lunes, 15 de julio de 2013

EL ALUMBRADO DE GETXO EN EL SIGLO XIX -I-


Antes de empezar esta entrada quiero aclarar que debido a las vacaciones estivales, que provocan la falta de funcionarios en algunos archivos, de los que extraigo la información para estas entradas, me veré obligado, durante los mese de Julio y Agosto, a espaciar las mismas, no pudiendo realizar las entradas de forma diaria, como venia haciéndolo hasta ahora, hasta que en Septiembre vuelvan los archivos municipales a funcionar con normalidad.

El alumbrado de Getxo en el Siglo XIX (1801–1900) era de gran importancia dadas las normativas y contratos que el Consistorio realizaba, dentro de estos alumbrados, también era de destacar la importancia de algunas grasas, para proveerse de luz en el vecindario.

Como introducción a los métodos de iluminación de nuestros hogares un pequeño preámbulo:

De algunos de estos aceites o grasas, los de ballena y bacalao, que eran utilizados para iluminación domiciliaria o con fines medicinales, de su importancia, da cuenta en nuestro municipio un documento del 12 de Mayo 1759, con la creación en el muelle de Areeta-Las Arenas (hoy Tomas Olabarri), de una “Casa Nueva” de promoción vecinal, para posada y venta por un coste de 27.000 reales, que el 31 de Mayo de 1760 arrendaron los vecinos:

...las casas Nueva y Vieja de los arenales frente a Portugalete, con la condición de que el arrendatario debía tener en venta aceite de ballena y bacalao, sin faltar en dicha casa vieja, con un añadimiento en la primera donde tenían su habitación y vivienda los barqueros...”.


Del primero de los cetáceos, la ballena, su aprovechamiento era total, pero lo mas importante de toda su anatomía, era la grasa, de la que se extraía el codiciado “Saín”, aceite que se utilizó como combustible para el alumbrado hasta mediados del siglo XIX.

Ya desde siglos anteriores en el XVI, los balleneros vascos que se desplazaban a Canadá, podían transportar entre 500 y 2000 barriles de aceite, una ballena podía llenar entre 40 y 90 barriles.

Para su elaboración las tiras de grasa se introducían en las calderas de reducción, hechas de cobre, y eran calentadas en hornos de leña para extraer la grasa del animal, a medida que la grasa se iba transformado en aceite, se ponía en un caldero con agua fría, las impurezas más pesadas de la grasa, quedaban en el fondo. Esta operación se llevaba a cabo día y noche, hasta que toda la grasa había sido procesada, el aceite purificado era entonces vertido en los barriles.

Hasta que entre los años 1830 y 1850 se descubrieron las cualidades de este “saín”, que no desprendía humo ni olor, se utilizaban para la iluminación de las casas velas de sebo, las cuales desprendían un olor desagradable, asi se pasó a utilizar en los candiles este nuevo producto, pero al principio su uso fue limitado, sólo se lo podían permitir los ricos, en los hogares humildes continuaron con aquellos pestilente olores.


La búsqueda de un combustible mejor para las lámparas, la historia de las mismas, es tan variada e interesante como el parpadeo, misterioso y encantador que producen, llevó a una gran demanda de “aceite de piedra” o petróleo, y a mediados del siglo XIX varios científicos desarrollaron procesos que comercializaban como elixir medicinal, mas tarde este aceite seria destilado y convertido en keroseno, más tarde al encontrar con las perforaciones petróleo en mayor cantidad, se produjo keroseno en grandes cantidades.

Del otro producto solo decir que el hígado de bacalao se ha utilizado durante siglos como una fuente de aceites saludables, las gentes sabían, antes de que llegara la medicina moderna, que si comían el hígado de bacalao podían evitar enfermedades, tales como el raquitismo, el aceite de hígado de bacalao era extraído del hígado de dicho pescado.


Hasta aquí un pequeño apunte relativo a los albores de la iluminación de nuestros hogares en el Siglo XIX, que en aquellas oscuras noches, en las que la luz, primero de las velas de sebo, que como en el relato de Hans Christian Andersen, al encenderlasestallaba brillante y clara a su alrededor bañando el camino”, haciendo tintinear sombras chinescas, en aquellas habitáculos de nuestros antepasados, y que hacia tan necesaria la presencia de aquellos productos, en los comercios de la “Casa Vieja” y la “Casa Nueva” de aquellos Arenales en los albores de lo que mas tarde sería el bello paraje denominado “Areeta-Las Arenas”. En la próxima entrada iremos viendo como evolucionaba el alumbrado de Getxo.

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