Era
mediados del Siglo XX, cuando Romo, un barrio de Getxo, asociativo
donde los haya, veía erigir su nueva iglesia “San José
Obrero” (marzo de 1959). En los locales adyacentes de su
antigua capilla “Nuestra Señora de los Angeles”,
bajo los de la “Sociedad Gobela”, auténtico motor
de iniciativas populares; en la planta baja, se encontraba un espacio
que más tarde iba utilizarse como cinematógrafo.
No
hacía falta mucho, para que un conglomerado de cuadrillas, joven y
con ganas de dar vida al pueblo, rompiera con la monotonía a que la
época nos tenía acostumbrados. Ese revulsivo llegó de la mano de
un curita joven, que tras su ordenación fue destinado a Romo. Llegó
desde el cercano Erandio, a principios de los 60. Se trataba de “D.
Ramón Sánchez Murueta”, se había ordenado el 8 de julio
de 1956, y celebró su primera misa el 15 del mismo mes en su
parroquia natal.
Este
sacerdote, al igual que el resto de los de su época, vestía negra
sotana y cubría su cabeza con una saturniana teja. Venía, como
todos al principio, con ganas de hacer cosas, y una de las que
impulsó fue la relacionada con el cine y el teatro. Su actividad fue
el caldo de cultivo para que una de esas cuadrillas, cogiera el
personaje del que a continuación hablaremos, y realizara una
interpretación que aún perdura en el recuerdo de muchos vecinos,
que en los años 60 tenían en esas funciones, como válvula de
escape para el tedio de una época, con escasos medios para la
diversión.
Esa
obra llevaba por titulo “El Juicio a la Paca”,
comedia menor teatralizada, dicen que por primera vez en la
“Universidad de Deusto”. Representada en casi todas
las del estado, y buscada por muchas asociaciones y grupos
culturales, por sus chispeantes diálogos, escasos recursos
necesarios para su ambientación, casi una mezcla de entremés
“jácara” y sainete cómico-musical, que conjuga el
humor la sátira, mediante canciones con letras adaptada a la
situación. Donde los personajes lo que pretenden es divertir al
espectador buscando su risa.
En
el año 1964 D. Ramón, alma de todas las actividades culturales, que
en torno a la iglesia de San José de Romo se realizaban. En ese
pequeño salón del que hablaba al principio que se encontraba en los
bajos de la Escuela de “Nuestra Señora de los Ángeles”
(Actual Aula de Cultura de Romo). Organizaba representaciones
teatrales, autos sacramentales y proyecciones cinematográficas para
los más pequeños. Para obtener fondos para el mantenimiento se
vendía a la entrada caramelos, chicles y toda suerte de golosinas,
que eran ávidamente consumidas por aquellos pequeños roedores de
dulces. D. Ramón era el proyector del cinematógrafo, el apuntador
en los teatrillos, quien buscaba y organizaba el cuadro artístico,
en definitiva la medula de aquel espacio
cultural-recreativo-religioso, pues desde la mirada seria y casi
inquisitorial del Párroco D. Juan Maria Arrinda, que ejercía un
riguroso control sobre todas las actividades, ese pequeño espacio de
libertad daba vida al barrio.
ALGUNOS MIEMBROS DEL
CUADRO ARTISTICO
En
ese marco es donde se iba a desarrollar aquella comedia. D. Ramón
buscaba una cuadrilla, pues solo así, en ese espíritu de
camaradería pensaba que era posible desarrollarla, que tuviera entre
sus miembros alguien con suficiente vis cómica como para representar
al personaje central “La Paca”. !Y pardiez
que lo logró!. Pero vayamos por orden primero el argumento:
“...La Paca, una mujer de la vida, a quien quieren quitar la
custodia de sus hijos, por su vida “licenciosa con los hombres”,
a quien acusaban de no atenderlos bien, es llevada a juicio...”.
En
la trama aparecía un cuadro artístico compuesto por: La acusada “La
Paca” interpretada por Juan Mari Velasco, el “Juez”
era interpretado por Ubaldo Valle (+); dos “Fiscales”
ejercían la acusación Koldo Bilbao y Paco Lopez (+); los
hijos de la Paca estaban representados por Felipe Estancona
(+) y Miguel Ocio; tres “Testigos” Juanan Ortiz,
Jose Luis Rios e Iñaki Bikandi; dos “Borrachos”
que testificaban a favor de la Paca, Angel Mari Larrazabal y Eugenio
Amores; y finalmente los personajes de los dos “Guardia
Civiles” que conducían a la arrestada, fueron
interpretados por Gerardo Sordo (+) y Jose Luis Vigiola, la dirección
artística corrió a cargo de Angel Saavedra, Jose Andres Egaña y el
propio D. Ramón. En la fotografía inferior podemos ver a algunos de
los protagonistas, aunque con algunos años más que cuando se
celebró aquel evento en una romería: Empezando por la izquierda
Iñaki Bikandi, Jose Luis Vigiola, Felipe Estancona (+), Jose Luis
Rios, Juan Mari Velasco “La Paca”, Miguel Ocio y
Angel Mari Larrazabal.
El
escenario, al que se accedía a su parte trasera a través de otra
estancia, facilitaba la labor, casi innecesaria, de los apuntadores,
estaba al fondo del salón. Sobre él estaba dispuesta una mesa en la
que, a ambos lados, se situaban los actores para poder ser vistos por
el público, y como atrezzo unas simples cortinas, que impedían que
los apuntadores fueran visto por el público. Los ensayos eran un
autentico augurio de lo que luego iba a resultar la obra, no podían
contener muchas veces la risa.
La
obra se representó a comienzos de la primavera-verano de 1964. Todos
los intervinientes ya peinan canas, y la mayoría tienen nietos, pues
en esos años rondaban los 17-19 años. El día elegido, un jueves
por la tarde-noche. En esa esperada y comentada obra de teatro, el
personaje central, era uno de los elementos que tenía en vilo al
barrio, todos se preguntaba “...Quién será la Paca, quien
osará dar vida a una mujer tan licenciosa, y además en un centro
casi religioso...”, eran tiempos de censura. Ellos
mantuvieron en secreto al “actor” que iba a dar
vida a tan apasionante mujer, y lo hicieron gracias a esa otra
estancia que permitía que los actores no pasaran entre el público,
hasta el mismo momento de entrar en escena.
Los
personajes iban disfrazados, algunos, con trajes alquilados en la
Misericordia de Bilbao, los niños con pantalón corto, el juez con
su toga, peluca y un mazo para golpear la mesa, los guardias
perfectamente uniformados con sus negros tricornios, a la encausada
le vistió y maquilló la hermana del juez “Maria Belén
Valle”, en palabras de Juan Mari “...me puso hecho
un cuadro, me pinto todo, labios, cara. Me dejó una falda tubo y me
enseñaba como subir la falda para luego bajar la faja, en uno de los
actos al hacer ese pícaro movimiento se me soltó la falda por al
cintura y tuvimos que hacer virguerías para arreglar aquel
descosido...”. El maquillaje resultó tan contundente, que
no se lo pudo quitar todo, y al día siguiente permanecían huellas
evidentes en su rostro. Cuenta Juan Mari: “...Yo al día
siguiente, tenía partido contra el Indautxu, era el más joven del
equipo del Arenas, y en el vestuario los otros, más veteranos, se
pitorreaban !Chaval, pero tu que has estado haciendo!...”,
así que el cachondeo duro más de lo previsto.
La
entrada ya provocó una salva de aplausos y una carcajada general. Al
hacer su entrada “La Paca”, a quien no dejaban
salir al escenario para no ser vista y mantener así la intriga,
sobre cómo sería el personaje. Al ver a un hombre vestido de mujer,
y con aquel aspecto: falda de tubo con aberturas a los lados por
encima de la rodilla, que permitían ver una liga negra, de la que
colgaba un pequeño puñal; jersey de pico con manga corta muy pegado
que permitía adivinar unos turgentes y grandes pechos, fruto de un
relleno bien distribuido; zapatos negros de tacón bajo, para
permitir mantener el equilibrio; peluca igualmente negra; cara
maquillada, casi irreconocible; y collar de perlas blancas de dos
vueltas al cuello. El salón se vino abajo de la sonora carcajada. Se
sentó frente al público, por lo que los espectadores veían
perfectamente toda su anatomía, ella pícaramente, con un descarado
movimiento abría y cerraba sus piernas. Esto provocó que una de las
espectadoras, de la primera fila, que se hallaba embarazada,
nerviosa, tuviera que abandonar la sala, no se sabe si a consecuencia
de la risa o de la desazón, al contemplar tan comprometedora escena.
Toda
la obra era cantada. La entrada se iniciaba con las palabras del Juez
“...Venimos aquí, (golpeaba la mesa con su mazo, ordenando
silencio), a juzgar a esta mujer por los hechos que acontecen. !Que
pase la acusada!. El juez inquiría serio ¿tiene algo que decir la
encausada?...”; le seguía la intervención de la Paca
cantando el estribillo“...Soy Paca y vengo ante la sala,
reclama por los fiscales, porque (“Cloc, cloc”, golpeaba con el
tacón dos veces en el suelo), dicen que soy mala..”. El
juicio se desarrollaba en un hilarante ambiente, la Paca cansada de
que el Fiscal arremetiera contra ella, en uno de los momentos,
provocadora, se golpea el muslo y dice “...toma
Costarrica...”. Ante tamaño descaro tiene que intervenir
el Juez “...Paca compórtese, sea más recatada...”;
los borrachos irrumpían en la sala en medio de un griterío,
queriendo dar su apoyo a la Paca, siendo expulsados por los guardias;
al final de la trama todos se abrazan por el veredicto, ya que
terminaba con la absolución de la acusada.
A
la representación acudió mucha gente. Entre ella hubo una gran
representación de las chicas de servicio de Neguri. Al terminar la
función, ya en la calle preguntaban “...¿Quién era la
Paca, quién era?...”, al parecer resultó tan convincente
la caracterización y sus femeninos gestos, que dudaban fuera un
hombre el que había dado vida al personaje, y extrañadas, puesto
que algunas le conocían y exclamaban: “...!no puede ser, si
es un hombre muy serio!...”, muy probablemente les faltaban
horas de hablar y conocer al personaje, para saber de su sentido del
humor.
Aquella
representación tuvo tan buena acogida, que llegó a oídos de
algunos vecinos del cercano barrio de Lamiako, que iban a celebrar
sus fiestas patronales. Pensaban incluir en su programa festivo la
intervención de algunos grupos musicales, de nueva hornada. Esas
actuaciones se iban a escenificar en el cine de su salón parroquial.
Se pusieron en contacto con ellos para que realizaran esa
representación en su barrio. El día de autos, los actores, se
desplazaron en tren desde Romo, Iban en el primer vagón, en el
espacio reservado para las lecheras, con la puerta abierta junto al
conductor, ya que uno de ellos Ubaldo, trabajaba en el ferrocarril.
En
Lamiako, la obra resultó un desmadre. Antes de empezar les
ofrecieron un vinillo y algo de picar. “La Paca” se
quejaba, la tenían secuestrada, ya que mientras el resto de los
actores salían al salón para presenciar las actuaciones del los
músicos, la mantenían encerrada. Mientras el público se revolvía
inquieto deseoso de conocer la personalidad de la acusada.
Así
que le dejaron solo, junto a una botella de vino, y como cuenta Juan
Mari “...alguno estaba entrenado, pero yo no....”.
Además las cantidades tomadas con antelación no debían de estar
muy proporcionadas, ya que esos zumos espirituosos les animaron tanto
que, ni el orden del libreto, ni las estrofas, siguieron luego un
riguroso orden.
Tan
animada estaba, que ya empezaba a sacar la cabeza por el telón del
escenario, y el respetable se inquietaba aún más, gritaban “...Que
salga la Paca, que salga la Paca...”. Por fin dio comienzo
la obra, el regocijo fue general. Empezamos a cantar “...yo,
algo afectado por los estímulos de aquel néctar embotellado,
arranque por al segunda estrofa...,...gracias al resto
de los intérpretes pude reconducir el orden de la obra...,...incluso
di unos pasos de baile que no estaban en el libreto...,... El
efecto era tal, que incluso el collar que me habían prestado se
rompió, y todas la perlas quedaron desparramadas por el salón...”.
La gente no se enteraba, pues no conocía el texto, creyó que
aquello formaba parte de la representación, se desternillaban de
risa y rompieron en aplausos. Su padre que no había visto la
representación de Romo, animado por su madre, acudió a ver la de
Lamiako y exclamó “...pero cómo se ríe tanto la gente, si
el chaval está con media melopea...”, ella le contestó
“...es que esto en Romo no lo hicieron...”. Así
que a pesar de aquel pequeño cambio en el libreto, y de ese
accidente interpretativo, la representación fue todo un éxito.
Como
consecuencia de esas actuaciones, incluso las monjas del Asilo de
Algorta quisieron que actuaran en sus locales para divertir a los
ancianos, comentaban “...nos han dicho que ha habido unas
risas increíbles, que no ha habido nada obsceno, que es una trama
muy divertida...”, pero debido a algún problema del
convento, finalmente no se llegó a realizar aquella actuación. Un
tiempo más tarde, hicieron un auto sacramental con motivo del día
del seminario. Esa fue su última actuación pública.
Deseo
mostrar mi agradecimiento a Juan Mari Velasco y a Miguel Ocio,
gracias a los cuales he podido traer a estas paginas este pedazo de
la vida de un barrio, que siempre ha destacado por la calidad de sus
cuadrillas, que guardan otras historias que quizá más adelante
traiga a estas páginas.
Pues muchas gracias, amigos de Getxo, porque habéis traído a mi meroria, aquella obra con sus escenas desternillantes, que representamos en Cieza (Murcia), en 1969. Yo, fui La Paca.
ResponderEliminarUn abrazo.🤗😜
!!! CUANTO ME GUSTARÍA TENER LA LETRA DE "LA PACA", OBRA QUE REPRESENTAMOS EN LA ESCUELA PROFESIONAL DE COMERCIO DE CADIZ, HACE 50 AÑOS !!!! POR MAS QUE LA HE BUSCADO, NUNCA HE CONSEGUIDO RECUPERAR LA LETRA !!!!
ResponderEliminarSE LA HE COMENTADO, EN LO QUE ME ACUERDO, A UN HIJO QUE ES MAGISTRADO Y ME ENCANTARÍA QUE LA LEYERA. AGRADECERÉ QUE ALGUIEN ME DE UNA PISTA PARA ENCONTRARLA, O QUE ME LA FACILITE. MUCHAS GRACIAS.
ResponderEliminarQue tiempos tan bonitos, pensando en ellos, me "emociono" y al mismo tiempo me río.la pena es que algunos ya no están, gracias por hacer que lo pueda recordar
ResponderEliminarLa pena es que no hay ninguna foto de la actuación
Me ha encantado leerlo, no conocía la obra, no había oído hablar de ella. Yo soy prima del actor q la representó y me ha emocionado. Además, yo aunque no vivo en Getxo soy nacida ahí y mi madre también lo era, así q bravo por todo ello.
ResponderEliminarSoy uno de los que la representó en 1965, en segundo de bachiller, en el Colegio del Patronato de Sestao, y tengo la letra con alguna anotación de interés.
ResponderEliminarMi e-mail es asugg1@gmail.com por si desea alguien que le mande este libreto de El juicio de la Paca.
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