En la anterior entrada de esta serie sobre el último cuarto del Siglo XIX, veíamos como los periodistas seguían llamando “Lamiaco” al barrio de Las Arenas.
Continuaba el pleno del 30 de septiembre de 1896, y con el aparecían algunas desavenencias entre vecinos y la Compañía del Tranvía Eléctrico: “...Se da cuenta de una instancia de D. José J. Amann, Director de la Sociedad Colectiva del Tranvía de Bilbao a Algorta, en la que expresa haberle negado D. Tomás Uria la autorización que le ha solicitado para colocar un gancho, en la casa de dicho señor, frente al Casino de Algorteño, por lo que se ve en la necesidad de colocar un poste en sustitución de aquel para poder soportar el cable de tracción. El Ayuntamiento después de una meditada discusión accedía a autorizar la colocación de un poste de hierro o madera en aquel punto...”
En aquel pleno también se trataba sobre un pequeño ágape ofrecido a concejales, sacerdotes, alguaciles y camineros, con el que se les había agasajado con motivo las fiestas Santa Ana: “...Se da lectura y se acuerda efectuar el pago de una cuenta de 108 pesetas a D. Juan José Bilbao, por los gastos de refrescos y comida de cuatro concejales, tres sacerdotes, alguaciles y camineros, con motivo de las Fiestas de Santa Ana en Las Arenas y su repetición en el domingo siguiente...”
Otro de los gastos aprobados en aquel pleno se refería a accesorios litúrgicos para el Hospital Hospicio de Algorta: “...Se hace constar haber satisfecho 27,50 pesetas por valor de un arca y un cáliz con su patena, para la Capilla del Sagrado Corazón del Hospital Hospicio de Algorta...”
En octubre de 1896, una de las aficiones cinegéticas de los bilbaínos y otros aficionados de la ría desaparecía, el permiso se refería a una de las criaturas, dicen que en esas fechas bien cebadas, cuya preparación gastronómica requería de la sabrosa manteca. La receta que básicamente, tanto el recetario de «El Amparo», como el de María Mestayer «Marquesa de Parabere» aconsejaban la siguiente preparación: “...Una vez desplumados y quitadas la tripas, patas y pico, se fríen en una sartén bien surtida de manteca, una vez fritos, se retiran a un recipiente donde se les mantedrá al calor; a la manteca ya con sabor a los pajaritos se le añade pan rallado y perejil, se reoga un poco esta mezcla y se vierte el preparado sobre los chimbos...” Decían los entendidos de la época que eran “un manjar de dioses”. Pues bien, a primeros de octubre de 1896, decía un diario bilbaíno: “...El señor ministro de Fomento, en su viaje por este país, ha decidido compadecerse de esos pobres pajaritos, y a fín de preservarlos de la hecatombe que con ellos se hacía, ha publicado una Ley, por la que queda prohibida la caza de uno de los más ricos bocados de los gourmandes bilbaínos...” Respecto de los permisos de caza, relacionados con esta especie, se decía: “...Tiene poca gracia que el Gobierno cobre 6 duros por una licencia con la cual no se permita cazar lo único que en animales de vuelo se ve por aquí, y que son pájaros de paso...” (El Noticiero Bilbaíno y El Nervión del 2 de octubre de 1896).
Y mientras acababa de pasar un temporal, de viento y mares tempestuosas, el paso de las aves marinas, con sus graznidos, anunciaba la llegada de otro nuevo: “...Anoche las aves marinas volvieron a darnos su concierto, preludio, sin duda, de algún nuevo temporal. Será el cordonazo de San Francisco, que nunca falta...” Aquel día el viento soplaba de O.N.O y el horizonte ofrecía un semblante achubascado. (El Noticiero Bilbaíno del 6 de octubre de 1896).
En el pleno municipal de Getxo del 8 de octubre de 1896, se trataba entre otros asuntos, sobre una solicitud de una vecina de Madrid: “...Se dio cuenta del informe emitido por el Arquitecto Municipal, D. Fidel Iturria, a cerca de una instancia presentada por Dña. Segunda Perea, vecina de Madrid, solicitando permiso para elevar dos pisos más, su casa llamada “Angulo” señalada con el Nº 40, radicante en la calle Mayor o Avenida Basagoiti o Avanzada, en el barrio de Algorta, sin mover las paredes y dando los huecos mayores hacía Achecolandeta...”
Varios pagos de diferentes asuntos, corrían a cargo del Ayuntamiento, entre ellos alguno relacionado con una temida enfermedad, otros con actos litúrgicos festivos: “...Se pague a D. Regino Rodríguez 340 pesetas por diversa obras en edificios e instalaciones para evitar que se propagara la viruela en el barrio de Las Arenas, entre los días 22 de julio y 30 de septiembre últimos, y 139 pesetas a D. Pedro Llona y Fidel Avecia, por el mismo motivo y en el mismo barrio. Se paguen también al Organista D. Pablo Mujica 262 pesetas por su asistencia junto a otros cantores, a las funciones religiosas celebradas en las Iglesias de San Nicolás de Algorta, Nuestra Señora de Las Mercedes y Ermita de Santa Ana en Las Arenas. Se realicen pagos a diferentes jornaleros por el arreglo por el camino senda que pasa tras la casa del Sr. Amechazurra y Casino Algorteño, así como de la carretera de Arrigunaga frente a la casa de D. Manuel Cámara, y el abrevadero de la campa norte de la iglesia de Santa María de Guecho...”
Eran tiempos de guerras coloniales, y, en el remplazo de aquel año, según fuentes de Gobierno Militar, muchos de nuestros vecinos iban destinados a tierras lejanas: “...Según la circular recibida ayer, de los reclutas sorteados últimamente en Vizcaya, 737 serán destinados a la península, 648 a Cuba, 49 a Filipinas y 32 a Puerto Rico...” (El Noticiero Bilbaíno del 9 de octubre de 1896).
La marea del día 8 de octubre de 1896 fue una de las mayores del año, causando la misma importantes destrozos y problemas de transito en las Playas de Las Arenas y Portugalete: “...La marea de ayer tarde fue una de las mayores del año. En la playa de Portugalete se hundieron algunas casetas de baños, en el balneario arrancó unas tablas que formaban un tabique para depósito de carbón; la playa de Las Arenas presentaba un bonito aspecto con tanta rompiente, pues había bastante mar y el muelle de dicho punto se hacía intransitable por causa de las olas...” (El Nervión del 9 de octubre de 1896).
Fallecía un trabajador de las obras del Hospital Hospicio de Algorta, se trataba de un pintor natural de un vecino de Ledo (Santander): “...Días antes se había caído del andamio en el que trabajaba, el pintor D. Valentín Alvarado, que días a tras tuvo la desgracia de caer de un andamio en las obras del Hospital Hospicio de Algorta, era natural de Ledo (Santander)...” (El Nervión del 10 de octubre de 1896).
Una noticia relacionada con un patricio algorteño volvía a aparecer en las páginas de la prensa: “...Los algorteños han encargado en Barcelona la confección de un lujoso álbum para regalárselo al banquero D. Antonio Basagoiti...” (El Noticiero Bilbaíno del 11 de octubre de 1896).
También a las obras del Tranvía Eléctrico, a su paso por Algorta, la prensa bilbaína dedicaba algunas líneas: “...La Compañía del Tranvía Eléctrico pone en conocimiento del público, que desde el lunes 19 en que comenzará el servicio de sus coches en Algorta por la nueva vía, hasta que terminen las obras de desmonte entre Chominchu y San Ignacio, se considerará como termino de la línea el Casino, desde cuyo punto partirán los coches de Algorta para Bilbao...” (El Noticiero Bilbaíno del 11 de octubre de 1896).
Una novedad se producía en el armamento de los Forales de Bizkaia: “...Ha comenzado a repartirse a los Forales de Vizcaya los machetes que han de usar en sustitución de las bayonetas. Los machetes son iguales a los que usa el ejercito en Cuba, han sido construidos en la fabrica de armas de Durango...” (El Noticiero Bilbaíno del 11 de octubre de 1896).
Una imagen, conocida últimamente en nuestras calle, venía a recordar a nuestros vecinos la llegada, del entonces, frío otoño: “...Pues señor, las castañeras han hecho su aparición, y con ellas un fresquito más que regular. También los turrones se han presentado en los escaparates, de algunas tiendas, presagio unos y otros de que se ha acabado el veranillo, y que hay que sacar la ropa de invierno...” (El Nervión del 11 de octubre de 1896).
En la próxima entrada de esta serie veremos como, un maestro histórico en Las Arenas, solicitaba ser sustituido durante unos días de su cátedra.
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