Complementado
mis entradas anteriores sobre los Balnearios de Getxo, traigo a estas
páginas uno de los hechos que facilitarían, no sólo el tránsito
(casi medio millón de personas cruzaban en bote ambas márgenes), si
no el aumento de un turismo incipiente, que veía trasladar a nuestro
pueblo las instalaciones, que antes habían estado en Portugalete y
Santurtzi (la industrialización de esa margen, provocaría el
traslado a nuestro municipio, de las élites asentadas hasta entonces
en la margen izquierda). El abrazo de dos pueblos, la unión
de ambas orillas de la ría (Ibaizabal), ese hecho que unió para
siempre ambas márgenes, fue la inauguración del Puente Palacio o
Puente Bizkaia.
Previamente
hubo un intento de construcción de un puente giratorio. Sucedía el
1 de abril de 1891. La solicitud partió de la mano del vecino de la
villa de Bilbao Pedro María Mercadet. El constructor obtuvo una real
patente por 20 años. En su escrito definía la instalación como:
“...un puente giratorio, suspensible y fijo, mediante el
cual, sin interrumpir la navegación, puedan pasar con absoluta
seguridad personas, caballerías, carros, coches y tranvías...”.
Afirmaba en el escrito haber solicitado del gobierno la autorización
para montar cinco puentes de ese género. El presupuesto previsto
para el mismo era de 300.000 pesetas, solicitaba al Ayuntamiento de
Getxo una subvención reintegrable, sin intereses de 10 a 15 años.
Aquella propuesta fue rechazada por la corporación municipal.
Adjuntaba un plano con el diseño de ese puente (ver fotografía
inferior).
Finalmente
el puente que cruzaría la ría fue el de Alberto Palacios. Durante
su construcción el Sr. Palacios solicitó el 8 de enero de 1893 la
autorización para la construcción de un pozo para alimentar de agua
el puente. Dicho pozo iba a estar situado junto al muro del jardín
de la antigua casa del Sr. Maturana, en Las Arenas. De dicho pozo de
1,60 metros de diámetro partía un colector de cinco centímetros de
diámetro, hasta la base del puente. Como curiosidad en la parte
inferior se puede ver la fecha de solicitud junto a la firma del Sr.
Palacios.
Su
inauguración estaba prevista para el domingo 23 de julio de 1893,
pero su puesta en marcha definitiva se realizó el viernes 28 de
julio. ¿Quizá el retraso se debió a que la bomba de
alimentación de agua, fabricada en Orleans, llegaba el 15 de julio?.
La prensa bizkaina (El Noticiero Bilbaino), en la columna “Sección
Literaria” que titulaba “El Puente Movible”,
decía: “...Hoy quedará abierto al público el puente
movible entre Las Arenas y Portugalete...”. En esa columna
se deshacían en elogios “...Obra
grandiosa, prodigio de la ciencia, arrogante torre...”,
para describir a continuación su composición y funcionamiento. Las
pruebas oficiales se habían verificado la víspera, bajo la
supervisión del Ingeniero Jefe de Bizkaia D. José Lequerica. Para
verificar su resistencia, se colocaron en la barquilla sacos de
arena, hasta alcanzar una carga de 40 tn., peso que excedía en siete
u ocho veces el mayor peso que se pensaba trasladar entre ambas
orillas.
El
banquete de inauguración fue servido en el Hotel Ventura (Recreo).
Ocupaban la presidencia el Arquitecto Sr. Palacio, a su derecha
estaba el gerente de la empresa constructora Sr. Murga y a su
izquierda el ingeniero parisino Sr. Brull. En el ágape participaron
22 comensales. Llegada la hora de los brindis, tomó la palabra el
Sr. Murga quien expreso su agradecimiento a cuantos habían
participado en la construcción del transbordador. A continuación
tomo la palabra un emocionado Alberto Palacio, padre y diseñador de
tan magna obra, quien expresó su lucha ante tan ardua tarea y
agradeció a todos los participantes su ayuda para hacer realidad
aquel acontecimiento con palabras gratitud y orgullo: “...He
luchado con las dificultades de la ciencia, de la sociedad, de lo
desconocido, y cuando veo realizada mi obra, atrevimiento de la
mecánica, una locura para negocios bursátiles, rasgo de soberbia de
juventud, no acierto a expresar con la sinceridad de mi corazón, mi
gratitud a cuantos me han ayudado...”.
Entre
los que habían colaborado con él citaba, además de los
anteriormente nombrados, a Ferdinad Arnodin, ingeniero constructor
apodado “El Rey del cable”, y al Sr. Gory (jefe de
montaje). Adelantó sus proyectos para el futuro, entre ellos
mencionaba un puente entre Erandio y Baracaldo, que no se llegó a
construir. Hacía a continuación una defensa de la utilización del
hierro en la nueva arquitectura religiosa, tan pobre en esos
momentos, y se preguntaba: “...¿Que razón existe para que
sea tan pobre el estilo arquitectónico religioso?, si los egipcios
tomaron al granito como base de sus milenarias pirámides, los
griegos el pentélico mármol, el hormigón los romanos, y la
arenisca calcárea los góticos y renacentistas para sus catedrales y
templos, ¿Por qué razón nuestro tiempo que ha descubierto las
maravillosas condiciones del hierro, no ha de hacer de él la base
para sus santuarios religiosos?...”. Le siguió en la
palabra el Sr, Brull, dirigiéndose a los presentes en francés,
realizando un encendido elogio a Bilbao. Finalmente el Sr. Palacio
anunciaba que tras una misa que se iba a celebrar en la plazoleta del
puente se procedería a la inauguración oficial y apertura al
público.
La
Sociedad Constructora estaba formada por los señores: Murga, López
de Letona, Palacio, Elgoibar, Trucios, Arratia, Otola, Ajuria,
Zunzunegui, Vildosola, Bustamante, Acha, Retuerto y Rourville, que
habían realizado un desembolso de cerca de 4 millones de reales,
para hacer realidad aquel monumento de hierro, aunque parece que fue
Lopez de Letona quien aporto la mayor parte del capital necesario.
Hablaron de la previsión de montar un restaurante en un balcón
corrido sobre el mecanismo del motor del carro, obra que nunca vio la
luz.
La
música también formó parte de aquella celebración, que contó con
la presencia de la Banda de Música de Portugalete y tamborileros,
que interpretaron piezas, entre ellas música vasca. Realizaron tres
viajes inaugurales, uno de ellos con la banda de acompañamiento,
sobre el carro del transbordador y una multitud que llenaba la
barquilla. Un inmenso gentío llenaba los muelles de ambas riberas,
pugnando por entrar en el novedoso transporte. Finalizó el día con
una estruendosa colección de fuegos de artificio.
Durante
los siguientes días el Puente Bizkaia fue objeto de comentarios de
prensa y encendidas loas a su construcción. Mientras, la celebración
de las fiestas de Santa Ana (26 de julio), competían en protagonismo
con esa inauguración, los trenes y tranvías llegaban abarrotados de
visitantes, las inmediaciones de la ermita eran un verdadero
hervidero de gente, a pesar de lo desapacible del tiempo (no paró de
llover). El día de San Ignacio se presentó con un mar alborotado,
las olas rompían sobre los muelles, supuso un motivo de estreno del
transbordador para miles de visitantes. Se calculaba que pudieron
cruzar cerca de 12.000 personas, cuando el número de habitantes de
Getxo no llegaba a los 5.000 (en 1897 éramos 5.211 habitantes). La
prensa decía: “...!Parece que todo el mundo se ha dado cita
para inaugurar el Puente!...”.
El
precio del pasaje fue objeto de crítica por su elevado precio de 10
céntimos en primera y 5 en segunda !Qué aquí también había
clases!. El abuso fue de tal calibre que la compañía, en las horas
de máxima afluencia, tan solo ponía a la venta billetes de primera.
Lo que motivo que el diario “El
Nervión”
publicara en primera plana la denuncia que ya la víspera realizaron
al Gobernador sobre este hecho que titulaban: “...!Un
Abuso!...”
En ella divulgaron
el cuadro de tarifas que la empresa debía aplicar, decían en dicha
denuncia: “...el
cuadro de tarifas y el reglamentó por que debe regirse ese servicio,
debiendo advertir que los precios que se fijan en el cuadro y las
disposiciones del reglamento de que daremos conocimiento están
aprobados por Real orden y ni estas ni aquellas pueden ser
modificadas sino por otra disposición análoga...”.
Advertían que la empresa no podía aplicar el reglamente a su
conveniencia económica, de hecho lo hacían de tal forma que: “...si
se presentaban más viajeros y mercancías de los que podían ser
transportados en un viaje, se daba prioridad a los pasajeros de
primera...”
!Por interés te quiero Andrés!. En
la fotografía superior
se puede ver el cuadro de tarifas.
En
la fotografía superior podemos observar la separación entre las
clases, siguiendo la marcha de la barquilla, en su derecha (izquierda
de la foto), se sentaban los de primera, se distinguían por
sus ropajes, salvavidas incluidos. Mientras que los viajeros de
segunda a la izquierda, !Como debía ser!, con delantal blanco y
cestos de mimbre, iban más agolpados. Y en el centro los carreteros
expuestos a las inclemencias del tiempo. Puestos a quejarse, otra de
las criticas, quizá por la novedad del momento, era la escasa
duración del viaje.
Mientras
esto sucedía, para sofocar los calores veraniegos, y surtir de hielo
a los balnearios, en Bilbao se anunciaba la llegada de agua
congelada, desde la lejana Noruega.
Estimado amigo:
ResponderEliminarLa foto central, de la escalinata hacia Las Arenas y con la basílica de Santa María de Portugalete al fondo, está girada en horizontal, por lo que aparece la iglesia a la izquierda (cuando debe aparecer a la derecha de la escalinata).
Saludos y enhorabuena por este magnífico blog.
Rectifico mi comentario anterior. Pensaba que era una foto frontal hacia la plaza del puente, pero repasando veo que es la escalinata hacia la playa de Las Arenas. Saludos, de nuevo, y felicitaciones.
ResponderEliminarEn primer lugar quiero felicitarle por este fantástico blog. En este artículo del Puente Colgante hace referencia a los inversores del proyecto, entre ellos un Zunzunegui que creo que podría tratarse de mi tatarabuelo José Antonio Zunzunegui Sarasola ("La Sociedad Constructora estaba formada por los señores: Murga, López de Letona, Palacio, Elgoibar, Trucios, Arratia, Otola, Ajuria, Zunzunegui, Vildosola, Bustamante, Acha, Retuerto y Rourville,"). ¿Sería posible conocer algún dato más de este Zunzunegui?
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