lunes, 23 de marzo de 2015

LA NACIENTE POBLACIÓN DE BAÑOS -V-



Terminaba el otro día con las noticias inquietantes del avance de la epidemia de cólera, mientras que en nuestro barrio, a pesar de que la misma aparecía a menor escala, los vecinos y veraneantes disfrutaban de un placido verano.

La promoción de los baños de mar durante 1886 se podía ver en la prensa diaria, sobre todo en los meses de verano. En agosto de aquel año se ofrecían “...casetas situadas cerca del establecimiento, propiedad de Nicasio Román, con abonos para nueve baños, con derecho a caseta y bañero, al precio de 12 pesetas, saliendo cada baño al precio de 5 reales y 8 céntimos, incluido el viaje de tranvía de ida y vuelta desde esta villa. Además por un precio módico encontrará el bañista elegantes trajes y un esmerado servicio. Los Señores que deseen obtener dichos abonos pueden recogerlos en la administración del Tranvía de Bilbao a las Arenas, o en el pasadizo de la pastelería Suiza en la calle del Correo...”. También la compañía del Tranvía de Bilbao a las Arenas había dispuesto: “...poner al servicio de viajeros desde el jueves próximo 5 de agosto su cochecito salón de diez asientos, haciendo un viaje diario, cuya salida de Bilbao tendrá lugar a las cinco de la tarde y el regreso de las Arenas a las diez de la noche. El precio, así a la ida como a la vuelta, será dos reales por sección...”. Se anunciaba que la comida en el balneario se celebraría en mesa redonda a la una del medio día.

Durante el mes de agosto de 1886 algún cronista hablaba de que la nueva Iglesia de San Ignacio estaba ya adelantada en su construcción. Ya aconsejaban que para mejorar los servicios de esta localidad, era necesaria la construcción de un Balneario en la playa de Ereaga, antes de la llegada del próximo verano. Construir un despacho de refrescos anexo. Se hablaba de la posibilidad de la construcción de un ascensor para evitar la penosa subida desde la playa (esto esperaría 120 años hasta producirse). Ensalzaba los actos musicales que se prodigaban en la “Fonda San Ignacio”, en la que Julia Patrón interpretaba al piano una bella obra alemana de Lange “La canción de la flor en capullo”, le acompañaban Laureano de Eguia y Victor Patrón en el violín y Emilio Icaza en la flauta, actuando como director Emilio Huarte. Aquellos veranos en que los visitantes bilbainos, en los días de lluvia, debían desplazarse a nuestro barrio, se mostraban quejosos de que en el tranvía de Bilbao a Las Arena y Algorta, el personal se mojaba más dentro del tranvía, que en la calle.



Las regatas de balandros eran otro de los atractivos de los veranos. Llenaban los muelles de Las Arenas y Portugalete multitud de embarcaciones, vapores de recreo, remolcadores, lanchas y botes tomaban parte en el regateo, lujosamente empavesados todos dando un aspecto pintoresco al Abra. Gran parte de los asistentes llegaron en tranvías, coches y vapores desde Bilbao y pueblos de ambas márgenes del Nervión. A las tres de la tarde desde la cubierta del remolcador “El Sitio”, se dio la salida, el regateo era a la vela, Ias embarcaciones de recreo inscritas eran de 3 hasta 15 toneladas, el recorrido era de 6 millas, dentro de las embarcaciones de 15 toneladas se inscribieron el Balandro Chirla matriculado en Bilbao, el Cuco y el Anita de Santander y el Iturburu de Bilbao. Entre las de pequeño tamaño 3 toneladas, participaron las bilbainas Esperanza, Churriana, Urdiales de Castro y la Noruega Wordland. También partciparon en esa competición lanchas de lemanaje de Algorta, Portugalete y Santurtzi. El tercer premio de 150 pesetas fue para la embarcación de Algorta.

En Algorta la prensa anunciaba el Colegio Inglés para señoritas en la casa Uriarte. Se admitía a aprendices pensionistas, medio pensionistas y externas. Se hablaba de que las condiciones higiénicas eran inmejorables, las casa estaba situada cerca del mar.

Se advertía a los bañistas de Areeta-Las Arenas de los peligros de aquella playa, que aun siendo una de las más cómodas y seguras del Cantábrico, también los entrañaba. De ella decían que era extensa (iba desde Churruca hasta Balanar-La Bola), suave, llana y de constante oleaje (hay que tener en cuenta que aún no se habían construido los contramuelles), estaba bien surtida de balnearios y hoteles en todo su frente, pero en la zona de la punta del muelle (Churruca) la resaca era peligrosa, sobre todo en la pleamar. Por ese motivo se aconsejaba instalar señales de advertencia y maromas a las que los osados bañistas pudieran asirse en caso de peligro. La afluencia a la playa desde Bilbao era notoria. Los visitantes, a su regreso a Bilbao por las noches, eran multitudes deseosas de coger asiento, que tanto en el ferrocarril como en el tranvía, tomaban las unidades en tromba, provocando altercados en taquillas y entradas. La aglomeración en el tranvía fue tal, que el exceso de viajeros provocó que la unidad se abriera por la mitad. Uno de los hoteles de moda era el Hotel Ventura (Recreo).


No era menos, en este caso, la atracción turística que ya empezaba a trasladarse hacia la playa de Ereaga de Algorta. La gran playa de Areeta-Las Arenas empezaba a ser cuestionada porque la acción del mar amenazaba a las construcciones que los señoritos bilbainos habían levantado cerca del mar. En ese mismo año ya se anunciaba en Algorta la opción de: “...bajada a los baños y con tranvía hasta la misma casa...”, se arrendaban habitaciones amuebladas o sin amueblar a precios módicos. Para informes sobre las mismas, en Bilbao había que dirigirse: “...al almacén de muebles de la señora viuda de Urlezaga en la calle Correos,12 de Bilbao...”, en Algorta el propietario era un tal Uriarte.
En el periódico madrileño “La Correspondencia de España” del 15 de agosto de 1891, anunciaba para el 10 de septiembre de 1891 la subasta y venta del “Establecimiento de Baños de Mar Bilbainos”, en la notaría de Blas Onzoño de Bilbao. Se trataba de una espaciosa finca de 102.589 pies cuadrados, de los que 19.392 estaban ocupados por el edificio balneario, rodeado de frondosos jardines. El edifico contaba con 138 dormitorios, con 257 camas. Sin embargo, el 24 de junio de 1892 aparecía nuevamente, relacionado con este balneario, la siguiente noticia en el diario madrileño “La Época”: “...Este acreditado establecimiento queda abierto al público desde el día 3 de Julio. Se han hecho grandes mejoras en el mobiliario y en los edificios. Dirigirse a D. Andrés Larrazabal...”.

El 8 de julio de 1892 reproducía un diario bilbaino una curiosa noticia relacionada con el coste humano y económico de las guerras, que por su interés reproduzco en la fotografía inferior, finalizaba con la exclamación !Malditas Guerras!.


El Casino de Las Arenas, que estaba situado en las inmediaciones de la playa, junto al muelle, disponía de espaciosos salones, también espaciosas pistas de baile y mesas de billar, anunciaba la apertura de su sede desde el 15 de junio hasta el 15 de octubre, para la temporada de 1892. Anunciando bailes, conciertos y otras diversiones, para lo que presentaba los precios de los abonos: “...para toda la temporada, para señoras 10 pesetas y caballeros 20 pesetas; para un mes, para señoras 5 pesetas y caballeros 10 pesetas; y para 15 días, para señoras 3 pesetas y caballeros 5 pesetas...”.

Dentro de los establecimiento balnearios, algunos eran de construcción humilde, comparados con el bello edificio de la familia Aguirre. De uno de ellos, el denominado “La perla”, situado en la playa de Ereaga, cuyo propietario fue Antonio Arechavala, aparecía el 7 de agosto de 1892, en la primera plana del diario “El Noticiero Bilbaino”. Se hablaba de la necesidad de contar en dicha playa con un edificio adecuado para poder tomar baños de pila, irrigaciones y golpes de chorros. Describía el columnista: “...el baño requiere que antes o después del que se toma a golpe de ola natural, al aire libre, de otro caliente, por lo que esa instalaciones se hacen necesarias, para curar padecimientos generales, o localizados...”. Seguía: “...D. Antonio Arechavala, de posición humilde, pero laborioso y emprendedor, se decidió a construir uno...,...lo hizo sobre postes de madera y todo él está construido en dicho material...”. Era de corte rectangular, estaba dotado de siete pilas, instaladas en otras tantas estancias, con surtidores de agua perfectamente dispuestos, duchas potentes y bien graduadas a temperatura, con salitas de descanso. Los jóvenes disponían de argollas y columpios sobre la arena, para realizar ejercicios gimnásticos. Ya los que denominaban doctos en la materia, preveían que no faltando mucho tiempo, al realizar las obras de los contramuelles, sería esta playa la que atraería el turismo de baños de mar, ya que la de Las Arenas quedaría inutilizada.


Las comunicaciones fueron otro de los elementos que ayudaron a consolidar el atractivo turístico de Las Arenas, en definitiva de Getxo. Además del tranvía y el ferrocarril, fue la comunicación entre ambas márgenes de al ría, la que posibilitó el acercamiento de un importante núcleo de visitantes, que a pesar de los botes de remo que eran los que transportaban a los habitantes de la margen izquierda hasta nuestro pueblo, permitió el paso de carros y carretas, el Puente Palacios o Puente Bizkaia. Acto solemne que se celebró el el viernes 28 de julio de 1893.

Con la siguiente entrada finalizaré este relato sobre las actividades relacionadas con los baños de mar y su tratamiento en la prensa diaria en nuestro municipio.



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