En
la anterior entrada terminaba con los servicio de vapores, noticias
de las guerras Carlistas, y la solicitud de construcción de
balnearios en Las Arenas y Algorta, así como de otros asuntos
relacionados con la nueva moda de baños de mar.
El
9 de julio de 1878, se publicaba en la “Gaceta de Madrid”
una Real Orden, en la que el Director de Obras Publicas C. Toreno
daba cuenta de la autorización concedida a Narciso Goiri para
construir en Las Arenas (Getxo) un Balneario. Un año más tarde
sería Alejandro María Meñaca quien solicitaba un permiso similar
para construir otro balneario, esta vez en la playa de Ereaga de
Algorta.
El
nacimiento en nuestro municipio de esta moda surge de manos de la
familia de Máximo Aguirre, quien había adquirido los terrenos de la
llamada “Vega de Lamiako” y las dunas de Las
Arenas, a mediados del Siglo XIX; tras el fallecimiento del patriarca
en 1863, sus descendientes iniciarían la construcción del
establecimiento de “Baños de Mar Bilbainos”. Aquel
establecimiento foco de atracción veraniega de la época, gracias a
las campañas de promoción turística, atrajo a la burguesía
bilbaina, madrileña y a la aristocracia. A esta promoción se unirá
en 1872 la Compañía del Tranvía entre Bilbao y Las Arenas, que en
su nacimiento fue de tracción animal (caballos), y que en 1887
pasaría a ser eléctrico; eso sumado a la construcción de los
ferrocarriles de ambas márgenes de la ría (1887-1888),
intensificará la moda de baños de mar.
Durante
la segunda guerra carlista, el balneario se vio convertido en
acuartelamiento de tropas durante algo más de seis meses. Se
produjeron daños que lo mantuvieron durante un tiempo cerrado. Su
reapertura, con ampliación del edificio incluida, se produjo en
1876.
En
1876 las noticias referidas a los Balnearios de nuestro Pueblo se
prodigaban en la prensa, y ya para primeros del mes de junio, se
recogía quizá el que pudiera ser uno de los primeros anuncios
relacionados con el establecimiento de “Baños de Mar
Bilbainos” en Areeta-Las Arenas. En el mismo se decía:
“...Se arrienda este magnífico establecimiento, todo
amueblado y que puede hospedar a más de doscientas personas...”.
En julio de aquel año, en el mismo diario “El Noticiero
Bilbaino”, se recogía la siguiente noticia: “...Las
playas de Portugalete, Santurce, Algorta y Lamiaco están llenas,
puede decirse, de bañistas, entre los que se encuentran numerosos
forasteros, y buena prueba de ello es que son varios los vapores de
ría que hacen el trayecto de aquí a Portugalete y casi siempre van
y vienen con muchos pasajeros....”. Otra de las formas de
transporte eran los carruajes de los que se decía: “...se ha
indicado al Gobernador la necesidad de que los mismos sean sometidos
a reconocimiento antes de permitirles trasportar viajeros...”,
al parecer debían de tener problemas de seguridad.
La
prensa se preguntaba retóricamente en julio de aquel año ¿Qué
habrá mañana en las Arenas?, y a continuación añadían: “...En
Las Arenas se repite hoy la romería de Santa Ana que tan concurrida
y animada estuvo el martes último...,...Las Arenas es
hoy el punto predilecto de reunión de cuanto la villa invicta
encierra de más bello, más decidido, más granado, más jovial y de
más ejecutivo...,...Es que en las Arenas se respira el
fresco ambiente del mar, tan necesario para la vida en esta época en
que el calor nos ahoga...,...En las Arenas se disfruta
de la vista de un lindísimo paisaje; de una brisa bienhechora que
abre el apetito, pudiendo satisfacerlo instantáneamente con manjares
bien condimentados en el establecimiento titulado Baños de Mar
Bilbainos...,...En fin, Las Arenas ofrece toda clase de
distracciones para los que no tienen otra cosa en qué pensar, que en
dar gusto al cuerpo y dulce embelesadora expansión al espíritu...”.
Lo referido por la prensa expresaba sin necesidad de más matices la
belleza de este barrio, y la suntuosidad gastronómica de la que
disfrutaban en aquel balneario quienes podían permitirse no pensar
en nada.
La
fiebre de apertura de nuevos negocios, relacionados con los servicios
a aquella actividad veraniega, veía crecer nuevos establecimientos,
uno de ellos era la “Fonda de Lazurtegui”, que adapto su oferta
veraniega, para calmar la canícula que durante aquellos veranos, al
parecer hacía en el barrio, ofreciendo en su establecimiento
artículos que ya otros expedían. El 29 de Julio de 1879 anunciaba a
sus clientes: “...este establecimiento servirá en adelante,
los jueves y días festivos, helados de varias clases, a 2 reales el
entero y 1 real el medio...”. Pero al parecer la demanda de
comidas y alimentos en la playa no se veía satisfecha, así que
algún comerciante local decidió abrir ese servicio, se trataba de
Francisco Fuentes, quien empezó a servir comidas y meriendas a
precios, al parecer, asequibles para algunos visitantes, menos
favorecidos por la diosa fortuna. Por aquellos años ya dirigía el
establecimiento de “Baños de Mar Bilbainos”, quien
fuera primer concejal de Las Arenas Andrés Larrazabal.
También
las actividades musicales venían a acompañar la demanda de
entretenimiento, que generaba aquella ola veraniega. Dentro de ella
se ofrecían conciertos y animación callejera. De aquellos
conciertos de música, cabe destacar el ofrecido en el “Casino
de Las Arenas”, por Arturo y Eugenio Santos, para amenizar
los intermedios del baile utilizaron un instrumento entonces
novedoso, que según escribieron llamaban “Cacofono”,
debía de ser algún instrumento de cuerda que emitía sonidos poco
agradables, !quizá de hay derivara su curiosidad!,
además utilizaron en aquella actuación piano, flauta y canto. Años
más tarde, en 1927, la Junta Directiva del Casino de Las Arenas, y
en su nombre Pedro Lejarreta, solicitaba premiso apara celebrar un
baile a las 10 de la noche, el domingo 6 de noviembre, en los locales
de dicha sociedad. Ese baile estuvo animado por un sexteto.
La compañía del Tranvía, para aumentar su clientela, y de paso animar el barrio, decidió la contratación de dos bandas de música, la del “Regimiento Toledo” y la “Armónica” de Bilbao”, esta última contaba con 30 profesores. Sus actuaciones, de forma alternativa, se realizaban en la “Plazuela de Las Arenas” (Plaza del Puente), todos los jueves y domingos, eso sí, con la condición de que el tiempo acompañara, de 16,45 hasta las 21 horas. Dentro del programa que de esta última banda, ofreció en aquellos días, estaban algunas melodías, que muchos de los que peinan canas, recordarán por haberlas oído alguna vez durante su niñez: El pasodoble “El Marcial”, el vals “A escape”, la mazurca “Los Campos”, el chotis “Bilbao”, la sinfonía de los “Giraldos” (Adam), finalizaban como solía ser habitual con un bailable, en este caso una jota aragonesa.
En
la siguiente entrada, ya en el año 1880, veremos algunas de las
actividades, que como la anterior, amenizaban Las Arenas durante los
días del estío en torno a la actividad de los baños de mar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario