domingo, 7 de febrero de 2021

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -202-

 


En la entrada anterior veíamos cómo se daba cuenta de una circular del Gobernador de la Provincia, en la que dictaba varias reglas encaminadas a cuidar la higiene y la salubridad pública, ante el temor de la llegada del Cólera Morbo.

 

Como ya terminaba el verano, el ferrocarril de Las Arenas a Plencia reducía sus horarios, eliminado las salidas de los trenes extraordinarios de las 20:40 y 21:30, que eran las salidas desde ambas poblaciones.

 

Durante aquellos días de mediados de septiembre de 1893, la salud pública era cosa que preocupaba y llenaba las páginas de los diarios locales. En “El Noticiero Bilbaíno” del 19 de septiembre se decía en la primera página: “…Nadie que de imparcial se precie puede negar que la salud pública de esta población, que ha sido durante muchos meses envidiable, ha sufrido notable alteración desde los primeros días del presente mes con la repentina aparición de accidentes gastrointestinales coleriformes. Se han multiplicado los casos en Bilbao, con 10 casos en diferentes calles, en los barracones de Solocoeche se han dado 15 casos, 2 hombres y 13 mujeres. En el resto de las márgenes de la ría aumentan los casos seguidos de defunciones (Santurce, Erandio, Lejona, Deusto y Sestao). El Boletín Oficial publicaba ayer dos circulares, una para los Alcaldes y la otra para el resto de los ciudadanos. En la primera se pide a los Alcaldes que se prohíba el baño, así como que se laven ropas y enseres en la ría. En la otra circular se prohíbe la pesca de ostras en costas y ría, así como su comercialización. El médico de Lejona, en vista de las circunstancias por las que atraviesa las orillas del Nervión, ha ordenado el cierre de las escuelas…” Al día siguiente algunos casos alcanzaban a nuestros barrios: “…En Las Arenas se registró una defunción de un individuo que comió gran cantidad de ostras. En Algorta tuvo un acceso otro individuo que estuvo de paso por Las Arenas. Se daba orden de, al igual que en París, se lavaran las ropas en calderas de agua caliente…” Se recomendaba en la prensa volver a publicar bandos con las instrucciones para conocer los síntomas y el tratamiento anticolérico, que al parecer habían sido tan útiles de 1885: “…Indicando que la mayor parte de las muertes que se produjeron entonces fueron debidas a la desatención en sus primeros estadios. Hablaban de los síntomas que presentaban los enfermos de cólera, falta de apetito, diarreas, extremidades frías y amoratadas, piel visco, voz apagada e insensibilidad en el pulso. Recomendaban tratamientos a base de láudano, recomendado por el especialista italiano Doc. Tunisi. Recomendando que una vez se tuvieran los primeros síntomas de diarrea colérica, se comenzara un tratamiento a base de manzanillas y agua con láudano; recomendando se administraran para los niños de pecho de 3 a 5 gotas, para mayores de 14 años de 5 a 8, de 14 a 18 años 12 gotas y de 18 años en delante de 12 a 15 gotas…”

 


Mientras que la Diputación de Bizkaia editaba una guía sanitaria para evitar y curara el cólera: “…En época colérica alimentarse preferentemente de leches cocidas, sopa de arroz, carnes asadas, huevos y pescados blancos cocidos a más de 100 Cº.

Dentro de la fruta, evitar comerla cruda, preferentemente utilizar manzanas y peras asadas. 

Hacer un uso moderado de vinos, consumiendo preferentemente los llamados vinos de mesa y blancos de jerez o rueda.

El agua preferentemente hervida y aireada antes de su consumo. Se procurará mantener el vientre y las extremidades bien protegidos.

Se evitará todo exceso sensual y alimentario, ayudando siempre de un sueño reparador.

Todos los trabajos corporales como intelectuales serán moderados.

Las defecaciones o necesidades corporales se efectuarán en lugares previamente desinfectados.

Como tratamiento recomendaban utilizar un preparado a base de:

40 centilitros de alcohol de 36 grados.

12 gotas de licor de menta.

12 gramos de láudano.

200 gramos de azúcar.

60 centilitros de agua.

De este elixir recomendaban tomar una o dos copitas, previa recomendación del facultativo de turno…”

 

Algunas voces se alzaban contra algunos hábitos poco saludables, lo mismo de los barcos que arribaban a nuestros muelles como de los vecinos que no dudaban en utilizar aguas procedentes de sus pozos. Lo publicaba el diario “El Noticiero Bilbaíno”, el 20 de septiembre de 1893: “…Se nos dice que la mayoría de los buques que entran en la ría toman el agua de los puertos de donde  proceden. Esa agua viene encerrada en tanques y no es arrojada hasta que van a dar principio  los trabajos de carga, después de permanecer en los tanques de 10 a 20 días; por lo que sucede que llega un buque infectado, hace la cuarentena y concluida ésta arroja el agua que le sirvió de lastre en la ría…” Aconsejaba el diario que se obligara a los buques a vaciar sus tanques antes de entrar a puerto. Por otro lado respecto de los vecinos que usaban sus aguas de pozos o aljibes decían: “…Hay muchas personas que no tienen inconveniente en beber agua de sus pozos o aljibes. Esto que decimos de los vecinos de Bilbao vale también aplicación para los de Las Arenas o Algorta. ¿No hay medio de evitar esto?...”

 

En el pleno del 21 de septiembre se daba lectura  de una circular de  la Diputación de Bizkaia: “…Ordenado que los pueblos no envíen enfermos al Hospital Civil de Bilbao mientras duren las actuales circunstancias de enfermedad sospechosa…”

 


Sin embargo, un soplo de solidaridad abría sus puertas en Algorta: “…El Presidente de la Comunidad de Padres Trinitarios del convento situado en Algorta, en vista de las circunstancias que atravesamos de casos de enfermedad sospechosa, pone todo el personal de su comunidad a disposición del Sr. Alcalde, y dado el caso hasta el local de que dispone. El Ayuntamiento daba las gracias y le comunicaba que en caso de que fuera necesario se lo comunicarían previamente…” También la Comunidad de las Siervas de Jesús domiciliadas en Bilbao ofrecían: “…Que en caso de que hubiera alguna invasión de cólera en ese municipio pueden contar con el personal de este convento para la asistencia, para lo que rogamos se nos facilite un teléfono de contacto. El Ayuntamiento agradecía y facilitaba dicho contacto…”

 

En la próxima entrada de esta serie veremos cómo se producían algunas quejas de vecinos por arrojar aguas sucias en el sumidero de la calle Mayor.

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