Antes
de empezar esta entrada quiero aclarar que debido a las vacaciones
estivales, que provocan la falta de funcionarios en algunos archivos,
de los que extraigo la información para estas entradas, me veré
obligado, durante los mese de Julio y Agosto, a espaciar las mismas,
no pudiendo realizar las entradas de forma diaria, como venia
haciéndolo hasta ahora, hasta que en Septiembre vuelvan los
archivos municipales a funcionar con normalidad.
El
alumbrado de Getxo en el Siglo XIX (1801–1900) era de gran
importancia dadas las normativas y contratos que el Consistorio
realizaba, dentro de estos alumbrados, también era de destacar la
importancia de algunas grasas, para proveerse de luz en el
vecindario.
Como
introducción a los métodos de iluminación de nuestros hogares un
pequeño preámbulo:
De
algunos de estos aceites o grasas, los de ballena y bacalao, que eran
utilizados para iluminación domiciliaria o con fines medicinales, de
su importancia, da cuenta en nuestro municipio un documento del 12 de
Mayo 1759, con la creación en el muelle de Areeta-Las Arenas (hoy
Tomas Olabarri), de una “Casa Nueva” de promoción
vecinal, para posada y venta por un coste de 27.000 reales, que el 31
de Mayo de 1760 arrendaron los vecinos:
“...las
casas Nueva y Vieja de los arenales frente a Portugalete, con la
condición de que el arrendatario debía tener en venta aceite de
ballena y bacalao, sin faltar en dicha casa vieja, con un añadimiento
en la primera donde tenían su habitación y vivienda los
barqueros...”.
Del
primero de los cetáceos, la ballena, su aprovechamiento era total,
pero lo mas importante de toda su anatomía, era la grasa, de la que
se extraía el codiciado “Saín”,
aceite que se utilizó como combustible para el alumbrado hasta
mediados del siglo XIX.
Ya
desde siglos anteriores en el XVI, los balleneros vascos que se
desplazaban a Canadá, podían transportar entre 500 y 2000 barriles
de aceite, una ballena podía llenar entre 40 y 90 barriles.
Para
su elaboración las tiras de grasa se introducían en las calderas de
reducción, hechas de cobre, y eran calentadas en hornos de leña
para extraer la grasa del animal, a medida que la grasa se iba
transformado en aceite, se ponía en un caldero con agua fría, las
impurezas más pesadas de la grasa, quedaban en el fondo. Esta
operación se llevaba a cabo día y noche, hasta que toda la grasa
había sido procesada, el aceite
purificado
era entonces vertido en los barriles.
Hasta
que entre los años 1830 y 1850 se descubrieron las cualidades de
este “saín”,
que no desprendía humo ni olor, se utilizaban para la iluminación
de las casas velas de sebo, las cuales desprendían un olor
desagradable, asi se pasó a utilizar en los candiles este nuevo
producto, pero al principio su uso fue limitado, sólo se lo podían
permitir los ricos, en los hogares humildes continuaron con aquellos
pestilente olores.
La
búsqueda de un combustible mejor para las lámparas, la historia de
las mismas, es tan variada e interesante como el parpadeo, misterioso
y encantador que producen, llevó a una gran demanda de “aceite
de piedra” o petróleo, y a mediados del siglo XIX varios
científicos desarrollaron procesos que comercializaban como elixir
medicinal, mas tarde este aceite seria destilado y convertido en
keroseno, más tarde al encontrar con las perforaciones petróleo en
mayor cantidad, se produjo keroseno en grandes cantidades.
Del
otro producto solo decir que el hígado de bacalao se ha utilizado
durante siglos como una fuente de aceites saludables, las gentes
sabían, antes de que llegara la medicina moderna, que si comían el
hígado de bacalao podían evitar enfermedades, tales como el
raquitismo, el aceite de hígado de bacalao era extraído del hígado
de dicho pescado.
Hasta
aquí un pequeño apunte relativo a los albores de la iluminación de
nuestros hogares en el Siglo XIX, que en aquellas oscuras noches, en
las que la luz, primero de las velas de sebo, que como en el relato
de Hans
Christian Andersen, al encenderlas
“estallaba
brillante y clara a su alrededor bañando el camino”,
haciendo tintinear sombras chinescas, en aquellas habitáculos de
nuestros antepasados, y que hacia tan necesaria la presencia de
aquellos productos, en los comercios de la “Casa
Vieja”
y la “Casa
Nueva”
de aquellos Arenales en los albores de lo que mas tarde sería el
bello paraje denominado “Areeta-Las
Arenas”.
En la próxima entrada iremos viendo como evolucionaba el alumbrado
de Getxo.
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