jueves, 19 de marzo de 2020

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -151-



En la entrada anterior veíamos cómo algunas personas sumidas en gran pobreza mendigaban por Santa María de Getxo.

Comenzaba noviembre de 1891 con una ocurrencia que sonaba por aquellos días: “...Las campanas doblan, la muchedumbre se esparce por los alrededores y recorre los cementerios. No piensa mucho en los muertos y no se acuerda nadie de la muerte. En el día de difuntos no está bien visto morir; por eso hasta el día siguiente no se da sepultura a los que han tenido el mal gusto de dejar la tierra…”

En la mañana del día 2 de noviembre fondeaba en el Abra el vapor inglés “John Pender”, era uno de los utilizados por al Compañía del Cable Inglés para su reconocimiento.

Ese mismo día, según contaba “El Noticiero Bilbaíno” se sacaba a subasta la madera empleada en la construcción de la plaza de toros de Algorta. El acto de subasta tuvo lugar en la planta baja del Casino de Algorta.

La ría bilbaína ya por entonces dejaba mucho que desear en cuanto a salubridad y malos olores, prueba de ello es que desde diferentes foros se comentaba la necesidad de hacer algo para evitarlos. En esa línea la “Revista minera, metalúrgica y de ingeniería” que se publicaba en Madrid decía en su edición del 3 de noviembre de 1891: “…Aquella floreciente población, en donde los intereses generales se administran con pureza, inteligencia y acierto, en vista del crecimiento de la población y de su industria, que contribuyen a que desagüen en la ría toda clase de aguas impuras, siente ya la necesidad de acudir a un remedio de un mal que se traduce por un exceso indebido de mortalidad. Puesta esta cuestión sobre el tapete, cabe poca duda de que se resolverá pronto y bien; porque en Bilbao se toman estás cuestiones en serio, y no se está charlando y escribiendo años y años sobre ellas. Además, para lo que interesa a todas las clases en aquella privilegiada población siempre hay dinero y, lo que es aún más raro, el hombre que hace falta en cada caso...”


Era un 5 de noviembre de 1891 cuando el pleno municipal entre otras cosas se trataba sobre: “...La solicitud del organista de Algorta para que se le concediera licencia para ausentarse dos o tres días a Lequeitio por asuntos de interés familiar, y para que no se interrumpan las clases de la escuela de música quedará al frente de ella esos días, mi hijo mayor...”

El puesto de la Guardia Civil de Las Arenas ocupaba una habitación en la casa de D. Santiago Lecumberri, quien vivía en una casa de cuatro pisos los cuales disponían de cuatro habitaciones, era un N.º 9 que en un callejero del Ayuntamiento de Getxo de 1887 no aparecía aún con nombre de calle, por el del alojamiento del cuerpo el Ayuntamiento pagaba trimestralmente la cantidad de 187,50 pesetas.

A veces los maestros recurrían para realizar el barrido de las escuelas, eso fue lo que sucedía aquel 5 de noviembre en la de niñas pobres de la Calle San Martín de Algorta: “...Teniendo noticia de que el barrido del local de las Escuelas de la Fundación, a cargo de la maestra Dña. Matilde Núñez, se encarga a las niñas que a ella asisten, de cuya operación se quejan los padres, acuerda este Ayuntamiento que teniendo la fundación de dicha escuela fondos suficientes, que la maestra en los sucesivo proporcione una persona de su confianza para barrer la escuela, cuyos estipendios se pagarán por esta corporación municipal...”


El 8 de noviembre de 1891 ya se veía avanzar las obras del Puerto exterior del Abra, según contaba en “El Nervión”: “...Se ha desembarcado, en piezas, la grúa de 100 toneladas que va a colocarse, por la Junta de Obras del Puerto, en el rompeolas del puerto exterior, para con su auxilio colocar los grandes bloques artificiales...”

El 12 de noviembre de 1891 en el pleno municipal se daba cuenta de un oficio del Ingeniero Jefe de la Provincia: “…Para que se obligue a toda persona a que no extraiga arena de la Playa de Las Arenas por la zona del litoral hasta la distancia mínima de 20 metros, contados desde los muros construidos por los particulares para defensa de sus propiedades…” El Ayuntamiento de Getxo decidía poner en conocimiento de lo vecinos mediante un bando la prohibición.

En esa misma fecha, 12 de noviembre, las quejas de algunos vecinos de Algorta, Neguri y el barrio de Santa María, por los caminos cortados por la obras del ferrocarril de Las Arenas a Plencia, tenían eco en el pleno municipal, puesto que el Ayuntamiento acordaba: “...Que la representación del Consejo de Administración del Ferrocarril de Las Arenas a Plencia, asista el próximo día 16 de noviembre a las dos de la tarde, si el tiempo lo permite, al punto llamado la Avanzada de Algorta para desde allí marchar sobre el terreno, con el fin de reconocer juntamente con la Comisión de este Municipio, con los señores D. Santiago Diliz (Alcalde), Ajuria, Laca y Azcorra y los interesados D. Juan Antonio Arechavala y D. Gragorio Arzubiaga, a los que se oficiará para su concurrencia para revisar los caminos de servidumbre cortados por las obras de construcción del citado ferrocarril, pudiendo designar la Comisión Municipal a los vecinos afectados de Santa María...”

El camino de acceso desde la calle San Nicolás que baja a la playa de Arrigunaga no estaba en buenas condiciones: “...El regidor Sr. Carrandi presenta una moción para que se ponga en línea el camino que baja a la playa de Arrigunaga desde la calle San Nicolás, se deslinden los terrenos pertenecientes a los herederos del finado Menchaca en la proximidad de aquel punto y venta de terrenos que al Municipio pertenecen confinantes con este último...” EL Ayuntamiento decidía tomar en consideración la propuesta y nombrar una comisión para estudiar dicho proyecto.

A algunos vecinos ancianos o enfermos del barrio de Algorta en precaria situación, el Ayuntamiento de Getxo decidía prestar su ayuda y acordaba: “...Prestar auxilio y socorro a la viuda y anciana, Dña. María…., para que se le suministren diariamente y hasta nueva orden media libra de carne y un cuartillo de leche; comprar para su cama una manta de 5 pesetas, y pagar a una vecina para que la cuide 1 peseta al día. También a la familia del pobre sin recursos D. Antonio…., que se encuentra con la enfermedad de la viruela se le auxilie con la limosna recibida para repartir entre los pobres por al Diputación de Vizcaya...”

No parece que la compra de armamento para los serenos-vigilantes fuera muy efectiva ya que ese mismo día 12 de noviembre el Ayuntamiento decidía: “...Se cambien los revólveres de los serenos por otros iguales al que se tiene sobre la mesa, con 50 balas para cada uno, resultando que habían sido inútiles los seis comprados con anterioridad...”

En aquel pleno el Ayuntamiento de Getxo autorizaba al Teniente de Alcalde D. Asensio Inchaurtieta para ausentarse a la isla de Cuba por cuatro o cinco meses.

Por aquellos días, al igual que en todos los tiempos, la eterna cantinela de que antaño se vivía mejor se dejaba sentir entre los vecinos, y así en algunos corrillos se oía decir, y resultaba cuando menos curiosa, una conversación que el 17 de noviembre de 1891 mantenían dos bilbaínos: “…!Aquí ya no se puede ya vivir, podrás creer que por una manotada de angulas, que las como yo en una sentada, me han pedido 50 reales!...” Y se lamentaban del paso de aquellos tiempos en los que: “...Le daban a uno para merendar en cualquier tasca de Deusto o Begoña merluza en salsa haciendo pir pir, magras con tomate y hasta angulas de la isla, todo por una chirla...” En algunas sociedades bilbaínas, que se encontraban algo escasas de fondos debido a la crisis del momento, acordaron sustituir las monedas de curso legal, para pagos internos, por unos billetes llamados de “media chirla”, “chirla” y “cinco chirlas” (medio real, real y cinco reales de peseta), que se podían canjear en la tesorería de la sociedad, y que más tarde podían ser canjeadas por los socios por dinero efectivo de curso legal. Esto redundó en beneficios para esas agrupaciones ya que a algunos socios se les extraviaron los bonos.


Nuestras sociedades servían a veces para realizar actos de ayuda o de caridad, algo que en esas épocas era bastante común. El 18 de noviembre de 1891 se estaba empezando a organizar en el Casino Algorteño un acto para ayudar a los fallecidos en un naufragio de Arminza: “...El día 20 del corriente, de seis a ocho de la noche, en el Casino Algorteño, se está organizando un concierto a beneficio de las familias de los náufragos de Armiza, para el cual se han prestado gustosamente los individuos que componen la “Tuna Sevillana”...”

Al parecer, en esas fechas estaban ocurriendo algunos asaltos en la Anteiglesia de Erandio y algunos ilustrados vecinos de dicho barrio se quejaban en “El Noticiero Bilbaíno” de que: “...El Ayuntamiento de Erandio tíene podido a las autoridades el que se establezca en Alzaga un puesto de fuerza armada, pero se le ha contestado que no hay fuerza disponible. Podrá ser esto verdad, pero no hay duda que podría disponerse mejor de la existente en la provincia. Porque sin ir más lejos, cuenta Las Arenas con un puesto de cinco guardias, y todo el mundo sabe que allí muchas casas de aquella población veraniega están cerradas todo el año, fuera de la estación estival ¿Que diablos guardan allí los guardias? Pues lo que guarda “El Ultimo mono” del inolvidable Narcirso Serra…” Así que solicitaban fueran trasladados a Alzaga tres de los guardias de Las Arenas y no sin cierta sorna acababan el escrito con un “Salve, morituri vos salutant”.

En la próxima entrada de esta serie veremos cómo la necesidad de una escuela para niños y niñas en Algorta venía reclamada por el Inspector de Instrucción Publica de la Provincia.

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