Es
probablemente casi inconcebible para los jóvenes de hoy pensar en un
mundo sin radio o televisión, pero así era el mundo de los años 50
del Siglo XX. Al comienzo de ese siglo el único medio de
comunicación a través de las ondas era la radio. La terminología
de los años franquistas tenía muchas acepciones para esas
emisiones, una de ellas era la denominada “El
Parte”.
Era un diario hablado que se emitía al mediodía y a la noche, y
eran conocidos por el término antes mencionado. Su reminiscencia
militar se hacía notar por el formato y su música de entrada (que
de atención de un cornetín de órdenes) y al finalizar (otro toque
de corneta militar) además de los gritos de rigor franquistas. Aquel
“noticiario” recordaba los partes de guerra. Emisión fundada por
José Millán-Astray en plena guerra, al que se obligaba a todas las
emisoras a conectarse dos veces al día, en el se repetían los
eslóganes del régimen: al finalizar el noticiario se oía un toque
de cornetín con las arengas “¡Presentes”!,
“¡Viva
Franco!”,
“¡Arriba
España!”,
que empezaban con una musiquilla característica, que a mi me sonaba
a toque de corneta.
Los
recuerdos se agolpan en mi mente, eran tiempos en los que la
diversión se socializaba en la calle, no teníamos ni radio ni
televisión, aún faltaban 10 años para que la caja tonta llegara a
nuestros hogares. La radio era una de esas formas de compartir
aquellas melodías que el régimen escogía para uniformar la
“nación”,
las entonces llamadas “andaluzadas”
o las “coplas”
eran las melodías preferidas por el creador de opinión.
En
mi barrio, Romo, eran escasas las viviendas en las que existía un
aparato de radio. La mayor parte de las escasas familias que
disponían de radio solían escuchar aquellos noticieros !no había
otra radio! El edificio en el que yo viví, en la Prolongación de
Amaya, de un edificio de 8 viviendas tan solo una tenía radio. El
aparato era compartido en las navidades de aquellos grises años 50
por sus dueños con el resto de los vecinos. Aquella vivienda, en la
que tenían la fortuna de disponer del aparato, que no era si no una
caja grande, con un enrejado como de pajilla en su frente y en su
parte inferior con un dial para captar emisoras. Se emitía la
llamada “EAJ
Radio Nacional de España”.
Incluso
la radio oficial del régimen local “Radio
España Bilbao”
nos “deleitaba” todos los días con una programación que
invariablemente incluía, al medio día y a la noche los himnos de
rigor.
Recordar
aquellos días de las navidades del los 50, en los que la escalera
era todo un trajín, arriba abajo, con la musiquilla sonando a todo
volumen, los bailes obligados con la vecina pegajosa, las tazas de
café humeantes, y aquellas pequeñas copas de licor ¡para los
grandes!, hacen que vuelva a mi recuerdo aquel tiempo de tonos grises
de mi infancia.
Más
tarde, a finales de los 50, llegaría el primer elemento que acercó
las ondas sonoras a la intimidad de nuestros hogares ¡La Radio!, que
generalmente se alojaba sobre una pequeña y rustica balda sobre la
mesa de la cocina. En esos años los seriales fueron los auténticos
protagonistas de las ondas, series como “Ama
Rosa”,
“Matilde
Perico y Periquín”,
“Diego
Valor”
o “Pepe
Iglesias el Zorro”,
iban dirigidos fundamentalmente, a las mujeres o a los niños. Las
novelas o los
seriales presentaban al oyente una realidad distinta
a la de todos los días, edulcorada, en la que la miseria de aquellos
años no se dejaba ver a través de las ondas.
La
única información, distinta de la oficial, a la que se podía
acceder eran una emisora que nació bajo la premisa de “Radio
Euzkadi, la Voz de la Resistencia Vasca”
en 1946, cuya emisión se realizaba desde Iparralde, y que más tarde
en 1965, por las presiones del gobierno español, tras su cierre en
1954, empezaría a emitirse desde Venezuela. Otra fuente eran los
informativos de “Radio
España Independiente”,
conocida como “La
Pirenaica”
(1941), una emisora creada por el Partido Comunista de España con
sede en Bucarest (Rumanía). Estos diales, que costaba sintonizar por
los barridos de la emisora del gobierno para provocar interferencias
eran escuchados en algunos hogares por la noche, con el volumen bajo,
por aquello de !Por si acaso!
Luego
llegaron otras emisoras, incluso la televisión, pero aquellos días
de la oreja pegada a la radio, con el tono bajo, con la emoción de
las noticias de cambio, no se borrarán de nuestras mentes. Forman
parte de una historia gris, que nunca debió de tener lugar.
Artículo muy bien escrito. Por favor, es "onda" y no "honda" cuando nos referimosalas hertzianas...
ResponderEliminarArtículo muy bien escrito. Por favor, es "onda" y no "honda" cuando nos referimosalas hertzianas...
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