cada vez más desmedida ansia de usura, para que ellos vivan mejor.
GORA MAIATZAREN LEHENA


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