viernes, 1 de marzo de 2019

¡IHAUTERIAK HEMEN DAGO!



Ya llega de nuevo el carnaval, ya esta aquí y con él, tras su paso, los días grises de la llamada Cuaresma. Celebración que se mantiene desde la Edad Media, tras ser impuesta por la Iglesia la obligación de penitencia, ayuno y recogimiento que duraba cuarenta días. Nombre que dicen proviene del hecho de quitar la carne y del término “Carnem levare”, que derivaría en “Carnevale” y más tarde en “Carnaval”.

Relacionado con las tradiciones gastronómicas que afectaban al carnaval, decir que en Bizkaia se iniciaba con una merienda el día del “jueves gordo”, siendo tradicional en muchos hogares la degustación de patas y orejas de cerdo cocinadas en “salsa vizcaína”, así como torrijas, trozos de leche frita llamados “Pellas”.

El Carnaval es un período de desenfreno y locura colectiva, que nos regala diversiones para todos los gustos, edades y clases sociales. Las máscaras, los bailes, las fiestas callejeras, son elementos que satisfacen en estos días toda suerte de reivindicaciones. Decían muy acertadamente respecto de las máscaras de carnaval, en la revista “La Risa” de la capital del reino, de mediados del Siglo XIX, algo que parece traído a colación de estos tiempos: “...El Carnaval dura el año entero, porque todo el mundo anda disfrazado, con máscara de hombres de bien los unos, de patriotas los otros, de liberales estos, de constitucionales aquellos, estando muy lejos de ser lo que aparentan...”

Una de las primeras noticias referidas a los carnavales aparece recogida en el diario bilbaíno “Irurak Bat” de febrero de 1869, aunque no referida a nuestra Anteiglesia si no a la Villa bilbaína; todavía en la prensa local las noticias relacionadas con Getxo escaseaban. En dicha crónica hablaban del espléndido tiempo y de la animación que reinó en aquellos días sin que se produjera ningún incidente. En dicha narración incluían unos comentarios ciertamente machistas, ya que solo se referían “a ellas”: “...Y de cómo en los lujosos salones de la sociedad bilbaína, al despuntar el alba, aún la orquesta ejecutaba la última pieza. Y cómo algunas damas envueltas en pavorosos y brillantes trajes, tras la fiesta, acudían a recibir la ceniza. Para poco después llenar las iglesias, desprovistas de sus galas, envueltas en modestas y oscuras telas, a la salida encabezaban la procesión con una cruz al frente...”


En la prensa local, en “El Noticiero Bilbaíno”, se hablaba del carnaval celebrado en 1875. Eran los tiempos de la tercera guerra carlista, en los que el conflicto bélico y el frío hicieron que en la calle pasara desapercibido, y solo en algunos salones se celebrara la fiesta con precios prohibitivos para la mayor parte de la población, costando la entrada a 8 reales los caballeros 2 las señoras.

En nuestro pueblo ya lo recogían las actas de 1876, cuando ya empezaba a relajarse el ambiente de ruido de sables. Uno de los personajes claves de la fiesta era el tamborilero de quien el Ayuntamiento decía: “...El Pueblo no puede prescindir de él, entre sus funciones esta la de recorrer el Pueblo tocando el tamboril en los carnavales...” En la anteiglesia de Getxo existía la costumbre de que los mozos pagasen al tamborilero 8 maravedises, mientras que las mozas no pagaban. Durante los carnavales los que “vestían máscara" debían abonarle un real.

Algunas veces algunos informantes de la prensa daban noticias que resultaban no ser ciertas y que afectaban tanto al buen nombre de nuestro pueblo como a la fiesta de carnaval, así sucedió en 1877, cuando Bizkaia entera rendía tributo a la musa Terpsícore. Siguiendo la costumbre establecida en otras épocas, se celebraban bailes y la juventud saluda la llegada del carnaval, mientras las panderetas y las guitarras acompañaban a las estudiantinas con sus disfraces. El miércoles 14 de febrero “El Noticiero Bilbaíno” en su tercera página decía refiriéndose a esas noticias no suficientemente contrastadas: “...Según asegura persona que debe estar bien enterada, uno de estos días de carnaval, fue muerto un hombre en Algorta. También en otros puntos de la provincia han sucedido algunos percances propios del disfraz…” Tres días más tarde era el Alcalde de Getxo, a pesar de que la prensa confundía el municipio con uno de sus barrios, el encargado de desmentir la noticia en el mismo medio: “...A ruego del señor Alcalde de Algorta y en honor de la verdad debemos decir que no ha habido en aquel pueblo desgracia ni disputa alguna en estos últimos días de carnaval...” Finalizaban los días de carnaval el domingo 18 de febrero con un lacónico: “...El Carnaval ha concluido. Los ajados capuchones, las perfumadas caretas, las marchitas flores se han arrojado a un rincón, por inútiles, y con ellos !Cuántas ilusiones, cuántos desencantos!…!

Sobre esos días, en 1880, la prensa local decía que eran “...Días de ruido, algazara, bailes, broma, barullo, mareo y ..desencantos ¡Cuantas ilusiones que hoy se forjan bajo de la mascara caerán, cuando caiga dentro de tres días la careta, como hojas secas que el viento arrastra sobre el fango!...” En Algorta se celebraron los desfiles encabezados por la banda municipal, que a petición de D. Idelfonso Arrola, músico mayor de la banda, había solicitado que la misma saliera a modo de estudiantina recorriendo el pueblo durante esos días de fiesta para obtener fondos.


Cuentan que con motivo de los carnavales de 1884, D. Pablo Arzuaga pidió permiso para realizar un baile en el piso principal del “Café de la Marina”, del puerto viejo, regentado entonces por Dña. Presencia Encera.

En 1890 la compañía del Tranvía de Bilbao a Las Arenas ponía servicios especiales para que todos los que desearan acudir a la Villa pudieran hacerlo: “...Ponemos en conocimiento del público que el servicio de viajeros los tres días del carnaval, será el de los días laborables, aumentando este servicio en dos viajes….” Pero la prensa criticaba la decadencia de esta fiesta: “...Los bailes es lo único que queda de las antiguas fiestas de Carnaval. Ahora se considera, y con razón, el disfrazarse como una de las más indiscutibles majaderías. ¿Será porque resulta mucho más cómodo que el antifaz de cartón a la careta de la hipocresía?...” Afirmaban que alguno, que en su tiempo fue joven, pretendiendo ser gracioso, afirmaba que: “...El Carnaval ha venido a menos porque antes el Carnaval era la fiesta de los “Momos” ¡Y ahora sólo es el regocijo de los menos!…” En aquel tiempo eran los “Campos Eliseos” de Bilbao el centro de encuentro de los carnavales.

Comenzaba el Siglo XX (1900), con algunas originalidades en cuanto a los desfiles de carrozas por Bilbao, que eran recogidas por “El Noticiero Bilbaíno”: “...Por la mañana se exhibieron por la calles algunas comparsas, llevaban un carruaje tirado por tres osos, los osos parecían amaestrados, pues demostraron una gran dosis de paciencia...” Mientras en los Santos Juanes de Bilbao se realizaban ejercicios de desagravio a “Don Carnaval”. Pero no eran los únicos actos de desagravio que se celebraban en esos tres días: “...Durante los siglos XVII y XVIII adquirió notable auge en numerosas iglesias la dedicación de tres días dedicados a un acto religioso al que llamaron “De las Cuarenta Horas”. El mismo se celebraba durante los tres días anteriores al Miércoles de Ceniza, tenía como fin principal hacer una reparación por los abusos y faltas de moralidad, que según los que dictaban las normas de la moral pública, se cometían en esos días de Carnaval. Incluso los Sumos Pontífices la habían enriquecido con innumerables indulgencias…”

Celebración que al parecer tampoco era muy del agrado de algunas jerarquías eclesiásticas locales, ya que según contaba el diario “El Nervión” en 1936, celebraban esas funciones de desagravio en las iglesias de Bizkaia durante esos días de carnaval.

Ya despuntaba la macilenta aurora de febrero, había pasado la noche del martes de carnaval y la ceniza del miércoles daba paso a la temida cuaresma. Y nuestro río Gobela aparecía en dichas páginas, pero eso será cosa de otra entrada.


Años más tarde esta fiesta tuvo algunos aconteceres curiosos, unos fuera de nuestra provincia y otros en nuestras calles. Pero mejor no correr y disfrutar del jolgorio y anonimato de los ropajes de múltiples colores, de las caretas y antifaces, que hacen que el personal se desinhiba y disfrute de una de las fiestas más populares, que a lo largo de los años sirvió para hacer crítica y escarnio de autoridades y normas mal asumidas por la población. En definitiva, tratar de “poner cabeza abajo el mundo”, aunque solo sea de manera temporal para, una vez pasado, volver a la realidad cotidiana.


Getxo se llenará de colores, caretas y música de carnaval durante estos días de alegría y alegre locura colectiva. Los de Getxo (Andra Mari) se celebraran el 3 de marzo; los de Algorta se celebraran los días 8, 9 y 10 de marzo; los de Las Arenas los días 9 marzo y los de Romo será el 2 de marzo.

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