La
figura del bandolero, siempre asociada a personas que asaltaban,
robaban, extorsionaban, a quienes grandes sectores de la población,
quizá influidos por las aventuras fantásticas, muchas veces
sobredimensionadas, por muleros y venteros, considerados por unos
forajidos y por otros personajes de leyenda. Durante el siglo XIX
llenaron paginas de sucesos, que los iban convirtiendo en personajes
románticos, que acompañados de su caballo y trabuco, en algunas
serranías eran el temor de los latifundistas y los héroes para el
pueblo llano.
La
literatura popular fascina a los lectores de todas las edades desde
la explosión de los géneros literarios populares a finales del
siglo XIX hasta hoy. Si nos paramos en la primera mitad del siglo XX
nos damos de bruces con la Guerra del 36 y con su trágico final.
Así, en un país surgido de un cruel conflicto armado, inmerso en un
largo periodo de penuria y sin apenas otras fórmulas de ocio que el
cine y la radio, la novela popular se convirtió en uno de los
principales recursos de entretenimiento. “El Coyote”,
personaje de ficción creado por el novelista José Mallorquí,
basándose en el personaje de “El
Zorro”, escribió en la década que va desde 1943 a 1953
ciento noventa y dos novelas, que se convertirían en el mayor éxito
de la literatura popular del siglo XX.
No
resulta raro que personas influidas por tan singular personaje
adoptasen el papel de esos románticos asaltantes, que en la leyenda
urbana robaban al rico para dárselo a los pobres. En una época en
que las bibliotecas eran un lugar reservado para las élites locales,
sitios de difícil acceso, en el mejor de los casos situadas en
reservados Casinos y Sociedades, a los que el acceso se debía
realizar en medio de un silencio riguroso y con el carnet de socio en
ristre. Una parte de la población, que no profesaba la “cultura”
que daban las posibilidades económicas de aquellos acaudalados
socios, transportaba, unas veces en el bolsillo trasero del pantalón,
o de su chaqueta de trabajo, una vieja y ajada novela de páginas
sucias y amarillentas, que con cierta regularidad cambiaba en el
quiosco de alguna estación o estanco.
Pocas
personas que hayan vivido entre los años 40-60 del siglo XX en
nuestro pueblo dejaron de enterarse que un individuo ataviado igual
que “El Coyote” cabalgaba por los barrios de Getxo
una jaca mansa. Un Quijote que en vez de leer libros de caballerías,
se traga las 192 novelas de Mallorquí y se convierte en su homónimo.
Y aparece en uno de nuestros barrios y lo hace como el personaje de
novela, montado en su caballo y con la cara cubierta por un antifaz.
Su primera aparición, digna de una serie de las del famoso
personaje, la realiza en la armería de Antonio Germán en Areeta-Las
Arenas. Allí, hace que el tendero le entregue una escopeta de caza y
alguna munición, y así armado y a lomos de su caballo, se dirigió
hacia la tienda de Dioniso Bugedo en la calle Urkijo, para
aprovisionarse de comestibles que llevar a su guarida. Todo ello en
medio de una vistosa carrera por las calles del barrio, armado y al
trote, dando gritos para anunciar al personaje: “...!Soy el
Coyote, soy el Coyote!...”. Al tratar de acceder a esta
última tienda, fue sorprendido por una pareja de serenos (Iluminado
Izco y Eustaquio Madariaga). Ni corto ni perezoso, cual héroe de
leyenda, se echó la escopeta al hombro, realizando dos certeros
disparos, causando algunas heridas por perdigonada a los guardias,
que al parecer le venían pisando los talones tras su alocada
carrera. Los serenos, tras encañonarle con sus pistolas, lograron
que se entregara.
No
parece que esta fue su única hazaña. En alguna otra ocasión
cuentan que también, montado en una jaca, al parecer sustraída,
recorrió la larga distancia que separa nuestro municipio de la
capital del viejo reino de Nafarroa. A el quizá, como en el caso de
los románticos bandoleros, la imaginería popular le atribuía otras
hazañas. Dicen que usaba como guarida los túneles de “Malakate”
y el de la playa de la Bola (Balanar), donde se escondía cuando los
municipales o serenos trataban de detenerle. Al menos, alguna prensa
de la época, menos complaciente con el personaje, le atribuía
problemas de algún desequilibrio, titulaba la prensa madrileña: “En
Guecho un perturbado intenta saquear varias tiendas”. Algo
menos agresiva con el personaje era el encabezamiento de la prensa
bilbaina: “...El Coyote se pasea por Guecho...".
Estos
hechos sucedían en un asombrado Getxo, aun no repuesto de las
heridas del 36, en épocas de hambre y restricciones alimentarias.
¿Quizá pudo ser una mezcla del hambre reinante y las fantasías de
aquellas novelas de quiosco de la postguerra, la que llevo al
intrépido personaje a montar a lomos de su jumento, arma en ristre y
con el rostro enmascarado, adoptar aquel novelesco papel?. Hay que
tener en cuenta que en aquellas fechas, el que fue Gobernador Civil
de Bizkaia Genaro Riestra, daba como gran noticia a la prensa: “...En
nuestra conversación de ayer se me olvidó decirles que en la
próxima semana deberá llegar a Bilbao el vapor “Santi”, que
traerá un cargamento de 3.000 toneladas de patata...”, en
días anteriores anunciaba la llegada de artículos de racionamiento
como aceite y huevos. Simplemente esto sucedió en nuestro pueblo en
febrero de 1947. La memoria de El Coyote de pacotilla duró muchos
años. Todavía queda en el cerebro de algunos el trotar de su
montura por los túneles del Malakate.
getxosarri...conoces la historia del crimen de la estación???
ResponderEliminaral parecer un alguacil hirió de muerte a otro getxotarra en la antigua estación de maidagan, cerca de goñi...
otro asunto, se está escribiendo mucho en getxo sobre caseríos que desaparecen...pero los nombres no son exactos: por ejemplo el que se tiró en oilarretxe/benantzio era ibetas...y el q está cerca d la gasolinera, iberberango o ibertxune...los q sean d la zona q aclaren esto...
sarrikobasoa