Los
seres humanos nos empeñamos, con las tecnologías de cada época, en
modificar la naturaleza y ésta nos pasa su peaje al reclamar terca
sus espacios por los que han transcurrido las rieras y los cauces
pluviales.
A
lo largo de los años, han sido muchas las reflexiones que sobre las
inundaciones, en el barrio de Romo, se han realizado. Barrio por otro
lado denominado a lo largo de su vida por varios nombres, Grezalzu,
Las Arenas, Romo, pero quizá el más generalizado en la prensa
bilbaína, desde 1850 sea el de “Vega de Santa Eugenia”.
La
Vega de Santa Eugenia, como su propio nombre indica, era una zona,
que a lo largo de su existencia fue anegada por las mareas y lluvias
en la que se concentraba el exceso de aguas provenientes de los
montes de “Gasteluz” (Leioa). Referencias a las inundaciones en
el barrio, aparecen recogidas ya desde 1922 en el Diario Bilbaíno.
Una de las inundaciones más graves fue la de 1933, en la que las
aguas llegaron a alcanzar 2,5 metros de altura en las escuelas de
Santa Eugenia. Situación que se volverían a repetir en 1977 y 1983,
en las que todo el barrio quedo bajo un manto de agua al igual que la
de 1933.
A
raíz de las inundaciones de 1933, el Ayuntamiento de Getxo iniciaba
las gestiones para poder realizar las obras que evitaran la
repetición de aquellos desbordamientos. Para abril de 1936 ya tenía
estudiadas dos soluciones del aliviadero del río Gobela, una de las
cuales, la que consideraron más eficaz, se iba a llevar a la
práctica dentro de aquel año.
El
consistorio consideraba que las dos zonas que mayores perjuicios
sufrían con las inundaciones eran las de Lexarreta y Romo, que
estaban habitadas en su totalidad por gentes de condición modesta,
obreros en su mayoría.
En
la inundación del año 1933 el Ayuntamiento atendió con la mayor
diligencia al alojamiento de los vecinos de la barriada obrera de
Romo, a su alimentación y a socorrer a todos aquellos vecinos, que
sufrieron daños en el mobiliario de sus viviendas. Viendo que la
inundación del barrio de Romo se produjo por el desbordamiento del
Gobela por su margen Izquierda, efectuó Inmediatamente las obras de
recrecimiento del malecón de ese lado, desde la calle de la Caja de
Ahorros Vizcaína hasta la de los Puentes.
En
marzo de 1936, durante los días previos al 2 y 3 del dicho mes, se
produjeron fuertes lluvias en Bizkaia que derivaron en inundaciones
en varias poblaciones, entre ellas Somorrostro, Galdames, Erandio,
Baracaldo, Leioa y Getxo. La crecida del Gobela del día 3 de marzo
causaron grandes daños en fincas y caseríos: “...«Las
inundaciones en las vegas que riega el rio Gobelas han crecido
extraordinariamente…,
el
río venía sobrado en su cauce por Berango, Neguri, Las Arenas y
Lejona»…”
La causa principal de la crecida fue provocada por la fuerte lluvia
que durante trece horas consecutivas cayó intensamente. Desde las
cinco de la tarde del lunes hasta las seis de la mañana del martes.
Según decían los habitantes de Getxo: “...«
Los aldeanos de Sopelana y Berango han limpiado el cauce del río,
causa principal de las inundaciones, con lo que han conseguido no
sólo que el agua no se desborde o lo haga en menor grado en sus
términos municipales, sino también que se precipite más
rápidamente hacia su desembocadura»...”
En
Fadura las aguas anegaron todas las vegas; en Neguri las aguas
cubrían las tierras de labor y las vegas bajas, alcanzando un metro.
En Jolaseta la inundación alcanzó por entero al campo de fútbol,
al golf de Neguri y al de tenis de Jolaseta, así como la parte
destinada al tiro de pichón.
Ya
de madrugada, a las tres y media: “...«El
sereno del barrio de Errecagane, avisaba a los inquilinos del
caserío, propiedad de José Manuel Gutiérrez, del peligro que
corrían, dada la impetuosidad de la corriente del Gobela»...”
El lavadero del río Gobela, en el término de Santa Ana, aparecía
casi cubierto por las aguas. Incluso el ferrocarril de Las Arenas a
Bilbao se vio afectado, teniendo la compañía que limpiar las vías
para que pudiera seguir funcionando.
A
decir de la prensa y de las imágenes que llenaban la primera plana y
a pesar del trabajo realizado por el consistorio en diversos puntos
de Las Arenas, Santa Eugenia y otros, fue preciso desalojar numerosas
viviendas, por la altura del agua, que en algunos lugares llegó a
ser casi la misma que en las memorables inundaciones de hacía tres
años.
Gran
número de chalets de Neguri y Las Arenas vieron sus sótanos
inundados, teniendo que acudir los bomberos a desaguarlos. Los campos
de tenis y de golf se convirtieron en lagunas, y en varios caseríos
estuvieron los vecinos en grave peligro de perecer. Las cosechas de
todas las huertas de la parte baja del término municipal se
perdieron totalmente y algunos vecinos perdieron enseres, mobiliario
y aves de corral.
La
fuerte corriente del río Gobela destrozó varios puentes de madera y
pasarelas, produciendo daños en las fábricas situadas en sus
cercanías. Por la tarde empezó a descender el nivel de las aguas,
dando la sensación de que el peligro había desaparecido. A pesar de
ello se temía que, si seguía lloviendo con intensidad, subiera
nuevamente la marea, provocando mayores inundaciones que podían
aumentar los daños ya ocasionados.
En
el pueblo se comentaba con amargura el hecho: “...De
qué poco han servido, tras la triste experiencia de lo ocurrido en
1933, los avisos de la naturaleza, a pesar de lo cual siguen sin
realizarse las obras de encauzamiento del río Gobela...”
Obras que, a juicio de los técnicos, evitarían estas inundaciones.
Para la tarde del día 4 las aguas habían bajado su cauce y la
población respiró aliviada.
Pocos
días después, el 4 de abril, el Ayuntamiento daba su versión en
una nota de prensa que publicaba el diario “El Noticiero Bilbaíno”:
“...«Durante
la crecida se pudo comprobar la eficacia de aquel recrecimiento
efectuado para librar de inundaciones el barrio de Romo; pues las
aguas no desbordaron por aquel lugar. No obstante, como las aguas
coronaron los malecones del cauce, en las proximidades de los campos
de golf, y por allí podían llegar hasta la barriada de Romo, el
Ayuntamiento desplazó a aquel lugar todos sus obreros municipales y
bomberos, y otra cuadrilla de obreros eventuales, con objeto de
cerrar el paso a las aguas, mediante la formación de otros malecones
en la Vega de Santa Eugenia. Gracias a todos estos trabajos, el
citado barrio no sufrió ningún daño, en aquella ocasión.
Después
continuó recreciendo el malecón de la margen izquierda, hasta la
carretera de Asua a la Avanzada, en forma que ya resulta difícil el
desbordamiento del río hacia la Vega de Santa Eugenia y las calles
del barrio de Romo. Por la margen derecha del río, sólo se había
construido un pequeño murete, a manera de pretil, en la curva que
formaba el río a la salida de la vía del ferrocarril; con lo que
consiguieron que el río, que allí llevaba una mayor velocidad, no
rebase la altura del cauce»...”
Como
decía al principio le seguirían otras inundaciones, nuevas
soluciones se fueron vislumbrando, y en las últimas crecidas parece
que las aguas no han provocado desastres como los de 1933, 1977, 1983
o las del 2009. Pero como se suele decir el río busca su cauce,
también para aliviarse. Las antiguas zonas de embalse han
desaparecido, esperemos que no se vuelvan a repetir otras como
aquellas. Y que el aliviadero Valdés y la ampliación de áreas de
embalsamamiento deje dormir tranquilos a los vecinos, que hoy ocupan
aquellos marjales y terrenos inundables que antaño recogían las
aguas del Gobela y sus montes.
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