miércoles, 29 de noviembre de 2017

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -4-



En la anterior entrada veíamos cómo las Juntas vecinales trasladaron su sede a Algorta. Y cómo la guerra afectaba a la maltrecha economía de nuestros vecinos. En esta seguiremos viendo como algunos de aquellos hechos bélicos continuaron preocupando a nuestros antecesores.

En septiembre de 1874 el regimiento de Saboya (Liberales) estaba acantonado en Las Arenas. El coronel de dicho regimiento demandaba la entrega de 300 reales diarios para pago de los jornales diarios de los soldados a su cargo. Por aquellos días se podía oír, por la noche en Las Arenas, la retreta que el regimiento tocaba frente a la casa del Brigadier Cassola. Es el día 24 de ese mismo mes, cuando el primer batallón del regimiento de infantería de Saboya solicitaba al Alcalde le fuera cedido el pórtico de la iglesia de San Nicolás como refugio de noche.

Con la llegada al Pueblo de nuevos contendientes las demandas arreciaban. Ahora era el Brigadier de la segunda brigada de Vizcaya, quien exigía que se lavaran los colchones que tenía en deposito el Ayuntamiento, y que habían servido para el Hospital de Sangre de las compañías Carlistas para utilizarlos en el hospital que los Liberales iban a instalar. Y sin embargo, el consistorio se veía entre la espada y la pared para poder cobrar los impuestos, ya que el barrio de Santa María estaba controlado por las tropas Carlistas, y lo cobrado del barrio de Algorta no alcanzaba ni para el pago de un mes al ejército Liberal. Los suministros de vino a las fuerzas de ambas márgenes de la ría, provocaban reclamaciones desde Portugalete: “...el 29 de septiembre el Alcalde de la Villa de Portugalete, reclamaba al de Getxo, se le hicieran efectivos a D. Juan de Acha 7.837 reales por el suministro de vino a las tropas allí acantonadas, y que correspondían pagar a esta Anteiglesia. El vino había sido pedido a la Columna del Sr. Segundo de la Portilla...” El de Getxo afirmaba que no se había comisionado a D. Juan de Acha para el suministro de dichas raciones de bebida a las tropas referidas.


Entraba octubre y el frío empezaba a hacerse sentir, las fuerzas acuarteladas en Algorta demandaban la entrega de madera para poder hacer la comida a la guarnición. Ante la imposibilidad de realizar tal suministro el Ayuntamiento acordó: “...se proporcione por cuenta del municipio carbón de piedra y hornillas para hacer rancho a los soldados...”

Seguimos en octubre, y las listas de contribuyentes que se había impuesto, para atender las necesidades de la guarnición Liberal establecida en Algorta estuvo expuesta al público durante cuatro días. Provocaron diferentes reclamaciones: las viudas y viudos solicitaban se les aplicara la mitad de la contribución que pagaban los matrimonios de su misma clase. Sin embargo, el Ayuntamiento aducía para no hacerlo, que: “...No es cierto ni verídico haber sido costumbre en este Pueblo pagar media contribución viudos y viudas...” Aunque parece que si se aplicó una sola vez, se acordaba pasar a las personas que estuvieran en esas circunstancias y que habían sido clasificadas en 1ª clase para pago de contribución, pasarlas a 2ª clase.

Hasta el cura de la ermita de Santa Ana, a la que llamaban la de Lamiaco, D. José E. de Gorrondona, venía provocar quebraderos de cabeza a las maltrechas arcas municipales ya que reclamaba: “...el pago de 2.000 reales por la celebración de misas en días festivos durante un año...” Algún pequeño ingreso venía a aliviar la maltrecha economía local, en Bilbao se habían matado tres bueyes de los carreteros que en mayo habían tenido que acudir a Bilbao para trabajar en la fortificaciones para raciones de la tropa, y el Ayuntamiento ingresó en sus arcas loa cantidad de 476 reales.

Los navegantes de Algorta reclamaban no hacer servicio de construcción de trincheras para la guarnición: “...habiendo sido llamados en el día de ayer, 18 de octubre, varios vecinos de este Pueblo para trabajar en las fortificaciones y trincheras que se están realizando, por orden de los jefes de la guarnición, se han opuesto a realizar dicho trabajo...” El motivo que aducían era que si realizaban trabajos por mar y tierra, iban a realizar el doble de los demás vecinos. El consistorio apoyó sus reclamaciones diciendo que no estaban en servicio activo.


La caseta de carabineros del Castillo había sido asaltada por algunos vecinos necesitados de tejas. El asunto se puso en manos del Juez, sin que se tenga conocimiento de que los “rateros” fueran localizados. En aquellos días, en el pueblo había muchas casas cerradas, y el municipio advertía a sus propietarios que: “...las abran inmediatamente, porque si los militares cometieran algún atropellos con las mismas, por falta de alojamiento, esta corporación no se hará responsable...”

Para conseguir mejorar la maltrecha economía municipal el Ayuntamiento solicitaba al Gobierno de la Nación, que de la venta que el estado había realizado de terrenos propios pertenecientes a Getxo entre 1866 y 1869, le fuera concedido convertir sus valores en bonos al portador: “...para que el Ayuntamiento pueda venderlos con intermediación de agentes de Bolsa, a fin de atender con su producto a las cargas municipales...”


En la próxima entrada veremos cómo nuestro consistorio tuvo que realizar el control de entrada de artículos importados.

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