En
la anterior entrada veíamos cómo los llamamientos a reemplazo de
los mozos en edad de servir al ejército no siempre eran atendidos
por los afectados.
Durante
la Semana Santa de 1892 amanecía el Domingo de Resurrección en
medio de alegres sonidos de las campanas anunciado la fecha, pero
ensombrecida por un tremendo aguacero, cuya fuerza casi mitigaba su
tañido. Los
sermones de esta Semana Santa fueron predicados en la Iglesia de San
Nicolás de Bari de Algorta:”..Eran
abonados, según costumbre, por el Ayuntamiento de Getxo por la
cantidad de 105 pesetas...”
Mientras que dichos servicios en el barrio de Las Arenas eran
oficiados por los reverendos Santiago y Pajares de la Compañía de
Jesus de Deusto; esos días se celebraron en el barrio: “...Los
Sermones de la Pasión y la Soledad, los Divinos Oficios y adoración
de la cruz, con misas cantadas, con música a cargo del organista de
la capilla de Las Mercedes D.Juan Lazcano a quien acompañaron la
voces de los niños Antonio Bartolomé y José Apeceches. Las misas
cantadas del jueves y Pascua de Resurrección fueron compuestas por
el Sr. Vidaurreta en do mayor. Dentro de la Capilla aparecía un
ostentoso Monumento, obra del capellán D. Bonifacio Egusquiza. Se
oía por esos días que la Capilla de Las Mercedes hasta esa fecha
adscrita a la de San Nicolás de Bari de Algorta, se iba a solicitar
por parte de los vecinos que fuera elevada por el Sr. Obispo a la
categoría de Parroquia debido a la importacia que había adquirido
el barrio y a la distancia en que se encontraba respecto de la de
Algorta...”
(La
noticia fue recogida por El Noticiero Bilbaíno del 21 de abril de
1892).
El
domingo 17 de abril de 1892 salía a subasta voluntaria por parte del
dueño de la casería denominada “Arrigunaga” dicha heredad. La
subasta se realizaba en la Notaría de la calle Lotería de Bilbao de
D. Isidro Esquiaga.
El
21 de abril de 1892, en el pleno Municipal, se daba cuenta del:
“...Proyecto
formulado por acuerdo de esta Corporación por el ingeniero D.
Laureano Santa María para la traída de aguas de los montes de la
jurisdicción de Berango a esta población de Algorta, pero antes de
resolver cosa alguna sea examinado por una Comisión Especial...”
Hasta
el 28 de abril de 1892 la estación telegráfica de Algorta había
sido de propiedad Municipal. En esa fecha el Ayuntamiento se daba por
enterado de: “...Una
comunicación del Director General de Comunicaciones manifestando que
se dispone de lo necesario para que el Estado se incaute de la
Estación Telegráfica municipal de esta localidad...”
Cómo consecuencia de aquella orden el telegrafista y el ordenanza
que hasta la fecha habían venido prestando su servicio en la
Estación de Algorta recibían la notificación de que: “...El
día que tome posesión de la misma el individuo designado por el
Estado quedarán cesados de los cargos que vienen ejerciendo. Y se
comunica también al encargado del mantenimiento de la línea D.
Valentín Abascal que el día 1 de mayo quedará sin efecto el
convenio firmado con dicho señor...”
En
esas fechas, en Las Arenas, volvían a ser demandado por los
vendedores de frutas la colocación de tinglados para su venta. Tres
eran las personas que demandaban la colocación: D. Juan Callizo, D.
Regino Rodríguez y Dña. Romana Zugazagoitia, quienes solicitaron
permiso para colocarlas y vender frutas en el barrio arenero. El
Ayuntamiento de Getxo accedió con las siguientes condiciones:
“...Que
el lugar señalado fuera el indicado por el 2ª Teniente de Alcalde
residente en Las Arenas. Que las casetas fueran de madera, bien
construidas y decentes para que no desdijeran del ornato público,
ocupando cada una a lo más dos metros de anchura, dos de largo y
otros dos de alto. Y que cada interesado abonara la cantidad de 50
céntimos de pesetas diarios por esta concesión, que debía de ser
retirada en cuanto fuera solicitado por el Consistorio...”
En
el mismo pleno se daba cuenta de: “...Los
títulos administrativos concedidos el 17 de febrero último por el
Director General de Instrucción Pública a favor de los maestros de
Santa María de Guecho y Algorta D. Valentín Cuartango y Dña.
Josefa L. de Aspegorta, reconociendo a favor de ellos el sueldo de
1.100 pesetas anuales...”
En
aquellos días el Gobierno de Cánovas tenía entre manos la Ley de
Presupuestos. Dentro de ella aparecía un tema recurrente que incluso
hoy nos preocupa, se trataba de la edad de jubilación. La prensa
local “El Noticiero Bilbaíno” recogía el debate en sus paginas:
“...En
este
desdichado país no hay que pensar jamás en que prevalezca o se abra
paso nada que sea útil, sensato o provechoso, en cambio es cosa
corriente que tomen cuerpo, triunfen y se consoliden hasta los mas
descabellados abortos de cualquier Perico de los Palotes...”
Y comentaban que no era extraño, que según decían algunos
plumillas, que dentro de aquella Ley se fuera a recoger: “...Que
ningún empleado podrá jubilarse
por enfermo hasta que haya cumplido los
65 años...”
Por lo que el diario afirmaba: “...Es
posible que así se piense y así se legisle?, ¿No merecerán ser
exceptuados, ironizaban, aquellos que, contando los años de servicio
que marcan las leyes, aunque no tengan los años de edad, justifique
que está ciego, loco, manco, sin piernas o sin cabeza?.
No
se nos oculta que al amparo de los preceptos de una Ley humanitaria y
justa, que señale un pedazo de pan a los que tras dilatados años de
servicios se vean obligados por sus achaques o inutilidad verdadera a
jubilarse sin aquella edad,
entonces
se habrá dado un gran paso en el camino de la justicia...”
Llegaba
mayo y con el la fiesta por antonomasia de los trabajadores, el día
primero de ese mes. Los derechos de lo trabajadores se habían
limitado y el Gobernador Civil lanzaba su proclama en la prensa
local, “El Noticiero Bilbaíno recogía el día 1 de mayo en su
portada: “...Las
circunstancias aconsejan hoy ejercer el derecho de reunión pacífica
en lugar cerrado, ya sea en teatro, circo o jardín privado, separado
materialmente del transito público, o en despoblado lejos de las
ciudades; y prohibir en todas partes los séquitos, procesiones
cívicas o reuniones en plazas, calles o paseos, ya sea con insignias
o banderas, ya sin ellas. El orden público estaba blindado por
fuerzas militares, el Regimiento de Garellano, el Regimiento de
África (acuartelado en Portugalete) y la Guardia Civil, por fuerzas
de Orden Público cómo los Forales y la Guardia Municipal; las
fuerzas de la Guardia Civil acuarteladas en Las Arenas decidieron que
no era necesaria su presencia en Bilbao ya que había suficiente
fuerza en la Villa para prevenir altercados. Los mitines se
celebraron a puerta cerrada en Gallarta y Vista Alegre, interviniendo
en ellos Perezagua, Varela, Aldaco, San Emeterio y Solano…”
Mientras
los actos religiosos se celebraban sin ningún impedimento, el día 5
de mayo, la Cofradía de San José establecida en el barrio de
Algorta, en la Iglesia de San Nicolás de Bari, invitaba al
Consistorio a una función solemne que se iba a celebrar el domingo
día 8 en dicha parroquia en honor al santo.
Aquel
mismo día se daba cuenta en el pleno municipal de un oficio del Jefe
de Comunicaciones de Telégrafos de Bilbao en el que se indicaba:
“...Que
el día cuatro de ese mismo mes se iba a presentar en la estación
telegráfica de Algorta el auxiliar D. Julián Martínez Hinojosa
nombrado para hacerse cargo de la Estación Telegráfica de
Algorta...”
De mientras, D. Emilio María Saliquet, que había estado prestando
sus servicios en dicha estación telegráfica desde su
establecimiento, volvía a su antiguo puesto en las oficinas de la
Secretaría Municipal, con un sueldo de 950 pesetas anuales.
El
correo peatón, cuya función seguía siendo la de recoger
y llevar la valija a los vecinos, portándola a pie hasta Bilbao,
requería de una mejora salarial, por lo que el autor de aquel
servicio, que era D. José Centeno, solicitaba se le aumentara su
soldada a setenta pesetas anuales, cosa que el Ayuntamiento acepto de
buen grado.
En
la próxima entrada de esta serie veremos cómo se hacía necesaria
la figura del Contador Municipal.
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