En
la anterior entrada veíamos cómo el barrio de Algorta estaba
creciendo y la construcción de viviendas y la revisión de
propiedades se hacía sentir en la vida municipal. Además de los
conflictos que causaba en algunas familias el hecho de que los mozos
en edad de servicio militar no se presentaran a la talla.
Y
mientras la vida municipal continuaba con sus rutinas, a primeros de
julio de 1887, se veía una orden del gobierno Civil confirmando la
denegación realizada por el consistorio de Getxo, por la que se
prohibía la extracción de piedra en la playa de Areatxu
(Arrigunaga): “...Pues
tratándose de aprovechamientos de piedra o arenas en terrenos
contiguos al mar, no es el Ayuntamiento al que le corresponde dar o
negar permisos, si no al Gobierno con arreglo a la Ley de Puertos del
7 de mayo de 1880…”
Uno de los solicitantes, D. Miguel Uría, decía al respecto: “...Que
no perjudica ni a la playa ni a la pesca la piedra que trato de
extraer en el punto de Ereaga y Arrigunaga, donde baña el mar y solo
en las bajamares, para utilizarla en la fabrica de cementos que
poseo…”
El Ayuntamiento apoya aquella pretensión: “...No
encontramos ningún inconveniente para que se le conceda la
autorización, toda vez que en los puntos que designa para la
extracción de piedra, dicha actividad es favorable para las playas ,
que verían su fondo más igualado...”
El
16 de julio de 1887 se celebraban en la Escuela de Francés y
Comercio de Algorta los exámenes generales anuales, las notas del
alumnado era enviada al Ayuntamiento de Getxo por el profesor D.
Melchor Munarriz.
La
actividad en el Puerto Viejo también se hacía sentir, se estaba
construyendo una escuela de párvulos, y el vecino del barrio D. León
Landeta, solicitaba permiso para amasar cales en la calles, cercanas
de Mugaburu y Arechondo.
Incluso
el nomenclátor callejero iba a ver añadir una nueva vía, esta en
Las Arenas. La solicitud venía de la mano de los hijos del finado D.
Máximo Aguirre, autor de la urbanización de los solares del punto
llamado “Lamiaco”. Acordaba el Ayuntamiento de Getxo el 7 de
julio de 1887: “...Que
a la vía o calle que desde el muelle y cerca de la casa del Sr.
Barandica se dirige a la Ermita de Santa Ana, en Lamiaco-Arenas, se
le ponga el nombre de “Avenida de Máximo Aguirre”...”
El segundo teniente de Alcalde, D. José María Azpiri, que era de
Las Arenas, fue comisionado para colocar una tablilla al comienzo de
dicha calle. Dicho barrio veía cómo la afluencia de veraneantes
llenaba las plazas y calles, por lo que uno de sus insignes
habitantes D. Ándes Larrazabal, solicitaba en nombre de los
convecinos y propietarios del barrio: “...Que
esa corporación municipal se sirva a contribuir con alguna cantidad
para establecer una banda de música durante el verano para que sirva
de aliciente para atraer la concurrencia de gente...”
El consistorio, que ya tenía asignadas las partidas de dinero a
otros menesteres, asignaba para tal fin la cantidad de 250 pesetas.
Por
otro lado, la caza de las consideradas en la época como alimañas,
los zorrillos, era premiada por el Ayuntamiento con 2 pesetas. Esa
fue la gratificación con la que fue compensado el vecino de Algorta
D. Isidro Mota.
Los
sínodos diocesanos, desde que se produjera el primer concilio de
Jerusalén, al rededor del año 50 d.c., vinieron marcando el
gobierno de los fieles, en los que, entre otras cosas, se detallaba
la organización de las parroquias, sus archivos, mayordomías y el
funcionamiento de las cofradías y hospitales. Estábamos a 14 de
julio de 1887, y a pesar de que la actividad sinodal en ese siglo fue
inexistente, la iglesia seguía demandando se cumplieran los
tratados. Fue entonces cuando el cura párroco de San Nicolás de
Bari de Algorta recordaba al Consistorio que: “...Con
arreglo al Sinodal Diocesano debe nombrarse por el Ayuntamiento uno
de los vocales de los que ha de componerse la Junta de Fábrica...”
Atendiendo a su solicitud el consistorio de Getxo, nombraba a D.
Santiago Diliz. La influencia de la iglesia de Getxo, tanto entre los
fieles cómo entre los mandatarios del Pueblo, llegaba hasta los
actos festivos. Y el mismo eclesiástico recordaba a nuestros ediles
que ya que estaban próximas las fiestas del pueblo: “...Las
funciones religiosas del día 11 de agosto y la del sermón que con
motivo de la festividad de Santa Ana el día 26 se dará en Las
Arenas...”
Y
llegado el momento de los festejos, la comisión municipal sancionaba
el programa festivo del año 1887. Que comenzaban el 26 de julio día
de Santa Ana, a las 10 de la mañana, se iba a celebrar una solemne
función religiosa en la capilla de la Santa; a las cuatro de la
tarde comenzaría la romería en la campa contigua a dicha capilla,
la misma sería amenizada por la banda de música y los tamborileros;
a las diez de la noche se quemarían unos vistosos fuegos
artificiales que darían paso a la romería en la plazuela de Las
Arenas; como todos los años el fin de semana del San Ignacio se
realizaría la repetición de la fiesta. Los fuegos de artificio de
la Viuda e Hijo de Hernández causaron buenas sensaciones en los
vecinos, pero al decir del consistorio se quedaron cortos ya que de
las 8 ruedas contratadas, tan solo 3 fueron disparadas. En esas
fiestas el pueblo se llenó de forasteros llegados de la villa de D.
Diego, además de otros no tan deseados que se afanaron en obtener
relojes y carteras ajenas.
El
Puerto Viejo era uno de los lugares demandados por algunos ilustres
auditores de la moralidad pública, en agosto de 1877 lo visitaba el
del Tribunal de la Rota D. Francisco Sánchez Juárez; de el decían
era un elocuente orador sagrado, cuya mermada salud le hacía acudir
a nuestro Pueblo en busca de los aires marinos para reponerla.
En
aquellos días hacían furor los baños calientes, pero también los
fríos; la “Guipuzcoana” era uno de los establecimientos, que con
sus casetas de baño, situadas frente al establecimiento de “Baños
de Mar Bilbaínos” de la familia Aguirre, ofrecía casetas de baño
de nueva construcción; dentro de su oferta incluían la de unos
bonos en combinación con el ferrocarril de Bilbao a Las Arenas, de 9
viajes y baños, por tan solo 30 reales. Otro de los propietarios de
casetas de baño era D. José María Baez, cuyas casetas estaban
situadas en la esquina de Ereaga, junto al camino del Puerto.
En
julio de 1887 había llegado el momento de la inauguración del
Ferrocarril de Bilbao a Las Arenas. Por es motivo el Ayuntamiento de
Getxo decidía: “...Con
motivo de la inauguración del Ferrocarril de Bilbao a Las Arenas,
para que algunos coches y carruajes puedan pasar por el camino que se
halla frente al establecimiento de los Sres. Aguirre hacia la ermita
de Santa Ana, se retire el rótulo de prohibido circular situado
frente a dicho establecimiento balneario...”
La inauguración se produjo el día 1 de julio de 1887. De este acto
escribiré en una próxima entrada. Y puestos a inauguraciones el
Ayuntamiento de Getxo acordaba asistir a la de la nueva iglesia de
Las Arenas, el 16 de julio de ese año. A las diez de la mañana se
verificaba la bendición de la nueva Iglesia de las Arenas bajo la
advocación de Nuestra Señora de las Mercedes; al día siguiente,
domingo, se celebraba la primera misa a las 6 de la mañana y la
segunda a las 9, estando a cargo de las dos el Sr. Cura párroco de
Algorta.
En
la próxima despediré el año, y con la entrada en el nuevo, el día
7 de enero, volveré con la inauguración del ferrocarril de Bilbao a
Las Arenas en 1887.
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