En
la anterior entrada veíamos algunos aconteceres de la traída de
aguas, los conflictos y la descripción de las obras.
El
barrio de Algorta estaba creciendo y la construcción de viviendas y
la revisión de propiedades se hacía sentir en la vida municipal. En
Alango era D. Juan Luis Uriarte, uno de los solicitantes de permiso
para construir una nueva casa y D. Juan Bautista Urresti quien
solicitaba se completaran los terrenos, que según el plano de
Algorta, tenían menos superficie de la que señalaba su propiedad.
El
16 de junio de 1887 se inscribían nuevas edificaciones, una en el
Puerto Viejo de Algorta “Jacobena”, que era inscrita en el
registro por D. José Julian de Mandaluniz; y la otra en Santa Maria
de Getxo “Bescoeche”, que era inscrita por D. Domingo de
Arancibia y D. Juan de Arrieta
(1).
(1)
Los
nombres de estas caserías los escribo tal y como fueron consignados
en el libro de actas.
Y
por fin la plaza de tamborilero y encargado del alumbrado público de
Las Arenas se iba a cubrir. Para ella se presentaron dos vecinos, uno
de Bilbao y otro de Abando, D. Vicente Azpeitia y D. Eusebio Uriona.
Siendo elegido para el cargo D. Eusebio Uriona y Barrenechea a quien
se le fijó como asignación anual la cantidad de 912 pesetas.
A
mediados de junio de 1887, el 23 de ese mes, volvían a la palestra
los mozos del pueblo declarados prófugos. A algunos de ellos incluso
viviendo en la lejana República de Chile, como era el caso de los
jóvenes Mariano Zubiaga Bilbao, Juan Bautista Encera Artolozaga,
Anselmo Uria Uria, Cándido Rodríguez Larrabeiti, José María Dios
Eguia, José Antonio Ondiz Inchaurraga y Nicolas Eiguren Osticoechea;
a otros residentes en la República de Argentina (Buenos Aires)
Vicente Acha Domenchín y José Domingo Larrazabal Bilbao, se les
reclamaba, aunque parece que había más interés por el abono de los
estipendios para librarse del servicio militar: “...sin
que ni ellos ni sus padres hayan puesto la consignación de 2.000
pesetas que previene el Art. 33…,
considerándolos
culpables y condenándolos al pago de de los gastos que ocasione su
busca, captura y conducción ante la Excelentísima Comisión
Provincial...
” En todos estos casos los padres o madres quedaban exonerados del
pago de responsabilidades penales.
Las
averías en las fuentes monumentales (Efigie Egipcia) del Mercado de
Algorta, San Ignacio y Las Arenas eran frecuentes, por lo que se
decidió encargar la realización de un plano con los modelos de las
llaves a D. Pascual Urresti, a fin de conseguir que las averías
fueran prontamente reparadas, aunque el ejecutor de las reparacioes
fuera D. Felipe Charroalde. Uno de los suministradores de faroles
para la iluminación de las calles fue D. Bautista Carrandi. Y el
suministro de carbón mineral para las estufas de las oficinas
municipales le correspondió a D. Juan Bautista Elortegui; D. José
Larrazabal era el encargado del encendido y apagado del alumbrado
público de Las Arenas.
En
esas mismas fechas el rematante de vinos, chacolíes, aguardientes y
otros alcoholes, así como de abacería y degüello de cerdos era
D. Benigno Zarranz, actuando como fiadores D. Francisco Elorriaga y
D. Lucio Frías; y el rematante de carnes frescas era D. Juan José
Bilbao, todos ellos vecinos del municipio.
A
finales de junio de 1887 se estaba gestionando la posibilidad de
establecer una estación telegráfica en nuestro municipio. Por otro
lado la mendicidad seguía preocupando a nuestras autoridades
provinciales y locales, se recibía en las oficinas municipales una
circular de la Diputación de Vizcaya, de fecha 25 del ese mismo mes,
referente al contingente provincial y de beneficencia municipal. En
la prensa local aparecía lo siguiente: “...Es
de todo punto injustificable lo que con la mendicidad está pasando
en Vizcaya y sobre todo en las inmediaciones de Bilbao. Tal es la
muchedumbre de mendigos forasteros que pululan en las romerías, por
las avenidas, atajando a los transeuntes, echándose encima de las
viandas de las familas que meriendan en el campo, que parecían haber
caído sobre Vizcaya los mendigos de toda la España septentrional.
Al ver esa muchedumbre de mendigos rebosando miseria, atrevimiento y
descompostura con sus gritos, los forasteros no pueden menos que
formarse un malísimo concepto de nuestras costumbres y de nuestra
administración local...”
Y era ahí donde les dolía, pues pensaban que podían creer que:
“...Vizcaya
toda carece de la organización de beneficencia...”
Seguían diciendo que: “...El
gran lunar, la gran vergüenza, es el espectáculo de la mendicidad.
Aquí son rarísimos los naturales del país que la ejercen, porque
el necesitado encuentra amparo bastante para abastecerse de ella en
sus parientes, y hasta se abstiene de ejercerla considerándola
vergonzosa...”
Parece que en esa época lo que molestaba a algunos sectores de la
población, no era la pobreza en si, si no el espectáculo público
de que la misma existiera.
Pero
en el Pueblo nuevas obras empezaban a perfilarse. Una de ellas se
estaba proyectando. Su artífice era D. Laureano G. Santa María,
autor de la traída de aguas potables desde Berango. Se trataba del
nuevo paseo desde la playa de Ereaga al Puerto.
El
1 de julio de 1887 se escribía la última acta de la anterior
corporación municipal, en la misma se iba a cambiar a parte de sus
componentes que habían sido elegidos para reemplazar a los actuales,
en los anteriores comicios de mayo. En aquella sesión causaban baja
los ediles D. Andrés Larrazabal, D. Manuel Valle y D. Damaso Ibarra.
Iniciado el pleno resultaba elegido Alcalde D. Pedro Amezaga, quien
pasó a ocupar la presidencia recibiendo el bastón de mando. A la
vez se nombraron dos Tenientes de Alcalde, D. Pedro Bonifacio Sarria
y D. José María Aizpiri. Seguido se nombró al Sindico Municipal,
responsable de sostener la defensa del Ayuntamiento en futuros
pleitos y de revisar y censurar las cuentas y presupuestos
municipales, cargo que recayó en D. Irineo Ramón Diliz.
Al
de unos días de la celebración de aquel pleno, el día 7 de julio,
se nombraban las comisiones y a sus componentes. Las cuales fueron
formadas de la siguiente manera:
COMISIÓN
DE HACIENDA
D.
Juan Antonio de Aldecoa y D. León Beitia.
OBRAS
PÚBLICAS, CAMINOS Y CALLES
D.
Pedro Bonifacio Sarria, D. Irineo Ramón Diliz y D. Eladio Sustacha.
FOMENTO,
DESLINDES, POLICÍA URBANA Y RURAL, CUIDADO DE MATADERO Y ALHÓNDIGA
D.
Pedro Bonifacio Sarria, D. Mateo Ajuria y D. Idelfonso Arrola.
RECONOCIMIENTO
DE PAN ELABORADO, LECHES, PESAS Y MEDIDAS DE LOS ESTABLECIMIENTO
PÚBLICOS
Para
el mes de julio D. Pedro Bonifacio Sarria y D. Irineo Ramón Diliz.
Para
el mes de agosto D. Juan Antonio de Aldecoa y D. Eladio Sustacha.
Para
el mes de septiembre D. Mateo Ajuria y D. Idelfonso Arrola.
A
partir de ese mes volvían a rotar, empezando por los primeros
nombrados. Turnándose dos concejales cada mes. Para
resolver los asuntos de Las Arenas y las comisiones que en dicho
barrio se pudieran conformar se nombró al residente en dicho barrio,
D. José María Azpiri.
Para
preparar las fiestas tanto profanas como religiosas se nombraba a los
señores D. Pedro Bonifacio Sarria, D. Mateo Ajuria y D. Idelfonso
Arrola.
En
la próxima entrada veremos cómo se negaba la autorización para la
extracción de piedra y arenas en la playa de Areatxu (Arrigunaga).
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