miércoles, 21 de abril de 2021

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -215-

 


En la entrada anterior veíamos como los miembros de la Cofradía del Puerto Viejo solicitaban al Ayuntamiento que pusiera luz eléctrica en dicho barrio.

 

El 25 de enero de 1894 se anunciaba en “El Noticiero Bilbaíno” la salida a subasta pública de una casería del barrio de Algorta: “…El día 17 de febrero tendrá lugar en la Audiencia de la calle María Muñoz de Bilbao, la venta en pública subasta de los bienes embargados a D. Manuel, D. Alejo y D. Juan de Zalduondo Libarona, vecinos de Guecho, consistentes en la casa palacio denominada “Ardanaz”, situada en el barrio de Algorta…”

 

Ya se acercaba el carnaval y en la Villa de Bilbao se anunciaban bailes de máscaras en las sedes de la “Sociedad Bilbaína”, en la sociedad “El Sitio” y en la de la Sociedad “Euskalerria”. Esas fiestas iban a comenzaban el día 3, martes de febrero, terminando el día 11, domingo.

 


En el pleno municipal del Ayuntamiento de Getxo del 25 de enero de 1894 se daba cuenta de: “…Un Oficio del Gobernador Civil de la Provincia, fechado el 20 de actual, informando de que había aprobado el Reglamento por el cual ha de regirse la Sociedad recreativa de Las Arenas que trata de establecerse en ese barrio, cuyo objeto es el recreo e instrucción de sus socios…” El Consistorio de Getxo decidía: “…Se recomiende al Director o Presidente de dicha Sociedad que una copia del Reglamento se deposite en el Archivo Municipal…”

 

Se daba cuenta en el mismo pleno de un B. S. (Besa la Mano): “…Del Diputado Provincial D. Victoriano Galdiz, rogando preste esta corporación su cooperación a la suscripción abierta para aliviar la situación de las familias de los náufragos de Elachove…” Acordaba el Ayuntamiento: “…Contribuir con 100 pesetas a favor de dichas familias…” Se trataba del naufragio de la lancha “Nuestra Señora de la Antigua”, propiedad de D. Cayetano de Landeta, que era patroneada por D. Lorenzo Fernández, alias “Tiple”, que llevaba a bordo 15 tripulantes, la cual había naufragado el día 20 de enero.

 

Las obras que se estaban realizando junto a la iglesia de San Ignacio, nos permitían conocer dónde estaba situada la llamada “Casa Hospital”, ya que en las actas de aquel pleno se recocía lo siguiente: “…Acuerda este Ayuntamiento pasar a informe de la Comisión de Fomento y Policía, una instancia de D. Pedro Llona referente al aprovechamiento de tierras y escombros excedentes en la calle que pasa por frente a la Iglesia de San Ignacio, y a la casa conocida con el nombre de Hospital…”

 

Otro de los puntos de aquel pleno nos hablaba sobre las clases nocturnas en Santa María de Getxo: “…Se da cuenta de un escrito del regidor D. Victor Aresti, y accediendo a sus deseos acuerda este Ayuntamiento, autorizar a D. Cesáreo Ocariz, organista de la parroquia de Santa María, para que pueda instalar un aula de enseñanza nocturna en el local de la escuela de niños de aquella parroquia utilizando el menaje y enseres de la misma…”

 

En el diario “El Noticiero Bilbaíno” del 30 de enero de 1894 se anunciaba la pronta salida del libro “De Bilbao y sus Cercanías”, del editor D. Luis Larrañaga, libro que por su interés extraeré próximamente algunos datos y los publicaré al margen de esta larga historia sobre el último cuarto del Siglo XIX en nuestra Anteiglesia.

 

En el pleno del 1 de febrero de 1894 se decidía, de acuerdo con lo indicado por la Comisión Provincial sobre la Junta de Estadística, conformar dicha Junta: “…De acuerdo con la Comisión Provincial disponemos conformar la Junta de Estadística Industria y Comercio de esta localidad para la cobranza de las contribuciones. Para ello son designados para componer la misma los siguientes señores:

Los Concejales: D. Sabino Laca, D. Juan Domingo Echevarria, D. Juan Libano, D. José María Basagoiti y D. Antonio María Ugarte.

Los Propietarios mayores contribuyentes o pudientes: D. Evencio Cortina, D. Juan Cruz Mezo y D. Juan Antonio Aldecoa.

Los Propietarios menos contribuyentes o pudientes: D. Juan Learra y D. José Ramón Basauri. Los cuales junto con el Alcalde son nombrados para componer la Junta de Estadística de esta Anteiglesia…”

 


En aquel pleno se informaba de que se habían puesto los edictos para notificar a la población: “…En los sitios, según costumbre de esta Anteiglesia, haciendo saber al público haber designado un terreno de la casa llamada “Alango” en Algorta, propiedad de los señores D. Eusebio, D. Alejo y D. Ceferino Manuel Azcorra, para emplazar el Hospital Hospicio de enfermedades comunes no infecciosas ni contagiosas que hace años tiene en proyecto este Ayuntamiento….” El Consistorio de Getxo anunciaba que en el término de 20 días, quienes quisieran podían proponer alegaciones. Sin embargo, finalizado el plazo el día 29 de enero de 1894, tan solo: “…Se ha presentado un escrito firmado por 17 vecinos protestando y reclamando contra la designación de ese terreno para el emplazamiento de dicho edificio, pero no habiendo estos ni exhibido ni  presentado las cédulas personales, requisito indispensable para poder ser admitida su queja, tal y como se establece en Artículo 8º, inciso 4º de la Instrucción de Cédulas personales del 27 de mayo de 1884, fue devuelto por el Alcalde la misma tarde en que se presentó el escrito. Por lo que en consecuencia se dispone que el Arquitecto del Municipio D. Eladio Iturria presente los planos, presupuestos y condiciones para la ejecución en el terreno ya designado del Hospital Hospicio…” El primer hospital estuvo en la actual plaza de S. Ignacio. El edificio se erigió en unos terrenos dejados por las hermanas Abaroa Sarria. Gracias a su donación funcionó desde 1878 hasta que en 1896 se construyó el nuevo Hospital Hospicio” en Alango.

 


El agua de uso domiciliario era un problema en toda la comarca, sobre todo en la gran urbe de Bilbao. Tal es sí que los diarios de la capital bizkaína decían en sus editoriales del día 2 de febrero de 1894: “…Que en las calles habitadas generalmente por obreros y empleados de escasa retribución, ha sido recibida con verdadera alegría la orden de que las aguas del río pueden ser empleadas en usos domésticos, sin que por ello nos expongamos a morir de mala manera. Que el agua del río no debe emplearse para beber, cosa que nadie desconoce. Pero de eso a privarnos completamente de ella hay una gran distancia. Algunos señores concejales del municipio bilbaíno  han llegado a decir en plena sesión, que las aguas procedentes de este río (se referían al Nervión), son como si se reco­gieran de una letrina y con ellas se sirve el tifus a domicilio…” Para defender su uso recurrían a ejemplos de cómo eran utilizadas en otras zonas y capitales como Paris e incluso las del río Ebro, que eran analizadas a varios kilómetros después de atravesar las poblaciones encontrándose limpias de todo germen.  Para ello recurrían a una vieja táctica, la de defender que la dilución en un gran volumen de los gérmenes mejoraba la salubridad de las aguas, señalando que en el año 1893, año de una gran sequía, había diluviado en la Villa 1.100 milímetros cuando lo habitual era que fueran 1.500. Afortunadamente el agua para el consumo domiciliario en nuestra Anteiglesia ya se traía desde los manantiales de los montes de Berango.

 

En la próxima entrada de esta serie sobre el último cuarto del Siglo XIX, veremos cómo la presencia del carnaval se dejaba sentir en la comarca.

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