miércoles, 1 de mayo de 2019

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -94-



En la anterior entrada veíamos cómo se daba cuenta, el 13 de septiembre de 1888, en el pleno del Ayuntamiento de Getxo, de la recepción de un oficio del Director General de Correos y Telégrafos informando que desde el día primero de septiembre la estación telegráfica se iba a denominar de “Algorta”.

El 20 septiembre de 1888 quedaba encargado de la Estación Telegráfica D. Emilio Mª Saliquet, que era a su vez Auxiliar del Ayuntamiento y de la Secretaría, para lo que acordaban que además del sueldo que recibía por su dedicación al consistorio, tuviera una gratificación por la responsabilidad en el telégrafo de 550 pesetas anuales.

El 27 septiembre de 1888 se informaba en el pleno municipal que tras el reconocimiento realizado a la caseta del Fielato, de la Plazuela de Las Arenas (Actual Bizkaiko Zubia), ésta no disponía del espacio requerido para la colocación de la báscula para pesaje de los arbitrios de vinos y licores: “…La caseta del Fielato perteneciente al Municipio, no tiene capacidad suficiente para colocar ninguna báscula, por lo que convendría construir otra caseta con ladrillo y cal en el barrio de Las Arenas. La báscula que se va a colocar será para todos los contratantes de arbitrios y deberá tener capacidad para pesar de una sola vez de 1.000 a 1.200 kilogramos...”


Respecto de las propiedades comunales en esas fechas, se seguían produciendo discrepancias entre hacendados y vecinos. Algunos de estos últimos presentaron una instancia solicitando: “...Se proceda con la debida claridad al deslinde de los montes comunales de Baserri para evitar que todos los años vienen suscitándose. El Ayuntamiento acordaba se procediera al deslinde y amojonamiento del citado monte comunal de Baserri, sobre todo cuando el Ayuntamiento debía en las circunstancias actuales, solicitar su exclusión de la venta...” Se convocaba en aquel pleno a los propietarios colindantes, a D. Juan Manuel Aqueche, uno de los propietarios promotores del conflicto, así como al administrador de los terrenos del Marqués de la Torrecilla, D. Vicente Martínez vecino de Bilbao, para junto al maestro de obras D. Ciriaco de Menchaca, se procediera al amojonamiento del citado monte. Así mismo se nombraba una comisión para: “...Averiguar el paradero y estado del expediente que con fecha del 20 de noviembre de 1867 se remitió al Gobernador Civil de la Provincia, pidiendo se exceptúen de la venta varios montes y terrenos por ser indispensables para el aprovechamiento común del vecindario y su natural desahogo, para en su vista dar cumplimiento a la ley del 8 de mayo último, referentes a la excepción de montes para aprovechamiento común de los vecinos...” Cuando realizaron la gestión para recuperar el expediente de 1867 en el Gobierno Civil, se encontraron con la desagradable sorpresa de que: “...Al pedir el expediente en el que se exceptuaba la venta de varios terrenos y montes de esta Anteiglesia, el resultado fue que no se pudo encontrar en aquellas oficinas, por ahora, puesto que todos los documentos referidos a 1867 se hallaban revueltos y en total desorden...” Para evitar que aquel desorden no imputable al Ayuntamiento de Getxo pudiera causar perjuicios a los intereses municipales acordaron: “...Remitir un oficio al Sr. Delegado de Hacienda de la Provincia en súplica para que se tenga por hecha esta reclamación, acerca de la excepción de los mencionados terrenos y montes de aprovechamiento común para los vecinos...”

En septiembre de 1888 eran varios los oficios y personas que prestaban servicios al Ayuntamiento de Getxo, entre ellos se encontraban los dedicados al arreglo de los faroles del alumbrado público, se trataba de D. Genaro Gómez y D. León Landeta, aunque el primero, hojalatero de profesión, reparaba también las fuentes públicas; otro de ellos, a quien se pudiera consideran un recadista, D. Desiderio Méndez quien realizaba viajes a Bilbao para asuntos municipales; el carpintero D. Luis Lasa fue quien realizó diversos arreglos en la estación telegráfica; el tamborilero D. Eusebio Uriona, esa figura tan necesaria en fiestas y convocatorias vecinales, colaboró suministrando cohetes para las fiestas y tubos para las farolas de alumbrado público; el vendedor de textiles, cuyo establecimiento se llamaba “Ultramarinos, telas y ferretería de Mateo Ajuria” que suministraba telas de color gris para los tajes de los alguaciles; al albañil D. Domingo Zubizarreta que realizó varias obras en la fuente nueva de Calvetena; !Y cómo no!, que también había que dar fe de los contratos con entidades oficiales, el notario D. Felix Uribarri que intervino en el convenio celebrado con la Dirección de Correos y Telégrafos para su asentamiento en nuestro Pueblo.

Y casi sin darnos cuenta ya estábamos a primeros de octubre del año 1888, cuando el Ayuntamiento recibía un oficio del Gobernador Militar de la Provincia, manifestando haber expedido pase al Capitán de la 2ª Batería del regimiento de Montaña D. Agustín Lucio Huertas para con la fuerza a su cargo trasladarse al Fuerte las Canteras de Aiboa para hacer ejercicios de tiro al blanco.


Por otro lado, el empréstito que había acordado el Ayuntamiento con los vecinos y propietarios de Las Arenas comenzaba a provocar gastos. Ese primero de octubre se abonaban como anticipo 4.000 pesetas para obras de mejoras en dicho barrio. A la vez que aprobaba: “...El proyecto formado por la comisión designada para la emisión del empréstito convenio de las obras para el barrio de Las Arenas, el cual asciende a 70.000 pesetas nominales, para su amortización anualmente en un periodo de 25 años...”

A primeros de octubre de 1888 Iturribarri tenía un terreno público dedicado al almacenamiento de materiales de construcción, en concreto la nada desdeñable cifra de 70 a 80 millares de ladrillos de propiedad de D. Ignacio Echeandia.

Las viviendas de las escuelas del municipio eran también foco de atención municipal, ya que en las escuelas de la Fundación de Niñas Pobres (las de San Martín), a petición de la maestra Dña. Matilde Núñez veían renovar la cocina del edificio: “...Colocando una cocina económica y renovando los hornillos así como el excusado de la casa...” Dicha renovación se realizó con los fondos de la Fundación.

A la enseñanza de la música para los pequeños del municipio también se le prestaba especial atención. El día 11 de octubre se acordaba la compra: “...Para la Academia de Música se compren 4 primeras, 4 segundas y 2 terceras partes del método de solfeo de Hilarión Eslava Elizondo (Compositor y maestro nacido en Burlada), debiendo ser empastadas para su mejor conservación...”

Dentro de las industrias que estaban en funcionamiento por aquellos días en Algorta estaba la dedicada a cementos, cuyo nombre era “La Fábrica Algorteña”, que vendía sacos de cemento gris a 12 reales el saco de 69 kilos (decían que competía con el de la misma clase procedente de Inglaterra); el cemento blanco costaba 16 reales saco; la cal hidráulica, siempre que excediera de 25 sacos, la ponían en cualquier punto de Bilbao a 7,5 reales el saco.

En cuanto a los anuncios en la prensa solicitando trabajo de “Nodriza”, se podía ver en “El Noticiero Bilbaíno” la siguiente solicitud: “...Hay una casada, de 24 años de edad, y de 6 meses de parida, que desea criar en su casa de Algorta...” El lugar de referencia que indicaban en el anuncio era la casa de D. Pablo Arzoaga de Algorta.

En la próxima entrada veremos cómo, precisamente, era el director de la Banda de Música de Algorta D. Pablo Arzoaga quien aparecía en las actuaciones de los barrios de getxo.

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