domingo, 20 de diciembre de 2020

NAVIDADES DE PANDEMIA

 


Ya llega esta fecha para unos entrañable, para otros no deseada y de ingratos recuerdos, que marca desde hace mucho un tiempo lleno de gastos y desórdenes alimentarios para muchos; de pesadumbre y escasez para los desheredados. Fiestas en las que en algunas mesas faltaran seres queridos por diversas causas.

 

Días que este año no debieran de ser como las anteriores, aunque no siempre fueron de dispendio, y que dependiendo de las culturas, incluso religiosas, son celebradas desde perspectivas diferentes. Celebraciones que en cualquiera de los casos se han convertido en un objeto comercial. Oía hace ya algún tiempo, y me ha parecido un ejemplo adecuado, que esta forma de celebración no tiene nada que ver con tradiciones religiosas: “…En el portal de Belén seguro que no había una mesa con manjares para celebrar tan magno día y eso que era el nacimiento del Jefe…”

 

Fiestas que en otras épocas, tampoco congregaba como actualmente a todos los familiares. En mis primeras navidades solo éramos tres a la mesa, luego llegaron mis hermanos. Las celebrábamos en la cocina junto al fogón, de aquellos llamados económicos, que era el que daba calor a toda la vivienda. La cena, como la cocina, era acorde con unos tiempos de escasez, a base de unos entremeses de jamón de york, chorizo, una especie de mortadela que llevaba huevo y aceitunas y algunas sardinillas de lata; le seguían la coliflor, besugo y bacalao con pimientos morrones (era el plato preferido de mí Aita) o el “Pollo de Navidad”, ya que entonces ese majar solo era consumido en esas fechas, terminaba con el turrón duro y blando, al que acompañaban la compota con arroz con leche. Los adornos eran escasos, era la casa de un gabarrero, y aquello no daba para estipendios.

 

Pero seguro que como todos no he conocido un tiempo más feliz, salvo cuando empezaron a llegar los hijos y los nietos, pero eran tiempos distintos, ya casi no conocíamos a los vecinos y la cuerda que antaño colgaba de la cerradura de la puerta, permitiendo abrirla desde el exterior, pasó a ser de doble cerradura y pasador. Aquel mundo había cambiado.

 

No serán para muchos iguales, porque por responsabilidad hacía los más vulnerables, se evitarán en unos casos esos contactos tan deseados con los seres queridos que impedirán males mayores;  mientras otros por irresponsabilidad o por exceso de ganas de diversión quizá, ojala no, les lleve a tener que lamentar más tarde efectos no deseados para ellos o sus mayores. Nosotros, por seguridad, limitaremos la celebración, por este año, a los convivientes.

Como todos los años me despido hasta el próximo 7 de enero del 2021 en que volveré con más historias de Getxo.

 

 Os deseo de corazón  unas felices navidades junto a los vuestros. ¡ÁNIMO, QUE YA FALTA POCO PARA PODER CELEBRALAS COMO ACOSTUMBRÁBAMOS!

 

ZORIONAK eta URTE BERRI ON

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