lunes, 11 de diciembre de 2017

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -7-



Terminábamos la anterior entrada viendo como la gran afluencia de mendigos forasteros, provocó que el Ayuntamiento acordara que dichos mendigos, cualquiera que fuera su sexo y clase, fueran despachados inmediatamente del Pueblo.

Durante la noche del 28 al 29 de abril de 1875 fuerzas Carlistas apoyadas por gentes del pueblo, en la oscuridad de la noche, se adentraron en el interior de la población de Algorta, esquivando las fortificaciones. Más de 300 familias, temerosas de que pudieran realizar alguna represalia, abandonaron la población. Algún regidor parece que se sintió indispuesto, no pudiendo ser localizado. Para evitar nuevas incursiones decidieron realizar un Blocado en las inmediaciones de Alango. El Blocado para la defensa del pueblo decidieron edificarlo en los terrenos de D. Franisco de Zubiaga, cercano a la casa Santurtun; era un paraje situado entre una de la avenidas que llegaban de Berango a Algorta, y a una distancia de 90 metros de las casa próximas al fuerte de Las Canteras. En aquella zona estaba establecida la iglesia entonces utilizada como cuartel. El trazado para su construcción fue realizado por el Sargento Méndez y el maestro de obras D. Manuel Otaduy, bajo la atenta mirada del Capitán Ricardo Seco. La construcción, que no contó con el beneplácito del propietario del terreno, costó al municipio 9.741 reales.

Hasta el reloj de la torre de San Nicolás parece que se revelaba contra las fuerzas Liberales, ya que el día 3 de mayo el comandante de dichas fuerzas exhortaba al Alcalde a que se reparara, ya que a su decir: “...Se halla parado desde hace algunos días, y es necesario a las fuerzas armadas para sus actos de servicio. El ayuntamiento acordaba que fuera reparado por los grandes servicios que está destinado a prestar tanto a la fuerza como a los vecinos...”

Las reclamaciones de la tropa no cesaban, el día 9 de mayo de 1875, era demandado por el Brigadier de la segunda fuerza de las fuerzas Liberales acantonadas: “...se exhortara la población que excitase los sentimientos filantrópicos del vecindario para que hagan donativos de hilas, trapos, sabanas y toallas con destino al hospital militar de Portugalete...” EL Ayuntamiento tratando de justificar la escasez de útiles de es clase decía: “...durante el tiempo que permanecieron la fuerzas Carlistas en esta localidad, hicieron acopio de gran cantidad de cajas de hierro, colchones, almohadas, fundas, toallas y cubiertos. Sin embargo dio este municipio en octubre a sus fuerzas, con destino al hospital militar, 31 colchones, 5 mantas, 2 almohadas, 127 sabanas y 128 fundas...”

La circulación por algunas calles principales del Algorta está prohibida para carros y coches, por los destrozos que en las mismas provocaban las llantas de los carros. Era el caso de las dos arterias principales del barrio: “...Tetuán (actual Avenida Basagoiti) y San Nicolás desde Iturrieta hasta la puerta del jardín de la casa llamada Telleche. Las mismas se habían cerrado al trafico por un acuerdo del 29 de abril de 1871…” Siendo desde aquella fecha peatonales.


El agua, uno de los bienes más apreciados, escaseaba en Algorta, al menos eso se desprende del lo anotado en el acta del 17 de junio de 1875: “...Hízose presente que en esta población escasea mucho uno de los artículos de primera necesidad que es el agua...” Por lo que decidieron aprovechar un pequeño manantial próximo a la casa de D. José Ramón de Arecheta, y realizar una fuente para el consumo del vecindario. Por aquellos días decidieron construir fuentes en Ereaga y Arrigunaga.

Parece que en esas mimas fechas, el tratamiento para oficiales y tropa era ciertamente clasista, ya que se ordenaba al Regidor D. Diego de Uribarri que vivía en el barrio de Las Arenas: “...que haga boletas de alojamiento los oficiales y militares de graduación que tengan que alojarse en el barrio, para evitar la incomodidad de dichos señores...” El Comandante General de las fuerzas acantonadas en Las Arenas había prohibido toda clase de suministros y pedidos, por el abuso que se estaba cometiendo contra la población, y envió jergones y camas por cuenta de la Administración Militar. Y no obstante el teniente coronel del Regimiento de Infantería Murcia, del segundo batallón acantonado en Las Arenas, pedía al Ayuntamiento el suministro de 22 camas para 44 hombres, !Parece que los pensaban hacer dormir de dos en dos!. El Ayuntamiento a pesar de la prohibición expresa del Comandante General contestaba al teniente coronel: “...este Ayuntamiento dispuesto a secundar los buenos deseos de del referido señor jefe, dentro de tres semanas empezará paja nueva, proporcionando entonces la cantidad de paja larga que pueda con destino al destacamento a su mando...” Mientras, la tropa pernoctaba en tiendas de campaña, sobre la piedra y tierra, en el duro suelo, que era donde colocaban sus raídos jergones. El Ayuntamiento se vio en la necesidad de hacer acopio de maderas, para hacer camastros, y evitar que durante el invierno los soldados padecieran enfermedades, por el frío y la humedad de los suelos.

Había algunos artículos prohibidos por un bando de guerra del Comandante General de Vizcaya, a los que se estableció unas tasas para poder hacer frente a las demandas de los militares: “...Al tabaco en rama de importación 90 reales de vellón; a toda clase de reses1 real; a los cerdos 1o reales; a los corderos y cabritos 4 reales, siempre por cabeza; la lista era interminable y abordaba a productos como el pan, trigo, patatas, café, bacalao, arroz, sardinas prensadas, queso de bola cuya tasa era de 1 real; los cales de lana también tenía un recargo de 1 real; los paraguas 4 reales; la cántara de vino común 4 reales y el chacolí del país 2 reales…” Decretaban que: “...cualquier producto que trate de pasar de contrabando, será decomisado y será para beneficio del pueblo...” Aquellos derechos sobre la lista de artículos fueron enviados al Gobernador de la Provincia: “...de conformidad al párrafo 2º de la regla 2ª, del articulado 132 de la Ley municipal del 20 de agosto de 1870. En el mismos se establecía que era para sufragar los gastos de guerra...” Y se nombraba recaudadores D. José Azcarate, Juan Bautista Incera y a D. Lorenzo de Barrenechea. No obstante también acordaron pedir autorización para su aplicación al Ministro de la Guerra.


En la siguiente entrada veremos cómo al llegar las fiestas de San Nicolás el consistorio agasajaba con bebidas a la guarnición militar que estaba en la población con comida y bebidas. Así como la orden del Gobierno de la Provincia para que se llevara a efecto el empadronamiento de los barrios de Algorta y Las Arenas.


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