Terminaba
el otro día con las noticias inquietantes del avance de la epidemia
de cólera, mientras que en nuestro barrio, a pesar de que la misma
aparecía a menor escala, los vecinos y veraneantes disfrutaban de un
placido verano.
La
promoción de los baños de mar durante 1886 se podía ver en la
prensa diaria, sobre todo en los meses de verano. En agosto de aquel
año se ofrecían “...casetas situadas cerca del
establecimiento, propiedad de Nicasio Román, con abonos para nueve
baños, con derecho a caseta y bañero, al precio de 12 pesetas,
saliendo cada baño al precio de 5 reales y 8 céntimos, incluido el
viaje de tranvía de ida y vuelta desde esta villa. Además por un
precio módico encontrará el bañista elegantes trajes y un esmerado
servicio. Los Señores que deseen obtener dichos abonos pueden
recogerlos en la administración del Tranvía de Bilbao a las Arenas,
o en el pasadizo de la pastelería Suiza en la calle del Correo...”.
También la compañía del Tranvía de Bilbao a las Arenas había
dispuesto: “...poner al servicio de viajeros desde el jueves
próximo 5 de agosto su cochecito salón de diez asientos, haciendo
un viaje diario, cuya salida de Bilbao tendrá lugar a las cinco de
la tarde y el regreso de las Arenas a las diez de la noche. El
precio, así a la ida como a la vuelta, será dos reales por
sección...”. Se anunciaba que la comida en el balneario se
celebraría en mesa redonda a la una del medio día.
Durante
el mes de agosto de 1886 algún cronista hablaba de que la nueva
Iglesia de San Ignacio estaba ya adelantada en su construcción. Ya
aconsejaban que para mejorar los servicios de esta localidad, era
necesaria la construcción de un Balneario en la playa de Ereaga,
antes de la llegada del próximo verano. Construir un despacho de
refrescos anexo. Se hablaba de la posibilidad de la construcción de
un ascensor para evitar la penosa subida desde la playa (esto
esperaría 120 años hasta producirse). Ensalzaba los actos musicales
que se prodigaban en la “Fonda San Ignacio”, en la
que Julia Patrón interpretaba al piano una bella obra alemana de
Lange “La canción de la flor en capullo”, le
acompañaban Laureano de Eguia y Victor Patrón en el violín y
Emilio Icaza en la flauta, actuando como director Emilio Huarte.
Aquellos veranos en que los visitantes bilbainos, en los días de
lluvia, debían desplazarse a nuestro barrio, se mostraban quejosos
de que en el tranvía de Bilbao a Las Arena y Algorta, el personal se
mojaba más dentro del tranvía, que en la calle.
Las
regatas de balandros eran otro de los atractivos de los veranos.
Llenaban los muelles de Las Arenas y Portugalete multitud de
embarcaciones, vapores de recreo, remolcadores, lanchas y botes
tomaban parte en el regateo, lujosamente empavesados todos dando un
aspecto pintoresco al Abra. Gran parte de los asistentes llegaron en
tranvías, coches y vapores desde Bilbao y pueblos de ambas márgenes
del Nervión. A las tres de la tarde desde la cubierta del remolcador
“El Sitio”, se dio la salida, el regateo era a la
vela, Ias embarcaciones de recreo inscritas eran de 3 hasta 15
toneladas, el recorrido era de 6 millas, dentro de las embarcaciones
de 15 toneladas se inscribieron el Balandro Chirla matriculado en
Bilbao, el Cuco y el Anita de Santander y el Iturburu de Bilbao.
Entre las de pequeño tamaño 3 toneladas, participaron las bilbainas
Esperanza, Churriana, Urdiales de Castro y la Noruega Wordland.
También partciparon en esa competición lanchas de lemanaje de
Algorta, Portugalete y Santurtzi. El tercer premio de 150 pesetas fue
para la embarcación de Algorta.
En
Algorta la prensa anunciaba el Colegio Inglés para señoritas en la
casa Uriarte. Se admitía a aprendices pensionistas, medio
pensionistas y externas. Se hablaba de que las condiciones higiénicas
eran inmejorables, las casa estaba situada cerca del mar.
Se
advertía a los bañistas de Areeta-Las Arenas de los peligros de
aquella playa, que aun siendo una de las más cómodas y seguras del
Cantábrico, también los entrañaba. De ella decían que era extensa
(iba desde Churruca hasta Balanar-La Bola), suave, llana y de
constante oleaje (hay que tener en cuenta que aún no se habían
construido los contramuelles), estaba bien surtida de balnearios y
hoteles en todo su frente, pero en la zona de la punta del muelle
(Churruca) la resaca era peligrosa, sobre todo en la pleamar. Por ese
motivo se aconsejaba instalar señales de advertencia y maromas a las
que los osados bañistas pudieran asirse en caso de peligro. La
afluencia a la playa desde Bilbao era notoria. Los visitantes, a su
regreso a Bilbao por las noches, eran multitudes deseosas de coger
asiento, que tanto en el ferrocarril como en el tranvía, tomaban las
unidades en tromba, provocando altercados en taquillas y entradas. La
aglomeración en el tranvía fue tal, que el exceso de viajeros
provocó que la unidad se abriera por la mitad. Uno de los hoteles de
moda era el Hotel Ventura (Recreo).
No
era menos, en este caso, la atracción turística que ya empezaba a
trasladarse hacia la playa de Ereaga de Algorta. La gran playa de
Areeta-Las Arenas empezaba a ser cuestionada porque la acción del
mar amenazaba a las construcciones que los señoritos bilbainos
habían levantado cerca del mar. En ese mismo año ya se anunciaba en
Algorta la opción de: “...bajada a los baños y con tranvía
hasta la misma casa...”, se arrendaban habitaciones
amuebladas o sin amueblar a precios módicos. Para informes sobre las
mismas, en Bilbao había que dirigirse: “...al almacén de
muebles de la señora viuda de Urlezaga en la calle Correos,12 de
Bilbao...”, en Algorta el propietario era un tal Uriarte.
En
el periódico madrileño “La Correspondencia de España”
del 15 de agosto de 1891, anunciaba para el 10 de septiembre de 1891
la subasta y venta del “Establecimiento de Baños de Mar
Bilbainos”, en la notaría de Blas Onzoño de Bilbao. Se
trataba de una espaciosa finca de 102.589 pies cuadrados, de los que
19.392 estaban ocupados por el edificio balneario, rodeado de
frondosos jardines. El edifico contaba con 138 dormitorios, con 257
camas. Sin embargo, el 24 de junio de 1892 aparecía nuevamente,
relacionado con este balneario, la siguiente noticia en el diario
madrileño “La Época”: “...Este acreditado
establecimiento queda abierto al público desde el día 3 de Julio.
Se han hecho grandes mejoras en el mobiliario y en los edificios.
Dirigirse a D. Andrés Larrazabal...”.
El
8 de julio de 1892 reproducía un diario bilbaino una curiosa noticia
relacionada con el coste humano y económico de las guerras, que por
su interés reproduzco en la fotografía inferior, finalizaba
con la exclamación !Malditas Guerras!.
El
Casino de Las Arenas, que estaba situado en las inmediaciones de la
playa, junto al muelle, disponía de espaciosos salones, también
espaciosas pistas de baile y mesas de billar, anunciaba la apertura
de su sede desde el 15 de junio hasta el 15 de octubre, para la
temporada de 1892. Anunciando bailes, conciertos y otras diversiones,
para lo que presentaba los precios de los abonos: “...para
toda la temporada, para señoras 10 pesetas y caballeros 20 pesetas;
para un mes, para señoras 5 pesetas y caballeros 10 pesetas; y para
15 días, para señoras 3 pesetas y caballeros 5 pesetas...”.
Dentro
de los establecimiento balnearios, algunos eran de construcción
humilde, comparados con el bello edificio de la familia Aguirre. De
uno de ellos, el denominado “La perla”, situado en
la playa de Ereaga, cuyo propietario fue Antonio Arechavala, aparecía
el 7 de agosto de 1892, en la primera plana del diario “El
Noticiero Bilbaino”. Se hablaba de la necesidad de contar
en dicha playa con un edificio adecuado para poder tomar baños de
pila, irrigaciones y golpes de chorros. Describía el columnista:
“...el baño requiere que antes o después del que se toma a
golpe de ola natural, al aire libre, de otro caliente, por lo que esa
instalaciones se hacen necesarias, para curar padecimientos
generales, o localizados...”. Seguía: “...D.
Antonio Arechavala, de posición humilde, pero laborioso y
emprendedor, se decidió a construir uno...,...lo hizo
sobre postes de madera y todo él está construido en dicho
material...”. Era de corte rectangular, estaba dotado de
siete pilas, instaladas en otras tantas estancias, con surtidores de
agua perfectamente dispuestos, duchas potentes y bien graduadas a
temperatura, con salitas de descanso. Los jóvenes disponían de
argollas y columpios sobre la arena, para realizar ejercicios
gimnásticos. Ya los que denominaban doctos en la materia, preveían
que no faltando mucho tiempo, al realizar las obras de los
contramuelles, sería esta playa la que atraería el turismo de baños
de mar, ya que la de Las Arenas quedaría inutilizada.
Las
comunicaciones fueron otro de los elementos que ayudaron a consolidar
el atractivo turístico de Las Arenas, en definitiva de Getxo. Además
del tranvía y el ferrocarril, fue la comunicación entre ambas
márgenes de al ría, la que posibilitó el acercamiento de un
importante núcleo de visitantes, que a pesar de los botes de remo
que eran los que transportaban a los habitantes de la margen
izquierda hasta nuestro pueblo, permitió el paso de carros y
carretas, el Puente Palacios o Puente Bizkaia. Acto solemne que se
celebró el el viernes 28 de julio de 1893.
Con
la siguiente entrada finalizaré este relato sobre las actividades
relacionadas con los baños de mar y su tratamiento en la prensa
diaria en nuestro municipio.
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