En la anterior entrada, de esta serie sobre el último cuarto del Siglo XIX, veíamos cómo el Alcalde de Getxo, D. Santiago Diliz, intervenía ente la Diputación Provincial solicitando socorro en favor de los Cofrades del Puerto de Algorta.
Con la Semana Santa a las puertas, una curiosa descripción de los ritos que en aquellos días se celebraban, nos dejaban para los ya entrados en años, una definición de la tradición de “Romper la cabeza a Judas” el miércoles de ceniza en los diarios bilbaínos:”...Nos habíamos hartado el miércoles de ceniza, de romper la cabeza a Judas, clavando en las tinieblas sayas de beatonas..., y de rompérsela también a los pacíficos vecinos, martillando sus puertas y aturdiéndolos con el chirrido de nuestras carracas. Y, en ya llegando, el Jueves Santo, con la Cena, la Oración del Huerto, el Prendimiento, los Azotes; seguidos del prolongado silencio. Y sin embargo, mientras, grandes las remesas de corderos llegan en estos días por el ferrocarril central de Vizcaya, y en verdad no comprendemos que en estos días de vigilia y cuaresma, haya tan grande demanda de ellos...” Que siempre era el preludio de: “...La apertura de la Cuaresma con la imposición de la ceniza con el tremebundo recitado “Memento, homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris”...” Además de dejarnos otras noticias mundanas, estas referidas al movimiento del ferrocarril de Bilbao a Las Arenas: “...Este ferrocarril ha transportado, en el mes de marzo de 1895, a 40.180 viajeros, además de un total de 1.908.152 kilogramos de mercancías...”
El día 8 de abril de 1895 en los diarios “El Noticiero Bilbaíno” y “El Nervión”, aparecía la noticia del regreso de un algorteño desde la isla de Cuba: “...En la marea de ayer por la mañana entro en nuestro puerto procedente de la Habana, el vapor “Melitón González”. Este vapor condujo a bordo los restos mortales de D. Isidro Uriarte, que falleció en aquella isla hace aproximadamente diez años. Mañana serán conducidos sus restos óseos al cementerio de Algorta, donde serán depositados en el panteón familiar...” Este vecino del barrio de Algorta, que había fallecido en Santa Catalina (Cuba), era hijo de D. José Ramón Uriarte, cuyo domicilio estaba frente al Casino Algorteño.
El día 10 de abril de 1895, el Gobernador Civil de la Provincia ordenaba publicar un edicto que afectaba al sistema de tracción del Tranvía de Bilbao a Las Arenas y Algorta: “...Este Ayuntamiento da cuenta de un edicto publicado por el Gobernador Civil de esta Provincia, el 30 de marzo último, relativo a la autorización solicitada por la Compañía del Tranvía de Bilbao a Las Arenas y Algorta, para sustituir el motor animal por el eléctrico...”
En ese mismo pleno se daba cuenta de la solicitud de varios vecinos de la Cadena, del barrio de Algorta: “...Acuerda el Ayuntamiento pasar a informe de la Comisión de Fomento, una instancia de varios vecinos y propietarios del barrio de la Cadena, solicitando se ejecute una alcantarilla para despacho de las aguas sucias, de las casas de dicha zona...”
De ese mismo concejo se podía concluir que sus componentes tenían un profundo sentimiento religioso, pues tras unas conferencias impartidas, seguramente en preparación de la Semana Santa, el pleno decidía lo siguiente: “...En vista de la gran ciencia y unción evangélica en la que se han inspirado los discursos de las conferencias, dadas en la parroquia de San Nicolás de Bari de Algorta, por el Reverendo Padre Misionero de San Vicente de Paul, D. Agustín Marroquí, desde el día 31 del paso mes de marzo hasta el 9 del corriente, y el agrado general y unánime que han manifestado los feligreses al escuchar con atención y religioso silencio aquellos, que sin duda alguna han sido edificantes y por consiguiente verdadera panacea para sus almas, no puede menos que mostrar esta corporación su eterna gratitud al Padre Misionero, significándole al mismo tiempo que los individuos que componen este Ayuntamiento conservaran dentro de sus corazones el mas grato recuerdo de dichas conferencias. A la vez que cree aquel interpretar los deseos de los feligreses, de la parroquia de Algorta, al asegurar que los mismos se adhieren a estos sentimientos...” Y aprovechando que se iba a constituir en Algorta la Conferencia de San Vicente Paul, se nombraba como miembros de la misma a los siguientes señores: “...Presidente el Alcalde de Guecho D. Santiago Diliz, Vicepresidente el tesorero municipal D. Eladio Sustacha, tesorero D. Enrique Balparda y secretario D. Domingo Ochoa...” Por otra parte, y como parte del sentimiento religioso de aquellos ediles, en ese pleno del 10 de abril de 1895, se decidía: “...Acuerda este Ayuntamiento asistir en Corporación el jueves y viernes de Semana Santa, a las funciones religiosas que se celebraran en la Iglesia de San Nicolás de esta Anteiglesia, y a la misa mayor de Pascua de Resurrección del día 14 del actual...”
La Semana Santa de aquel año fue del 8 al 14 de abril. Y para hacerse una idea de cómo era aquella semana, en relación a las costumbres de la época, baste decir que en todas las iglesias se levantaron elegantes y floreados “monumentos” (estructuras de carácter efímero que se diseñaban para ocultar el sagrario durante las celebraciones pascuales, las cuales eran visitadas por los fieles); en algunos edificios oficiales y sociedades, los pabellones se colgaban en sus fachadas y en las calles por las que iba a transcurrir la procesión. Los balcones de las casas aparecían engalanados con colgaduras; la guarnición vestía de gala; y los bares y cafés durante todo el viernes permanecían cerrados. Incluso el tranvía suspendía sus servicios: “...El Tranvía urbano suspende el servicio en todas sus líneas, desde las dos de la tarde de hoy jueves hasta la mañana del sábado, en que dará comienzo a la hora ordinaria...” (“El Noticiero Bilbaíno” del 11 de abril de 1895).
Durante aquellos días, como decía en la publicación “Ilustración Artística Vida Contemporánea”, Dña. Emilia Pardo Bazán, al referirse a los hábitos durante esos días de Semana Santa: “...El seco bacalao, las ascéticas lentejas y el garbanzo disfrazado con verde capuchón de perejil en potaje son los recursos de la inmensa mayoría de los que aún acatan los preceptos...” Y en nuestros barrios, esa costumbre del ayuno y la abstinencia se seguía a pies juntillas.
El sábado día 13 de abril de 1895 se celebraba en el Arenal bilbaíno el llamado “mercado de los tocinos”, al cual solían acudir las tocineras del Puerto de Algorta. Y como curiosidad incluyo los precios de algunos de los productos que en el se ofrecían: “...El jamón se vendía de 2 a 2,50 pesetas, el tocino entre 1,25 y 1,50 pesetas, la manteca a 1 peseta, obviamente eran precios de el kilo. Los chorizos de Munguia se cotizaban, la docena, a 22,50 pesetas...” Y como el domingo de Semana Santa la tradición animaba al consumo, el día 14 de abril desfilaron por los fielatos de Bilbao la friolera de 3.000 corderos(“El Noticiero Bilbaíno” del 14 de abril de 1895).
En la próxima entrada de esta serie veremos cómo finalmente, D. Enrique Aguirre, aceptaba retirar las escalinatas de su casa del muelle de Las Arenas.
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