En
la anterior entrada veíamos cómo ya se anunciaba que en breve iba a
ser inaugurada la iglesia de San Ignazio de Algorta.
En
la marea del día 3 de marzo de 1892, tras haber sido rescatado en la
playa de Las Arenas, salía el Vapor “Xania” rumbo a
Middlesbrough (Inglaterra).
Algunas
personas, en general de cierta edad, enfermas, y de avanzada edad,
recurrían a las ayudas municipales para poder atender sus mínimos
vitales a comienzos de marzo de 1892. Era el caso de una anciana
enferma domiciliada en la casa “Iturrigana” quien solicitaba:
“...Ayuda
facultativa y suministros de medicamentos para atender sus
enfermedades...”;
en otro caso se trataba de un vecino de Getxo quien solicitaba:
“...Ayuda
de alguna cantidad para alivio de los gastos que le acarrea la
enfermedad de viruela que ha padecido recientemente, de la que se
encuentra convaleciente...”
O el de una señora viuda que solicitaba: “...Socorro
domiciliario por haberse quedado en dicho estado hace un mes con tres
tiernas criaturas, carecer de recursos y verse imposibilitada para
conseguirlos debido a encontrarse embarazada...”
A esta última persona se le asignó la cantidad de 15 pesetas
mensuales, mientras al resto se les denegaba por: “...Carecer
este Ayuntamiento de recursos municipales para concederle la gracia
que solicita...”
Las
obras del ferrocarril de Las Arenas a Plencia, a veces creaban
conflictos entre dicha compañía y los Ayuntamientos vecinos, algo
de eso sucedió el 3 de marzo de 1892: “...En
un oficio del Alcalde de Lejona en nombre y representación del
ayuntamiento que preside, fechado el 24 de febrero último, presenta
una queja contra la Compañía del Ferrocarril de Las Arenas a
Plencia por haver obstruido e inutilizado por completo, con las obras
de la línea, el camino de carros de servidumbre que desde tiempos
inmemoriales se dirige desde este pueblo a Las Arenas, por el cauce
del río Gobelas cerca de la casa llamada del “Salchichero”...”El
Ayuntamiento de Getxo instó a la compañía ferroviaria para que
dejara expedito el camino de carros a la mayor brevedad.
Algunas
veces el puesto de trabajo dependía de la suerte de una simple
moneda lanzada al aire, eso fue lo que ocurrió un 12 de marzo de
1892: “...La
plaza de “sereno preferente” del barrio de Las Arenas había
quedado vacante por la renuncia de quien la ocupaba, D. Rudesindo
Gonzalez. Para ocupar dicha plaza se presentaron aspirantes: D.
Raimundo Alonso, D. Simón San Miguel, D. Claudio Martín, D. Antonio
Campos y D. Apolinar Muñoz. Los ediles revisaron todas las
propuestas observando que todos ellos cumplían las condiciones para
ocupar la plaza, no obstante dos fueron los seleccionados: D.
Raimundo Alonso y D. Antonio Campos. Tras ponerse a discusión quien
debía ser el agraciado y no queriendo singularizar el nombramiento
decidieron echarlo a suertes. Así que una moneda lanzada al aire fue
la responsable del nombramiento como “sereno preferente” de Las
Arenas de D. Antonio Campos. A quien se emplazó a acudir a la Casa
Consistorial de la Plaza de San Nicolás para recibir el equipo y
armamento, y empezar a ejercer dicho cargo por el que se le iba a
abonar 908 pesetas anuales pagaderas por trimestres vencidos...”
En
aquel mismo pleno Municipal, debido a que ya estaba cercana la
festividad de San José, se trataba sobre la invitación que cursaba
al Ayuntamiento la Cofradía de San José para que acudiera la
Corporación Municipal a la función religiosa que se iba a celebrar
el día 19 de marzo en la iglesia de San Nicolás de Bari de Algorta.
Dos
eran las noticias que relacionadas con el Abra y Las Arenas se
adelantaban el 17 de marzo de 1892 a la prensa bilbaína: La primera
referida al Puerto exterior del Abra. En el diario “El Nervión”
informaban de los avances del contramuelle de Santurce que estaba
desarrollando el contratista Sr. Allard: “...Calculase
en dos años el tiempo que adelantará para la entrega de las
obras...”
Al parecer era tal el avance que: “...Durante
la bajamar en la época de las mareas vivas, se ve claramente
dibujado en la superficie del agua, tal y como ha de ser, el muelle y
rompeolas que partiendo del costado de Santurce, avanza airoso hasta
el centro del Abra. Actualmente una de las cosas que más ha
preocupado al director de esta empresa, ha sido la colocación de una
gran grúa, puesta sobre el mismo muelle; esta se halla ya instalada
y funciona de una manera tan sencilla como admirable, pues transporta
y coloca perfectamente los grandes bloques de piedra, tanto a uno
como a otro lado de los muelles...”
Además de la que facilitaba “El Noticiero Bilbaíno”: “...La
boya luminosa adquirida por la Junta de Obras del Puerto de Bilbao
para la entrada del rompeolas será colocada la próxima semana...”
La otra se refería a los avances del Puente Bizkaia: “...El
próximo mes de Abril darán principio las obras para el montaje de
los pies del puente en construcción en Portugalete; las
correspondientes a la parte de Las Arenas van muy adelantadas; el
último plazo señalado al contratista de estas obras, Sr. Anoden,
para la completa terminación, es el próximo mes de Septiembre...”
Y
aunque se trataba de una noticia relacionada con el municipio hermano
de Leioa, cabe mencionar un hecho casi histórico para la población,
relacionado con la industria de Lamiaco, la cual adelantaba el 16 de
marzo de 1892 el “El Noticiero Bilbaíno”: “...Ya
se ha encendido el horno de la fábrica de vidrios de Lamiaco, que ha
de servir para la fundición de los materiales componentes del
cristal. Para que el horno empiece a prestar el servicio a que se le
destina es necesario que llegue a tener la elevadísima temperatura
de dos mil grados de calor...”
Por
aquellos días, en un lugar algunos kilómetros más alejado, se
celebraba el centenario de uno de los instrumentos que igualó a
reyes y plebeyos, “La Guillotina”. Fue creada por un decreto de
la Asamblea Legislativa Francesa, recibió su nombre del doctor
Joseph Ignace Guillotin. Dicha herramienta fue ensayada por primera
vez un 25 de abril. Canellot d`Anglemont sería unos meses más tarde
el primer condenado político en probar su afilada cuchilla.
La
seguridad de los trenes de todo el Estado era un asunto de interés
público. Los sistemas de precaución, tanto en andenes cómo en el
interior de las unidades saltaba a la prensa el día 22 de marzo de
1892 mediante una Real Orden del 29 de febrero. En concreto, a
nuestro ferrocarriles de Las Arenas y Portugale se les demandaba:
“...Que
deberán presentar en el término de un mes, con el debido detalle,
el sistema de campanas eléctricas de alarma que se propongan
adoptar, indicando su distribución en Ias líneas; en la
inteligencia de que para 1 de Enero de 1893 deberán hallarse
instalados dichos aparatos en las citadas líneas. Que se imponga a
las empresas la obligación de colocar discos avanzados en todas las
estaciones, bifurcaciones y cruzamientos a nivel de vías férreas y
en todos aquellos puntos que por una causa cualquiera convenga
proteger. Las distancias a que han de colocarse los discos respecto a
las agujas que protejan, salvo circunstancias especiales son: 800
metros, en rampas de seis milésimas, 1.000 metros en horizontal y
rampa hasta seis milímetros, 1.200 metros en pendiente hasta de 8
milímetros y 1.500 metros en pendiente que exceda de 8 milímetros.
En el interín, mientras no se establezca la comunicación entre los
viajeros y agentes de los trenes, se colocará en el ténder una
campana que se halle en comunicación con los furgones de cabeza y
cola del tren por medio de una cuerda o cable de alambre, a fin dé
qué pueda en caso necesario darse al maquinista la señal de
alarma...”
Por aquellos días la “Compañía del Ferrocarril de Las Arenas a
Plencia” realizaba expropiaciones a algunos propietarios de
terrenos en el término de Barrika.
El
24 de marzo de 1892 D. Gabriel Elorriaga, vecino de Algorta, recibía
la autorización Municipal para: “...Edificar
una casa de nueva planta en la huerta de su propiedad de la calle San
Nicolás...”
El
celo por repartirse el suministro de medicamentos gratis a las
familas pobres del Municipio probablemente no estaba en algunos
casos, tanto en la atención a estos desheredados, si no a los
beneficios que para los farmacéuticos suponía tal concesión. El 24
de marzo de 1892 uno de esos farmacéuticos instalados en Algorta
reclamaba del consistorio: “...D.
Rogelio del Val, licenciado en farmacia, vecino de esta, expone que
teniendo abierta una farmacia en el barrio de Algorta, viene
suplicando que el servicio farmacéutico municipal para suministro de
medicamentos a los pobres se reparta entre las tres farmacias
establecidas en esta localidad...”
El Ayuntamiento, tras un amplio debate acordaba tomar en
consideración la solicitud del farmacéutico, y teniendo en cuenta
que hasta aquella fecha: “...Dicho
servicio había estado encomendado al farmacéutico D. Miguel García
Salazar, y que teniendo en cuenta la gran extensión que tiene esta
Anteiglesia se reparta entre las tres farmacias de esta localidad...”
Desde el día 29 de junio de 1883 aquella concesión a una única
farmacia había venido funcionando así: “…Las
familias pobres que excedan de 50 se aplicarán en proporción al
farmacéutico D. Cándido Zugazagoitia, que en esa época estaba
establecido en esta localidad, quedando hasta ese número a cargo del
señor García Salazar...”
A partir de este acuerdo se iba a distribuir de la siguiente manera:
“...El
suministro de medicamentos a 50 familias pobres quede a favor de D.
Miguel García Salazar por al cantidad de 375 pesetas anuales. El
suministro de medicamentos, excepto específicos, a los pobres de
Santa María de Guecho y Algorta, que excedan de los 50 indicados y
no pasen de 16, quede a favor de D. Rodrigo del Val por al cantidad
de 125 pesetas al año. Que por igual suministro de medicamentos, a
excepción de los específicos, hasta 16 familias del barrio de Las
Arenas, se abonen al farmacéutico D. Fermín Unanue, establecido en
él, 125 pesetas al año...”
Sobre
el lavadero de Aretxondo y sus muros se trató en un pleno Municipal
el 24 de marzo de 1892, en él que se acordó la manera en que se
iba a realizar su mantenimiento: “...Que
las obras del nuevo lavadero, ejecutadas hace pocos días por el
Ayuntamiento en la fuente pública de Arechondo contra la pared de la
huerta de Dña. Trinidad Sarria y Cortina: El Ayuntamiento se
compromete a conservar en el mismo o mejor estado, que hoy guarda,
las paredes de la fuente pública de Arechondo, por todo el tiempo
que el Ayuntamiento crea conveniente exista dicho lavadero, dejando
la referida fuente como se encontraba antes de llevar a cabo las
obras del lavadero, si este desapareciera por acuerdo del
Ayuntamiento, renunciando este a todo derecho que pudiera adquirir el
Municipio por el lapso de tiempo...”
En
el mismo pleno se informaba sobre la invitación que el Presidente de
la Construcción de la Iglesia de San Ignacio cursaba para: “...La
inauguración del templo que se iba a realizar el día 25 de
marzo...”
En
la próxima entrada de esta serie veremos cuáles eran las
inscripciones municipales en la sucursal del Banco de España en
Bilbao.
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