De
esta Galería Balnearia, de su historia, incluso de sus
características, ya he hablado en entradas anteriores, pero quizá
faltaba por ver otros datos sobre sus instalaciones, sobre las gentes
que a el acudían y su entorno. Y es de lo que trataré ahora.
Los
Baños de Mar eran uno de los atractivos de Las Arenas de finales del
Siglo XIX. Contaron con diversos establecimientos que ofrecían ese
novedoso divertimento o “cura saludable”. Entre ellos estuvieron
los de “La
Fonda Vizcaína”
de Sotero Bernaola y el “Balneario
de Felipa Bustingorri”,
ambos situados en el paseo del muelle de Las Arenas y “Las
delicias”
de Urresti en la calle Urkijo, pero el que más fama llegó a
alcanzar fue “Baños
de Mar Bilbaínos”.
ANDRES
LARRAZABAL
Como decía en mi entrada, “Baños de Mar Bilbaínos” del 1 de diciembre del 2016, fue una lúdica moda surgida de manos de la familia de Máximo Aguirre, que sería regentado por D. Andrés Tuffli, D. Andrés Larrazabal Telleria. Este singular edificio, estaba situado en el paseo de “Areetako Kaia”, entre las actuales calles “José Luis Ugarte” y “Embarcadero”, ocupando el espacio en el que hoy esta el “Club Marítimo del Abra”.
La
vida en Las Arenas, al menos para algunos, era plácida. Disponía de
una hermosa playa que contaba ya en agosto de 1880 con cabinas de
baño, unas de ellas eran regentadas por una simpática señora,
aunque por el apodo que recibía, pareciera ser persona de genio
vivo; era la administradora “La
Carabinera Gerónima”,
cuyas casetas, incluido bañero, se alquilaban por medio real. Las
Arenas, Algorta, Portugalete y Santurce estaban llenos de forasteros
que pasaban la canícula del verano, unos limitándose a mejorar su
salud con las benéficas brisas y emanaciones marinas, otros uniendo
a este beneficio el de los baños en aquellas playas. Esa temporada
de baños, todos los establecimientos veraniegos se hallaban al
completo, al menos así lo relataba un articulista en el diario “El
Noticiero Bilbaíno”: “...como
en años anteriores les escribo para relatarles, de las novedades que
suelen ocurrir en esta deliciosa e inmejorable playa de Las Arenas
durante la temporada; veraniega, le manifiesto que tanto el
magnífico hotel como todas las fondas, casas de huéspedes y
particulares, se encuentran completamente llenas de distinguidas
familias de la corte y otros puntos…”
En ese artículo se quejaba de que no se habían emprendido mejoras
en el barrio, y la edificación de casas de precios económicos, y
que de hacerlo, muchas familias que iban a otras áreas geográficas
optarían por nuestro pueblo. No obstante, los impuestos sobre las
casetas de baño no eran bien recibidos por los dueños de la galería
balnearia, se cobraban 10 céntimos diarios por cada caseta de baño,
y la empresa solicitó que dicho impuesto fuera anulado.
Las
condiciones del alumbrado público también era comentadas por la
prensa: “...algunos
vecinos, por su cuenta particular, han empezado a alumbrar parte del
camino que hay desde la plazuela al balneario, y creo muy pronto
harán lo propio los restantes...”
Agradecía los espectáculos musicales que ofrecía la Galería
Balnearia: “...este
año, gracias a señores propietarios de la Galería balnearia,
tenemos conciertos de sexteto, ofrecidos por primeros profesores de
esta localidad, los jueves y domingos por la noche...”
Dentro de la música que animaba aquellas veladas, y que ofrecía una
orquesta llamada “La
Armónica”
una de sus piezas, una polca, estaba dedicada a uno de los símbolos
flotantes y sociedad recreativa local, el “Sportin
Club”.
Las entradas para disfrutar de aquellos conciertos costaban 1,25
pesetas, el precio de los abonos para 4 conciertos era de 4 pesetas .
Como
todos los veranos, desde su inauguración en 1881, la población se
encontraba de nuevo animada; a ella habían acudido muchas de las
principales familias de la corte y otros puntos, también de la villa
bilbaína. Y mientras que: “...las
fondas, casas de huéspedes y particulares, se esmeraban en servir a
sus huéspedes y proporcionarles toda clase de distracciones...”
Casi una novedad resulta saber que en dichas instalaciones, según se
desprende de un anuncio insertado del diario “El
Noticiero Bilbaíno”
en julio de 1881, era habitual la presencia de “Quinquilleros”,
que a pesar de que una canción popular dijera: “...quinquillero,
mucha bolsa y poco dinero...”,
honraban con su presencia nuestro balneario, y parece vendían
productos, que a aquellas selectas gentes que frecuentaban las
instalaciones veraniegas satisfacían.
Y
mientras que la plazuela de Las Arenas (actual Bizkaiko Zubia) era en
agosto de 1881 el centro de las actuaciones musicales para las clases
más humildes, donde se ofrecían obras como “El Canto del Bivac”
de Runckon, mazurcas del maestro Chopin, habaneras y música sajona
de Pausch, los aristócratas y gentes de buen vivir disfrutaban de la
música y los baños de mar en el establecimiento de “Baños de Mar
Bilbaínos”. En dicha galería se juntaba lo más granado de la
sociedad de la opulencia, dándose cita familias de renombre,
políticos y militares de alta graduación. Entre ellas estaban Sofía
Jacquet, María Aguirre, Luisa y Rafaela Urquijo, Carmen Gaminde,
Mercedes Gorbeña, Isabel y María Aburto, Carmen Coste y las hijas
de Juan Delmás; las hijas del general Alisedo y las del del general
Concha; jóvenes como Alberto Maruri, Eduardo Gaminde, Ángel y
Alfredo Gorbeña, Eduardo y Juan Aburto, Gabriel de Vilallonga, entre
otros. Entre las familias no locales estaban los Barzallana,
Guardamino, Blondeau y los Condes de Torregrosa. Durante el mes de
julio se dieron dos conciertos; en uno de ellos se ofreció, quizá
como homenaje a la localidad, la polka del maestro Sepúlveda “Las
Arenitas”, la galería balnearia aparecía iluminada a la
“Veneciana” con faroles colgantes de colores.
En
la próxima entrada seguiremos viendo algunos de los acontecimientos
sociales de esta Galería Balnearia.
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