lunes, 10 de abril de 2017

LAS OBSERVACIONES DE UN VIAJERO EN EL TIEMPO 1900 y -II-


En esta entrada continuaremos viendo como transcurría la segunda parte del año 1900.

En agosto las fiestas de San Ignazio se celebraban en torno a la iglesia del mismo nombre, entre un bullicioso número de romeros acompañados por la Banda Municipal y tamborileros. La Avenida Basagoiti se llenaba de paseantes que la recorrían de arriba abajo. Por la noche los fuegos pirotécnicos del Sr. Anta llenaban el cielo de Algorta de colores. Durante toda la semana el Casino de Algorta ofreció la actuación de la Compañía de Zarzuela Cómica , dirigida por el primer actor D. Salvador Orozco, deleitando a los escasos asistentes, a pesar de que como decían las obras eran: “...de lo más morales y modernas...” Las de San Nikolas no se quedaban atrás, los aurrekus que aquel año corrieron a cargo de los jóvenes D. Eusebio de Maidagan y D. Pedro Garcia de Salazar, dieron comienzo a unas animadas fiestas, acompañadas de actividades acuáticas en el Puerto, con cucañas, patos, regatas de botes; así como romerías en el paseo de la Avanzada seguidas de fuegos de artificio. También en el barrio de Las Arenas las fiestas eran celebradas por todo lo alto. Santa Ana era una festividad que atraía a muchos visitantes de los pueblos limítrofes; fiestas que se celebraban en la campa de la santa, con romerías animadas por la banda y tamborileros, a la que acudían muchas familias que montaban sus toldos e instalaban mesas en las que al mediodía se surtían de excelentes preparaciones culinarias.

Y mientras terminaban las de Bilbao, en medio de batallas de flores, mal tiempo y esa extraña manía, a la que algunos denominan “fiesta”, de maltratar a astados repartiéndose al final, cuando el toro está en sus últimos estertores, las partes nobles del animal que cortan sin ningún pudor. Le llegaba su hora a las grandes regatas de Yachts y vela, organizadas por el Club Náutico y el Sporting Club de Bilbao.


La vida local después de septiembre se antojaba más sosa en acontecimientos, y no es porque no aconteciera, solo que las cartas que durante la primavera y verano se multiplicaban en los diarios habían dejado de escribirse, los plumillas habían volado a sus lugares de origen. Las noticias de prensa escaseaban, y solo nos quedaba recurrir a los libros de actas municipales.

El ambiente festivo se volvía a calentar, esta vez de la mano de las fiestas del “Angel” en Andra Mari, y lo hacía con un programa que además de la romería y los actos litúrgicos, contemplaba el arrastre de piedra, con la novedad de que en esta ocasión serían probadas dos piedras, una mayor y otra de menor tamaño.

Eran tiempos de ventas de negocios, a primero de septiembre, le llegaba a la hora a la “Compañía del Ferrocarril de Las Arenas a Plencia”, que celebraba en las oficinas de la estación de Areeta-Las Arenas, junta de obligacionistas, convocada por su Vicepresidente D. José Marea Soláun, para tratar su venta y disolución como compañía. En septiembre de 1900 se anunciaba que la “Compañía del Ferrocarril de Santander a Bilbao” había realizado una oferta para su compra. El 25 de Octubre de 1900 el Santander-Bilbao adquiere el ferrocarril de Areeta-Las Arenas a Plentzia.

Septiembre terminaba con las fiestas del Las Mercedes en Areeta-Las Arenas, en las que los enfrentamientos de carneros y las exhibiciones de barrenadores fueron el plato fuerte.

Llegaba noviembre con noticias poco alentadoras, el gobierno decretaba: “...la suspensión de las garantías constitucionales en toda la península..., y los gobernadores civiles de las provincias en las cuales se cree que existen ramificaciones carlistas han comenzado una campaña de registros y detenciones…” En el “Boletín Oficial de la Provincia de Vizcaya” aparecía el día 11 de noviembre la orden del Gobernador Civil de: “...Prevengo a los señores Alcaldes, Miñones, Guardia Civil, procedan inmediatamente a la clausura de todos los círculos, casinos y centros que tengan, aunque sea de una manera indirecta, el carácter de carlista...” A pesar de que el movimiento insurgente se limitaba a Catalunya, las detenciones por toda la geografía vasca no dejaban de producirse. Un Alcalde no exento de humor y hartazgo por las detenciones que se producían, cumpliendo con la obligación exigida por el gobernador, enviaba un escrito diciendo: “...En este pueblo no hay ningún centro ni sociedad carlista, pero en cambio hay...” Y a la vuelta del oficio escribía: “...en todos los vecinos tranquilidad...”


Y las que llegaban de nuestro pueblo, relacionadas con la mar, no eran mejores, el miércoles 31 de octubre, cuando salía rumbo a Inglaterra, con cargamento de mineral, el vapor “Bilbao”, que ya mencionaba anteriormente, embarranco en la escollera del Puerto exterior, en la parte Sudeste de la boya blanca. Y aunque acudieron en su ayuda los remolcadores “España”, “Cantabria” y “Siglo”, presentaba serios problemas para su salvamento, ya que tenía varias vías de agua. Finalmente pudo ser rescatado y conducido a la dársena de Axpe.

Para finales de año, nuestro vecino Mathias Romo ya había abierto su negocio de venta de platería religiosa en la calle Sombrerería de Bilbao, dedicándose también al replateo de cubiertos y vajillas. Mientras la “Sociedad Recreativa de Las Arenas” veía cerrar sus puertas para el 25 de noviembre de 1900.

En esa fechas “El economista” hablaba en un artículo de opinión sobre “Los delitos de especulación” y decía: “...que la especulación degenera en juego y en agio con facilidad, y se convierte en ocasiones en maquinación para alterar el precio de las cosas...” Cuánto de eso sucede hoy en día, cuando hasta los hogares humildes ven como el frío se adueña de sus estancias.

Nuevamente las noticias de naufragios llenaban las paginas de la prensa local, el día 1 de diciembre le tocaba al bergantín goleta “Dolores”, que embarrancó en el banco N.E., cerca de la playa de Las Arenas, pero esto será objeto de otra entrada.


El 13 de noviembre el río Gobela se salía de su cauce debido a las fuertes tormentas. Como consecuencia de las mismas, por la riada que bajaba hasta nuestro puerto, se vieron obligados todos los buques surtos en él a duplicar sus amarras y que tuvieran que hacer lo propio las demás embarcaciones (gabarras, balandras, lanchones, lanchas, etc.). La mancha fangosa en el mar llegaba hasta la altura de Castro, algo que hasta entonces no se había visto. Tres día más tarde se desataba una violenta tempestad, venía precedida de la aparición de un número grandísimo de aves, que surcaron nuestros cielos, su monótono concierto daba la señal inequívoca de que se avecinaba el temporal; la noche fue infernal con vientos huracanados, lluvias tempestuosas y granizo.

Y así sin que el frío invierno trajera más noticias, se despedía un año que no nos había dejado indiferentes, dejándonos el recuerdo de una lastimera elegía del invierno por alguien descrita: “...Gime el viento tristemente, trayendo, a la memoria los cuentos de la niñez, que nos hablaban de brujas y fantasmas. Las hojas de los árboles, mustias y descoloridas, se desprenden de las ramas y ruedan por él húmedo suelo, quejándose ásperamente al chocar con las piedras del camino. Los rayos del sol caen lánguidamente sin calor ni alegría, sobre el campo desnudo, como cae la luz de la luna sobre las tumbas. Los días amanecen envueltos en sudario de nieblas y las noches se hacen repentinas, sin crepúsculo ni penumbra. El otoño agoniza y viene el invierno...” Un nuevo año estaba por llegar.


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