jueves, 23 de abril de 2020

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -159-



En la anterior entrada veíamos cómo los llamamientos a reemplazo de los mozos en edad de servir al ejército no siempre eran atendidos por los afectados.

Durante la Semana Santa de 1892 amanecía el Domingo de Resurrección en medio de alegres sonidos de las campanas anunciado la fecha, pero ensombrecida por un tremendo aguacero, cuya fuerza casi mitigaba su tañido. Los sermones de esta Semana Santa fueron predicados en la Iglesia de San Nicolás de Bari de Algorta:”..Eran abonados, según costumbre, por el Ayuntamiento de Getxo por la cantidad de 105 pesetas...” Mientras que dichos servicios en el barrio de Las Arenas eran oficiados por los reverendos Santiago y Pajares de la Compañía de Jesus de Deusto; esos días se celebraron en el barrio: “...Los Sermones de la Pasión y la Soledad, los Divinos Oficios y adoración de la cruz, con misas cantadas, con música a cargo del organista de la capilla de Las Mercedes D.Juan Lazcano a quien acompañaron la voces de los niños Antonio Bartolomé y José Apeceches. Las misas cantadas del jueves y Pascua de Resurrección fueron compuestas por el Sr. Vidaurreta en do mayor. Dentro de la Capilla aparecía un ostentoso Monumento, obra del capellán D. Bonifacio Egusquiza. Se oía por esos días que la Capilla de Las Mercedes hasta esa fecha adscrita a la de San Nicolás de Bari de Algorta, se iba a solicitar por parte de los vecinos que fuera elevada por el Sr. Obispo a la categoría de Parroquia debido a la importacia que había adquirido el barrio y a la distancia en que se encontraba respecto de la de Algorta...” (La noticia fue recogida por El Noticiero Bilbaíno del 21 de abril de 1892).

El domingo 17 de abril de 1892 salía a subasta voluntaria por parte del dueño de la casería denominada “Arrigunaga” dicha heredad. La subasta se realizaba en la Notaría de la calle Lotería de Bilbao de D. Isidro Esquiaga.

El 21 de abril de 1892, en el pleno Municipal, se daba cuenta del: “...Proyecto formulado por acuerdo de esta Corporación por el ingeniero D. Laureano Santa María para la traída de aguas de los montes de la jurisdicción de Berango a esta población de Algorta, pero antes de resolver cosa alguna sea examinado por una Comisión Especial...”


Hasta el 28 de abril de 1892 la estación telegráfica de Algorta había sido de propiedad Municipal. En esa fecha el Ayuntamiento se daba por enterado de: “...Una comunicación del Director General de Comunicaciones manifestando que se dispone de lo necesario para que el Estado se incaute de la Estación Telegráfica municipal de esta localidad...” Cómo consecuencia de aquella orden el telegrafista y el ordenanza que hasta la fecha habían venido prestando su servicio en la Estación de Algorta recibían la notificación de que: “...El día que tome posesión de la misma el individuo designado por el Estado quedarán cesados de los cargos que vienen ejerciendo. Y se comunica también al encargado del mantenimiento de la línea D. Valentín Abascal que el día 1 de mayo quedará sin efecto el convenio firmado con dicho señor...”

En esas fechas, en Las Arenas, volvían a ser demandado por los vendedores de frutas la colocación de tinglados para su venta. Tres eran las personas que demandaban la colocación: D. Juan Callizo, D. Regino Rodríguez y Dña. Romana Zugazagoitia, quienes solicitaron permiso para colocarlas y vender frutas en el barrio arenero. El Ayuntamiento de Getxo accedió con las siguientes condiciones: “...Que el lugar señalado fuera el indicado por el 2ª Teniente de Alcalde residente en Las Arenas. Que las casetas fueran de madera, bien construidas y decentes para que no desdijeran del ornato público, ocupando cada una a lo más dos metros de anchura, dos de largo y otros dos de alto. Y que cada interesado abonara la cantidad de 50 céntimos de pesetas diarios por esta concesión, que debía de ser retirada en cuanto fuera solicitado por el Consistorio...”

En el mismo pleno se daba cuenta de: “...Los títulos administrativos concedidos el 17 de febrero último por el Director General de Instrucción Pública a favor de los maestros de Santa María de Guecho y Algorta D. Valentín Cuartango y Dña. Josefa L. de Aspegorta, reconociendo a favor de ellos el sueldo de 1.100 pesetas anuales...”

En aquellos días el Gobierno de Cánovas tenía entre manos la Ley de Presupuestos. Dentro de ella aparecía un tema recurrente que incluso hoy nos preocupa, se trataba de la edad de jubilación. La prensa local “El Noticiero Bilbaíno” recogía el debate en sus paginas: “...En este desdichado país no hay que pensar jamás en que prevalezca o se abra paso nada que sea útil, sensato o provechoso, en cambio es cosa corriente que tomen cuerpo, triunfen y se consoliden hasta los mas descabellados abortos de cualquier Perico de los Palotes...” Y comentaban que no era extraño, que según decían algunos plumillas, que dentro de aquella Ley se fuera a recoger: “...Que ningún empleado podrá jubilarse por enfermo hasta que haya cumplido los 65 años...” Por lo que el diario afirmaba: “...Es posible que así se piense y así se legisle?, ¿No merecerán ser exceptuados, ironizaban, aquellos que, contando los años de servicio que marcan las leyes, aunque no tengan los años de edad, justifique que está ciego, loco, manco, sin piernas o sin cabeza?. No se nos oculta que al amparo de los preceptos de una Ley humanitaria y justa, que señale un pedazo de pan a los que tras dilatados años de servicios se vean obligados por sus achaques o inutilidad verdadera a jubilarse sin aquella edad, entonces se habrá dado un gran paso en el camino de la justicia...”


Llegaba mayo y con el la fiesta por antonomasia de los trabajadores, el día primero de ese mes. Los derechos de lo trabajadores se habían limitado y el Gobernador Civil lanzaba su proclama en la prensa local, “El Noticiero Bilbaíno recogía el día 1 de mayo en su portada: “...Las circunstancias aconsejan hoy ejercer el derecho de reunión pacífica en lugar cerrado, ya sea en teatro, circo o jardín privado, separado materialmente del transito público, o en despoblado lejos de las ciudades; y prohibir en todas partes los séquitos, procesiones cívicas o reuniones en plazas, calles o paseos, ya sea con insignias o banderas, ya sin ellas. El orden público estaba blindado por fuerzas militares, el Regimiento de Garellano, el Regimiento de África (acuartelado en Portugalete) y la Guardia Civil, por fuerzas de Orden Público cómo los Forales y la Guardia Municipal; las fuerzas de la Guardia Civil acuarteladas en Las Arenas decidieron que no era necesaria su presencia en Bilbao ya que había suficiente fuerza en la Villa para prevenir altercados. Los mitines se celebraron a puerta cerrada en Gallarta y Vista Alegre, interviniendo en ellos Perezagua, Varela, Aldaco, San Emeterio y Solano…”

Mientras los actos religiosos se celebraban sin ningún impedimento, el día 5 de mayo, la Cofradía de San José establecida en el barrio de Algorta, en la Iglesia de San Nicolás de Bari, invitaba al Consistorio a una función solemne que se iba a celebrar el domingo día 8 en dicha parroquia en honor al santo.

Aquel mismo día se daba cuenta en el pleno municipal de un oficio del Jefe de Comunicaciones de Telégrafos de Bilbao en el que se indicaba: “...Que el día cuatro de ese mismo mes se iba a presentar en la estación telegráfica de Algorta el auxiliar D. Julián Martínez Hinojosa nombrado para hacerse cargo de la Estación Telegráfica de Algorta...” De mientras, D. Emilio María Saliquet, que había estado prestando sus servicios en dicha estación telegráfica desde su establecimiento, volvía a su antiguo puesto en las oficinas de la Secretaría Municipal, con un sueldo de 950 pesetas anuales.

El correo peatón, cuya función seguía siendo la de recoger y llevar la valija a los vecinos, portándola a pie hasta Bilbao, requería de una mejora salarial, por lo que el autor de aquel servicio, que era D. José Centeno, solicitaba se le aumentara su soldada a setenta pesetas anuales, cosa que el Ayuntamiento acepto de buen grado.

En la próxima entrada de esta serie veremos cómo se hacía necesaria la figura del Contador Municipal.

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