En la anterior entrada de esta serie sobre el último cuarto del Siglo XIX, veíamos como se conformaba el nuevo Ayuntamiento de Getxo salido de las elecciones de 1 de marzo de 1895.
En el pleno del 4 de julio de 1895 se daba cuenta de una comunicación de la Comisión provincial: “...Devolviendo aprobadas las diligencias de remate de los arbitrios municipales de este Pueblo para el ejercicio de 1895 a 1896, a condición de que se otorguen inmediatamente las escrituras con los rematantes. En su vista acordó el Ayuntamiento autorizar al Alcalde y al Regidor Sindico para que en nombre y representación de este Municipio otorguen con los arrendatarios, a saber, D. Lázaro Gorostizaga vecino de Bilbao, como concesionario principal obligado, del rematante de los arbitrios de vinos, aguardientes, abacería y otros artículos D. Francisco Elorriaga de esta vecindad, y D. Emeterio Camiruaga rematante de los arbitrios de carnes frescas...”
En el mismo pleno se informaba sobre una circular del Gobernador Civil de la Provincia: “...Ordenado que tan pronto como se constituyan los nuevos Ayuntamientos remitan a aquella autoridad las propuestas de terna para constituir las Juntas Locales de Primera Enseñanza. Este Ayuntamiento acordó se remita su propuesta para el nombramiento de la expresada Junta, proponiendo a las siguientes personas: Cura Párroco D. Ángel Amunategui, a los regidores D. Asensio Inchaurtieta, D. José María Basagoiti y D. Gregorio Arzubiaga, padres de familia los tres, D. Dionisio Zubiaga, D. Antonio Arrarte, D. Evencio Cortina, D. Enrique Balparda, D. Juan Martín Aldecoa, D. Domingo Izcoa, D. Saturnino Azcorra, D. Pedro Larrondo y D. Vicente Uribe...”
Seguía el pleno, esta vez con un asunto verdaderamente novedoso, referido a la forma de tracción del tranvía: “...El Señor Regidor Larrondo manifestó que sería conveniente nombrar una comisión para que personándose con el Gerente de la Compañía del tranvía de Bilbao a Las Arenas y Algorta, gestionara activamente, ya que se hallan ejecutadas las obras para la sustitución del motor animal hoy empleado en dicho tranvía, por el eléctrico, y se desvíe la línea junto a la casa del finado D. Domingo Aurrecoechea (conocido como Chominchu), para llegara a su destino por otro punto, dejando libre de dicha vía la Calle Mayor (actual Avenida Basagoiti) por donde actualmente pasa. El Ayuntamiento acordaba aprobar aquella comisión...”
A veces las falta de noticias, o la simpleza con que se trataban los temas en algunos diarios, hacía que se llevara a sus portadas temas banales. Quizá fruto de ello, y del buen tiempo reinante, provocó que hasta los caballos vieran alterados sus biorritmos: “...En las Arenas se desbocó ayer tarde un caballo que arrastraba un vehículo de lujo. A pesar de la vertiginosa carrera que emprendió el jaco, el cochero pudo detenerlo cerca de la Avanzada, sin que sufriera contratiempo alguno...” (“El Nervión” del 5 de julio de 1895).
Este barrio, el de Las Arenas, era elegido para la celebración de una junta de cierta enjundia: “...El Colegio Medico Farmacéutico del Nervión, celebró ayer en Las Arenas su junta general, en la que dio cuenta de la Memoria su secretario D. Federico Fernández, en ella se ensalzaron las ventajas de formar parte de un cuerpo colegiado. El médico de Lejona, D. Deogracias Armentia, fue el que agitó con mayor entusiasmo la idea de colegiarse los médicos, y fue quien redactó el reglamento del colegio junto a los señores Chopitea, Larrazabal y Urquiza. Recordaba, que el 15 de marzo se celebró la primera reunión, bajo la presidencia de D. Nicasio Retuerto, reuniéndose en ella los médicos de los pueblos limítrofes bañados por el Nervión. Decía en aquella presentación que en la actualidad son 68 los médicos asociados. La Junta del Colegio Médico estaba compuesta por los siguientes miembros: Presidente D. Nicasio Retuerto, Vicepresidente D. Deogracias Armentia, Tesorero D. Ramón Madina, Secretario D. Federico Fernández, y como Vocales D. Donato Chopitea y D. Cipriano Abad. Terminada la Junta General, los reunidos en número de 40, celebraron un banquete en la Fonda Nueva de Las Arenas...”
Eran tiempos en los que el uso del agua, en algunos hogares se hacía procedente de la ría, así que no es raro que desde algunas alcaldías, como desde la de Bilbao, se exhortara en un bando a dejar las viejas costumbres: “...Se exhorta a que el vecindario emplee únicamente el agua de la ría para el servicio de inodoros, limpieza de habitaciones y utensilios domésticos, y para riegos y usos industriales...”
Por lo visto la temperatura cálida que estábamos disfrutando, no solo alteraban los biorritmos de los caballos, también parece lo estaba haciendo en el sistema sanguíneo y nervioso de los que aquí vivían. Ya que mientras en París: “...El Ministro de Agricultura, M. Gadaud, y el Diputado por al jurisdicción de Reims, M. Mirman, se batían a florete, por un asunto se ofensas...” Resultando en el duelo herido en la mano el Diputado, por lo que no pudieron continuar el duelo. Aquí en casa, en Bilbao, dos vecinos decidían solventar un incidente que ambos habían tenido días antes: “...Los señores D. Pantaleón Menchaca y D. Gaspar Leguina, para dirimir un incidente ocurrido entre ambos en el Boulevard, no pudiendo darlo por solventado, decidieron hacerlo mediante el uso de las armas. Aceptado por todos que el ofendido era el señor Leguina, la representación de este eligió la pistola, y propuso que el duelo se efectuara colocados los dos contendientes a distancia de veinte pasos, haciendo por cada parte dos disparos. La representación del señor Menchaca se negó a esto, proponiendo a su vez que el duelo fuese a cuatro pasos de distancia...” Mientras, los representantes del ofendido, se negaban a aceptar las condiciones del duelo: “...Ya que se salía de las reglas, usos y costumbres establecidos en todas partes, y que por consiguiente, no podían aceptar un acto que no tiene en su clase precedentes que lo justifiquen...” A su vez, los representantes del señor Menchaca manifestaron: “...Que si habían propuesto que el duelo fuese a cuatro pasos, era porque entendían que de este modo igualaban las condiciones del combate, no habiendo ventaja ni desventaja para ninguno de los adversarios...” Y no pudiendo dar satisfacción a los duelistas, sus representantes decidieron dar por terminada su misión. !No parece que nuestros duelistas tuvieran muchas ganas de saber quien resultaba vencedor!. (“El Nervión” del 6 de julio de 1895).
En la próxima entrada de esta serie veremos como una carta enviada a una rotativa bilbaína, trataba de aclarar viejas rencillas entre barrios.
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