miércoles, 3 de marzo de 2021

CURIOSIDADES DEL LIBRO DE BILBAO Y CERCANÍAS -I-

 


Aprovechando que, mientras escribía el último cuarto del Siglo XIX en Getxo, para recoger como se desarrollaban las cosas en nuestro entorno próximo a comienzos de 1894, iba leyendo diarios de la época, al leer el diario “El Noticiero Bilbaíno” del 30 de enero de ese año he visto que, en él, se anunciaba la pronta salida del libro “De Bilbao y sus Cercanías”, del editor D. Luis Larrañaga. Traigo a estas páginas por su interés algunos datos que dicho libro incluía sobre nuestra Anteiglesia, la forma de vida en aquel Bilbao y su comarca de finales de siglo.

 

En los años 1895 y 1896 se publicaron dos libros que tenían por nombre “El libro de Bilbao y sus cercanías”. Se trataba de una guía artístico-comercial editada por D. Luis Larrañaga. En la misma se aportaban datos históricos sobre Bilbao y su comarca, entre ellos aparecían algunos relativos a la vida en nuestra Anteiglesia.

 

La Guía tenía un apartado dedicado a anuncios comerciales, incluía los precios por hacerse propaganda en la misma, estos iban desde las 30 pesetas que costaba uno de plana entera, a las 15 pesetas de media plana. Si se deseaba resaltar los encabezamientos con letras “Versales” había que añadir 1 pesetas al coste del anuncio. En esta guía nos daban una idea de los comercios y profesiones de la época.

 


Entre ellos había algunos dedicados a Peluquerías cómo la de “José Marquinez” de Hurtado de Amezaga, quien ofrecía servicios de tocador, fricciones capilares y tinte de pelo por 25 céntimos y 50 si eran a domicilio. De conservas cómo los de “La Bilbaína”, quien ofrecía toda clase de pescados, aves, carnes, hortalizas y verduras, se encontraba situada en la calle Iturribide. La de carbones en Erandio de “Uriarte y Compañía”, que incluía toda clase de efectos navales. Los de farmacia del “Laboratorio Químico de Galdiz” de la calle Hurtado de Amezaga. Los almacenes de quincalla de “Antonio Araluce” de la calle San Francisco. Los “Chocolates de Aguirre” de Artecalle. O los Baños “El Nervión” quien anunciaba tratamientos hidroterápicos, baños y duchas que disponían de jabonetas de olor, eso sí, los baños estaban separados por sexos ¡Que era una casa seria!, estaba situada en la calle Nueva.

 

Otras profesiones eran las de los abogados, entre los que indicaban que había 8 dedicados a los pobres. Academias de contabilidad, solfeo e idiomas; administraciones de loterías, adornistas de salones y templos. Servicios de vapores, agentes de aduanas, agencias funerarias, marítimas, afinadores de pianos, agencias mineras; una larga retahíla de servicios de bebidas, aguardientes y licores, aguas azoradas y medicinales, gaseosas, azucares y confiterías. Alpargaterías, armeros, bacaladerías y salones de baile. Almacenistas de hoja de lata, estaño, cobre y cinc cómo “Ricardo Rochlet”. Albéitares, herradores, aserradores de madera, fabricantes de bastones, bisutería, boterías, carruajes, cesterías, colchonerías y estufas. Corseterías y cordelerías, de cromos, estampas y grabados, cuchillerías y curtidos. Fabricantes de fuegos artificiales cómo “Juan de Anta” o “Julio Barrena Charlen”. Incluso la lista de hoteles, como el “Hotel Terminus” de la calle Estación. La lista de servicios y profesiones era interminable.

 


Respecto de los diarios y revistas de esa etapa estaban: “El Basco” que estaba en la calle Banco de España. La revista semanal “Bilbao” situada en la calle Jardines. El “Boletín Oficial” que tenía su rotativa en la calle Iturribide, en el patio del Instituto. “El Diario de Bilbao” de la calle Ledesma. “El Nervión” que estaba en la calle María Muñoz. “Las Noticias” en la calle Santa María. “El Noticiero Bilbaíno” que tenía su rotativa en la calle Gran Vía y “El Porvenir Vascongado” situado en Iturribide.

 

En cuanto a las referidas a nuestro municipio se mencionaba al Notario Pedro Jesús Vozmediano, cuya notaría estaba en la Villa, pero tenía establecida su residencia en Getxo. Entre los abogados mencionaban al vecino de Algorta Remigio Anchia. Y a Antolín Urtiaga, propietario de la “Fonda de Recreo Antolín Urtiaga”, situada en Las Arenas, junto a las cocheras del tranvía y el Puente Palacio. A la fábrica de mosaicos y azulejos “La Algorteña” de Manuel Uria. Y entre los viejos habitantes de la Vega de Santa Eugenia mencionaban la joyería de Matías Romo, que estaba en la calle correo de Bilbao.

 


De los medios de transporte animal se mencionaba a los carruajes de un solo caballo, que para una o dos personas dentro de la jurisdicción, la tarifa era 0,75 pesetas. O los de dos caballos, cuyo coste para dos personas era de 1,50 pesetas. Servicios que comenzaban a las seis de la mañana y duraban hasta las doce de la noche.

 

Nos recordaba que el paseo que había en Campo Volantín estaba poblado de grandes mansiones y hoteles. El mismo aparecía adornado por largas hileras de arbolado, compuestas por hayas, álamos, robles, fresnos, acacias y otros ejemplares. Junto a él, pasaba el Tranvía de Bilbao a Las  Arenas, que enlazaba desde esta última población con Algorta y Plencia.

 

Nos hablaba de  los transportes urbanos, del Tranvía de los Amann, del Ferrocarril de Bilbao a Las Arenas, que había entrado explotación en 1887, el cual enlazaba en esta última estación con el que iba destino a Algorta y Plencia. Nos hablaba de los servicios de los Fielatos para la recaudación de arbitrios municipales, entre ellos estaban el de la estación de Las Arenas y el de Portugalete.

 


Incluso daba datos de la profundidad del cauce de la ría, la cual debido a los aluviones que el flujo de la marea depositaba casi enfrente de la Casilla de la Comandancia de Marina de Portugalete y Las Arenas, hacía que este punto fuera el de mínima profundidad de la ría, que en las circunstancias más desfavorables daba una profundidad de 3,35 metros a bajamar equinoccial.

 

De los servicios de teléfonos los más cercanos se encontraban en Las Arenas, en la calle Urquijo junto al camino a la playa (Andrés Larrazabal) y en Portugalete en la calle del Cristo. En aquel momento la red de telefonía de Bilbao contaba con 1.000 abonados.

 


Los servicios sanitarios marítimos del Puerto tenían las oficinas en Portugalete, en la calle Muelle de Valdecilla.  Eran cubiertos por un médico suplente llamado Juan José Conde Pelayo. Contaba con un maquinista también de Portugalete Indalecio Zorrilla y un corredor marítimo jurado Sixto Escalante.

 

Esta entrada se compone de tres partes, en las dos siguientes sobre esta serie, hablaré de lo que escribían de Algorta y Las Arenas.

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