He
decidido realizar esta pequeña entrada para poner en evidencia la
existencia de algunos “cuidadores” de animales de compañía, que
quizá debieran ser reeducados, y en algunos casos, se les debiera
limitar la posibilidad de detentar la tenencia de esos agradables
canes.
Pongo
por delante que soy uno de los muchos aitas que pasea un perro por
algunos lugares de Getxo, propiedad de alguno de sus hijos, al tener
estos, afortunadamente que ir a trabajar. También soy consciente de
que no se puede achacar a todos los propietarios lo que son actitudes
desconsideradas de unos pocos vecinos antisociales. Confieso que
antes no era una persona amante de los perros, aunque más tarde,
tras tener uno en casa le he llegado a coger cariño. Por lo que no
supone para mi ningún esfuerzo agacharme para recoger en una pequeña
bolsa sus deposiciones y llevarlas a la papelera más próxima.
Y
es precisamente este aspecto el que quiero denunciar. Existe un
agradable paseo, que ocupa parte de lo que en su día fue la
estación de Getxo (Andra Mari), que además no es el único
lugar del municipio donde suceden esas conductas incivilizadas. Esa
vía se encuentra, tanto en sus jardines como en las campas
adyacentes, plagado de excrementos de perro, cuando no el propio
paseo, a pesar de que a lo largo del mismo existen papeleras donde se
pueden depositar esos conguitos, lo cual dificulta la recogida ya que
hay que sortear esas desagradables minas. Pero no es a los canes a
quien hay que reprochar esa suciedad si no a sus dueños cuya actitud
incívica es la que provoca las quejas de quienes no tienen animales
de compañía y de quienes teniéndolos también censuramos esas
actitudes, más propias de animales de no deseada compañía.
Existen
deposiciones que otros seres, nuestros alados amigos, que cual
auténticos bombarderos, tras esos arrebatadores y aparentemente
alocados vuelos, esparcen por calles y plazas sus regalos, sobre
todo con la llegada del invierno (estorninos), pero también
otras afincadas en nuestros tejados y alfeizares las (palomas).
Estos, aunque no achacables a propietarios poco respetuosos con sus
vecinos, también son desagradables, hasta el extremo de que a menudo
hay que sortear los arboles y tejados donde duermen y anidan, para
evitar ser rociados con sus corrosivos regalos blancos que adornan
algunos de nuestros paseos urbanos.
Las
primeras debieran ser tenidas en cuenta por las incívicas personas,
que con desprecio hacia sus vecinos, dejan paseos y jardines hechos
una auténtica inmundicia. Las segundas, y ahora pienso en la Avenida
Basagoiti y otras calles, debieran ser respondidas por una actuación
municipal decidida, limpiando suelos y bancos con cierta
periodicidad. No esperando a la deseada lluvia reparadora.
Esperando
no molestar a nadie, entiendo que quizá, si todos ponemos un poco de
nuestra parte, podemos hacer más grata la vida de nuestros vecinos.
Y veremos un Getxo más limpio y confortable. !!A la a agachar
el lomo, que es saludable, y meter en una bolsa esos delicados
regalos, que no son fruto del azahar!!.
Me llama la atención los jóvenes que van con su perro suelto, sin atar, mirando al móvil, sin prestar ninguna atención al animal y por supuesto despreocupándose de si defeca en un jardín, en la acera o mea en un portal. Porque de éstos último no se habla, pero es también una costumbre muy extendida y muy desagradable.
ResponderEliminar