Dn
Juan Aspuru Echeandia era un cura de pueblo, hijo de Juan Domingo
Aspuru Leguinagoicoa y de Ricarda Echeandia Aldana, que tuvieron
otros seis hijos: Juan domingo, León Lucio, Simona, José Antonio,
Gregorio Manuel y Juan Bautista, nacido en Larrabetzu. Se ordenó
sacerdote en el seminario de Gasteiz. Fue párroco de Getxo (Andra
Mari).
Los sacerdotes de este
barrio, vivían en la casa de los Mentxakatorre, cercana a la
iglesia, que fue dejada por Ignacio Arias, solo para que vivieran en
ella los curas con sus familias, en aquella casa vivieron en la misma
época Dn. Juan Aspuru y Dn. Francisco Astandoa que fue capellán de
las monjas del Puerto.
Sacerdote
muy querido en su pueblo adoptivo, era de esas pocas personas de
quien se puede decir que jamás tuvo un enemigo. Persona enjuta,
rostro bonachón, cariñoso en el trato y muy amante de los niños.
Tenía el aspecto de un hombre del pueblo que vestía una sotana,
como los demás hombres de los caseríos vestían su traje de faena.
Era apreciado por la gente de derechas y de izquierdas. Era cura de
bonete (cubrecabezas de
cuatro picos con una borla en el centro). Llevaba la sotana brillosa
por el uso, quemada por el cigarro, con las patas de los pantalones a
la vista y con botonadura delantera. Aunque también tenía ropa de
vestir. capa de gran vuelo con cintas de amarrar al cuello y abrigo
para los días de mucho frío. Gran fumador de cigarrillos de liar
(caldo de gallina), arte en el que demostraba gran habilidad, gafas
de montura dorada, muy austero en su vida privada, al igual que en
los gastos parroquiales, no acometió obras en el templo, pero
permitió, gracias a su austeridad, acometerlas a sus sucesores. En
la foto inferior aparece con Gerardo Zubillaga en el barrio de Sarri.
Las
tradiciones para la financiación de la iglesia eran varias. Además
de los estipendios y propinas por bodas y bautizos, la parroquia de
Andra Mari recibía donativos de gente acomodada de Neguri
precisamente por su trato campechano. El pueblo donaba su óbolo en
las misas dominicales, además de mandar oraciones a las benditas
almas del purgatorio durante la celebración de las misas mayores
dominicales. Para ello colocaban un tapete negro, sobre donde se
creía que habían estado las tumbas familiares, y en el depositaban
las limosnas. Un pater noster para el difunto costaba una peseta. El
párroco contaba la cantidad de monedas que había sobre el tapete,
rezaba los padrenuestros correspondientes y bendecía con el hisopo
"la sepultura".
Simona, la Sacristana y hermana de don Juan, se situaba en el centro
de la iglesia con un gran tapete en donde las mujeres de los caseríos
dejaban sus dineros. Era creencia que allí dejaban sus limosnas los
que no tenían sepultura particular asignada. Algo así como "una
fosa común". Estas costumbres se realizaban en
todas las parroquias vascas. Era tradición que los hombres se
colocaran delante y las mujeres detrás de la iglesia. Los de
Goiherri en la parte izquierda y los de Beharri en la derecha.
Don
Juan era una persona muy curiosa; conocía los nombres de sus
feligreses, a casi todos los había bautizado o casado. Cuando
preguntaba: "¿De dónde
eres?",
se refería a qué caserío pertenecías. Una vez respondido,
automáticamente se sabia el nombre de todos los habitantes del
mismo, le gustaba seguir las tradiciones populares, hábil en el arte
de entresacar secretos, le encantaba saber cuánto ganaba la gente.
Dicen bondadosamente de él, que solía tirar de la lengua a los
pequeños y beatas, a cerca de la economía familiar, cosa que le era
muy útil para establecer luego, el pago de las “Bulas
Papales” a
los vecinos, concesión de beneficios apostólicos que se compraban
en las sacristías, en los años 1940-50 la Iglesia Católica no
permitía la ingestión de carne ni caldo de carne durante los 40
días de la Cuaresma, pero permitía previo pago de dicha bula
ingerirla, con la excepción del viernes de Semana Santa.
Gran aficionado al
ciclismo, quizá porque uno de sus sobrinos, Benigno Aspuru, lo
practicaba. Este fue ciclista profesional entre los años 1955-1961,
de cuyo palmarés cabe destacar la victoria de etapa en la Vuelta a
España de 1956, de quien quizá mas adelante incluya alguna entrada,
Dn. Juan, cuando pasaba el criterium por Getxo, acostumbraba a bajar
a Sarrikobaso, para animarle y reñir a los que tenían la costumbre
de arrojar baldes de agua sobre los ciclistas en días calurosos..
"Eso es malo". "!Benigno no
necesita agua!, clamaba con su bastón en ristre. Porque don
Juan, en su vejez comenzó a usar bastón.
Existen muchas anécdotas
referidas a Dn. Juan, como la sucedida en cierta ocasión, con motivo
de una visita de un Monseñor a Getxo. En la misma sucedieron algunos
hechos jocosos que a continuación relataré: el ilustre visitante no
era otro que Casimiro Morcillo, Obispo de Bilbao, quien mas tarde
sería Arzobispo de Zaragoza y luego Arzobispo de Madrid. Don
Casimiro Morcillo fue el primer obispo que tuvo la Diócesis de
Vizcaya. Antes, Vizcaya dependía de la Diócesis de Vitoria y
tradicionalmente al obispado de Calahorra. Morcillo era un hombre
bajito, que vestía como todos los obispos en la época con todas sus
galas y boato, con teja cubriendo su cabeza, persona de aspecto
malhumorado, solía venir sin previo aviso con su coche, con cierta
frecuencia por Getxo. Parece que le gustaba el pueblo, además de
haber conocido de tiempos de seminarista a don Juan. Venía con
frecuencia a la casa de Dn. Juan Aspuru, hacia quien profesaba gran
simpatía, siempre a primeras horas de la mañana y generalmente sin
avisar.
Dn. Juan Aspuru, en una
de las visitas que cursó el primer Obispo de Bilbao tras la
contienda del 36, al barrio de Getxo, después de que este hiciera su
obligada visita a la iglesia, y de perorar su sermón, se desplazo
junto al obispo a la casa cural, que era cuidada con gran esmero por
Simona Aspuru, hermana de Dn. Juan. Ambos eran personas euskaldunes,
Simona etxekoandre que vestía de riguroso negro, con sorki y
delantal, hablaba mal el castellano. Su idioma materno era el
euskera. Les solía servir el desayuno, el café con leche con
panecillos tostados con mantequilla, que al obispo le gustaba mucho.
En aquella ocasión, el obispo le preguntó a Simona : "¿Simona,
el azúcar dónde está?", a lo cual ella le respondió:
"!El azúcar en el culo tiene, Sr. Obispo!"
El obispo le miró con expresión incrédula, ante la extraña
respuesta. Dn. Juan tuvo que terciar para aclararle "!Monseñor,
Simona se refiere a que está en el fondo de la taza!".
Martin Aspuru, sobrino de Dn. Juan, que por aquel entonces era un
niño, casi no podía ocultar la risa que le provocó aquella
situación. Aquel chascarrillo recorrió el barrio entero. La mayoría
seguro que pensaron que aquel pastor no conocía a sus ovejas, ni su
idioma. Para muchas de ellas el castellano resultaba un idioma
extraño, por lo que tenían dificultades para expresarse en dicha
lengua.
En
otra ocasión, en una de sus visitas no anunciadas, a las seis y
media de la mañana, cuando Dn. Juan estaba preparándose para
empezar a confesar, (era muy madrugador), oyó pasos por la nave de
la iglesia, se asomó desde el confesionario, observó que alguien se
acercaba, a él, le pareció que era un monaguillo, y gritó -!Quien
anda por ahí vestido de monaguillo a estas horas!-,
era el Obispo que había venido a verle.
Dn. Juan Aspuru ejerció
su función desde 1937 a 1954 (Ver en foto superior junto a su hermana Simona), tras su sustitución como párroco por
Dn. Isidoro iturbe, al llegar a su mayoría de edad, fue designado
como capellán de los Ángeles Custodios de Getxo, puesto que ocupó
hasta su fallecimiento el 17 de Junio de 1963, fue el último
sacerdote que vivió en la casa de los Mentxakatorre.
Mi ama, Mª Angeles ASPURU, es sobrina de don Juan y hermana de Benigno y Martin. Se crió en Getxo con él y con Simona y me ha pedido por favor, que cambies la Z por la S. En la foto de Benigno viene claramente escrito con S. ASPURU. Gracias
ResponderEliminar