jueves, 29 de noviembre de 2018

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -67-



En la anterior entrada veíamos cómo a principios de año un nuevo Colegio Inglés comenzaba a funcionar en Algorta y se ordenaba que en el plazo de dos meses se llevara a cabo la revisión de la rotulación de calles y plazas, así como la numeración de las casas y demás edificios enclavados en el municipio.

El 10 de febrero de 1887, aparecía recogido en el libro de plenos, la instalación de cañerías, llaves, fuentes y otros elementos para la conducción y suministro de agua en el barrio de Las Arenas, obra que estaba realizando el contratista D. Simón Aberasturi. Otro vecino de este barrio, de oficio panadero, D. Ángel Lorente, trataba de construir una caseta donde almacenar las harinas que utilizaba para la fabricación del pan. Permiso que fue denegado: “...Porque la corporación municipal tiene que atenerse a lo establecido en el plano de edificación de Las Arenas...”

Y cómo los salarios de los maestros no les permitían vivir con cierta dignidad. El maestro de Santa María de Getxo solicitaba permiso para hacer un corral donde criar cerdos y gallinas. Sin embargo, el 17 de febrero el Ayuntamiento le respondía: “..Que no procede, porque al igual que ocurrió anteriormente, cuando existía contra esa casa un pequeño cortijo, fue motivo de humedades y malos olores...”


Mientras, uno de los caseríos del barrio de Hormaza de Santa María de Getxo, “Hormaza Goicoa”, iba a ser inscrito en el registro de la Propiedad por Dña. Dolores Cortina y Gorrondona.

Días más tarde, el 17 de febrero, era D. Antonio Arecheta quien solicitaba permiso para extraer piedra en la playa de Ereaga: “...Para extraer la piedra necesaria, en las peñas sitas enfrente (de) donde la gente suele bañarse en la playa de Ereaga, para construir un Balneario en esa playa...” El consistorio le concedió el permiso siempre y cuando de forma inmediata, tras la extracción de la piedra, procediera a la construcción de dicho balneario.

Las obras de traída de aguas también generaban quejas por parte de los vecinos de Algorta. El día 24 de febrero, una comisión de estos se dirigía al consistorio solicitando: “...Se reponga el camino desde la casa Cadena a Villabotas por haber quedado este intransitable por la traída de aguas...”

Y los vecinos de Algorta continuaban con el enganche de sus aguas sucias a la red municipal de reciente construcción. En esas fechas era demandado el enganche por D. Pedro Bonifacio Sarria: “...Para ingresar en el caño últimamente construido por el Ayuntamiento, en la calle Tetuán, frente a las casas de doña Tomasa y doña Petra Galdos, las aguas sucias y sobrantes de su casa llamada “Calzada”...” Recibía el visto bueno del consistorio: “...Previo pago de 183,50 pesetas para alivio de las obras ejecutadas del caño municipal...” No era el único que lo solicitaba; también optaban por la modernidad otros vecinos, algunos de ellos ya habían hecho uso del derecho a engancharse al caño municipal, sobre todos los comprendidos entre las calles que iban desde San Martín a Mantequena, y desde la casa nueva de D. Miguel de Uria entrando por Tetuán (actual Avenida Basagoiti) hasta Calvetena, que estaba en el N.º 30 de la Avenida.


A veces las propuestas del barrio de Las Arenas tenían cierto componente artístico. Es el caso de las tareas que deseaban encomendar al nuevo alguacil del barrio varios de estos vecinos, que el 24 de febrero solicitaban de la alcaldía: “...Que habiendo quedado vacante la plaza de alguacil de este barrio, se sirva en cubrir la citada plaza con una persona que sepa tocar el tamboril...” Justificaban aquella petición diciendo: “...Porque sería en beneficio de los recursos del municipio, a causa de que aumentarían los consumos con atracción de gente...” El Ayuntamiento, muy proclive en la época a la creación de comisiones especiales para tratar cualquier asunto, decidía: “...Para que dicha comisión proponga el modo y forma de establecer en dicho barrio un tamborilero, además con la obligación de desempeñar el cargo de alguacil y el cuidado del alumbrado...” Uno de los ediles encargados de aquella selección fue el vecino del barrio D. Andrés Larrazabal. Cuando sacaron al publico el anuncio del puesto, el 17 de marzo de 1887, ya le habían asignado otra función más al “Tamborilero-Alguacil, la de cuidado y gobierno del alumbrado público. Cómo ahora dirían, ¡estaban flexibilizando el mercado!.

El 24 de febrero de 1887, el Ayuntamiento de Getxo acordaba realizar escritura de las expropiaciones realizadas a los dueños de los molinos: “... “Lanzaco” y “Goicoerrota” de Berango, que eran alimentados por las aguas de los manantiales “Basarte”, “Arechabale” y “Jauncoerreca”, por cuyas propiedades pasa las conducciones de aguas para Algorta y Las Arenas…”

Ya desde esas fechas el paseo entre la “Fonda San Ignacio” (comienzo de la Cuesta de Suárez) y el Casino Algorteño era muy frecuentado por propios y visitantes, pero al parecer la caja del tranvía presentaba un estado lamentable por acumulación de arenas y otros residuos, por lo que el Ayuntamiento exhortaba a la Compañía del Tranvía a: “...Que no puede tolerar su estado actual, por ser contraria al ornato público, por cuanto se acerca el verano y la calle donde se halla dicha vía es la más concurrida, dedicada al paseo y expansión de la gente, especialmente la forastera, por lo que se hace presente a dicha Compañía del Tranvía proceder cuanto antes a la reposición de la misma...” Tampoco el llamado monte “Satistegui” era muy respetado en esos días. Decía el Ayuntamiento: “...De un tiempo a esta parte, algunos vecinos, tomando la abusiva libertad de echar las barreduras, otras porquerías y basuras de sus casas en la cima del monte “Satistegui”, próximo al camino público que se dirige desde “Ochonecolanda” hacia la casa de Dña. Gavina Arteta, siendo este abuso contrario a la higiene y salubridad pública del vecindario. Acuerda este Ayuntamiento que en lo sucesivo se abstengan los vecinos de echar en ese punto ninguna clase de porquería ni basura, bajo la multa de 15 pesetas, sin prejuicio de hacerles retirar dichas basuras...” El Ayuntamiento decidía fijar un punto del monte donde depositar las basuras vecinales.

El 10 de marzo de 1887 se recibía un oficio del Ingeniero Jefe de Obras Publicas, indicando que el día 8 de marzo habían sido recepcionadas las obras de conducción de aguas a esta Población.


Y como ya estaba próxima la época de siembra, y los olores desagradables del estiércol molestaba a la vecindad, el Ayuntamiento ordenaba que: “...Aproximándose la época de sembríos y siendo preciso que desaparezcan los depósitos de estiércoles procedentes de la hierba de mar, que se halla en los puntos llamados Arrigunaga y Ereaga, los dueños de estos residuos deberán retirarlos conduciéndolos a sus heredades o sitios alejados de la población, hasta el día 31 de marzo en que comienzan las siembras...”

En la próxima entrada de esta serie veremos cómo algunas tradiciones religiosas recibían la invitación para que nuestros ediles acudieran a la función religiosa que se celebraba en la parroquia de San Nicolás de Bari de Algorta. Y cómo el cura párroco insistía en la necesidad de que los niños de las escuelas acudieran a los sermones.

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