Terminaba
la anterior entrada con algunas actividades de entretenimiento en Las
Arenas. Hoy seguiré con las mismas y su difusión, más allá de
nuestro entorno.
En
junio de 1880 ya se anunciaban en la “Galería Balnearia de
Las Arenas”, baños fríos, calientes y duchas a todas
horas del día. En julio el llenazo de aquel establecimiento se hacía
palmario, la prensa local recogía: “...Estos últimos días
se ha animado extraordinariamente la hermosa playa de Lamiaco...”,
así llamaban a la Playa de Areeta-Las Arenas. Y seguían: “... En
el establecimiento de los Aguirres había ayer por la mañana unos
setenta huéspedes y se había recibido encargo de preparar
habitaciones para otros veinticinco que debían llegar por la
noche...,...Las demás casas de la playa van también
llenándose y dentro de pocos días será difícil proporcionarse
local en dicho punto....”.
Resultan
curiosos, ahora que todos los precios son desorbitados, los de
aquellos años: La merluza estaba a 8 reales la libra (0,45 kg), los
txipirones entre 5 y 8 reales según tamaño y la langosta, también
según tamaño, entre 3 y 7 reales.
Durante
el mes de agosto se celebraron en el Balneario de Baños de Mar
Bilbainos grandes fiestas, con conciertos de 21 a las 22 horas, con
un programa compuesto de las siguientes piezas: “Norma
Guaira”, “Serenata Morisca”, seguidas del
segundo acto de la ópera Poliuto (tragedia lírica de Gaetano
Donizetti), finalizando con un “Minueto”. Terminaba
aquella velada con un baile desde las 21 hasta 23 horas. Finalizaba
aquel verano con la siguiente noticia: “...Anoche vimos
recorrer nuestras calles la primera golondrina de invierno, de las
que suelen anunciar la proximidad de esa triste y nebulosa estación,
mientras que una vendedora de castañas anunciaba su mercancía
gritando !quién las quiere calentitas!..”. Así se
despedía la estación del estío, con un lastimero: “...!Adiós,
estación hermosa del verano, adios!...”.
En
julio de 1883 se anunciaba a bombo y platillo la apertura de esa
galerías de baños de mar en Areeta-Las Arenas, indicando que los
baños de playa, así como los calientes y duchas, estos dentro del
establecimiento, se realizarían desde el primero de julio hasta
finalizar septiembre. En aquella misma fecha, se anunciaba el inicio
de las obras en el Casino Algorteño. Era presidente del mismo
Martín Berreteaga. Otra de las noticias de aquel mes era: “...Las
renombradas patatas de la Vega de Santa Eugenia (Las Arenas), se
encuentran desde hoy a la venta, al precio de treinta y cinco
céntimos el kilogramo...,...Para pedidos al por mayor,
tubércuIos y semillas de las 7 variedades que se cultivan en la
citada vega, dirigirse á D. Miguel A. Vitoria, Las Arenas...”.
Resultaba
enternecedor comprobar la sensibilidad de algunos areneros en aquella
época hacia la tranquilidad de nuestra playa y su poca sintonía con
el arte taurino, durante las fiestas de Santa Ana, que al parecer
resultaron muy concurridas: “...se corrió un novillo en la
playa de Las Arenas, que por cierto disgustó sobremanera a la
inmensa mayoría, en particular a los bañistas por los muchos sustos
recibidos por las señoras y niños que se hallaban en dicha playa,
así como otros individuos que no son aficionados a tales
diversiones....”, se hacía un llamamiento al Sr. Alcalde
para que en lo sucesivo se dispusiera de un sitio separado para que:
“...se haga merecedor de los aplausos y plácemes de la gente
pacífica y poco aficionada al arte taurino...”. La Galería
balnearia de las Arenas anunciaba que: “...En la dirección
del tranvía y en los coches, por los conductores se expenden abonos
combinados de tranvía y baño en la playa, para nueve baños, al
ínfimo precio de 54 reales, con opción el abonado de viaje de ida y
vuelta desde Bilbao a Las Arenas, y servicio de baño de 2
reales...”, como nota txirene indicaban “el baño
sale gratis”.
Para
fomentar el turismo durante 1884, en la fiestas de San Isidro en
Madrid, se repartieron más de 4.000 prospectos propagandísticos,
dando información de nuestro barrio y de su hermosa playa.
Propaganda que fue costeada por todos los establecimientos de la
localidad, a fin de conseguir una mayor afluencia de bañistas a
nuestros establecimientos hoteleros y playa. Eran tiempos de
crecimiento y reformas, la mayor parte de ellas pensando en los
veraneantes. Al parecer algunos decían que los lugares de paseo de
Las Arenas tenían el inconveniente de estar constantemente caldeadas
por un sol de justicia. Por eso se había construido un hermoso paseo
desde las instalaciones del “Balneario de Baños Bilbainos”
hasta la capilla de Santa Ana. El paseo discurría por un entorno
paradisíaco, rodeado de frondosos pinares y extensas y verdes
praderas que los amenizaban. Mientras las inmediaciones de la playa
estaban rodeadas de frondosos bosques que refrescaban el ambiente. En
los muelles, también se estaban realizado reformas para embellecer y
dar comodidad a todos los paseantes. Otra de las mejoras estaba
relacionada con las comunicaciones, se había instalado en el
balneario una estación telegráfica.
Mientras
que desde Francia empezaban a llegar noticias inquietantes del avance
de la epidemia de cólera, con escenas dantescas en algunas de sus
ciudades, en la población de Toulon (Provenza-Alpes-Costa Azul), en
casi todas las calles se encendían grandes hogueras, por lo que
apenas oscurecía, las calles presentaban un aspecto fantástico.
Delante del hospital de la Marina, una multitud de mujeres clamaba
alrededor de las hogueras. En nuestras calles, los vecinos y
veraneantes disfrutaban de un placido verano, pero la plaga del
cólera que se inició en 1834, también aparecía por nuestros
barrios, aunque a menor escala.
Eran
otras las preocupaciones de aquella élite veraniega, las
prescripciones de los médicos de la época de los baños calientes,
aconsejados para enfermedades reumáticas, hacían que cada vez más
personas demandaran aquellas curas. Precisamente uno de aquellos
visitantes, que demandaron algún tipo de tratamiento, durante el mes
de julio, fue el Cardenal Arzobispo de Toledo, quien acudía
diariamente desde Bilbao a nuestra playa, a tomar baños de ola,
“decían”.
En
la siguiente entrada veremos como fue decayendo esa actividad
veraniega con la perdida de la gran playa de Areeta-Las Arenas,
mientras las actividades relacionadas con los baños de mar, poco a
poco se iban trasladando a Algorta e iban perdiendo el esplendor de
los primeros años.
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