domingo, 19 de marzo de 2017

EL PARTE



Es probablemente casi inconcebible para los jóvenes de hoy pensar en un mundo sin radio o televisión, pero así era el mundo de los años 50 del Siglo XX. Al comienzo de ese siglo el único medio de comunicación a través de las ondas era la radio. La terminología de los años franquistas tenía muchas acepciones para esas emisiones, una de ellas era la denominada “El Parte”. Era un diario hablado que se emitía al mediodía y a la noche, y eran conocidos por el término antes mencionado. Su reminiscencia militar se hacía notar por el formato y su música de entrada (que de atención de un cornetín de órdenes) y al finalizar (otro toque de corneta militar) además de los gritos de rigor franquistas. Aquel “noticiario” recordaba los partes de guerra. Emisión fundada por José Millán-Astray en plena guerra, al que se obligaba a todas las emisoras a conectarse dos veces al día, en el se repetían los eslóganes del régimen: al finalizar el noticiario se oía un toque de cornetín con las arengas “¡Presentes”!, “¡Viva Franco!”, “¡Arriba España!”, que empezaban con una musiquilla característica, que a mi me sonaba a toque de corneta.

Los recuerdos se agolpan en mi mente, eran tiempos en los que la diversión se socializaba en la calle, no teníamos ni radio ni televisión, aún faltaban 10 años para que la caja tonta llegara a nuestros hogares. La radio era una de esas formas de compartir aquellas melodías que el régimen escogía para uniformar la “nación”, las entonces llamadas “andaluzadas” o las “coplas” eran las melodías preferidas por el creador de opinión.


En mi barrio, Romo, eran escasas las viviendas en las que existía un aparato de radio. La mayor parte de las escasas familias que disponían de radio solían escuchar aquellos noticieros !no había otra radio! El edificio en el que yo viví, en la Prolongación de Amaya, de un edificio de 8 viviendas tan solo una tenía radio. El aparato era compartido en las navidades de aquellos grises años 50 por sus dueños con el resto de los vecinos. Aquella vivienda, en la que tenían la fortuna de disponer del aparato, que no era si no una caja grande, con un enrejado como de pajilla en su frente y en su parte inferior con un dial para captar emisoras. Se emitía la llamada “EAJ Radio Nacional de España”. Incluso la radio oficial del régimen local “Radio España Bilbao” nos “deleitaba” todos los días con una programación que invariablemente incluía, al medio día y a la noche los himnos de rigor.

Recordar aquellos días de las navidades del los 50, en los que la escalera era todo un trajín, arriba abajo, con la musiquilla sonando a todo volumen, los bailes obligados con la vecina pegajosa, las tazas de café humeantes, y aquellas pequeñas copas de licor ¡para los grandes!, hacen que vuelva a mi recuerdo aquel tiempo de tonos grises de mi infancia.

Más tarde, a finales de los 50, llegaría el primer elemento que acercó las ondas sonoras a la intimidad de nuestros hogares ¡La Radio!, que generalmente se alojaba sobre una pequeña y rustica balda sobre la mesa de la cocina. En esos años los seriales fueron los auténticos protagonistas de las ondas, series como “Ama Rosa”, “Matilde Perico y Periquín”, “Diego Valor” o “Pepe Iglesias el Zorro”, iban dirigidos fundamentalmente, a las mujeres o a los niños. Las novelas o los seriales presentaban al oyente una realidad distinta a la de todos los días, edulcorada, en la que la miseria de aquellos años no se dejaba ver a través de las ondas.


La única información, distinta de la oficial, a la que se podía acceder eran una emisora que nació bajo la premisa de “Radio Euzkadi, la Voz de la Resistencia Vasca” en 1946, cuya emisión se realizaba desde Iparralde, y que más tarde en 1965, por las presiones del gobierno español, tras su cierre en 1954, empezaría a emitirse desde Venezuela. Otra fuente eran los informativos de “Radio España Independiente”, conocida como “La Pirenaica” (1941), una emisora creada por el Partido Comunista de España con sede en Bucarest (Rumanía). Estos diales, que costaba sintonizar por los barridos de la emisora del gobierno para provocar interferencias eran escuchados en algunos hogares por la noche, con el volumen bajo, por aquello de !Por si acaso!




Luego llegaron otras emisoras, incluso la televisión, pero aquellos días de la oreja pegada a la radio, con el tono bajo, con la emoción de las noticias de cambio, no se borrarán de nuestras mentes. Forman parte de una historia gris, que nunca debió de tener lugar.

2 comentarios:

  1. Artículo muy bien escrito. Por favor, es "onda" y no "honda" cuando nos referimosalas hertzianas...

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  2. Artículo muy bien escrito. Por favor, es "onda" y no "honda" cuando nos referimosalas hertzianas...

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