lunes, 4 de abril de 2016

LOS GUATEQUES, LOS BAILES PRIVADOS DE LOS 60



Los guateques, fiestas alegres y divertidas de una época en la que casi todo estaba prohibido. Se celebraban en petit comité, casi de forma selectiva y clandestina. Antes se bailaba en la Plaza del pueblo, en el caso de Getxo, en la plaza de San Nikolas de Algorta, y los benditos días de lluvia en el frontón de dicha plaza, era el momento del baile a lo agarrado y la emoción del achuchón te paralizaban los latidos.

Al comienzo de los años 60 no había discotecas. Se bailaba en festivos en los “txitxarrillos” de los pueblos y los jueves también en Portugalete. Una de las formas de diversión era organizar guateques. Se les llamó así porque se celebraban en casas o locales particulares (garajes, lonjas o locales sociales) y estaban restringidos al círculo de amistades de los organizadores. Lo esencial era disponer de un tocadiscos y de un experto musical en la cuadrilla. Los discos eran aportados por los amigos. Había que dejar todo preparado de víspera, fundamentalmente el tocadiscos y el altavoz, que solía ser la tapa del mismo, las bebidas y alguna pequeña vianda. Se celebraban con canciones de música ligera y Rock como: “Penny Lane” de los míticos The Beatles, “Bye-by love” de los Everly Brothers; “El rock de la cárcel” de Elvis Presley o “I Walk the Line” de Johnny Cash. Y otros temas de “Los Mitos”, “Pekenikes”, “Duo Dinámico”, “Los Sirex” o “Los Diablos”.

O de inolvidable música lenta con temas como: “Mis manos en tu cintura o La noche” del mítico Salvatore Adamo, “Il mondo” de Jimmy Fontana, “Mona Lisa” de Nat King Cole; “San Francisco” de Scott MacKenzie; “ Sound of silence o Miss Robinson” de Simon y Garfunkel; “Diana” de Paul Anka, !Eso si que era baile!, que nos permitía acercar las mejillas al amor de turno. Días de tímidos y furtivos besos que luego algunos, si eran creyentes, tenían que declarar en la fiscalía del confesionario, a poder ser, ante un cura sordo. Tampoco había gran cosa que contar, las chicas dominaban el arte de la distancia, colocando la mano sobre nuestro pecho a guisa de infranqueable parapeto. Era algo estupendo, sin los padres haciendo guardia, lejos de las miradas inquisitoriales de los adultos. Con poco alcohol, aunque no en todos los casos.

El momento de la música ligera, del baile suelto, transcurría lento, se hacía eterno, como si no pasara, pero el gran instante estaba por llegar: ¡La música lenta!. En realidad no pasaba nada, porque ni nos atrevíamos ni nos dejaban, pero ese baile agarrado con la chica de nuestros sueños nos hacía sentir como si estuviéramos tocando el cielo. La música casi no se percibía, lo importante del momento era estar abrazados. Pero antes de que estuviéramos soñando con el cielo, la música lenta daba paso a un odioso sonido moderno, que obligaba despegarse de la pareja dando paso al baile suelto y al temido momento del regreso a casa. Había que llegar a las diez de la noche como muy tarde.

Esa moda que venía a sustituir parcialmente a los bailes en la plaza pública, pronto arraigó en nuestro pueblo. En Getxo, muchos eran los lugares donde se celebraban esos guateques:


EN ANDRA MARI: Uno de los sitios célebres fue la finca de “Basanta”. Allí Luis Basanta y su hermano Josean, junto a una cuadrilla de Algorta y alguno de Berango, empezaron reuniéndose en un local de la vivienda como si se tratara de un pequeño txoko. Más tarde decidieron crear un lugar donde celebrar unos guateques. El sitio elegido fue en la finca antes mencionada, junto al cruce de “Venacio”, el lugar donde entre los años 80-90, estuvo su cervecera. En ese espacio, en el lugar destinado a cuadras, retiraron los abrevaderos que estaban a la mano izquierda de la casa familiar, y se prepararon para adecentar el lugar elegido para celebrar los guateques. Un vecino de la zona a quien apodaban “Tripas”, que era albañil, fue el encargado de levantar un muro para dividir la cuadra del lugar destinado a los guateques. A continuación con más ganas que maña, comenzaron a pintar y realizar dibujos alegóricos, de los que entendían como los estados de animo de Pedro Berger, cuando veía llegar a las chicas y cuando marchaban, no les quedó mal. Unos de los pintores fueron Josean Basanta (+) y Andoni Deusto.

La nueva cuadrilla de los hermanos Basanta era muy grande, formaban parte de la misma Jorge y Alfonso Valdibielso, Javier Elorriaga, Ozamiz y Estrade “Tigre y Pantera”, Andoni Deusto, Rafa Sangroniz, Yulen Gorrochategui, Luis Bilbao, Ramón Landeta y Pedro Berger; más algunas chicas Isabel Olabarria, Ana Churruca, Tere Libano, Elisa Lopez, entre otras. Hicieron en la cuadra un sitio para los guateques y le pusieron por nombre “El Club de los Taleadores”. En aquel lugar, en verano, era donde se reunían casi todas las cuadrillas de Getxo y alrededores, allí planeaban su asistencia a otros guateques, paellas, bacaladas, bailes de disfraces, todo lo que sonara a juerga. Por el club pasaron juventudes de distintas edades, de allí salió mas de un matrimonio, aunque también más de una pareja se rompió en “Los Taleadores”.

El espacio destinado a la celebración de los guateques era muy sobrio, aunque disponían de una barra de bar, que tenía cocina y chimenea, la mesa donde se instalaba el “Picku” (tocadiscos), unos rudimentarios bancos donde sentarse y un pequeño receptáculo, destinado a las carantoñas, para los más comprometidos: “las parejitas”. Como elementos decorativos en el centro del local plantaron un árbol y de la playa de Azkorri levaron unas vertebras de cachalote, que hacían las veces de asientos.

La música seleccionada para aquellos guateques era de ritmo melódico, preferentemente compositores italianos. El responsable de su selección era Alfonso Valdivielso. Allí sonaban canciones de Domenico Modugno “Volare”, “La estanza e' como il vento”, “Piove” y “ Dio, come ti amo”; otras de Antonio Prieto como “La Novia” y como no las inefables “Diana” y “Tu cabeza en mi hombro” de Paul Anka. Más tarde una de las chicas, que llegó de Francia, Ana Asua les enseño el ritmo de moda en la época del “Twist”.


Las bebidas las adquirían en el establecimiento cercano de Mardaras, en el cruce de Venancio, y donde Luma en la calle Amesti de Algorta, por supuesto a granel. Una de las más demandadas era la llamada “Cap”, que preparaban en un cuenco grande tipo ensaladera, cuya formula de preparación llevaba entre otras cosas vino (de no muy buena calidad “Ardau”), Kas de limón, Ginebra, ron, manzanas y naranjas en dados, y alguna otra exquisitez: “...que la gente iba añadiendo según pasaba..., !una bomba!...”, las encargadas de prepararla eran las hermanas Basanta, Maite e Isabel. La comida más bien escaseaba: “...salvo en una ocasión. El alero de la casa de los Basanta estaba plagado de palomas, que bombardeaban la zona constantemente, su madre harta de aquellos artilleros alados las mató e Isabel las cocinó: “...!La salsa estaba muy buena!, pero las palomas un poquito duras...”. De allí salió una mezcla de saludo e improperio que aun recuerdan muchos de aquellos jóvenes que hoy peinan canas “Ailifoti”.

Una de las cuadrillas que acudían a esos encuentros, eran jóvenes nacidos en torno a mediados de los años 40, que según recuerda uno de sus miembros: “...empezamos casi por envidia de los que celebraban los Guereñu, en los bajos de una antigua casona junto al edificio de telefónica, en San Nicolas, un local al que llamaban “Bataclán”, en la finca de Pascual Urresti...” En Andra Mari consiguieron reunir tanta gente o más que en Algorta. Acudían jóvenes de diferentes edades, siendo los anfitriones los hermanos Basanta. Una de las cuadrillas que solía acudir a aquellas fiestas era de Algorta, la cuadrilla de La Plaza, de la que a continuación hablaremos.


EN ALGORTA: Se celebraron en varios locales, uno de ellos ya lo he comentado anteriormente el “Bataclán”, en el se solían juntar Josetxu Raluy (+), Celaya, Mota, Vela (+), Salaberri, Artola (+) y otros jóvenes de la época. El otro estaba situado en la “Calle Nueva” (actual Musike Aurrekoa). La cuadrilla que allí se reunía fue una de las de la “Plaza”, entre sus miembros estaban: Jaime Ayo, Tomas Lekanda, Patxo Zárraga, Angel Astorki, Joseba Bueno, Luisje Saitua, Javi Bueno, Joserra Elorriaga y “Tolín” de la zona del castillo, Iñaki Sarria, Juan Luis Madariaga, Gerardo Bilbao, Jose I. Franco, Julio Jaén, Iñaki Isasi, Iñaki Ortiz, Pedro Celaya,Juanjo Sarría y Mikel Zabala .

En un principio el lugar de reunión fue en Galarene, en un antiguo gallinero, en la casa de los Lekanda, el cual durante un verano entero adecentaron y pintaron, a pesar de lo cual: “..teníamos dudas de que las chicas acudieran a un lugar, entonces tan alejado, pero no obstante éramos optimistas...”; pero el lenguaje que utilizaban para comunicarse entre ellos no debía ser muy adecuado para los vecinos, !soltaban muchos tacos! y la vecindad se sentía incómoda, lo que obligó a que tuvieran que dejar la zona.

Se trasladaron a una casa sin habitar que consiguió uno de los amigos, Jaime Ayo. El nombre de aquella edificación era “Villa Danelis”, estaba casi al final de la calle, a la izquierda, cerca de la casa de los Camiruaga. Esas casas las hicieron los “Capitanes de la marina mercante” en forma de cooperativa. Tenía un estilo un poco inglés con casas de dos pisos. Al principio era un lugar de encuentro de la cuadrilla, sin chicas, hasta que como dice uno de sus miembros: “...nos dimos cuenta que el mundo giraba y teníamos que acercarnos a las chicas..., así que vimos una solución para aquella aproximación en el incipiente mundo de los guateques, que entonces empezaban a florecer...”.


Los principios no fueron fáciles: “...con dieciséis años, todo lo que nuestra alma pedía estaba en guerra con la educación recibida, de ese conflicto se suele salir más o menos mal, pero se sale...” Al comienzo tuvieron algunos problemas para conseguir que las chicas se animaran a participar. Por entonces corrió el fatal rumor de que en la zona de Neguri-Las Arenas habían acontecido, en unos guateques, unos lamentables hechos, que por añadir alguna sustancia a las bebidas, provocó el embarazo no deseado de alguna de las asistentes, lo cual hizo que muchas chicas se retrayeran de acudir a los mismos: “...!lo que nos faltaba!…” Era la época en que la amenización de los bailes en la plaza corría a cargo de la Banda Municipal y la Orquesta Monserrat, y había que agudizar el ingenio, debido a los escasos recursos: “...Falsificábamos los tickets de baile, eran de cartón y se colocaban con un alfiler en la solapa de la chaqueta... En nuestro local recortábamos cartones de la misma medida y con una patata copiábamos el sello de la orquesta..., Así, provistos de ese escudo gratuito, nos dirigíamos a la plaza...”.

Poco a poco fueron consiguiendo amigas que se acercaran a aquellas fiestas, sobre todo chicas que acudían a bailar a la plaza de San Nikolas. Al explicar cómo conseguían atraer a las chicas, utilizaban casi términos marineros: “...nuestro caladero era la plaza, no era fácil ligar en aquellos días, así que, sin que esta expresión suponga nada de peyorativo, recurríamos a pescar entre las chicas de servicio, que al no tener las familias cerca, eran algo más desinhibidas, si se puede decir eso, ya que la época tenía un cóctel represivo en cuanto a la moral importante...” Se producía un fenómeno curioso: “...Las chicas de Algorta veían con buenos ojos a los veraneantes y nosotros a las veraneantes y las chicas de servicio..., Para recabar fuerzas necesitábamos un catalizador, así que subíamos hasta el Bar Areatxu o Artatxori donde el tormentoso Juanito Arenaza nos instruía entre vinito y vinito...”.

Al hablar de las bebidas cuentan: “...eran fundamentalmente refrescos, al menos a la luz, pero a escondidas llevábamos algo de “metralla”, que adquiríamos en “Vinos y licores Luma”, que estaba en la calle Amesti de Algorta, cerca del Bar Itxaso, se compraba a granel....” En cuanto a las viandas, también escasas: “...no teníamos las cuentas muy saneadas por aquella época..., poníamos patatas fritas, aceitunas..., eso si, lo que nunca faltaba eran una un bandeja con cigarrillos rubios y negros que colocábamos en una mesa..., Fumar representaba patente de corso para copiar a los mayores...”.

La decoración, muy sobria, consistía en algunos sofás, alguna mesita y el imprescindible tocadiscos. La descripción del local, cuando menos resulta curiosa: “...disponía de tres espacios diferenciados, lo eran en función de la iluminación, el primero muy iluminado para los neófitos, allí podían libar y oír música a placer; el segundo con algo menos de luz era para las parejas aún sin consolidar y el tercero, ese si, oscuro, sin luz, para las ya consolidadas... La ilusión nos hacia creer que podíamos progresar al revés que la humanidad, ella ha venido de la oscuridad a la luz y nosotros pretendíamos hacer lo contrario...” En cuanto a la música: “...nos encantaba el estilo romántico de las canciones de Adamo, permitían bailar juntitos, los ritmos más modernos de los Beatles nos parecían maric...” Más tarde y gracias a algunas amigas que acudían a sus guateques, su radio de acción se amplió a Bilbao y Plentzia. Eran los inicios de las salas de fiestas, que se prodigaban por doquier. En Getxo las de referencia eran Tamarises e Igeretxe, así que ese mundo privado fue dejando paso a otro diferente, más social.
También se celebraron guateques en otros lugares del municipio, como Neguri, Romo y Las Arenas, pero esos los dejaré para más adelante.

Recordar esos momentos me trae al recuerdo una de las canciones de la época “El último guateque”, y como la misma decía: “...Quisiera detener el tiempo en un instante y volver a imaginarme los momentos del ayer...” Este pequeño recuerdo de aquellos días no ambiciona tanto, pero si recordar esos instantes de: “... las tardes del domingo, escuchando aquellos discos que no dejan de sonar...” Aquella modalidad de diversión fue el principio del fin de los bailes de la plaza pública, luego llegarían las salas de fiestas y el final del maravilloso baile agarrado. Fue en una época en la que la televisión aún era un experimento y los cines casi la única diversión comunitaria.

6 comentarios:

  1. No comentas nada del Club Juvenil de Romo y los Guateques del Ondategui

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  2. Jose Manuel Suarez3 de abril de 2016, 17:10

    A la finca Basanta, también conocida por "La Ponderosa" también acudimos algunos de Bilbao, como mi amigo Juanje Campo Velasco y yo (que he comentado en la otra sección). Qué lastima que desapareciera la finca y qué recuerdos me habéis traído. Por cierto, alguien sabe algo de Isabel Basanta?.

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  3. Un clásico...la copia con patata del sello de entrada... no lo viví aquí, pero lo llegué a conocer. Y otros trucos de la alquímia casera con carburo de la droguería o pólvora de caza de la tienda de deportes. Oh tempora, oh mores!

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  4. Hola, soy la biznieta de Pascual Urresti e hija de uno de los hermanos Gereño, como lo escribis. Lo que contáis es fiel a la realidad, como mi padre me contaba, pero nos gustaría que cambiaraislamiento los Gereño por los Guereñu, que es como siempre hemos escrito nuestro apellido. Gracias

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  5. ¿Alguna relación con D. Luis Urresti Alcalde de Getxo en 1929?

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