jueves, 27 de septiembre de 2018

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -55-



En la anterior entrada veíamos cómo el monte o derrumbadero, que así se llamaba, de Satistegui, daba no pocos quebraderos de cabeza a los vecinos de la zona. Y cómo el Gobernador Civil de la Provincia aprobaba el proyecto de traída de aguas potables a Getxo desde los montes de Berango.

Empezábamos 1886 con el viaje a Bilbao, a la Administración de Hacienda, del primer alguacil D. Juan Antonio Miragaray para recoger las cédulas personales del presente año y repartirlas entre el vecindario.

EL día 12 de enero de 1886 se publicaba en el Boletín Oficial de la Provincia la lista de los propietarios a quienes afectaban las obras de conducción del abastecimiento de aguas para los barrios de Algorta y Las Arenas. Dos días más tarde se sacaba a subasta pública, de acuerdo con las condiciones y presupuestos presentados por el ingeniero D. Laureano Gómez Santa María para el acopio de materiales y ejecución de las obras de traída de aguas potables desde los montes de Berango.

A mediados de enero de 1886 varios vecinos de Achecolandeta solicitan al Ayuntamiento la construcción de un camino peatil desde la zona denominada
El Castillo de la Begoña” hasta la Avanzada.


El día 14 de enero de 1886, el consistorio de Getxo trataba sobre la presentación de los planos, remitidos por el Presiente de la Comisión nombrada para la construcción de la Iglesia de Las Mercedes de Las Arenas. Pocos días antes, el 19 de diciembre de 1885, ya había aparecido la noticia del inicio de las obras en el diario “El Noticiero Bilbaíno”: “...Se espera que en los primeros días de enero podrán dar principio las obras de la capilla que por suscripción particular van a construir algunos propietarios en el hermoso barrio de las Arenas...”

Y mientras que sucesivas solicitudes de ayudas domiciliarias para familias en exclusión, con serios niveles de pobreza eran denegados, el Ayuntamiento gastaba en cosas tan superfluas como el bordado de unas iniciales en seda para las gorras de los municipales para acudir a las exequias del recién finado monarca.

Y como las elecciones para el concejo estaban próximas a celebrarse, el 21 de enero de 1886, el Ayuntamiento ordenaba que las listas fueran expuestas al público durante la primera quincena de febrero.

Por esas fechas la casa denominada “Ascane la Nueva” parece que estaba en cierto abandono. Eso se desprende de la petición del administrador de la propiedad D. Eleuterio Larrea, vecino de Bilbao. En su escrito decía: “...Los perjuicios que se hacen en la casa denominada Ascane la Nueva, con la entrada en la misma de ganados y desperfectos ocasionados extrayendo tierras, talando el monte contiguo a la casa, con corte de zarzas y argomas...” Aunque parece que la única habitante de Ascane era la cuñada del exponente Dña. Beatriz Cortina.


A finales de enero de 1886 los efectos de las oficinas municipales (papelería, plumas, impresos, libros de acuerdos), eran adquiridos al librero “Emperaile” de Bilbao.

A primeros de febrero de 1886 el Ayuntamiento de Getxo, anunciaba el “Noticiero Bilbaíno”, las subastas que se iban a realizar para la construcción de la traída de aguas potables a nuestros barrios. Entre los elementos que iban a salir a pública subasta estaban las obras de construcción del depósito, el suministro de la tubería de barro y hierro, las tomas de aguas y obras de fábrica, el suministro de llaves, fuentes, bocas de riego y demás aparatos para la conducción de aguas a Algorta.

En febrero de 1886, parece que los pagos al organista y sacristán de la iglesia de San Nicolás de Bari de Algorta se hacían por los vecinos. Tal es así que el 4 de febrero el Ayuntamiento amenazaba con publicar la lista de morosos, facultando al recaudador D. Juan Antonio de Miragaray para: “...Pasando sean tres días sin verificar el pago se expida contra los que aún resulten morosos el correspondiente apremio...”

En esa misma fecha, la Junta Local de enseñanza, acordaba reunirse con los testamentarios de la finada Dña. Rogelia de Cortina para: “...Tratar sobre la manera, modo y forma de establecer una escuela de parvulos en esta Anteiglesia...” Las escuelas de Algorta, las de la plaza de la Constitución, al parecer sufrían continuas rupturas de cristales, lo que provocaba excesivos costes para el municipio, por lo que se plantearon, incluso, recurrir a colocar alambres de espino en las mismas.


Ya en febrero de 1886, las necesidades de ingresos de la Diputación Provincial al parecer eran perentorias, ya que con fecha 6 y 9 de febrero se recibían sendos escrito en el Ayuntamiento, por parte del Administrador de Propiedades e Impuestos de la Provincia, solicitando que: “...Se ingrese en esta dependencia la mayor cantidad posible del importe de la cedulas personales del presente ejercicio...” El consistorio de Getxo, al parecer, andaba bien de fondos, ya que decidía abonar el importe íntegro de la recaudación, realizada entre el vecindario, la cual ascendía a 1.422 pesetas. A la vez que acordaba nuestra corporación que: “...Teniendo en cuenta el mal resultado que dio el pasado año la distribución a domicilio de las cédulas, se expidan en el presente año en la secretaria municipal, haciendo presente al vecindario que acuda a proveerse de la cédulas que corresponda a cada uno con arreglo al padrón...” Se daba como limite el 31 de marzo para su retirada y abono.

El alistamiento de mozos para el ejercito era en esos días un trámite que el ejército reclamaba, que presentaba curiosidades como la no presencia del secretario municipal: “...Por hallarse comprendido en el presente alistamiento su hijo D. Luciano Abarrategui y Sustacha…” Por lo que pasaba a realizar la función de tallaje y clasificación de mozos aptos el auxiliar de la Secretaria D. Emilio María Saliquet. Así como para acompañarle en el cometido, se designaba al sargento de carabineros de la fuerza local para verificar la medición y talla.

El Juez y Fiscal Municipal, disponían como señal de mando de sendos bastones, que eran fabricados por la viuda de “Hernández e Hijo”, que vivía en el numero 5 de la calle Ronda de Bilbao. El importe de esas makillas de mando costaron al consistorio 26 pesetas.

En la próxima entrada sobre esta historia del último cuarto del Siglo XIX, veremos cómo el alumbrado público de la localidad requería de importantes cantidades de esencia mineral y petróleo.

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