lunes, 6 de noviembre de 2017

EL CATAFALCO DE DIFUNTOS DE ÁNIMAS



El catafalco de “Difuntos de Animas” de Getxo era un mueble destinado a rezar por los difuntos, que en algunos lares llevaba dibujada la llamada “Danza de la Muerte”, representada en la parte superior por un esqueleto pintado portando una guadaña, y en el paño frontal una calavera con un bonete de tres picos. El túmulo iba cubierto por un manto de seda negra, armazón funerario que representaba el féretro de un difunto. Una vieja tradición del barrio de Getxo (Andra Mari), perdida y ya casi olvidada.

Pero antes de pasar a esta celebración, hacer un pequeño resumen de otras, anteriores:

Hay fiestas cuyo origen se remontan al origen de los tiempos, una de ellas es el “Día de difuntos”, también llamada popularmente como “Todos los Santos”. Las tradiciones ligadas a las misma llegan desde ceremonias de los druidas en tiempos anteriores al cristianismo. Muchas son las tradiciones que se celebraban en otros lugares, los celtas lo hacían al dios de los muertos llamado Samhain, fiesta que coincidía con el día primero de noviembre.

Pero no iremos hasta la época de las persecuciones de Diocleciano. Ni a los distintos cambios de fecha en su celebración, acaecida por primera vez, en tiempos del Abad del monasterio de Cluny (998 d.C.), que la instauró el 2 de noviembre para honrar a los difuntos. La fiesta de “Todos los Santos” en sus comienzos se celebraba en mayo, hasta que el Papa Gregorio-III la traslado al 1 de noviembre, fecha que ha venido celebrándose hasta nuestros días.


De sus costumbres nos llega como acto de ceremonial religioso-mundano, el acudir a los camposanto para adecentar las tumbas y llevar flores a los familiares fallecidos. Pero existen distintas formas de celebrar el día de difuntos con distintas tradiciones a lo largo del Pueblo Vasco. En la provincia de Bizkaia, en Beriz era costumbre colocar una calabaza, a la que se daba forma con ojos y boca, en la torre del campanario al anochecer. Esa costumbre estaba bastante extendida por toda la geografía vasca, y no pocos niños de los años 40-50 recordarán tradiciones similares.

Pero respecto de ceremonias, sobre todo religiosas, me gustaría recordar una tradición muy peculiar relacionada con los rituales de recuerdo a los difuntos, que como casi todas, por transmisión oral, me la ha contado un buen amigo, ya entrado en años, que la vivió. Esa celebración era un ritual que en los años 40-50 se realizaba en la Iglesia de Andra Mari de Getxo el día 2 de noviembre.


A la misa de difuntos, que se celebraba el día 2, acudían todos los feligreses de getxo (Andra Mari), siguiendo una costumbre que aún hoy se mantiene, los de la zona de arriba (Goierri) lo hacían por el pequeño pórtico que da al actual Batzoki, y los de la zona de abajo (Bearri) por el pórtico que da a la campa de la iglesia. Todas las señoras iban vestidas de negro, cubiertas con mantillas largas del mismo color; los señores con chaqueta y boina negra. Durante la misa de difuntos del mes de noviembre, misa mayor de las 10 de la mañana. Entonces las mujeres se colocaban en la parte trasera del templo, que era el lugar donde, en el XVIII estuvieron las sepulturas de los difuntos. Allí, guardando el mismo sitio que de forma oral se transmitía de padres a hijos, las etxekoandres colocaban un paño negro con cuatro candelabros en las cuatro puntas del paño. Familia y amigos acudían a las “sepulturas” y depositaban en los paños un puñado de monedas que después de contarlas las dejaban en el bonete que el párroco llevaba en una mano. El párroco rezaba “in situ” un Pater Noster por cada tantas pesetas. Después asperjaba con el hisopo en la falsa sepultura. Había un grupo de chirenes que decía invariablemente: “...Hoy en casa del párroco comen chuleta...”. También era tradicional colocar un enlutado catafalco, de forma rectangular, bajo el cual llevaba unas ruedas que permitían su desplazamiento. El túmulo iba cubierto por un manto de seda negra con diferentes grabados relacionados con la muerte, a ambos lados se alzaban unos imponentes candelabros (tres en cada lado); en su frente se colocaba un banco-sillón para tres en el que se sentaban los celebrantes. Este armazón era colocado en el pasillo central de la nave, frente al altar. Junto a él se cantaba el “Liberame Domine de viis inferni”.

En un momento de la ceremonia religiosa, los celebrantes, junto a los asistentes y los monaguillos salían por la puerta que da a la campa de la iglesia, por Bearri; se desplazaban en procesión hasta la parte posterior de la iglesia (detrás del altar mayor), junto a la calle Maidagan, allí, en el centro del la pared, en una hendidura de la misma, existía una especie de pequeña sepultura, coronada por césped, de unos dos metros de altura, en la que decía la tradición que era una antigua huesera. Tras realizar una breve ceremonia con cánticos en latín, el celebrante provisto de acetre e hisopo bendecía los restos. La comitiva regresaba al interior de la iglesia, esta vez por la puerta de acceso de Goierri, junto al Batzoki, donde continuaba la misa de difuntos hasta su finalización.


Parece que la prohibición de introducir cuerpos de difuntos en la iglesia durante las exequias, en algunos tiempos, dio origen a una práctica de carácter formalista, que consistía en colocar en el centro de la iglesia y ante las gradas del presbiterio un armazón funerario que representaba el féretro del difunto.


Esta tradición, quizá con aportaciones de mayores que vivieron aquellos días, más adelante pueda ser completada. Pero quede esta referencia de una tradición funeraria de nuestro Pueblo.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

LA CALLE PELIGRO



La Calle Peligro, también llamada por otros “Carretera del Peligro” de Algorta, es una de las desconocidas en el callejero municipal.

La primera vez que aparece recogida dicha calle es en una fogueración de 1862 en la que se menciona: “...se rotulan por primera vez algunas calles de Algorta entre ellas la “Del Peligro...”

De ella ya hablaba en mi entrada del miércoles 24 de octubre del 2014: Calle Nueva: Así era denominada en 1887, la calle del Puerto Viejo que empezaba en el punto denominado “El Farol”, a la terminación de la calle Caridad, y terminaba en su encuentro con la calle Rivera. Esta calle anteriormente recibió el nombre de calle “Peligro”. En aquellos años contaba con tan solo dos edificios en su mano derecha “Tatoena” y “Aquechena”; y en su mano izquierda tres “Entelladorena”, “Nebaoena” y “Mugaburu nuevo”.


El colegio del Colegio del Puerto, que por su emplazamiento estaba ubicado en la calle Caridad, parece que primitivamente era también de la llamada “Del Peligro”.

Muy probablemente el nombre deviniera por estar en antiguos caminos, todos ellos, agrestes, peligrosos, estrechos e incómodos para transitar, por los que había que caminar cara al norte al descubierto en los días de lluvia.

Otra de las veces que va a aparecer esa denominación, en un expediente municipal, es en 1890, cuando Dña. María Justa de Ajeo el 3 de julio de 1890 solicitaba: “…que teniendo que construir un caño que desahogue, en la casa de mi propiedad Gorostiondo, situada en la calle del Peligro...” Hoy esa casa ocupa el numero 11 de la calle Nueva.

También aparece el nombre en varios escritos:

Entre ellos en el libro “Getxoko Leku Izanak” de Mikel Gorrotxategi, cuando habla de la casa de 1842: “...nombrada “Arteguiena” con sus pertenecidos, radicante en jurisdicción de la Anteiglesia de Guecho, en la carretera del Peligro, hoy calle de la Caridad, barrio de Algorta...”

Cuando lo hace sobre la casa Basaldua”: “...1873 La referida Casa Basartena parte oriental, está situada en el barrio de Algorta...es conocida también con el nombre Aquechena de Basaldua...por la calle o carretera llamada del Peligro...”

O cuando menciona a la casa: “...titulada Gorostiondo, señalada con el numero catorce, sito en la calle de peligro en 1879...”

Nuevamente al hablar de: “...Gorostiondo la nueva 1866 casería denominada Gorostiondo la nueva, finca rústica, sita con sus pertenecidos en jurisdicción de Guecho, radicante en el barrio de Algorta, entre la Carretera nueva que en el termino de Arechondo baja al puerto y la carretera llamada del Peligro, se halla señalada en la numeración local con el nº 22...”

Y cuando lo hace de la calle Caridad: “...1894 sita en la carretera del "Peligro", hoy calle de la caridad, en el barrio de Algorta...” En 1881: “...de las obras que se hayan ejecutando en la carretera del peligro, desde la casa de Padrena a la plazuela de Mugaburu...”

Finalmente cuando menciona: “...Tatoena la nueva 1860, 1860, 1860, 1884 cuya nueva casa que es en la que habita, se conoce con el nombre de "Tatoena la nueva" y se halla situada en la plazuela intermedia de las calles de Tetuan y del Peligro de este barrio de Algorta...”


Los motivos por los que esta calle llegó a llamarse “Del Peligro” o “Peligro” pueden deberse a diferentes motivaciones, pero sin duda es una de las más atractivas del Puerto Viejo de Algorta, de sinuoso y estrecho trazado que de barandillas precisa, sobre sus fachadas lucen hieráticos los faroles, mientras sus escaleras nos conducen cadenciosas hacia Tatoena y Etxetxu.


lunes, 30 de octubre de 2017

EL FIEL DEL BARRIO



La cobranza de impuestos siempre fue de interés para la corona y los consistorios, pues de ellos vivían ambos. Y las formas de cobro dependían de las normas establecidas en cada momento. Así, el abono de los mismos desde antiguo tenía sus propias características, en función de si estos era pagados en puerto o en las villas. Por ejemplo, en abril de 1494 se dictó una exención Real para los navíos que recalaran en puerto: ”...Para que las embarcaciones de este Señorío, que por temporal o acosados de enemigos, y en otra manera, entraren en los puertos de estos reinos no pagaren derechos aunque en ellos echen ancoras; salvo si descargasen...” En 1884, en algunos puntos de la provincia, las casetas para el cobro de arbitrios, algunas fabricadas de madera y ladrillo, fueron utilizadas para la fumigación de los pasajeros y mercancías, que tuvieran sospecha de poder estar infectadas de cólera.

El responsable del cobro de arbitrios era el “Ministro Alguacil”, que así era denominado, el cual se colocaba de platón para recabar impuestos y demandar a los morosos los pagos de los atrasados. También eran los responsables del control de las mercancías que llegaban al Pueblo. Aunque el responsable de la cobranza de impuestos era el “Sisero” o recaudador. Del “Alguacil” se decía, que en los actos protocolarios debía ir: “...con su vara en alto acompañando a los Regidores...”

Ya desde 1812 las deudas acosaban a los pueblos, muchas de ellas debidas a los actos de guerra de la época. En las “Juntas Generales de Bizkaia” de octubre de aquel año ser acordaba: “...que los respectivos Alcaldes y Fieles queden completamente autorizados para exigir de los deudores las contribuciones que les cupiere por los medios que dicta la justicia...” Aquellas recaudaciones recaían también sobre los inquilinos, muchos eran los que tenían esta condición, ya que los dueños de heredades y caseríos no eran los moradores. En esa misma Junta se acordaba: “...se paguen las dos tercias partes por la propiedad , y la otra tercia por los inquilinos...”

En el barrio alto (Andra Mari) la cobranza de impuestos era de máxima importancia, ya desde 1829 la situación de las arcas municipales era tal, que a decir de los “Libros de Decretos”: “...el estado de indigencia en que se halla esta comunidad por las exacciones que ha sufrido durante el desorden en las últimas turbulencias políticas, y la confusión en la que se hallan las cuentas y administración, por varias causas, hacen necesario tomar medidas para solucionarlas...” Las exacciones fueron debidas a la actividad de las partidas armadas, vía suministros, por ello comisionaron a D. Juan Antonio de Ibatao, D. Andrés de Arteaga, D. Juan María de Elorri y D. José de Iturriaga vecinos de Getxo, para revisar las cuentas de los dos últimos años y dar solución a las mismas. Dicha actividad armada exigía del Pueblo la aportación de: “...un cupo de siete mozos solteros con sus trabucos...”

Pero no eran solamente las actividades armadas las que provocaban la indigencia, los arreglos de iglesias para mantener su ornato, era otra de esas “exacciones”: “…Conforme a lo dispuesto por el Real y Supremo Consejo, para la reposición de las iglesias y su ornato…, se realicen las reparaciones de la iglesia matriz...”, se referían a la de Andra Mari. Para apremiar a los morosos decidieron nombrar un “Ministro Alguacil”, para tal cargo fueron designadas dos personas D. José Antonio de Larrazabal y D. Francisco Antonio de Basañez.

Uno de los primeros informes del oficio de fielato de Getxo es de 1834, se trata del remitido a la Diputación Carlista, dando cuenta de la certificación hecha por el secretario municipal, de la publicidad que se dio en el pleno del Ayuntamiento de las reales ordenes de Carlos V, dadas en Elizondo en julio de ese año. Las mismas eran relativas al indulto dirigido a los soldados que se sometieran a sus órdenes.

Algunos pagos se realizaban mediante fanegas de trigo, algunas de las cuales se almacenaban en Mungia. Otra de las formas de pago era mediante el censo de bueyes, aunque no siempre estos pagos eran obedecidos. En 1836 los cobradores de contribuciones D. Juan Antonio de Goñia y D. Francisco Antonio de Libano, se opusieron a la demanda que el juzgado del Alcalde de Fuero de Mungia les exigía. En enero de 1839 dos miqueletes se encargaron de apremiar a nuestro Pueblo por la falta de pago de trigo en el almacén de Durango. Ante los impagos de impuestos, en junio de 1839, se ordeño que fueran embargados frutos y rentas a los deudores.

En 1837, D. Juan Bautista de Urrechaga era quien solicitaba la asignación de un salario regular para el desempeño de la plaza de ministro alguacil, puesto para el que había sido propuesto por los fieles regidores de Getxo.

Las demandas de pago a veces eran desorbitadas, tal y como ocurrió en septiembre de 1839, en que la demanda de pago al almacén de Munguia, ascendio a seis mil reales de carne en vivo. Mientras, nuestro Ayuntamiento contestaba: “...que debido a las exacciones de las tropas de la regente, este pueblo no puede dar cumplimiento a tal pedido, ya que dichas demandas han puesto a numerosos vecinos al borde de la indigencia...” Algunas peticiones, como la de la entrega de mil quinientos pares de zapatos para la tropa, resultaban imposibles de cumplir.

En 1851 el responsable de la recolección de la cosecha anual de trigo y maíz en Getxo, fue el Ministro Alguacil D. Juan Antonio de Dobaran.


La salud era otro de los asuntos que preocupaba a nuestros vecinos. Desde tiempos inmemoriales, según relataban en los libros de actas de 1839, los barrios de Andra Mari y Algorta, habían tenido un servicio de cirujano. Sin embargo, desde 1822 tras la segregación de este último, el de Getxo se había quedado sin la atención de ese servicio. Hasta entonces los servicios los prestaban los cirujanos Sres. Casas, Mazagoitia y Gardeazabal. Ahora el barrio bajo (Algorta) era atendido por el cirujano D. José Estébanez, cirujano de Begango, y Andra Mari no contaba con facultativo. Como solución, pues el tema parece que se debía a asuntos crematísticos, optaron por que los labradores de Getxo pagaran al sangrador: “...cuatro azumbres de grano de ambas especies (trigo y maíz), por mitad en medidas de catorce fanegas…, y los de Algorta dieciséis reales por año...” Para dar servicio a ambos barrios se acordó: “...que desde Sarri hasta la casa llamada Aramberri en Algorta, se fijara un punto intermedio como lugar de consulta….”

El “Ministro Alguacil” o “Fielato”, como más tarde se le conocería, era el empleado de la autoridad municipal, encargado de hacer cumplir las ordenanzas dictadas por ella. Llevaba uniforme. La vara era el signo de su autoridad.


La palabra “Fielato”, cuyo origen parece estar formado por “Fil” (fiel de balanza) más el sufijo “ato” (empleo, trabajo o dignidad), es una expresión que se refería a una dependencia, que existía en las entradas de las poblaciones, que era donde se cobraban los derechos de consumo. Figura, que los barrios de Getxo (Andra Mari) y Algorta, compartieron desde principios del Siglo XIX, y que más tarde, en 1885 pasaría a tener Areeta-Las Arenas al consolidarse dicho barrio. 

miércoles, 18 de octubre de 2017

LOS BOLOS EN GETXO



El “Juego de Bolos” es una vieja afición en la historia, existen antecedentes de dicho juego en Egipto, Grecia y Roma. Pero sobre su localización en nuestro entorno, se conocen pocos datos. La historia habla de la existencia de canchas junto a las ermitas e iglesias, donde en el pasado se celebraban pequeños torneos de bolos los días festivos o en los que se llevaba a cabo alguna romería en honor de algún santo o virgen. Uno de esos casos es el que más adelante comentaré, estuvo situado en el barrio getxotarra de Andra Mari.

Según varios autores esa modalidad de juego aparece ya entre nosotros, me refiero a Bizkaia, a partir del siglo XIV. Es desde esas fechas que irán surgiendo los primeros indicios a través de documentos oficiales. Los documentos que van acreditando la aparición del juego de bolos, se encuentran en archivos provinciales “Archivo Foral de Bizkaia”, y se inician a partir de 1822. Desde esa fecha muchos serán los Ayuntamientos, en cuyos documentos aparecerá nombrada esa actividad lúdica (Yurre, Orozco, Barrika, Echano, Aranzazu, Durango, Fruniz, Mungia, Bilbao, Bedarona, Derio y Getxo).


El primer documento que se conserva en el Archivo Foral de Bizkaia es de 1822, se refiere a la construcción de un edificio, que además de una escuela de primeras letras y Salón Municipal iba a tener las siguientes caracteristicas: “...será un suelo, vajo él un juego de bolos que sirva de recreo a los vecinos en los días Domingos y Fiestas...” He recogido literalmente lo descrito en ese documento del Ayuntamiento de Yurre, a pesar de sus errores gramaticales.

Más cercano a nosotros, es otro documento del Ayuntamiento de Barrika de 1842, con motivo del arrendamiento de una taberna en la que se cobraban los arbitrios, en el que se dice: “...una casa que sirve de taberna, esta casa tiene un juego de bolos...”

Y relativo a nuestro municipio Getxo, es de 1885, se trata de un expediente de obra tramitado por el Ayuntamiento de Berango: “...para la construcción de una casa destinada a taberna pública y juego de bolos en el término de “Aldapa” perteneciente al caserío “Inchaurraga”...” El responsable de dicho proyecto fue el maestro de obras (Arquitecto Municipal de Getxo) D. Francisco Ciriaco de Menchaca.


Dicho juego, se practicaba en el País Vasco continental, dice “Auñamendi Euzko Antziklopedia”: “...durante mucho tiempo y hasta mediado el siglo XX, cada barrio, cada bar de barrio e incluso algunas granjas, poseían su bolera donde se reunía el vecindario para pasar la tarde de los domingos…”

Al parecer se trataba de un juego que algunos autores, respondiendo a criterios doctrinales, no consideraban excesivamente “moralista”. Algunas ordenanzas municipales, a lo largo de los Siglos XVI y XVII, penalizaban dicha practica si se realizaba: “...en las vías públicas, y se jugaba a partir de determinada hora, o en días festivos señalados...”

Entre sus modalidades en el País Vasco estaban el Pasabolo de tablón, Tres tablones, el Iru Txirlo en Araba, Bolo-palma, Cachete, Remonte, y otras variedades. Al parecer la practicada en Getxo era la modalidad de “Erremonte munaduna” (remonte con muna), que se jugaba con nueve bolos grandes, uno pequeño y bolas bastante voluminosas.

Como decía al inicio, cuando hablaba del juego de bolos en Getxo, la primera referencia al juego de bolos en nuestro barrio, aparece en las actas municipales del 21 de marzo de 1878, en esa fecha D. Nicanor Amigo solicitaba al Ayuntamiento: “...permiso para hacer un juego de bolos desde la esquina del paredón que cierra el patio de la ermita del Ángel hasta dentro de la cuadra de la casa taberna llamada Venta del Ángel...” Los comisionados para dar la autorización de aquella bolera fueron el teniente de Alcalde Sr. Ibatao y los regidores Srs. Mardaras y Uria. Aquel sería el inicio de una afición, que años más tarde desaparecerá, no constando en ningún acto festivo ni escrito referencias a ella. El espacio que ocupaba era pequeño, pero las apuestas encubiertas estaban servidas.


La segunda referencia de esa afición a los bolos, en nuestro Pueblo será la que aparece recogida en el expediente de construcción de la vivienda de D. Matías Romo, que en mayo 1893 solicitaba permiso municipal para transformar lo que había sido una chabola para guardar ganado en su nueva vivienda. Aquella casa que por los planos presentados debía de estar a la altura de la actual calle Santa Eugenia, tenía entre la vivienda proyectada y la antigua vivienda de Romo una bolera.

Además, según relata el Trinitario P. Carlos Zabala, en su “Historia de Getxo”: “…Del Estadillo sobre los lugares de diversión, remitido por el Ayuntamiento a la Diputación con fecha de 2 de abril de 1864 …, Había también dos boleras (“bolatoki”), “ambas en buen estado". Una estaba en la “casa de Ascorra", de Vicente Ascorra, calle, Terreno de Alangüeta, n-18, hoy calle Alango. Medía 840 pies cuadrados. D. Eleuterio Larrea era el dueño de la segunda, aunque la tenía arrendada a Juan Bautista, (a) “Batxi, medía 800 pies cuadrados. Era la más concurrida. Por término medio a las boleras concurrían diariamente unas 20 personas en total...”


No hay noticias relacionadas con ese juego, ni en la prensa de la época, ni en los programas de festejos, pero durante algunos años, la Venta del Ángel con su cancha de bolos fue uno de los puntos de diversión de nuestros mayores. Fue un juego que, en otras épocas, se extendió por todo Bizkaia, llegando a tener más de 400 boleras contabilizadas, de las que en la actualidad tan sólo se conservan una cuarta parte. En nuestro territorio, se pueden citar por su importancia las de Amorebieta, Dima y Lemoa. 

domingo, 15 de octubre de 2017

DE CAMINOS, VEGAS, OBRAS Y OTROS ACONTECERES DEL SIGLO XIX EN GETXO -XI-



En esta entrada veremos cómo las reclamaciones de los distintos contendientes de la guerra entre Carlistas y Liberales se hacían sentir en el Pueblo de Getxo. Así como las obras del camino que iba desde la casa del Sr, Goya en Atxekolandeta, hasta la del finado D. Juan Antonio de Menchaca, las cuales iban a provocar que gran numero de personalidades del Pueblo se reunieran el 30 de octubre de 1873.

Entre los empleos públicos estaba el de sacristán del Campo Santo de Santa María, referido a los cementerios viejo y nuevo, cuyo mantenimiento desde 1869 venía realizando D. Justo Barrenechea, actividad por la que el consistorio venía abonando 120 reales, cifra que en octubre de 1873 paso a ser de 320 reales.

Las reclamaciones de los distintos contendientes de guerra se hacían sentir en el Pueblo hasta el extremo que el día 11 de octubre de 1873 por la tarde el Comandante de Plencia envió a dos militares Carlistas: “...exigiendo el pago de un bono expedido en agosto en Yurre, a favor de la localidad Vizcaina de Castillo y Elejabeitia…” Al contestar el Alcalde de que no disponían de dicha cantidad y que no sabía a cuento ascendía, se lo llevaron con ellos a Derio: “...Allí, el responsable de dicho pueblo y el delegado del Comisario realizaron las cuentas de lo que se debía. Concluyendo que Getxo debía de pagar 9.729 reales, cien cuartos de pan, 22 de carne y 38 fanegas de cebada. Apercibiéndole de que en caso de no realizar la entrega en Larrabezua antes del día 16 de aquel mes, tomarían medidas...” Ante esa amenaza acordaron hacer aquella entrega. Dichas raciones fueron llevadas a Larabezua por el Síndico municipal el día 10 de ese octubre. Aquella amenaza obligó a que, forzosamente, se hicieran efectivas las contribuciones de guerra, reclamando a los deudores las cifras correspondientes.

La lactancia a los recién nacidos era otra de las dedicaciones en la época, que requería de ayudas municipales. Se contaban diversos casos de atención por parte de amas de cría. Por ese concepto se pagó a una de ellas 30 ducados. Sin embargo, se negaba “socorro domiciliario” a los pobres que andaban pidiendo limosna de puerta en puerta.


Al finalizar el mes el camino que iba desde la casa del Sr, Goya en Atxekolandeta, hasta la del finado D. Juan Antonio de Menchaca, iba a provocar que gran número de personalidades del Pueblo se reunieran el 30 de octubre de 1873. Más de 110 fueron los que participaron en aquella reunión, además de otro numero importante de personas que según el acta: “...y otros muchos cuyos nombres se omiten por la prolijidad, todos vecinos de esta Anteiglesia...” Conformando una autentica asamblea del Pueblo de Getxo. En esa asamblea presidida por el Alcalde D. Mariano de Basauri, que comenzaba con el siguiente prefacio: “…Reunidos en el salón Consistorial, en Junta General Pública, con arreglo al Fuero uso y costumbres...” Volvían a parecer apellidos de ilustres de Getxo, los: Aguirre, Aguirremota, Alday, Ajuria, Arana, Arri, Arteta, Arzubiaga, Asua, Basagoiti, Bengoechea, Berreteaga, Besuen, Bilbao, Cortina, Diliz, Eguia, Elortegui, Garay, Goiri, Goitia, Gorrondona, Hernandez, Ibatao, Ibarra, Inchaurtieta, Madariaga, Menchaca, Mota, Larrabeiti, Larrondo, Libano, Sarria, Olabarrieta, Oriosolo, San Martin, Zalduondo, Zarandona, Zubiaga, Uria, Urrechua, Vidaurrazaga, y otros muchos. En ella hablaban acerca de acordado en 1871 por el Ayuntamiento: “...sobre la conveniencia de construir un nuevo camino, que partiendo frente a la casa del Sr. Goya termine en la del finado D. Juan Antonio de Menchaca, así como la reforma del camino desde Iturrieta hasta la casa de aquel señor, cuyo uso debe de ser peatil...” Expediente de obra que fue entregado en la Diputación General el 26 de abril de 1809. Obra que causó más de una discusión, ya que en las actas municipales ocupo nada menos que 17 paginas.


A esa asamblea le siguió otra reunión, esta, denominada “Junta General de Navegantes”. La misma se producía por un oficio remitido por el Alcalde de la Villa de Plencia, que decía lo siguiente: “...he recibido un oficio del Alcalde de Bermeo, en el que se dice que el Alcalde de Mundaca, ha convocado a todos los Pueblos de la costa a tener una reunión en Zornoza, a las cuatro de la tarde del 14 del actual con objeto de elevar a la Diputación de Villaro, una exposición a favor de los matriculados en la marina a fin de que sean declarados exentos del servicio de armas en tierra...” El Ayuntamiento de Getxo acordaba unánimemente: “...que habiendo sido comisionados en Junta de la Cofradía de Algorta los señores D. José Manuel de Sarria (Mayordomo de la misma) y D. Juan Antonio de Basagoiti, para gestionar en la Diputación a favor de los matriculados de mar, junto a D. Robustiano de Larrondo, autorizamos a los tres, para que junto a los comisionados de la costa, gestionen ante la Diputación dicha solicitud...”


En la próxima entrada seguiremos viendo los aconteceres de esos días, entre ellos las formas de convocar plenos y la recaudación de arbitrios municipales.

miércoles, 11 de octubre de 2017

DE CAMINOS, VEGAS, OBRAS Y OTROS ACONTECERES DEL SIGLO XIX EN GETXO -X-


En la anterior entrada veíamos las actuaciones en la zona del Castillo, en Algorta, el inicio de la instalación del cable submarino entre Inglaterra y Getxo, así como las tribulaciones vecinales debidas a las guerras. En esta veremos cómo el Ayuntamiento, para tratar de hacer frente a los problemas, derivados de la escasez de fondos motivados por la guerra, presentó una propuesta para su solución, así como dichos actos de guerra iban ahogando la economía de nuestro municipio.

El 7 de agosto de 1873, bajo la presidencia de D. Justo Garate, se reunía el Ayuntamiento en Junta General, de acuerdo con lo establecido en el Fuero, al que asistieron personalidades del Pueblo. Entre esas personas influyentes estaban algunos cuyos nombres, incluso hoy, resultan identificables para los actuales vecinos de Getxo: D. Juan Ramón de Cortina, D. Ezequiel de Aguirre, D. José Ramón de Zalduondo, D. Pedro José de Urquijo, D, José Antonio Motagoiticoa, D. Juan Bautista Diliz, D. José Ignacio Saitua, D. Ramóm Uriarte, D. Santiago Larrondo, D. José Manuel Sarria, la lista era muy larga. Para tratar de solucionar los problemas derivados de la escasez de fondos motivados por la guerra acordaron crear una comisión, pero al no poder poner de acuerdo a todos los asistentes, decidieron lo siguiente “...echar a sorteo entre todos los vecinos contribuyentes de (primera clase), y que los seis primeros que salieran fueran nombrados comisionados y los tres siguientes suplentes para cosas de enfermedad. Entre aquellos comisionados cuatro y dos suplentes correspondían al barrio de Algorta, dos y un suplente por el barrio de Santa María...” Una vez realizado el sorteo los comisionados fueron, por el barrio de Algorta: “...D. Miguel Eguia Villavaso, D. Martín de Arispe, D. Juan Zalduondo, D. José Antonio de Uriarte, suplentes D. Juan Antonio de Basagoiti y D. Juan Francisco Sarria...” Por el barrio de Santa María: “...D. Juan Ramón de Arana y D. Andrés de Cortina, suplente D. Juan Bautista Sarria...” Se daba a aquella comisión amplios poderes: “...sin limitaciones, para atender las necesidades derivadas de la guerra. A obtener préstamos, a intereses correspondientes para hacer frente a las necesidades del Pueblo. Y en caso de no poder obtener esos préstamos, establecer las contribuciones y llevar a debido efecto la cobranza de las mismas...”

Las demandas militares de los Liberales, desde la Villa de Portugalete, referidas a las raciones que demandaban a Ayuntamiento de Getxo, fueron rechazadas en el pleno del día 7 de agosto, en las actas se decía: “...En vista del oficio remitido por el capitán de la compañía destacada en Portugalete, acuerda comunicar a dicho capitán que mientras la compañía no se halle establecida en esta jurisdicción, como no se halló los días 29, 30 y 31 pasados, no había obligación de darles las raciones, y menos cuando este Municipio no pertenece a la jurisdicción de Portugalete, máxime cuando este se halla suministrando raciones a la fuerza destacada en el puente de Luchana, como punto perteneciente al distrito al que pertenece este Pueblo...” Otro de los responsables militares que demandaba raciones al Municipio de Getxo, fue el Comandante de Armas de Plencia D. Ramón de Mota, quien demandaba la entrega de raciones para quince días y 32 reales diarios. En caso contrario el sujeto amenazaba con consecuencias desagradables para el Pueblo.


Aquellos comisionados consiguieron un préstamo de 80.000 reales, el préstamo había sido concedido por Dña. Ramona de Mugica (Viuda de D. Juan de Zubiaguirre).

En otro orden de cosas, las celebraciones religiosas que con motivo de la festividad de Santa Ana, eran motivo de solicitud de ayuda por parte del vecindario local. Sin embargo, el consistorio aducía que: “...Habiendo un acuerdo del ayuntamiento para que el capellán de dicha ermita, oficie misas en días festivos, por la que percibe la cantidad de 2.000 reales anuales, dicho capellán seguirá cobrando los días estipulados a tal efecto...”

El 24 de agosto de 1873 tomaba posesión el nuevo Ayuntamiento para presidir dicho acto fue designado, como concejal de más edad, D. Mariano de Basauri. En dicho acto se nombró como Alcalde de Getxo a D. Mariano de Basauri, así mismo se nombraron como Teniente de Alcalde a D. Manuel Antonio de Landa, como Síndico a D. José Ramón de Azcorra. Para las diferentes comisiones municipales se nombra como responsables de Obras y Caminos a D. José Ramón de Azcorra y D. José Ramón de Zalduondo; para responsables de Policía urbana y rural fueron nombrados D. José Ramón Osticoechea y José Ramón de Azcorra.

El día 1 de septiembre de 1873 se celebraba una “Junta de Guerra”, en la que se aprobaron entre otras cosas: “...los suministros a las tropas Republicanas (Liberales), acantonados en Portugalete, cuyo importe ascendía a 9.449 reales. Así como un bono, al comandante de Sondica (Carlistas), de 432 reales, para atender a su fuerza y caballos. D. Gervasio de Jauregui quien decía ser Comisario de Guerra del Señorío de Vizcaya, por un acuerdo suscrito en Yurre, demandaba pagar a D. Pablo de Asua 3.457 reales, y a pesar de que el consistorio no está de acuerdo con dicho pago, para evitar males mayores acepta realizar dicho pago. Por otro lado, el Gobernador Civil de la Provincia reclama el pago de 70.000 reales, como parte del reparto de 4.000.000 millones de reales, impuesto a la Provincia como contribución de guerra...” Así que a pesar de los esfuerzos del municipio para lograr fondos, la guerra y sus artífices seguían ahogando a nuestro Municipio.



En la próxima entrada veremos cómo las reclamaciones de los distintos contendientes de la guerra entre Carlistas y Liberales, se hacían sentir en el Pueblo de Getxo. Así como las obras del camino que iba desde la casa del Sr, Goya en Atxekolandeta, hasta la del finado D. Juan Antonio de Menchaca, las cuales iban a provocar que gran número de personalidades del Pueblo se reunieran el 30 de octubre de 1873.

lunes, 9 de octubre de 2017

DE CAMINOS, VEGAS, OBRAS Y OTROS ACONTECERES DEL SIGLO XIX EN GETXO -IX-



En la anterior entrada veíamos cómo se empezaban a reformar algunos caminos deteriorados de Algorta, así como algunos aspectos de la vida diaria que incomodaban a nuestros antepasados. En esta veremos las actuaciones en la zona del Castillo, en Algorta, el inicio de la instalación del cable submarino entre Inglaterra y Getxo, así como las tribulaciones vecinales debidas a las guerras.

En 1872 tocará comenzar obras en los caminos de la zona del Castillo para facilitar el acceso a la nueva Escuela de Náutica. Y la construcción de otro desde Jardingana hasta dicha escuela, que partía desde Benturillena. Los presupuestos municipales en ese año eran de 17601 reales de ingresos y tenían unas previsiones de gastos de 17.366 reales.

El 20 de enero de 1.873 se conocía que por el Real Decreto del 5 de noviembre anterior se concedía a M. Charles Scott Stokes, representante de la compañía “The India Rubber Gutta and Telegraph Works” de Londres, para establecer y explotar un cable submarino desde Inglaterra hasta Getxo. El 16 de noviembre de 1.873, el vapor Dacia se echó a tierra en Las Arenas. Dicho cable, que se instaló el día 29 del mismo mes en una caseta de cinc, que estaba: “...a 300 pasos contados desde el punto llamado la Avanzada dirección al barrio de Las Arenas, a mano derecha del camino carretero...” En mayo de 1873 el Ayuntamiento presidido por D. José Mandaluniz acordaba la limpieza de las vegas para evitar el deterioro de las mismas.

Contaban los vecinos que la noche del 5 al 6 de mayo de 1873: “...los Carlistas de la partida de Munguia, con su jefe Sebastián de Gorordo, llegaron al Pueblo y exigieron al Ayuntamiento 6.000 reales de dinero y raciones consistentes en 30 libras de pan, dos cántaras de vino, 20 pares de borceguíes y 102 pares de alpargatas...” Los ediles entregaron aquellos enseres para evitar según decían: “..Que se llevaran rehenes, dejando constancia en el libro de actas de tal hecho para que en todo tiempo conste a los efectos que fueran...” A tal efecto se preparó un recibo de aquellas entregas: “...El importe de las alpargatas ascendía a 510 reales y los borceguíes 890 reales...” Al parecer querían prevenir posibles represalias por parte del bando Liberal, en caso de que estos llegaran al Pueblo. Aquellas entregas a los Carlistas llegados desde Munguia supusieron para el municipio una multa de 29.024 reales, que fue impuesta por el General de las tropas del Rey D. Gerardo Martínez de Velasco.


Las noticias referidas a las actuaciones de las milicias gubernamentales en julio de 1873, creaban zozobra entre nuestros vecinos, a tal decir, que por el Pueblo corrieron rumores de que en los municipios vecinos de Portugalete y Santurtzi se habían llevado a la mayor parte de los mismos, decían el el acta municipal: “...cometiendo algunos excesos con los mismos. Al saber que dichas fuerzas se dirigían hacia nuestro Pueblo, algunos vecinos alarmados tomaron la decisión de huir hacia lugares donde no pudieran ser arrestados...” El consistorio, quizá por miedo a las consecuencias de aquellos rumores, si dichas tropas llegaban y se enteraban de la propagación de los mismos, tomaron la decisión de colocar bandos en los lugares más concurridos del pueblo, negando dichos rumores.

Las coacciones de aquellas fuerzas armadas provocaron que el consistorio no pudiera satisfacer los sueldos de maestros y empleados públicos, ya que habían tenido que desembolsar la cantidad de cerca de 40.000 reales a las fuerzas Carlistas y Liberales. Y a pesar de que se había acordado cobrar un impuesto a todos los vecinos para resarcir las maltrechas arcas municipales, a mediados de julio todavía no se había llegado a cobrar ni la tercera parte del mismo.

Era el propio Gobernador Civil de la Provincia quien reclamaba, el 22 de julio de 1873, que se entregara a las fuerzas republicanas, acantonadas en Las Arenas y Portugalete, diariamente 47 raciones de pan, carne, vino y pienso para el caballo, además de mobiliario y luz. El Ayuntamiento acordaba en esa fecha: “...pagar a razón de una peseta cada ración de las 47, y además dotar para el caballo de 2 celemines de cebada y media arroba de paja diariamente...” Así mismo se llevaron a las fuerzas acantonadas en Portugalete: “...cuatro faroles y otros útiles...” Y ello a pesar de que según relataban en las actas municipales, durante los días en que se reclamaron aquellas entregas, no parece que hubieran fuerzas republicanas acantonadas en ambas márgenes, se trataba de los días 19 y 20 de julio de 1873. Lo que obligó al consistorio a proceder al cobro de impuestos municipales en el plazo de tres días para poder satisfacer aquellas entregas.

Pero no eran éstas las únicas reclamaciones que los republicanos realizaban al consistorio. El 28 de julio de ese año, las fuerzas al mando del Comandante del destacamento de Luchana, exigía la entrega: “...para mañana temprano para alimentar a su fuerza 135 onzas de carne, 217 cuartillos de vino...” Al parecer aquellos militares tenían buen apetito y sobre todo sed, ya que durante tres días disfrutaron de: “...419 onzas de carne y 669 cuartillos de vino...” A las fuerzas Carlistas acantonados en Munguia se les suministraron por otro lado: “...790 raciones de carne, pan y vino, además de tres fanegas de cebada y cuatro arrobas de paja...” Las fuerzas carlistas que llegaron al pueblo la noche del 27 de julio, dieron buena cuenta de 2 cántaras de vino que les suministró Dña. Agustina de Sustacha. Así que mientras los soldaditos jugaban a la guerra, nuestros vecinos veían disminuir sus raciones diarias, endeudándose el municipio para poder hacer frente a las reclamaciones de ambos bandos. Y el Alcalde Dn. Justo de Ugarte se las veía para conseguir que se recaudara lo preciso entre los afligidos vecinos.


Incluso las cuestiones de culto se veían afectadas, ya que en ese mismo mes, se reclamaba por parte del párroco de Las Arenas el cobro de la anualidad ya vencida, de las misas celebradas en la ermita de Santa Ana, único lugar de culto con que contó Las Arenas entre los años 1864 y 1876, cuyo importe ascendía a 2.000 reales.

Aquellas coacciones llegaban incluso a afectar a los rematantes de arbitrios municipales. Eran estos los encargados de las ventas al por mayor de vinos y aguardientes en el municipio. Quienes solicitaban que: “...por las circunstancias excepcionales que atraviesa la provincia, debido a los excesivos impuestos de dichos líquidos impuestos por las fuerzas armadas, se les hiciera una rebaja en los impuestos. Así como se dictaran las oportunas disposiciones para evitar que se produjera el contrabando de dichos líquidos...”

En la próxima entrada veremos cómo el Ayuntamiento, para tratar de hacer frente a los problemas derivados de la escasez de fondos motivados por la guerra, presentó una propuesta para su solución, así como dichos actos de guerra iban ahogando la economía de nuestro municipio.

miércoles, 4 de octubre de 2017

DE CAMINOS, VEGAS, OBRAS Y OTROS ACONTECERES DEL SIGLO XIX EN GETXO -VIII-



En la anterior entrada veíamos cómo se empezaron a construir puentes sobre el río Gobela, y la modernización del Pueblo mediante la figura de las personas asociadas. En esta veremos como se empezaban a reformar algunos caminos deteriorados de Algorta, así como algunos aspectos de la vida diaria que incomodaban a nuestros antepasados.

En junio de 1870 le llegaba la hora de la venta de propios a un terreno en la llamada “Campa de Chisquiena”, el cual había pasado a ser propiedad de D. Pedro de Goicoechea.

Algunos caminos de Algorta se hallaban en muy mal estado, era el caso del que iba desde “Mantequena hasta Telleche”. Decían en las actas: “...el camino peatil o calzada que va desde el termino llamado “Iturrietas o Mantequena” hasta la puerta del jardín de Telleche, desecho y descompuesto, y siendo dicho camino el del centro del pueblo de tránsito general, única vía de comunicación desde la parroquia de Santa María de Guecho con la iglesia de Algorta y la plaza pública. Acuerda por unanimidad el Ayuntamiento realizar un proyecto razonado para la construcción y reparación de dicho camino, realizando una vía de herradura entre los términos señalados...”

La escasez de agua en el municipio se hacía sentir y en julio de 1870 era la fuente de Sarri (Getxo), la que perdía abundante agua por varios puntos la que era llamada a reparar, dada la importancia que para el barrio tenía. Dicha fuente fue reparada por el cantero D. Juan de Arrieta y su importe fue de 419 reales.


Las Arenas, en agosto de 1870 se veía alborotada por la presencia en alguna de sus campas de una tribu: “...de mendigos de ambos sexos, extraños a este país y que con sus caballerías han rodeado y tomado dicho barrio, utilizando como habitación las ruinas del molino que fue propiedad de D. Andres de Cortina...” (se referían al molino de Esacerrota, junto al actual puente Bizkaia). Y proponían los vecinos: “...nombrar un dependiente residenciado en este barrio para hacer desaparecer los mendigos, teniendo presente que se halla prohibida la postulación en esta provincia...” Solicitaban devolver a los mendigos a sus lugares de origen por la carretera que conducía a Bilbao. Se contrató a D. Juan Bautista de Sesumaga por 4 reales diarios, hasta el 30 de septiembre. Al parecer lo que molestaba a algunos residentes del barrio era la presencia de mendigos en fechas en las que la afluencia de visitantes a los balnearios era de máxima demanda. Más tarde, en 1880 se publicaría el “Bando de Buen Gobierno”, en el que en su articulo 10º se advertía de la prohibición de ejercer la misma a “...todos los que no fueran vecinos de Getxo, así como a cualquier forastero que quisiera implorar caridad publica...”

En ese año las lista electorales eran expuestas al publico durante el mes de octubre todos los días en las plazas públicas, mediante carteles, que eran repuestos al anochecer de cada día.

Se pagaba a también a la Diputación General por los voluntarios, por cupo, para el servicio de la armada, pertenecientes al distrito de Algorta, 1.019 reales semestrales, de los fondos municipales.

El barco del pasaje entre Las Arenas y Portugalete, fuente de ingresos para el municipio, tenía pendiente de satisfacer la escritura de arriendo, por dos años y medio, a D. Antonio de Mendieta.


El día 19 de septiembre de 1870 se daba lectura al decreto del regente del reino que había sido publicado por el Gobernador el día 20 del mismo mes, en el que se ordenaba la división del término municipal en secciones y colegios. A Getxo le correspondía formar dos distritos y tres colegios. Nuevamente esto causó problemas de interpretación y ejecución, por lo que acordaron acudir a la Diputación General con la forma en que se debía realizar la propuesta: “...La línea divisoria de ambos distritos sería el camino que arrancando desde la Galea pasa por Sarachaga, Iberres, Gaztañaga, Uri, Goñis a la taberna del Ángel, continuando la calzada por al calle San Nicolas por la que entrando a Tetuan (actual Basgoiti) que empieza en la casa Amorotoena sigue hasta la casa de D. Jorge de Goya, quedando esta Anteiglesia dividida en dos parte prácticamente iguales. Se le señaló como Distrito Nº 1. La otra parte, la de mayor extensión, conformó el N.º 2. Para facilitar el voto de los residentes quedaba dividido en dos colegios electorales, siendo su línea divisoria desde Telleche, Elorriaga a Jauregui Argalena, cuyas casas con toda la parte comprendida al Norte de la línea formaran un colegio electoral, y de dicha línea al Sur comprendiendo Las Arenas formaran otro...” El último día hábil del año de 1870, se daba nombre a los colegios electorales, el primero, que formaba un solo colegio, recibía el de “Colegio del Puerto”; el que iba desde Telleche hasta Jauregui Argalena “Colegio de la Plaza” y la parte Norte “Colegio de Sarri”. No se aclaraba el nombre del tercer colegio, el de Las Arenas.


1.870 será el año en que la Guerra entre Carlistas y Liberales, llevará a la instalación por estos últimos de una batería en las Escuelas de la Fundación Cortina (San Martín). El 27 de agosto de ese año, el Capitán General de las Provincias Vasco-Navarras decretará el estado de guerra.

En abril de 1871, ante la escasez de arbolado en la campa de la Avanzada, se acuerda plantar 50 álamos blancos y 25 plátanos. La operación supuso un desembolso para las arcas municipales de 425 reales. En mayo de ese año se acuerda el establecimiento de un servicio de correos entre Bilbao y nuestra Anteiglesia.


En la próxima entrada veremos las actuaciones en la zona del Castillo, en Algorta, así como el inicio de la instalación del cable submarino entre Inglaterra y Getxo.