jueves, 7 de noviembre de 2019

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -125-



En la anterior entrada veíamos cómo se daba cuenta en el pleno municipal de una circular de la “Junta de Instrucción Pública de Vizcaya”, en la que se ordenaba a los ayuntamientos a sostener las escuelas y maestros de sus localidades.

Llegaba el 1º de mayo de 1890 y el primer asunto tratado en el pleno del Ayuntamiento de Getxo fue el relacionado con su estación telegráfica: “...El Ayuntamiento se da por enterado de un oficio volante del Oficial de la Estación Telegráfica municipal, de fecha 30 del próximo pasado, participando en el telegrama que acompaña debe prestar servicio permanente de día y noche durante seis días desde aquel día hasta el cuatro del actual...”

La solicitud de socorros domiciliarios, debidos a sus achaques y a la avanzada edad de algunos vecinos, no cesaba: “...Los movimientos obreros a los largo de toda Europa: Austria-Hungría, Francia e Italia, Barcelona, Valencia, Madrid y también en el País Vasco se sucedían. Los obreros se disponían a celebrar diversas reuniones, entre ellas la de los socialistas en el Salón Teatro Romea, seguida de manifestaciones por las calles de Bilbao. Un primero de mayo a todas luces algo extraño, ya que en la zona minera, a la que el Gobernador Civil había enviado al Delegado de Vigilancia, los trabajadores de las minas no abandonaron en todo el día sus puestos de trabajo…” Todo parecía tranquilo, pero una proclama del Gobierno, que se fijó en todas las esquinas, decía: “...Vizcaínos: Mi profundo respeto a las leyes y el deber de proteger y amparar a todos los ciudadanos me hace me halle dispuesto a facilitar por todos los medios, pueda celebrarse la reunión pacífica que anuncia la clase obrera. Pero debo hacer presente al mismo tiempo que si con el pretexto de detentar derechos de clase muy dignos, se vulnera en lo más mínimo la ley, no he de omitir medio por más doloroso que sea para conseguir que los que intervinieren sufran las consecuencias…” Firmaba aquella proclama el Gobernador Civil D. Ricardo Fernández Blanco. La manifestación que iba a celebrarse el domingo 4 de abril llevaba entre sus consignas la reducción de la jornada laboral a 8 horas. Venía precedida de algunos movimientos contrarios a la misma, desde empresarios hasta los Padres Jesuitas que mostraban su temor a incidentes. La tropa permanecía establecida en varios puntos de Bilbao, un batallón de cazadores Llerena, llegado de Valmaseda, estaba en Burceña, mientras que las fuerzas de la Guardia Civil y Forales se encontraban desde la noche pasada en la Arboleda. Si embargo, la manifestación transcurrió en medio de un perfecto orden sin que se produjeran más altercados que los derivados de las hoy llamativas consignas: Algunos manifestantes gritaban “...!Abajo los cuarteles de las Minas!...”; Perezagua reclamó en la Arboleda: “...Leyes que ampararan a la clase obrera...”, a la vez que hablaba de: “…Que la burguesía, que chupa la sangre del trabajador, está apoyada por el Estado, el clero y el ejército...” A algunos trabajadores de la Franco Belga se les impusieron multas por no haber acudido a sus trabajos de cuatro reales. Muchos manifestantes se dirigieron en trenes repletos de viajeros desde Las Arenas y Portugalete hacia Bilbao.


En esas fechas la prensa local “El Noticiero Bilbaíno” publicaba una comparativa de los movimientos del Ferrocarril de Bilbao a Las Arenas: “...Mientras que en abril de 1889 el movimiento de viajeros había sido de 17.882 viajeros, y de 136.044 kilos de mercaderías, que habían reportado 4.557 pesetas; en abril de 1890 el movimiento de viajeros había sido de 52.267 viajeros y de 385.819 kilos de mercaderías, que habían reportado 8742 pesetas...”

En ese día tan señalado para la clase obrera, una curiosa solicitud se producía en el Ayuntamiento de Getxo: “...D. Vicente Zabala, vecino de Las Arenas, se le diga si es libre pastar ganados en terrenos destinados a calles de dicho barrio...” Ante aquella extravagante solicitud el consistorio, seguro que entre divertido y asombrado, contestaba al solicitante: “...Que en ninguna calle de esta jurisdicción se permite traer pastando los ganados y menos las cabras, por que que el Sr. Zabala debe abstenerse de traer pastan la cabra por ninguna calle, en cuyo caso se le impondrá una multa...” No era esa la única solicitud de aquel vecino, que era uno de los que mantenía casetas de baño en nuestra playa, ya que a continuación solicitaba: “...Que además del terreno de años anteriores se le conceda otro lote a la parte del Balneario de Las Arenas, frente al establecimiento de los Sres. Aguirre, seguido del anterior para colocación de casetas de baño durante el verano...” Parece que las relaciones entre este industrial y el Ayuntamiento no eran muy cordiales, ya que en otros terrenos que el mismo tenía en el barrio de Las Arenas, las aguas de sus alcantarillas rebosaban desprendiendo malos olores por el barrio, ya que le contestaban: “...Que en lo sucesivo se abstenga de pedir ningún lote de terreno que a otra persona se le haya concedido para colocar casetas para uso de los bañistas...”

Las aguas potables de la población era otro de los asuntos que reclamaba la atención de nuestros ediles en aquel abril de 1890, ya que las pérdidas que se originaban en los tubos de barro, que conducían las mismas desde el monte de Berango hasta los depósitos de Algorta, amenazaban con dejar desabastecida a la población, por ello acordaron que: “...Ya que las aguas del dichos depósitos van disminuyendo rápidamente, siendo imprescindible poner pronto remedio al mal. Teniendo en cuenta que según han manifestado los hombres de ciencia, así como prácticos y experimentados, que los tubos de barro refractarios ingleses son buenos, duraderos y han dado buen resultado, se pongan estas tuberías...” Los tubos de barro refractario se compraron a la empresa Altos Hornos y supusieron para las arcas municipales 496 pesetas.


El día 4 de abril de 1890 se adjudicaba a D. Marcos Zamacona la construcción de una carretera en el barrio de Las Arenas.

Cuatro días más tarde se trataba en el pleno municipal sobre los problemas de lactancia de de algunos vecinos del barrio, por carecer de recursos, y se decidía en el caso del solicitante, que había pedido socorro para uno de sus hijos gemelos recién nacidos: “...Se le conceda ayuda de lactancia de 15 pesetas al mes, durante 15 meses, a fin de que pueda poner criando a uno de sus gemelos, cuyo socorro será satisfecho por trimestres vencidos con los fondos municipales, con la condición que cada tres meses deberán presentar en este Ayuntamiento al niño a quien se socorra, y que si llegado el caso de fallecer cualquiera de los gemelos antes de los expresados quince meses, en ese día cesará y quedará extinguido el socorro…” Eso nos indicaba que la supervivencia de los niños en la época era muy precaria, existía una tabla que afirmaba que: “...La mortalidad infantil del Siglo XIX era alarmante, la viruela, el sarampión y el tifus causaron numerosas muertes; pero el mayor azote lo constituyeron las diarreas de la infancia y la tuberculosis en la juventud. Detrás de ellas se encontraban las durísimas condiciones en que vivía la población con escasos ingresos: hacinamiento, hambre, carencia de los más elementales servicios de higiene agua potable o saneamiento, etc.; el indice de mortalidad infantil era del 30%...”

El 8 de mayo de 1890 volvía al pleno municipal y esta vez con una resolución favorable a los maestros/as, el tema tratado el 24 de abril de 1890 sobre una circular de la “Junta de Instrucción Pública de Vizcaya”, que el pleno municipal había acordado estudiar: “...Hallándose dentro de la prescripciones legales en esta anteiglesia las escuelas de niños de la parroquia de Santa María y las de niñas de San Nicolás de Bari de Algorta, al cargo respectivamente del maestro D. Valentín Cuartango y de la maestra Dña. Josefa L. Aspegorta, acuerda el Ayuntamiento que los maestros que se hallan al frente de las mismas desde el próximo año económico, perciban los sueldos y emolumentos siguientes: Maestro de la Escuela de Santa María, Sueldo anual 1.100 pesetas, Para material 275 pesetas, Por retribuciones otras 275 pesetas, además de casa propia y mientras no se habilite debidamente, por alquiler de otra abonará el Ayuntamiento al propietario 250 pesetas. Maestra de la escuela de Niñas de san Nicolás, Sueldo anual 1.100 pesetas, Para material 275 pesetas, Por retribuciones otras 275 pesetas, en compensación para habitación 137,50 pesetas...” Estaba claro que ya entonces las percepciones de las mujeres eran inferiores a las de los hombres, al menos en lo referente a la habitación. Pero no solo eso si no que la pagana de los aumentos de sueldos fue la auxiliar de la escuela de niñas de Algorta: “...Se baja a la auxiliar o pasanta de la escuela de niñas de Algorta del sueldo que disfruta 150 pesetas...”

Sin embargo, los honorarios del cura de San Nicolás de Bari por tres sermones durante la semana santa parecían estar bien remunerados ya que por ellos cobró 75 pesetas.

En la próxima entrada veremos cómo el pleno trataba sobre una circular de la Diputación de la Provincia, relativa a los naufragios acontecidos en Mundaka, Bermeo y Santander.

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