Una
de las carreras de coches que más expectación causó en su época
fue la Paris-Madrid de 1903. A su paso por nuestro municipio llenó
las actas municipales y los diarios bilbaínos durante algunos días
del mes de mayo de 1903. Se inició en París con un recorrido de
1.311 kilómetros, repartidos en tres etapas: Paris-Burdeos con 552
kilómetros; Burdeos-Gasteiz con 343 y la última con 426 kilómetros,
desde Gasteiz hasta Madrid. Pero más que la propia carrera en sí
fue la caravana de turistas que la precedía. Realizaron el recorrido
en trece días, visitando las ciudades del tránsito, la que provocó
el interés municipal, por lo que suponía de ingresos para comercios
y consistorio, además de promoción turística de nuestro bello
municipio.
La
prueba estaba reservada a coches Veteranos (1903 a 1919), Vintage
(1920 a 1929) y Pre-War (1930 a 1940) y el coche más antiguo fue un
Mercedes de 1903. En esta gran prueba tomaron parte 224 vehículos,
54 de ellos motocicletas. De un total de 315 inscritos salieron 224.
El ganador oficial fue Fernand Gabriel, sobre un Mors Z.
Fue
la segunda de estas etapas, que partió desde la capital gipuzkoana
hacia Bilbao pasando por Getxo, la que motivó el interés de los
ediles getxotarras. Ya desde el 7 de mayo, el asunto fue tratado por
el consistorio. El Alcalde informaba que en una fecha aún sin
concretar de dicho mes arrancaría la carrera París-Madrid;
anunciaba que: “...saldrán desde San Sebastián, recorriendo
el camino de la costa, hasta la villa de Plentzia y desde allí hasta
Las Arenas, para seguir hacia Bilbao...”. Preveían que los
turistas recalarían en nuestro barrio, por ello recomendaba:
“...organizar algunos festejos, a fin de atraer y distraer a
tan distinguidos visitantes...”, probablemente con el
objeto de que viendo el atractivo y el ambiente de la población, se
animaran a recalar en la misma posteriormente. Hay que tener en
cuenta que ya a finales del Siglo XIX, ya estaba llegando el final de
los días dorados de los balnearios de Las Arenas y Algorta, por lo
que pensaron en promocionar la población y las playas de estos
barrios.
Hasta
la Guardia Civil intervino en el evento. El cabo de dicho cuerpo
envió una circular a la alcaldía el 6 de mayo, indicando que como
estaba prevista la llegada de los automóviles a Las Arenas el día
21 se iban a concentrar en la localidad 20 guardias de dicho cuerpo,
haciendo presente la necesidad de buscar alojamiento para la tropa.
Los números fueron alojados en viviendas particulares: en el nº 22
de la calle Mayor 8 lo harían en la vivienda de D. Casimiro
Landarte, otros 8 en la de D. Faustino Eguizábal y los restantes en
casa de D. Juan Boraita.
En
el barrio de Las Arenas los preparativos para recibir a los turistas
de aquella carrera se antojaban frenéticos. En el periódico “El
Nervión” del 19 de mayo de 1903 se recordaba que: “...Con
motivo de la próxima llegada de los automóviles franceses a este
popular barrio, son muchos los preparativos que se están haciendo,
tanto por el Ayuntamiento, como por el vecindario para recibirlos...,
los hoteles y fondas están disponiendo sus locales con objeto de que
los distinguidos huéspedes, encuentren toda clase de
comodidades...”. Incluso el entonces gran “Hotel
Ventura” tenia ya preparados sus hermosos comedores y 40
camas; también otros establecimientos hoteleros como el “Hotel
Antolín”, la “Fonda la Unión”, la
“Fonda el Abra” y la afamada “Casa de
Huéspedes de Dña. Bernarda Urrutia”, situada frente a la
playa de Las Arenas, haciendo esquina con la calle La Estación
(actual Andrés Larrazábal). El casino arenero había organizado un
baile en sus salones para agasajar a aquellos “excursionistas
motorizados”. Las obras municipales también pisaban el
acelerador. El Ayuntamiento sacaba a remate el relleno de la calle
Paulino Mendíbil. La “Compañía Eléctrica de Guecho”
realizaba una importante reparación en el alumbrado de todo el
barrio, cambiando los viejos postes por otros más altos.
Los
expedicionarios pasaban el día 20 de Mayo sobre las 16 horas por
Algorta. La “Sociedad de Cables Eléctricos” había
levantado un arco monumental y los obreros recibieron a los
componentes de la caravana con banderas. Antes de llegar a la barrio
guaito, uno de los vehículos sufrió una avería teniendo que ser
sustituido por otro para poder continuar la carrera.
Más
tarde llegarían al muelleko de Las Arenas, precedidos por ciclistas
que anunciaban la llegada de los visitantes, a quienes recibían con
“voladores” (cohetes). A su llegada, los
expedicionarios admiraron el casi recién estrenado “Puente
Colgante” (inaugurado el 28 de julio de 1893). El Hotel
Ventura (en los años 50 Bar Recreo) se hallaba lujosamente
engalanado con banderolas de los países participantes y un arco de
rumboso follaje. Algunos edificios particulares también fueron
adornados con parterres y banderolas. La música acompañaba a
aquella caravana desde el kiosko de la Plazuela (Puente Colgante). Se
tocaron varias piezas, entre ellas la obligada “El
automóvil”.
Algunos
de los expedicionarios cruzaron a Portugalete a cenar; al menos 60 de
ellos, en el Hotel de la Villa; en el Hotel Ventura de Las Arenas
cenaron en una mesa bellamente adornada una veintena de
automovilistas. En la revista “La Ilustración Americana y
Española” del 30 de mayo de 1903, se podían ver algunas
imágenes de dicho evento (clasificadas con los números 18, 19
y 20), en la que se adivinaba el gentío agolpado en la
“Carretera del Muelle” (actual Tomás Olábarri),
que discurría a lo largo de la ría. Proliferaban txapelas y blusas
en los hombres y algunos paraguas protegían del implacable sol a los
ansiosos espectadores; unos pocos, probablemente familiares de los
propietarios del transbordador, admiraban el transcurrir de la
comitiva subidos en la plataforma de la estructura del puente. En la
fotografía nº 19 podemos contemplar una barquilla poco
usual, cuya caseta protectora se hallaba a la izquierda de la
barquilla mirando desde la Villa Jarrilera. En una de las fotografías
se puede apreciar cómo desembarcaba en Portugalete el coche nº 18.
Algunos espectadores debieron sentirse algo decepcionados, quizá
esperaban poder admirar de cerca a los inusuales vehículos, ya que
la mayoría partían nada más llegar hacia Bilbao.
Los
expedicionarios llegaron a Las Arenas el día 21 de mayo, aplaudidos
por los espectadores que se agolpaban para verles. A las 11 de la
mañana apareció el primer vehículo, llevaba el numero 49, en el
viajaba el registrador de la carrera Mr. Mchaux, quien se alojó en
el “Hotel Vizcaya”. Después fueron llegando otros
coches. Para las 16 horas habían pasado un total de 25 automóviles
con dirección a Bilbao. Al día siguiente a las 7 de la mañana
partieron hacia la Villa Bilbaína.
Hasta
aquí una pequeña historia de una de las carreras de coches que a
principios del siglo XX llenó de espectadores nuestras calles.
¿Porqué las mujeres de la fotografía están de rodillas?
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