San
Roque, santo de culto cristiano relacionado con la intermediación de
todo tipo de enfermedades nació en Montpellier (Francia) a finales
del Siglo XIII, dicen que en sus años mozos estudio medicina. Tras
quedar huérfano y heredar una considerable fortuna la distribuyó
entre los pobres, emprendiendo una vida de peregrino. Desde finales
del siglo XIV, San Roque se convirtió en uno de los santos más
populares, abogado por excelencia contra la peste y todo tipo de
epidemias, ya que una epidemia de peste en la ciudad que afectaba a
varios Obispos conciliares dice que se extinguió con la intercesión
del santo de Montpellier. El Papa Gregorio XIII lo declaró santo en
el siglo XVI y en muchos pueblos y ciudades lo veneraban.
Su
relación con las epidemias comienza durante la extensión de la
peste por Italia, época en la que recorre sus pueblos aliviando a
los enfermos y curando a muchos de los infectados por esta terrible
plaga. Tras ser contagiado, se retira a una cueva en un bosque. La
leyenda popular dice que: “...allí
recibía todos los días la visita de un perro con un pan en la boca,
que le lamía sus heridas, y tras beber agua de una fuente, se
curó...”
Esto le convirtió en el abogado por excelencia contra la peste y
todo tipo de epidemias.
En
Euskal Herria: “...la
peste azotó de modo despiadado a la sociedad a finales del siglo
XVI. Algunas poblaciones vascas llegaron a perder la tercera parte de
sus habitantes. Los pobres y las mujeres sin recursos fueron los
sectores más castigados, mientras que los ricos, valiéndose de sus
grandes medios, huían en busca de refugios no contaminados...”
San Roque, como santo protector para quedar a salvo de la peste, dará
lugar a tallas, retablos y ermitas donde rendirle culto, solicitando
su intermediación.
Ya
en 1744 aparecía una referencia al santo en Getxo, en las cuentas de
dicho año se pagaron 513 reales por las vidrieras de las dos
ventanas del presbiterio y de la capilla del altar de San Roque.
Esta
festividad se celebraba en Andra Mari de Getxo, ya desde antiguo, y
era mencionada en el libro del Corregidor de 1757, en relación a
algunos incidentes acaecidos durante las fiestas de la advocación de
dicho santo en nuestro barrio. Hechos que tuvieron como protagonista
a Miguel de Zabala, maestre de lancha, vecino de Getxo, que actuaba
en representación de la “Cofradía
de Mareantes”
del Puerto de Algorta.
En
los programas festivos del barrio de Andra Mari empieza a aparecer
como festividad en 1883, lo cual no significa que esta fiesta no se
celebrara ya antes. Entre las actividades festivas se incluían la
suelta de un toro embolado, seguido de romería en la campa de la
iglesia, que era amenizada por la banda municipal y los tamborileros.
Y que como decía la comisión municipal, en aquel mes de julio,
servirían: “...para
hacer más grata la estancia de cuantas personas vinieren a este
pueblo, a fortificar la salud y a descansar de sus habituales
tareas...”
Y que al año siguiente ya contó con unos vistoso fuegos de
artificio “volanderas”,
como las llamaban entonces.
A
lo largo del Siglo XX, se seguirá venerando y celebrando en Getxo la
festividad dedicada a San Roque.
En
el año 1903 en el barrio de Andra Mari, se celebraban las
festividades de la Virgen y San Roque, los días 15 y 16 de agosto,
con concurso de bertsolaris. Había arrastre de piedra en la campa
cercana a la Iglesia y baile ambas noches. Fiesta, en la que el día
de San Roque, se tuvo por costumbre, según el libro de Juan Bautista
Merino “Apuntes
para la Historia de Getxo”
que: “...se
solía celebrar un banquete de muchos platos, por los señores del
pueblo, en el lugar denominado Sarricobaso, cerca de los encinos,
entonces poblado de árboles frondosos, y hoy granja avícola de
Olaso, terminado el banquete monstruo, los referidos señores,
formando cadena, es decir, dándose la mano uno a otro, se
encaminaban desde dicho lugar hasta la campa de Guecho, junto a la
iglesia, donde se bailaba un aurresku, también de honor, ante el Sr.
Alcalde y Concejales, sentados en un banco y flanqueados por dos
alguaciles que les daban escolta con sendas lanzas que clavaban en el
suelo mientras duraba el baile...”
En
1918 en el programa de fiestas en honor al santo contaba con un
concurso de Arrekularis y la actuación de los bertsolaris Enbeita y
Larrabeiti. Al año siguiente se vería ampliado con carreras
pedestres y otras a lomos de jumentos. Viendo aparecer su primer
boceto impreso, que se conserva en el Archivo Municipal de Getxo, en
un programa de 1925.
En
el de 1931,
el día 16 de agosto, se recogía: A
las 11 de la mañana, concurso de aurreskularis y bailes jotas por
parejas. Por la tarde, concurso de bertsolaris y exhibición de
aurreskularis y jotalaris que hubieran obtenido los primeros premios
y segundos premios en el concurso. A continuación baile hasta las
ocho de la noche, verbena que continuaba por la noche desde las 20
horas hasta las 24. En el intermedio se lanzaron fuegos de artificio.
En
el de 1932
se definía a Getxo como: “...el
gran santuario veraniego de Vizcaya...”,
durante el día de San Roque tuvieron como actos festivos una
exhibición de albokaris de Zeanuri, concurso de arreskularis. Entre
los que habían obtenido los primeros premios del concurso de
aurresku, por la tarde, ofrecieron una exhibición. Siguió el día
con bailes hasta las doce de la noche y en el intermedio se disparó
una bonita colección de fuegos de artificio. Al año siguiente se
repetía casi el programa, solo que por la tarde eran los bertsolaris
quienes deleitaban a un entregado público, con la novedad de que a
las diez de la noche ofreció un concierto el Coro de la Juventud
Vasca de Bilbao.
En
1935, el Día 16 de agosto, festividad de San Roque, en la campa de
Santa María, hubo arrastre de piedra por bueyes, dantzaris,
arrastre de piedra por hombres en el que tomaron parte un grupo de
seis hombres, y una gran romería amenizada por las Bandas
Municipales de música y tamborileros.
En
1945 aparecía recogida dicha festividad en el programa de fiestas,
con romerías amenizadas por la Banda de Música Municipal y verbena
popular que se celebraba en la Campa de Santa María y era ambientada
por medio de altavoces.
De
la advocación a este santo, ya perdida como festividad local, se
conserva una imagen renacentista romanista. Es la talla, situada en
el encabezamiento de este articulo, en ella se puede apreciar a San Roque
vestido de peregrino, levantando su hábito para dejar a la vista la
llaga fruto de la peste, junto a el se sitúa el ángel, que otras
versiones dicen, le sanó. Al otro lado, a sus pies, el perrito que
le llevaba pan al santo. De esta imagen, probablemente perteneciente
al Siglo XVII, se puede decir, por las anatomías generosas, las
caras un poco planas y esas narices miguelangelescas, que parece ser
una pieza romanista, pero sus vestidos que ya empiezan a plegarse con
quiebros, nos asoman al clasicismo. También existía un relicario de
San Roque del Siglo XIX, en la parroquia de “La
Asunción de Nuestra Señora”
(Andra Mari), en el que se puede leer “S.
Rochi C.”
(ver fotografía superior).
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