Alberto Barandika fue un getxotarra condenado a muerte, escribió a su hermano unas horas antes de su fusilamiento. Su hija Celitxu Barandika Sarralde muy conocida en la Villa de Portugalete por haber vivido 22 años en la calle Vázquez Mella hasta 1981. Celitxu nació en Manlleu (Barcelona) a donde su madre, abuela y tías se fueron evacuadas, se bautizó en Cambó (Iparralde) y volvió a Sestao en 1940. Su abuelo y dos tíos también fueron fusilados.
Cuando el ejército nacional ocupó Cantabria, los gudaris quisieron fugarse en gasolinos. Algunos lo consiguieron pero el barco de Alberto Barandika, capitán de ANV, fue apresado por un bou nacional. La tripulación fue detenida e ingresada en la cárcel de Larrínaga. Alberto, de 23 años, fue fusilado el 12 de marzo de 1938. La carta la conserva Celitxu. Está escrita a lápiz en una hoja cuadriculada. En ella Alberto le decía a su hermano, también encarcelado en Larrinaga, aunque sin condena a muerte:
“Inolvidable José Manu:
Espero te repongas pronto de esta noticia que recibirás esta mañana. Tu misión no es desanimarte, es reponerte de la impresión, tener entereza y cumplir tus sagrados deberes para el día de mañana. Tengo el presentimiento (y los presentimientos de los reos de muerte pocas veces fallan) de que a ti no te va a pasar nada, pero, si así fuera, tengo la convicción de que morirás valientemente y dejarás muy alto el apellido Barandika.
José Manu: Procura que a amatxu se le dé la noticia con todo género de precauciones; ya sabes de qué padece la pobre y temo por ella.
Espero que llegues a querer mucho a Celia. Lo merece. Si tengo el hijo que espero, quiérelo como si fuera tuyo y enséñale a querer y respetar la memoria de su padre.
Tu misión más importante para el día de mañana es endulzar la vida de nuestros seres queridos.
Si tengo el hijo, deseo que se le dé educación y cultura y se le inculque un acendrado amor a Euzkadi. Todas estas cosas te las pido con la seguridad de que tu noblee corazón y tu cariño lo harán.
Deseo también que esta carta la lean mis amigos, especialmente Eguskiza e Iturregui, ya que les considero casi como hermanos.
Para tu tranquilidad y contento he de decirte que mi pulso es firme y mi ánimo sereno y en el momento supremo miraré a los cañones de los fusiles cara a cara y como un hombre.
Para darle una pequeña alegría a nuestra santa y mártir amatxu comunícale que me confesé y me comulgaré.
José Manu: Tu misión es agradable. Sembrarás un poco de sacrificio y recogerás mucho cariño.
Hermano: Me despido con todo el cariño que puede desbordar de un corazón al que le quedan pocas horas de vida.
Abraza a mi mujer y a mi madre y protégelas.
Hasta la eternidad. Agur.
A. de BARANDIKA.”
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