En
la entrada anterior veíamos cómo algunas personas sumidas en gran
pobreza mendigaban por Santa María de Getxo.
Comenzaba
noviembre de 1891 con una ocurrencia que sonaba por aquellos días:
“...Las
campanas doblan, la muchedumbre se esparce por los alrededores y
recorre los cementerios. No piensa mucho en los muertos y no se
acuerda nadie de la muerte. En el día de difuntos no está bien
visto morir; por eso hasta el día siguiente no se da sepultura a los
que han tenido el mal gusto de dejar la tierra…”
En
la mañana del día 2 de noviembre fondeaba en el Abra el vapor
inglés “John Pender”, era uno de los utilizados por al Compañía
del Cable Inglés para su reconocimiento.
Ese
mismo día, según contaba “El Noticiero Bilbaíno” se sacaba a
subasta la madera empleada en la construcción de la plaza de toros
de Algorta. El acto de subasta tuvo lugar en la planta baja del
Casino de Algorta.
La
ría bilbaína ya por entonces dejaba mucho que desear en cuanto a
salubridad y malos olores, prueba de ello es que desde diferentes
foros se comentaba la necesidad de hacer algo para evitarlos. En esa
línea la “Revista minera, metalúrgica y de ingeniería” que se
publicaba en Madrid decía en su edición del 3 de noviembre de 1891:
“…Aquella
floreciente población, en donde los intereses generales se
administran con pureza, inteligencia y acierto, en vista del
crecimiento de la población y de su industria, que contribuyen a que
desagüen en la ría toda clase de aguas impuras, siente ya la
necesidad de acudir a un remedio de un mal que se traduce por un
exceso indebido de mortalidad. Puesta esta cuestión sobre el tapete,
cabe poca duda de que se resolverá pronto y bien; porque en Bilbao
se toman estás cuestiones en serio, y no se está charlando y
escribiendo años y años sobre ellas. Además, para lo que interesa
a todas las clases en aquella privilegiada población siempre hay
dinero y, lo que es aún más raro, el hombre que hace falta en cada
caso...”
Era
un 5 de noviembre de 1891 cuando el pleno municipal entre otras cosas
se trataba sobre: “...La
solicitud del organista de Algorta para que se le concediera licencia
para ausentarse dos o tres días a Lequeitio por asuntos de interés
familiar, y para que no se interrumpan las clases de la escuela de
música quedará al frente de ella esos días, mi hijo mayor...”
El
puesto de la Guardia Civil de Las Arenas ocupaba una habitación en
la casa de D. Santiago Lecumberri, quien vivía en una casa de cuatro
pisos los cuales disponían de cuatro habitaciones, era un N.º 9 que
en un callejero del Ayuntamiento de Getxo de 1887 no aparecía aún
con nombre de calle, por el del alojamiento del cuerpo el
Ayuntamiento pagaba trimestralmente la cantidad de 187,50 pesetas.
A
veces los maestros recurrían para realizar el barrido de las
escuelas, eso fue lo que sucedía aquel 5 de noviembre en la de
niñas pobres de la Calle San Martín de Algorta: “...Teniendo
noticia de que el barrido del local de las Escuelas de la Fundación,
a cargo de la maestra Dña. Matilde Núñez, se encarga a las niñas
que a ella asisten, de cuya operación se quejan los padres, acuerda
este Ayuntamiento que teniendo la fundación de dicha escuela fondos
suficientes, que la maestra en los sucesivo proporcione una persona
de su confianza para barrer la escuela, cuyos estipendios se pagarán
por esta corporación municipal...”
El
8 de noviembre de 1891 ya se veía avanzar las obras del Puerto
exterior del Abra, según contaba en “El Nervión”: “...Se
ha desembarcado, en piezas, la grúa de 100 toneladas que va a
colocarse, por la Junta de Obras del Puerto, en el rompeolas del
puerto exterior, para con su auxilio colocar los grandes bloques
artificiales...”
El
12 de noviembre de 1891 en el pleno municipal se daba cuenta de un
oficio del Ingeniero Jefe de la Provincia: “…Para
que se obligue a toda persona a que no extraiga arena de la Playa de
Las Arenas por la zona del litoral hasta la distancia mínima de 20
metros, contados desde los muros construidos por los particulares
para defensa de sus propiedades…”
El Ayuntamiento de Getxo decidía poner en conocimiento de lo vecinos
mediante un bando la prohibición.
En
esa misma fecha, 12 de noviembre, las quejas de algunos vecinos de
Algorta, Neguri y el barrio de Santa María, por los caminos cortados
por la obras del ferrocarril de Las Arenas a Plencia, tenían eco en
el pleno municipal, puesto que el Ayuntamiento acordaba: “...Que
la representación del Consejo de Administración del Ferrocarril de
Las Arenas a Plencia, asista el próximo día 16 de noviembre a las
dos de la tarde, si el tiempo lo permite, al punto llamado la
Avanzada de Algorta para desde allí marchar sobre el terreno, con el
fin de reconocer juntamente con la Comisión de este Municipio, con
los señores D. Santiago Diliz (Alcalde), Ajuria, Laca y Azcorra y
los interesados D. Juan Antonio Arechavala y D. Gragorio Arzubiaga, a
los que se oficiará para su concurrencia para revisar los caminos de
servidumbre cortados por las obras de construcción del citado
ferrocarril, pudiendo designar la Comisión Municipal a los vecinos
afectados de Santa María...”
El
camino de acceso desde la calle San Nicolás que baja a la playa de
Arrigunaga no estaba en buenas condiciones: “...El
regidor Sr. Carrandi presenta una moción para que se ponga en línea
el camino que baja a la playa de Arrigunaga desde la calle San
Nicolás, se deslinden los terrenos pertenecientes a los herederos
del finado Menchaca en la proximidad de aquel punto y venta de
terrenos que al Municipio pertenecen confinantes con este último...”
EL Ayuntamiento decidía tomar en consideración la propuesta y
nombrar una comisión para estudiar dicho proyecto.
A
algunos vecinos ancianos o enfermos del barrio de Algorta en precaria
situación, el Ayuntamiento de Getxo decidía prestar su ayuda y
acordaba: “...Prestar
auxilio y socorro a la viuda y anciana, Dña. María…., para que se
le suministren diariamente y hasta nueva orden media libra de carne y
un cuartillo de leche; comprar para su cama una manta de 5 pesetas, y
pagar a una vecina para que la cuide 1 peseta al día. También a la
familia del pobre sin recursos D. Antonio…., que se encuentra con
la enfermedad de la viruela se le auxilie con la limosna recibida
para repartir entre los pobres por al Diputación de Vizcaya...”
No
parece que la compra de armamento para los serenos-vigilantes fuera
muy efectiva ya que ese mismo día 12 de noviembre el Ayuntamiento
decidía: “...Se
cambien los revólveres de los serenos por otros iguales al que se
tiene sobre la mesa, con 50 balas para cada uno, resultando que
habían sido inútiles los seis comprados con anterioridad...”
En
aquel pleno el Ayuntamiento de Getxo autorizaba al Teniente de
Alcalde D. Asensio Inchaurtieta para ausentarse a la isla de Cuba por
cuatro o cinco meses.
Por
aquellos días, al igual que en todos los tiempos, la eterna
cantinela de que antaño se vivía mejor se dejaba sentir entre los
vecinos, y así en algunos corrillos se oía decir, y resultaba
cuando menos curiosa, una conversación que el 17 de noviembre de
1891 mantenían dos bilbaínos: “…!Aquí
ya no se puede ya vivir, podrás creer que por una manotada de
angulas, que las como yo en una sentada, me han pedido 50 reales!...”
Y se lamentaban del paso de aquellos tiempos en los que: “...Le
daban a uno para merendar en cualquier tasca de Deusto o Begoña
merluza en salsa haciendo pir pir, magras con tomate y hasta angulas
de la isla, todo por una chirla...”
En algunas sociedades bilbaínas, que se encontraban algo escasas de
fondos debido a la crisis del momento, acordaron sustituir las
monedas de curso legal, para pagos internos, por unos billetes
llamados de “media chirla”, “chirla” y “cinco chirlas”
(medio real, real y cinco reales de peseta), que se podían canjear
en la tesorería de la sociedad, y que más tarde podían ser
canjeadas por los socios por dinero efectivo de curso legal. Esto
redundó en beneficios para esas agrupaciones ya que a algunos socios
se les extraviaron los bonos.
Nuestras
sociedades servían a veces para realizar actos de ayuda o de
caridad, algo que en esas épocas era bastante común. El 18 de
noviembre de 1891 se estaba empezando a organizar en el Casino
Algorteño un acto para ayudar a los fallecidos en un naufragio de
Arminza: “...El
día 20 del corriente, de seis a ocho de la noche, en el Casino
Algorteño, se está organizando un concierto a beneficio de las
familias de los náufragos de Armiza, para el cual se han prestado
gustosamente los individuos que componen la “Tuna Sevillana”...”
Al
parecer, en esas fechas estaban ocurriendo algunos asaltos en la
Anteiglesia de Erandio y algunos ilustrados vecinos de dicho barrio
se quejaban en “El Noticiero Bilbaíno” de que: “...El
Ayuntamiento de Erandio tíene podido a las autoridades el que se
establezca en Alzaga un puesto de fuerza armada, pero se le ha
contestado que no hay fuerza disponible. Podrá ser esto verdad, pero
no hay duda que podría disponerse mejor de la existente en la
provincia. Porque sin ir más lejos, cuenta Las Arenas con un puesto
de cinco guardias, y todo el mundo sabe que allí muchas casas de
aquella población veraniega están cerradas todo el año, fuera de
la estación estival ¿Que diablos guardan allí los guardias? Pues
lo que guarda “El Ultimo mono” del inolvidable Narcirso Serra…”
Así que solicitaban fueran trasladados a Alzaga tres de los guardias
de Las Arenas y no sin cierta sorna acababan el escrito con un
“Salve, morituri vos salutant”.
En
la próxima entrada de esta serie veremos cómo la necesidad de una
escuela para niños y niñas en Algorta venía reclamada por el
Inspector de Instrucción Publica de la Provincia.
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