En
esta entrada continuaremos viendo como transcurría la segunda parte
del año 1900.
En
agosto las fiestas de San Ignazio se celebraban en torno a la iglesia
del mismo nombre, entre un bullicioso número de romeros acompañados
por la Banda Municipal y tamborileros. La Avenida Basagoiti se
llenaba de paseantes que la recorrían de arriba abajo. Por la noche
los fuegos pirotécnicos del Sr. Anta llenaban el cielo de Algorta de
colores. Durante toda la semana el Casino de Algorta ofreció la
actuación de la Compañía de Zarzuela Cómica , dirigida por el
primer actor D. Salvador Orozco, deleitando a los escasos asistentes,
a pesar de que como decían las obras eran: “...de lo más
morales y modernas...” Las de San Nikolas no se quedaban
atrás, los aurrekus que aquel año corrieron a cargo de los jóvenes
D. Eusebio de Maidagan y D. Pedro Garcia de Salazar, dieron comienzo
a unas animadas fiestas, acompañadas de actividades acuáticas en el
Puerto, con cucañas, patos, regatas de botes; así como romerías en
el paseo de la Avanzada seguidas de fuegos de artificio. También en
el barrio de Las Arenas las fiestas eran celebradas por todo lo alto.
Santa Ana era una festividad que atraía a muchos visitantes de los
pueblos limítrofes; fiestas que se celebraban en la campa de la
santa, con romerías animadas por la banda y tamborileros, a la que
acudían muchas familias que montaban sus toldos e instalaban mesas
en las que al mediodía se surtían de excelentes preparaciones
culinarias.
Y
mientras terminaban las de Bilbao, en medio de batallas de flores,
mal tiempo y esa extraña manía, a la que algunos denominan
“fiesta”, de maltratar a astados repartiéndose al final, cuando
el toro está en sus últimos estertores, las partes nobles del
animal que cortan sin ningún pudor. Le llegaba su hora a las grandes
regatas de Yachts y vela, organizadas por el Club Náutico y el
Sporting Club de Bilbao.
La
vida local después de septiembre se antojaba más sosa en
acontecimientos, y no es porque no aconteciera, solo que las cartas
que durante la primavera y verano se multiplicaban en los diarios
habían dejado de escribirse, los plumillas habían volado a sus
lugares de origen. Las noticias de prensa escaseaban, y solo nos
quedaba recurrir a los libros de actas municipales.
El
ambiente festivo se volvía a calentar, esta vez de la mano de las
fiestas del “Angel” en Andra Mari, y lo hacía con un programa
que además de la romería y los actos litúrgicos, contemplaba el
arrastre de piedra, con la novedad de que en esta ocasión serían
probadas dos piedras, una mayor y otra de menor tamaño.
Eran
tiempos de ventas de negocios, a primero de septiembre, le llegaba a
la hora a la “Compañía del Ferrocarril de Las Arenas a
Plencia”, que celebraba en las oficinas de la estación de
Areeta-Las Arenas, junta de obligacionistas, convocada por su
Vicepresidente D. José Marea Soláun, para tratar su venta y
disolución como compañía. En septiembre de 1900 se anunciaba que
la “Compañía del Ferrocarril de Santander a Bilbao”
había realizado una oferta para su compra. El 25 de Octubre de 1900
el Santander-Bilbao adquiere el ferrocarril de Areeta-Las Arenas a
Plentzia.
Septiembre
terminaba con las fiestas del Las Mercedes en Areeta-Las Arenas, en
las que los enfrentamientos de carneros y las exhibiciones de
barrenadores fueron el plato fuerte.
Llegaba
noviembre con noticias poco alentadoras, el gobierno decretaba:
“...la suspensión de las garantías constitucionales en toda
la península..., y los gobernadores civiles de las provincias en las
cuales se cree que existen ramificaciones carlistas han comenzado una
campaña de registros y detenciones…” En el “Boletín
Oficial de la Provincia de Vizcaya” aparecía el día 11 de
noviembre la orden del Gobernador Civil de: “...Prevengo a
los señores Alcaldes, Miñones, Guardia Civil, procedan
inmediatamente a la clausura de todos los círculos, casinos y
centros que tengan, aunque sea de una manera indirecta, el carácter
de carlista...” A pesar de que el movimiento insurgente se
limitaba a Catalunya, las detenciones por toda la geografía vasca no
dejaban de producirse. Un Alcalde no exento de humor y hartazgo por
las detenciones que se producían, cumpliendo con la obligación
exigida por el gobernador, enviaba un escrito diciendo: “...En
este pueblo no hay ningún centro ni sociedad carlista, pero en
cambio hay...” Y a la vuelta del oficio escribía: “...en
todos los vecinos tranquilidad...”
Y
las que llegaban de nuestro pueblo, relacionadas con la mar, no eran
mejores, el miércoles 31 de octubre, cuando salía rumbo a
Inglaterra, con cargamento de mineral, el vapor “Bilbao”,
que ya mencionaba anteriormente, embarranco en la escollera del
Puerto exterior, en la parte Sudeste de la boya blanca. Y aunque
acudieron en su ayuda los remolcadores “España”, “Cantabria”
y “Siglo”, presentaba serios problemas para su salvamento, ya
que tenía varias vías de agua. Finalmente pudo ser rescatado y
conducido a la dársena de Axpe.
Para
finales de año, nuestro vecino Mathias Romo ya había abierto su
negocio de venta de platería religiosa en la calle Sombrerería de
Bilbao, dedicándose también al replateo de cubiertos y vajillas.
Mientras la “Sociedad Recreativa de Las Arenas”
veía cerrar sus puertas para el 25 de noviembre de 1900.
En
esa fechas “El economista” hablaba en un artículo
de opinión sobre “Los delitos de especulación” y
decía: “...que la especulación degenera en juego y en agio
con facilidad, y se convierte en ocasiones en maquinación para
alterar el precio de las cosas...” Cuánto de eso sucede
hoy en día, cuando hasta los hogares humildes ven como el frío se
adueña de sus estancias.
Nuevamente
las noticias de naufragios llenaban las paginas de la prensa local,
el día 1 de diciembre le tocaba al bergantín goleta “Dolores”,
que embarrancó en el banco N.E., cerca de la playa de Las Arenas,
pero esto será objeto de otra entrada.
El
13 de noviembre el río Gobela se salía de su cauce debido a las
fuertes tormentas. Como consecuencia de las mismas, por la riada que
bajaba hasta nuestro puerto, se vieron obligados todos los buques
surtos en él a duplicar sus amarras y que tuvieran que hacer lo
propio las demás embarcaciones (gabarras, balandras, lanchones,
lanchas, etc.). La mancha fangosa en el mar llegaba hasta la altura
de Castro, algo que hasta entonces no se había visto. Tres día más
tarde se desataba una violenta tempestad, venía precedida de la
aparición de un número grandísimo de aves, que surcaron nuestros
cielos, su monótono concierto daba la señal inequívoca de que se
avecinaba el temporal; la noche fue infernal con vientos huracanados,
lluvias tempestuosas y granizo.
Y
así sin que el frío invierno trajera más noticias, se despedía un
año que no nos había dejado indiferentes, dejándonos el recuerdo
de una lastimera elegía del invierno por alguien descrita: “...Gime
el viento tristemente, trayendo, a la memoria los cuentos de la
niñez, que nos hablaban de brujas y fantasmas. Las hojas de los
árboles, mustias y descoloridas, se desprenden de las ramas y ruedan
por él húmedo suelo, quejándose ásperamente al chocar con las
piedras del camino. Los rayos del sol caen lánguidamente sin calor
ni alegría, sobre el campo desnudo, como cae la luz de la luna sobre
las tumbas. Los días amanecen envueltos en sudario de nieblas y las
noches se hacen repentinas, sin crepúsculo ni penumbra. El otoño
agoniza y viene el invierno...” Un nuevo año estaba por
llegar.
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