En esta entrada seguimos
con las protestas que generaron los cambios en el proyecto inicial
del ferrocarril de Las Arenas a Plentzia.
El
26 de marzo un grupo de vecinos, en nombre de sus familiares,
firmaban un escrito de protesta. Lo rubricaban a nombre de Francisca
Menchaca y Petra Echevarría, Sebastián Sainz y Bonifacio Cortina,
Martín Berasaluze, Antonio María de Ugarte, Manuela Arteta de
Basagoiti, Juan de Barrueta, Apolinar de Alzaga, Simón Zubiaga y
Juana Ajuria. A oídos de aquellos vecinos habían llegado rumores de
que D. José María de Aramberria había solicitado a través de sus
representantes legales para establecer parte de aquella vía del
ferrocarril de Las Arenas a Plencia en una calle entre los puntos
conocidos como “Txomintxu
y la Carnicería”
en el barrio de Algorta. Estos vecinos propietarios de los terrenos
afectados, alegaban que la construcción en aquel punto de dicha vía,
perjudicaría tanto al balneario como la expansión que la zona iba a
experimentar; y se acogían a lo establecido en la ley de
ferrocarriles de noviembre de 1887, que en su artículo primero decía
que: “...las
servidumbres para dicho ferrocarril debían de tener 20 metros a
ambos lados...”,
y que el artículo nº 11 de septiembre del mismo año la ley decía
que: “...nadie
podrá autorizar la construcción de edificios dentro de esa
zona....”
En la carta hablaban de los motivos por los que nadie se iba a
atrever a edificar por: “...La
incomodidad proveniente del humo y los silbidos del ferrocarril...,
y
que al parecer los vecinos de la calle Ripa de Bilbao habían elevado
una solicitud para que se prohibiera el paso del mismo por dicha
calle...”
Hablaban de los peligros para los niños, de la estética y quizá lo
más importante, para aquellos propietarios de terrenos: “...el
demérito natural en ciertos terrenos...”
Por todo ello solicitaban al Ayuntamiento que se negara la
autorización para aquel trazado ferroviario del ferrocarril de Las
Arenas a Plentzia.
No
fueron los únicos que presentaron su solicitud de negativa para
aquel trazado. El 10 de abril, era otro propietario quien solicitaba:
“...no
se permita cambiar el trazado establecido en el proyecto original...”
Se traba del apoderado de D. Miguel de Urresti, vecino de Getxo,
quien una extensa carta describía los motivos de dicha solicitud:
“...Las
modificaciones introducidas en el primitivo trazado, afectan desde el
cruce de la carretera provincial con el tranvía en la calle mayor
hasta la salida del túnel, atravesando por medio de una parte
importante del medio de la población, en una longitud de 220
metros...”
Alegaba que además afectaba a la seguridad de los vecinos y a las
calles de acceso a la playa de Ereaga: “...siendo
esta un elemento importante de vida para la Anteiglesia, por la
población flotante que a los baños acude en la estación
veraniega...”
Y llegaba al asunto que verdaderamente le preocupaba: “...los
prejuicios y daños que el citado trazado produce causa, no ya a los
solares de mi representado, si no a una finca valiosísima que
recientemente ha construido...”
Quedando el acceso a la vivienda de su representado enterrada y
obligando, en caso de que se hiciera aquel trazado, a construir una
escalera de varios peldaños para acceder a la misma. Mencionaba en
el escrito al igual que los anteriores propietarios, los artículos
de ley anteriormente citados, y finalmente solicitaba también que se
denegara el cambio de trazado. Otros propietarios también
presentaron sus quejas, entre ellos D. Asensio de Uribe, Bonifacio de
Sarria, Asensio Inchaurtieta, Domingo Camiruaga y un largo número de
propietarios y vecinos.
El
día 18 de abril de 1891 la rotativa bilbaina “El
Nervión”
recogía en sus páginas las notificaciones epistolares de un buen
numero de algorteños “...Una
porción de algorteños se han dedicado a la plácida tarea de
escribir remitidos y enviárselos a los periódicos, acerca del
trazado del ferrocarril a su paso por el barrio...”
Al parecer algunos de ellos querían que la autoridad municipal
interviniera en el asunto. Sin embargo, la rotativa negaba la
capacidad de intervenir e incluso de opinar de los lugareños: “...En
nuestro concepto, y creemos que de todo el mundo, el trazado del
ferrocarril lleva en sí multitud de dificultades técnicas, que solo
pueden resolver personas competentes y avezadas...,
que
el ferrocarril atraviese una montaña o un barranco...,
no
es cosa que puedan resolver el alcalde, médico o maestro de escuela
de cada pueblo...”
Y seguía: “...No
está Algorta tan distante de nosotros, que no conozcamos la posición
topográfica de aquella bonita estación de verano, y sin ser
ingeniero, se comprende que la solución más racional alejaría de
Algorta el ferrocarril, pero éste necesita de la vida que aquel
pueblo le proporcionará indudablemente, y pasa por él, de la única
manera que puede hacerlo...,
de
todos modos la cuestión está suficientemente discutida, y ya es
hora de que el Ayuntamiento de Algorta acuerde la subvención que ha
de conceder a esa línea...”
Obviamente, no era al parecer única y exclusivamente un tema de
playas, si no que también tenía que ver con el trazado elegido,
decía días antes la rotativa: “...la
empresa concesionaria pretende emplazar la estación en el centro del
pueblo, lo cual no podría ser sin atravesar la calle esa tan
cacareada por algún algorteño en la prensa bilbaína...”
La dirección de esa rotativa negaba a los vecinos la capacidad de
opinar e intervenir, negando a sus mandatarios dicha capacidad y
concediendo al municipio solo la de conceder subvenciones al
ferrocarril.
El
19 de abril de 1891 en consistorio de Getxo adoptaba una resolución
sobre las reclamaciones de vecinos y propietarios. Y lo hacía previa
convocatoria cursada a domicilio de los interesados. Presidía
aquella sesión D. Eladio Sustacha, quien expresó que: “...El
único objeto de esta sesión extraordinaria es resolver
definitivamente sobre las protestas de vecinos y propietarios contra
el nuevo trazado que la empresa del ferrocarril de Las Arenas a
Plencia, proyecta en el cruce de la carretera y tranvía hasta la
salida del túnel...”
Se dio lectura a las propuestas vecinales, se discutió sobre las
ventajas e inconvenientes del trazado en cuestión. Adoptándose por
unanimidad el siguiente acuerdo: “...Teniendo
en cuenta que las oposiciones de vecinos y propietarios son una de 11
propietarios protestando por el recorrido de Algorta; otra de 135
vecinos por el recorrido de la calle nueva; otra de D. José Asensio
Uribe, vecino de Bilbao y propietario en esta, por el recorrido en la
misma zona; otra con 5 firmas de propietarios a quienes afectan el
trazado; otras de D. Pedro Bonifacio Sarria de D. José Ramón
Uriarte y D. Miguel Urresti...,
y
teniendo en cuenta que el interés general del pueblo debe ser
siempre el conjunto de los intereses particulares del mayor numero de
vecinos y propietarios...,
considerando
el crecido numero de protestas...,
contra
el cambio de trazado...
Considerando
que el conducir un ferrocarril por el medio de una calle pública es
por si solo un ataque a los intereses comunes...,
Que
el ferrocarril de Las Arenas a Plencia, ni por los servicios que
pueda prestar a intereses de poblaciones e industrias...,
ofrece
ventajas que compensen los graves prejuicios que el nuevo trazado ha
de causar a intereses públicos y particulares...”
Seguía enumerando los problemas que causaría aquella obra, tanto en
cuanto a la seguridad de los vecinos como al interés general de los
baños de mar de la playa de Ereaga: “...Uno
de los atractivos de este municipio en la época veraniega...”
pero sobre todo que el trazado se podía llevara a efecto sin la
modificación del proyecto original, se acordaba: “...Denegar
la autorización para llevara a cabo dicha modificación...”
Ponía el asunto en manos del letrado del consistorio y enviaban las
resoluciones al Ministro de Fomento.
En
la próxima entrada veremos la intermediación de un equipo de
arquitectos para conciliar los intereses de la empresa ferroviaria y
los públicos.
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