lunes, 7 de septiembre de 2020

UN MÉDICO ANTE UNA EPIDEMIA



Ahora que una nueva epidemia acaba de asolar a todos lo continentes y nos ha mantenido enclaustrados en nuestras casas y amenaza con repetir el brote, es bueno mirar hacia atrás en nuestra propia historia y ver que en otras épocas virus y bacterias también atacaban inmisericordes a nuestros antepasados. A pesar de ello la vida se siguió abriendo camino.

A comienzos de enero de 1855 ese agresor era la bacteria llamada “Cólera Morbo”. Aquel ataque era recogido en el diario madrileño “La Nación” del 7 de enero de 1855, y el miedo provocaba seguro las mismas dudas y también un médico quien hacía frente al agresor y a la rumorología : “...El Doctor D. Bartolomé de Zeaorrote médico establecido en Bilbao, que con el mayor celo, y su acostumbrada generosidad, no perdonó fatiga ni sacrificios en su asistencia a todas horas a todas las clases de la población y sus arrabales, y a los pobres más bien con socorros que con exigencias, ha procedido de la misma manera en los pocos casos de igual cólera-morbo-asiático. Y a pesar de que por el momento se dan escasos casos en esos arrabales ha hecho circular el escrito siguiente a sus amigos, para tranquilizarles, no menos a los que han permanecido en sus casas, a los que se ausentaron de la población a la aparición do los primeros casos: Desde el día 12 del actual vivimos aquí bajo la declaración del cólera-morbo-asiático, debe arredraros muy poco esto, cuando en esta Villa, a pesar de todas las cifras que habéis visto en los Boletines, no ha habido la noche pasada mas que la defunción de una señora de resultas de padecimientos ajenos del cólera. Por este cuadro se deduce, que difícilmente en cien años no habrá ocurrido que en un día, mayormente como el de la fecha, haya habido menos pérdidas que lamentar, aún en los tiempos de la más completa salud…”

El diario “La España” del 9 de septiembre de 1855 decía repitiendo los mismos patrones de conducta que algunos han realizado hoy en día: “...El cólera ha aparecido en la villa de Plencia, y en los pueblecillos comarcanos hasta Algorta, barrio de la anteiglesia de Guecho, en el cual ha sorprendido a infinidad de bañistas 

y de familias que a su saludable atmósfera se habían acogido. De Algorta, en los primeros brotes, huyeron aquellos trasladándose a la villa de Porlugalete, baluarte hoy el más seguro y en el que apiñados y confundidos viven un largo ciento de familias bilbaínas y de otros pueblos del señorío...”

Una consideración preliminar: Aunque de forma preferente utilizo los nombres de las localidades en su actual grafía euskaldun, para esta historia, teniendo en cuenta la época las escribiré como las consignaron los que describieron los acontecimientos.

Entre nosotros, en nuestra Anteiglesia, era un galeno D. Pedro Zabala Basterrechea natural de Guernica, que fue médico cirujano de Algorta y posteriormente de Begoña, quien hacía frente a la bacteria. La titulación de esta especialidad se unificó en 1827 mediante un Real Decreto. Este médico vivía en el barrio de Algorta. La Anteiglesia todavía no estaba muy habitada, tan solo contaba con 570 habitantes, y estaba dividida en dos barrios: “...Guecho que tendrá 170 vecinos y Algorta sobre 400 habitantes...”

Su trabajo e interés provocó una serie de desencuentros con la autoridad municipal, que llevó a un intercambio de escritos ante la Diputación Provincial.

Según relataba el eminente cirujano, en una de sus epístolas, en la que señalaba por qué barrio ejercía cómo medico: “...En este último barrio se halla contratado el exponente como médico cirujano, sin dependencia alguna del Ayuntamiento, que carece al mismo tiempo de facultativo titular...” Y a continuación expresaba al Consistorio, en la que solicitaba le abonara su trabajo, las razones por las que pretendía el pago de sus servicios: “...Que viendo el recurrente que amagaba la invasión de la aterradora epidemia, conocida como “Colera-Morbo-Asiática”, procediendo con cordura y prudencia profesional, creyó conveniente poner en conocimiento de sus contratados, con anticipación de dos meses, que si desgraciadamente se declaraba en el barrio la enfermedad, haría falta otro facultativo que le acompañara. Pasó desapercibida entonces la indicación. Tratamos que celebrara una reunión para exponer a los posibles afectados del barrio de Algorta, junto con otros profesionales, compañeros de fatigas. Al solicitar al Alcalde permiso para celebrar dicha reunión, contestando el Alcalde que ya se habían tomado las medidas oportunas, sin que en el pueblo se tuviera conocimiento de las mismas. El caso es que a los dos o tres días nombró el Ayuntamiento dos comisionados que encargaron el Alcalde y el Cura Párroco D. Estanislao de Cortina, con objeto de adquirir un facultativo para los dos barrios, o sea para todo el pueblo, a costa de los fondos comunes...” Al parecer de aquellos facultativos uno solo se prestó para ejercer en Guecho durante un periodo máximo de dos meses por la que solicitaba una retribución de 30.000 reales. Cómo las gestiones de los responsables municipales no daban resultados D. Pedro Zabala continuó al cuidado del barrio de Algorta.

La epidemia continuaba incrementando el número de afectados por lo que el Ayuntamiento de Guecho tomó la decisión de: “...Establecer en Algorta un hospital para todos los vecinos del pueblo, disponiendo que D. Pedro Zabala se encargara de visitar a todos enfermos que ingresaran en el Hospital...”

Nuestro insigne doctor permaneció durante toda la crisis al pie de la cabecera de los vecinos de Guecho, pese a que fueron muchas las llamadas que desde otros pueblos le llamaron para que extendiese sus conocimientos a los enfermos de esos municipios.


Dicen que el Ayuntamiento mostró escasa gratitud al galeno, mientras los vecinos recogieron firmas para elevarlas al consistorio, ante lo que todos consideraron: “...Una actitud mezquina y miserable hacía le médico cirujano, temerosos de que si se volviera a reproducir la epidemia podrían quedar sin los auxilios del facultativo...”

El médico citado pasó sus honorarios al Ayuntamiento a razón de 200 reales diarios por sus servicios en el Hospital de Algorta: “...Y ni siquiera los honores de la contestación mereció de aquella autoridad...” Se quejaba el galeno, no sin razón, de que: “...El Consistorio había contratado otro facultativo para el barrio de Santa María por la misma cantidad que él reclamaba...”

Exponía ante la Diputación Provincial las que el consideraba causas de aquella afrenta: “...En sus actos el Ayuntamiento y los concejales actúan como si los fondos comunes fueran de su propiedad, privando con ello a los vecinos de Algorta de los beneficios de su mediación. Que afecta a este médico de por la antipatía que parece desprenderse por haber sido contratado por el barrio de Algorta...”

Finalmente el Ayuntamiento, según reconocía el propio galeno el 17 de diciembre de 1855, recibía la negativa del Ayuntamiento para abonarle sus servicios.

El 19 de diciembre de 1855 D. Luis Gonzaga de Aguirre, en nombre de la Diputación de Vizcaya, trasladaba el escrito al Ayuntamiento de Guecho: “...Comuníquese esta exposición al Ayuntamiento de la Anteiglesia de Guecho para que a la posible brevedad exponga cuanto se le ofrezca...”

El Ayuntamiento presidido por D. Valentín de Eguiraun, el 9 de enero de 1855, ofreció sus visión de los hechos: “...Este Pueblo se compone de dos barrios, Algorta llamado “Bajo” y el otro “Alto” o de Guecho. Los vecinos de aquel tienen contratado su facultativo particular, que es hoy el Sr. Zabala; y este último también tiene su facultativo particular. El Ayuntamiento carece, en verdad, de facultativo titular, pero los motivos los diremos en su lugar, que este terreno es vedado para él...”

A continuación el Ayuntamiento desgranaba sus actuaciones para la contención de la dañina bacteria: “...Antes de declararse en este Pueblo el llamado “Cólera-Morbo-Asiático”, y sobre las medidas adoptadas ya antes, se apresuró a otras generales de suma importancia: La primera consistió en prestar auxilios necesarios o posibles a la clase menesterosa; otra fue que se intentó contratar un medico que profesara medicina y cirugía, pero no al Cura Párroco Cortina, como equivocadamente sugiere el Sr. Zabala. Pero por entonces no fue posible proporcionar ningún facultativo...”

Excusaban unas de las acusaciones que el facultativo Sr. Zabala hacía a la Alcaldía, que el Sr. Alcalde estaba mientras sucedían los hechos en su casa: “...Que si bien es cierto que el Alcalde se hallaba en su casa cumplía con sus funciones, mientras otros se ausentaban del Pueblo dejándole abandonado a merced del terror y espanto de la epidemia...” A pesar de esos intercambios de epistolares el Ayuntamiento reconocía la entrega del Sr. Zavala durante el azote del cólera morbo. Y aclaraban para justificar las actuaciones del Consistorio que: “...Más adelante, y en sesión de la Junta Municipal de Sanidad del día 3 de septiembre, se acordó se tratara de proporcionar una casa para establecer un hospital provisional para los casos de que se hiciera necesario por las circunstancias venideras y nombrara una comisión auxiliar. Al día siguiente de esta reunión, la Comisión Auxiliar, en Algorta, con la representación del Ayuntamiento, a instancias de uno de los asistentes acordó se proporcione para tal hospital la casa “Mugaburu Nueva”, en el centro del partido particular del médico Zavala, y solo para él…” Esta denominación de la vivienda “Mugaburu Nueva”, a pesar de que aparecía en el callejero de 1887, situada en la calle Nueva, me inclino a pensar que el local pudo ser el que recoge el mismo callejero, bajo el nombre especifico de “Hospital”, que en esa fecha estaba ya deshabitado, en el n.º 16 de la calle de la Carretera (Actual Algortako Etorbidea). Decía el consistorio en el escrito que: “...Presentándose el medico Zabala ante esta comisión, se acordó inspeccionar la casa declarándose útil para Hospital Provisional, establecimiento este que tenía dos objetivos principales: Auxiliar a la clase más menesterosa que fue atacada por el Cólera, recogiéndola en él, y auxiliar al mismo medico Zavala, animándole en su trabajo, sin necesidad de que fuera a importarles sus servicios en las casa diseminadas...”

El Ayuntamiento afirmaba que: “...El médico Zavala desfigura y exagera los hechos al decir que el Ayuntamiento dispuso que él se encargara de las visitas de los enfermos al hospital. Además que este facultativo tenía obligación de asistir y prestar sus servicios a todos los de su Partido, pobres y no pobres. De los ingresados en aquel hospital murieron seis y se curaron cuatro, y solamente falleció uno de Las Arenas, un cantero que era forastero...” En aquel intervalo sucedió un luctuoso acontecimiento. Falleció la esposa del galeno, lo que sirvió al Alcalde para atacar al Sr. Zavala insinuando que su situación anímica no era la mejor. Entre tanto el Ayuntamiento dispuso que otro galeno, este de Lejona, ayudara a D. Pedro Zavala: “...Pero sin que la ayuda fuera completa ya que la zona de Guecho quedaba exenta de dicho apoyo. Pero como quiera que el cólera se desató en esta zona y afortunadamente otro médico, este de Sopelana D. Emeterio Villabaso, se había presentado el consistorio para ocupar plaza, pudo ayudar al Dr. Zavala...”


Una de las críticas que realizaba nuestro médico sobre la actuación del Ayuntamiento de Guecho era que: “... las soluciones que se arbitraban, establecimiento del hospital, nombramiento de personas auxiliares, conductores de cadáveres y demás, se limitaban al barrio de Algorta...” Mientras el Ayuntamiento criticaba al Dr. Zavala diciendo: “...Si alguna animadversión hubiere entre los barrios, a nosotros compete exclusivamente el conocimiento de ellas, y no al médico contratado para administrar a los auxilios facultativos a la población...” En este caso habría que tener en cuenta que Getxo municipio, dos años más tarde en 1857, contaba con una población de tan solo 2079 habitantes. Por lo que presumiblemente las relaciones médico paciente eran de carácter muy familiar, por lo que las demandas de nuestro galeno se ajustaba a ese tipo de relaciones. Afortunadamente para enero de 1856 la plaga del cólera fue remitiendo.

De toda aquella discusión en la que las reclamaciones se referían a cantidades de dinero por honorarios no devengados, había un trasfondo de desencuentro entre galeno, Ayuntamiento y barrios. Aquellos legajos que hacían un total de 82 paginas forman parte del expediente administrativo del Archivo Foral de Bizkaia Régimen Municipal y Urbanismo AR00016/022 (1855 / 1856).

Otras epidemias también asolaron nuestros entornos, la Peste Negra (1384), unas eran de viruela y tifus (1875) y (1900), alguna trajo el dengue a nuestros entornos. El Diario de Bilbao del 5 de enero de 1918 informaba sobre la llamada Gripe española. Pero de todas ellas, con la colaboración ciudadana y guiados por nuestros técnicos sanitarios, supimos salir. Estamos todos metidos en el mismo barco, pero ojalá salgamos pronto de esta.

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