Ya
hace más de un mes que pasó el Carnaval. Ahora que llegan los días
grises, en los que, en los años 40-60 del pasado Siglo XX, se
celebraba la mortificación de la carne, creo recordar que en la
entrada del 16 de Febrero hacía una afirmación incompleta:
“...Carnavales que ya desde los tiempos de la Dictadura de
Primo de Rivera (1923), fueron perseguidos con la prohibición del
uso de las máscaras. Y no recuperarán su plenitud hasta el final de
la dictadura franquista. Este es uno de los motivos por los que es
difícil encontrar rastros cercanos de esa tradición en nuestro
Pueblo...”. Y digo que no es del todo correcta, porque debo
añadir, también, que esa celebración fue prohibida por sucesivos
monarcas españoles Carlos I, Felipe V, Fernando VII. Al parecer sólo
ellos tenían el derecho a ocultar sus rostros tras máscaras de oro.
Incluso en 1898 una de las coplas, que iba a cantar la comparsa “Los
Siete Niños de Ecija”, tuvo que ser supervisada por el
Gobernador. En torno a la tradición de esa celebración en nuestro
Pueblo, confirmar que ya desde 1899 existe constancia escrita de que
los mismos se celebraban en Algorta.
Ya
en esas fechas se decía refiriéndose a las carnestolendas:
“...!Todo el año es Carnaval!, dijo el satírico Fígaro, y
aunque ese grito encierra un realismo abrumador, las carnestolendas
son un paréntesis humorístico que la humanidad acoge con verdadero
júbilo...,...nada de seriedad, ni de tristeza.
!Abajo el pesimismo, Arriba el buen humor!... ”.
Los
carnavales de febrero de 1899 se celebraron en la Plaza de la
Constitución (San Nikolas). Desde el primer día de fiestas, un gran
baile de carnavales abrió el festejo. La prensa bilbaina lo denominó
como “Baile Campestre”, probablemente porque los
cronistas de la Villa, consideraban a nuestro pueblo, aún una aldea.
La animación de la fiesta corrió a cargo de la Banda Municipal
dirigida por el maestro “Galubart”. En medio de una
bulliciosa muchedumbre, en la que destacaban según decían “...un
seductor grupo de mascaritas, que rindió entusiasta culto a
Terpsicore (musa de la danza griega)...”.
En
el Casino Algorteño se celebró un acto carnavalesco, solo para
socios, con objeto de recaudar fondos para el Asilo de Algorta. En
dicho acto se leyeron, en medio de un gran frenesí, los versos de
Marcos Zapata (poeta y dramaturgo aragonés), con el poema histórico
“El Solitario de Yuste” escrito en 1877. Ese acto
privado siguió con un sainete “Robo y envenenamiento”,
escrito por José María Anguita en 1893, que provocó una gran
hilaridad entre el publico asistente.
El
lunes y martes de carnaval, por la noche, se celebraron en los
locales del “Circulo Algorteño”, dos bailes:
“...en medio de una nieve de confetis y serpentinas, en el
que se obsequió con pastas y vinos generosos, a los jóvenes que con
sus disfraces animaban el acto...”. Acto y bailes dirigidos
por D. Wenceslao Rasines.
No
es muy amplia la referencia, pero baste este flash para recordar que
las fiestas de carnaval eran tradición en Getxo. El alquiler de
disfraces, otra de las costumbres de la época, iba desde los 2
reales hasta los 5 duros.
Los
carnavales se celebraban con mayor concurrencia en un Bilbao
bullicioso en el que el consumo de pastillas de café con leche
traídas desde Logroño se disparaba. También en otros pueblos de
las márgenes de la ría, aunque el más bullicioso fuera el que se
realizaba en Bilbao, en La Casilla y Campos Elíseos, donde el
desfile de carrozas iba acompañado de caballos y máscaras, que al
finalizar daba lugar a una batalla de flores. Durante esas
celebraciones báquicas, incluso el tranvía ampliaba sus horarios
hasta la 19 horas para que los vecinos de Getxo pudieran disfrutar en
la villa de D. Diego de esa festividad.
Al llegar las fiestas fiestas de Pascua, me despido hasta el próximo día 9 de Abril, en que seguiré trayendo nuevos recuerdos a esta pagina. !ONDO PASA!
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