Noche de San Juan, noche de rituales, sortilegios y embrujos, noche mágica entorno al fuego. Tradición de origen pagano vinculada al solsticio de verano, la cual al igual que muchas de nuestras tradiciones fue asimilada por el cristianismo.
Esta entrada por su amplitud, ocupa ocupa dieciséis cuartillas, he decidido dividirla en dos.
Se según contaban algunos autores: “...Las antiguas tribus germánicas, eslavas y celtas de Europa celebraban el solsticio de verano con hogueras. Era la noche de rituales del fuego, de la magia del amor y la adivinación. Las parejas de amantes saltaban a través de las llamas ya que se creía que los cultivos crecerían tan alto como lo que las parejas fuesen capaces de hacerlo...” Noche en la que según algunas tradiciones, se da impulso a la energía solar para que se mantenga potente la energía del crecimiento y de lugar a cosechas abundantes.
Según el autor James George Frazer en su obra “La Rama Dorada”: “...En tiempos de la cultura celta, los campesinos solían encender hogueras y danzar en torno a ellas, en fiestas que se celebraban todos los años, suponiendo que al saltar sobre ese fuego (centro del mundo), quedarían renovados por otro año más...”
Hogueras que en algunas épocas fueron , y a pesar de lo cual saltándose también las normas, se siguieron haciendo. Contaban en un diario bilbaíno de principios del Siglo XX que: “...Aun cuando están prohibidas las fogatas, siguiendo una inveterada costumbre fueron bastantes las que en los alrededores de la villa se encendieron anoche, que era realmente una víspera muy propia de la fiesta de hoy, sirviendo de gran solaz a los muchachos...” (“Euzkadi” del 24 de junio de 1913).
En nuestro entorno, la tradición de la hogueras de San Juan, se seguía de una forma ritual. En el recuerdo de muchos queda aquella vieja costumbre, rememorando como: “...En las aldeas y barrios cercanos a ellas, los baserritarras aprovechaban para deshacerse de la broza, para sacar todos los enseres viejos de los caseríos. Tanto en estos, como en los hogares de los pueblos, era habitual oír aquello de que “es para quemar en sanjuan”. Y como en las aldeas había que optimizar recursos, las cenizas sobrantes de las hogueras se aprovechaban como fertilizante...” Ya desde días antes, los laboriosos acarreadores de la sanjuanada, establecían un cordón sanitario en torno a ellas: “...Los chavales hacíamos guardia para que los de otros barrios no se apropiaran de nuestras ramas y robaran el material con tanto mimo acarreado...”
A continuación llegaba el gran día: “...En los barrios sobre todo, la hoguera era preparada con un gran palo a forma de mástil, clavado en el centro de la pira, en muchos casos eran postes de Iberduero, que por entonces tendía sus líneas por el barrio, sobre él, presidiendo la fiesta, se colocaba un muñeco de trapo, en nuestro pequeño barrio lo confeccionaba un vecino que era sastre, Mikel Atxaeradio; las maderas se apiñaban entorno el madero central... todo valía, un destartalado jergón que por al mañana mostraría casi calcinadas sus vértebras metálicas, la vieja mesilla guardiana de mil y una confidencias, a la que había llegado su último ocaso. Así era la “sanjuanada”, sobre ella, una vez reducida por las las llamas, saltaban niños y mayores, todo ello en medio de gritos, chillidos de las madres llamándoles temerosas de que se quemaran, mientras se entonaban canciones relacionadas con la festividad...”.
Noche, en la que según Estanislao Jaime de Labayru, sacerdote e historiador vasco, era tradicional que los mozos cantaran las siguientes estrofas:
“...San Juan, San Juan
Beti zaitut goguan...
Arrantza bi altzuan
Beste bi kolkuan.
Zapuak eta sorginak
Erre, erre
Gariyak ta artuak
Gorde, gorde,
!Ujuju! !Ujuju!...”
Creían que el canto que, tradicionalmente precedía a la quema de la pira de San Juan, protegía de males: “...De hierbas que tienen recolectadas los montañeses desde el año anterior, y que en manojitos o ramilletes colocan entre la pira que ha de arder, para que cuando se halle ésta encendida se aventé el humo en todas direcciones: el vulgo cree en una virtud maravillosa existente en el fuego de esa noche para beneficiar las heredades y expeler todo maleficio...”
Quizá la fiesta más afamada de poblaciones cercanas a Getxo, en el Siglo XIX, fuera la de Sondika. A ella solía acudir nuestra Banda de Música Municipal para animar los festejos: “...La romería de San Juan en Sondica estuvo concurridísima el jueves. Multitud de aldeanos y muchos bilbaínos alegraron con su presencia la magnífica campa de la Anteiglesia, añadido a un día de calma, y a la actuación de la Banda de Algorta, contribuyó a que los romeros saliesen de allí, con ánimo de retornar mañana domingo, día en que se repite la romería...” (“Irurak Bat” del 26 de junio de 1869).
Fiesta, fundamentalmente nocturna, que en nuestros barrios veía arder numerosas fogatas. Ya que cada cuadrilla, dentro de su núcleo urbano o rural, tenía su particular Sanjuanada.
También con ese motivo, en Algorta, algunas sociedades privadas organizaban sus propias fiestas, como la del “Balneario de Ereaga”, que se anunciada para esa fecha: “...El sábado 24 de Junio, conciertos por el “Quinteto Dino Dini”, mañana día de San Juan, de once a una. Se contará con el servicio del tranvía eléctrico...” (“Euzkadi” del 24 de junio de 1916).
Frente a nosotros, en Portugalete, en 1932, se celebraban las fiestas de San Juan con gran alarde musical: “...Las fiestas de San Juan comenzaban con una retreta a cargo de chistularis y tamborileros y la salida de los gigantes para cantar y bailar en torno a las clásicas fogatas, “calentines” tenían por nombre. A la hora de salir esta edición estará celebrándose la indispensable verbena mañanera en el campo del Lavadero y mas tarde comenzará la diana de los chistus, a la que seguirán las anunciadas fiestas en el Hospital Asilo de San Juan Bautista, y por la tarde y por la noche la romería en la plaza de la República...” (“El noticiero Bilbaíno” del 24 de junio de 1932).
En el municipio vecino de Leioa, en 1969, las celebraciones de San Juan era famosas. En ellas participo un coro muy popular de Algorta: “...Tres días de fiestas de San Juan. Muchas gentes y mucho éxito y alegría en las fiestas que Lejona ha organizado, siguiendo la tradición por San Juan Bautista, comenzaron el sábado: Fue de gran altura el Festival de la Canción Vasca que se celebró en el Ikea, que estaba rebosante de público. Se eligió a la reina de las fiestas. Hubo grandes partidos de pelota, un buen concurso de danzas vascas y romería. Ayer, cucaña terrestre, fiesta Infantil, el -III- Gran Concurso del Vestido Barato, desfile de antorchas y encendido de la hoguera, por la noche romería, verbena y la gran chocolatada. Hoy, tras la diana, los cabezudos y la misa se celebra una Gymkana motorista. Por la tarde, se celebrará una carrera ciclista, el -X- Gran Premio San Juan, y a las ocho y media, concierto y concurso de ochotes. En este concurso van a competir el laureado “Ameslariak” de Lejona y el “Biotz Alai” de Algorta...” (“La Gaceta del Norte” del 24 de junio de 1968).
En la siguiente entrada, sobre el tema de las Hogueras de San Juan, veremos como se realizaban los rituales en nuestros barrios, aunque no en su totalidad, ya que más adelante trataré de ampliar, con entrevistas a las comisiones organizadoras de cada localidad, datos a cerca de esa festividad.
!ONDO PASA SAN JUAN EGUNA!
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