En
la anterior entrada veíamos cómo la necesidad de acometer sin
demora las obras para traer aguas potables a esta localidad, debido a
que las traídas en 1.886 no cumplen las necesidades del vecindario.
A
primeros de octubre de 1891 D. Ignacio Echeandia estaba realizando
las obras de conducción de aguas sucias desde Amesti hasta Calvetena
(estaba en el N.º 30 de la Avenida Basagoiti, cerca de al casa de
Zubiaga). D. José de Iraola, rematante del alumbrado público de
Algorta tenía instalados 24 quinqués en las farolas del barrio.
No
había en aquellos comienzos del mes de octubre grandes diversiones
para los habitantes de las márgenes de la ría bilbaína, así que
no es de extrañar que cualquier acto de cierta relevancia congregara
a multitud de curiosos. El 3 de octubre de 1891, decía la prensa que
la industria de la provincia estaba de enhorabuena. Se iba a botar un
crucero en los “Astilleros del Nervión” : “...Entre
las dos y dos y media de la tarde, una multitud de personas asaltaban
los tranvías y trenes de ambas orillas de la ría para presenciar la
botadura. Los trenes de Las Arenas y de Portugalete salían
conduciendo a centenares y millares de viajeros: los tranvías salían
por pequeños intervalos rebosando gentes y los carruajes
particulares y vapores de la ría llevaban también un buen
contingente de espectadores al acto que iba a celebrar en los
Astilleros del Nervión…”
La
Compañía del Tranvía de Bilbao a Las Arenas y Algorta, establecía
el servicio de invierno, con salidas cada cuarto de hora al Desierto
y cada media hora a Las Arenas, a partir del día 6 de octubre.
Otros servicios cubrían el recorrido entre Bilbao y Plencia, todavía
estaba en construcción la línea del ferrocarril hasta esta última
población: “...Los
carruajes de Bilbao A Plencia en combinación con el tranvía
realizaban los siguientes servicio desde el día 6 de Octubre de
1891: Salidas de Bilbao.—A las 7,30 de la mañana y 2,30 y .3,30
de la tarde. Salidas de Plencia.—A las 7 y 7,30 de la mañana y 3
de la tarde….”
Algunas
personas sumidas en gran pobreza mendigaban por Santa María de
Getxo, probablemente porque al ser esta una zona agrícola y
ganadera, pensaban poder obtener algo de comida para mitigar su
hambruna, pero a veces su salud se hallaba tan deteriorada que
fallecían en plena calle. Esto era relatado un 1 de octubre de 1891
por el Alcalde en el pleno Municipal: “...Habiendo
sido hallado un pobre mendigante en la estrada de Piñaga en muy mal
estado el día 28 de septiembre, fue trasladado a la casa taberna de
Echevarri donde habiéndole suministrado todos los auxilios
necesarios tanto espirituales como temporales había fallecido ayer a
las once de la noche...”
La taberna de Echevarri esta en el Puerto Viejo de Algorta, en la
calle del Puerto, cerca de la casa de Dña.
Salomé Uria y Dña. Ramona Orbeta.
La
necesidad de fuentes públicas cercanas de las cuales poderse
suministrar agua potable llevaron el 8 de octubre de 1891 a que
varios vecinos del Puerto lo demandaran al Ayuntamiento: “...D.
Domingo Aresti, mayordomo de la Cofradía de Mareantes del Puerto de
Algorta y otros miembros de la Cofradía, solicitamos se coloque una
fuente de agua potable en sitio más conveniente del referido
Puerto...”
Sin embargo Getxo que era un Ayuntamiento con escasos recursos, a
pesar de contar con algunos vecinos de economías saneadas, respondía
a los vecinos del barrio de pescadores y lemanes: “...Que
teniendo presente la poca abundancia de aguas potables que existe en
el vecindario para atender a las primeras necesidades del mismo, así
como no ser necesario por ahora la colocación de la fuente en el
punto que se solicita, acordamos desestimar la solicitud...”
Por
el contrario, otro vecino, D. Vicente Suárez se quejaban porque le
llegaban aguas sucias, que dejaban un hedor insoportable al
acumularse frente a la puerta de su casa, procedentes de la casa de
D. Quirino Pinedo en la carretera de Erega y solicitaban: “...Que
se construya una alcantarilla que reciba las aguas sucias de las
casas de D. Vicente Suárez y de D. Andrés Isasi...”
Y Dña. Tomasa Galdós solicitaba también poder hacer un injerto de
las aguas sucias de su casa, que estaba en el N.º 51 de la Calle
Mayor, en la red municipal.
Las
obras de embaldosado de la calle Mayor continuaban en otro tramo,
esta vez gracias a una solicitud de D. Miguel Uría: “...Solicito
continuar las obras de embaldosado desde la revuelta de la Plaza de
San Ignacio, en la calle Mayor, hasta la casa de la viuda del finado
D. Domingo Aurrecoechea...”
Otro
de los vecinos que participó en la composición de los uniformes de
los serenos-vigilantes nocturnos de Algorta, fue D. Segundo Eguia
quien confeccionó nueve gorras de paño y charol por las que
percibió 46,50 pesetas.
En
“El Nervión” del 14 de octubre de 1891 aparecía una aclaradora
noticia acerca de las acusaciones que se hacían los respectivos
Gobiernos sobre quién había sido el culpable de la ruina de la
Nación: “...En
España se han saldado con déficit todos los presupuestos desde
1845, para no distraer la atención del lector reproduciremos la
estadística desde 1868, época esencialmente revolucionaria, la tal
estadística nos enseña que: En el periodo que va desde 1868 a 1869
con el Ministro Sr. Orovio el déficit fue de147,5 millones de
pesetas; con los siguientes ministros señores Figuerola (1869-71),
Camacho (1871-72, 1874-75, 1881-83 y ), Echegaray (1872-73) y otros
hasta llegar en 185-86 con el Sr. Cos-Gayon, la deuda en la que todos
habían participado había alcanzado los 2566 millones. En 1886-87-88
83 y 90, han. sido ministros Camacho, Puigcever, Venancio González y
Eguilior, y en todos ellos han saldado sus presupuestos con 100
millones o más de déficit. Es decir que no deben achacarse unos a
Otros los desastres, sino que blancos y negros coincidieron en
arruinar la Nación…”
Achacaban el diario aquella quiebra a: “...Gastar
lo que no se tiene, con martingalas del Banco del Tesoro, y esas
invenciones de Bonos y Flotante. El mal es viejo y de raíz pertinaz,
se debe a nuestra propia naturaleza de imprevisores
y derrochadores...”
La
riqueza en el mundo, siempre mal repartida, era uno de los temas que
abordaba el 15 de octubre de 1891 “El Noticiero Bilbaíno”:
“...Según
los datos oficiales la riqueza de Estados Unidos ha superado a la de
Inglaterra, que figuraba hasta hoy a la cabeza de todas las naciones:
La fortuna pública de Estados Unidos asciende a 300 mil millones de
pesetas. La de Inglaterra a 218 mil millones de pesetas. La de
Francia a 216 mil millones de pesetas. La de Austria a 140 mil
millones de pesetas. Alemania, a pesar de su poder militar solo
alcanza a 80 mil millones de pesetas. Italia y Rusia figuran con 40
mil millones de pesetas, aunque los datos del imperio ruso no se
refieren más que a una parte del capital explotado. Junto a estos
poderosos no hace mal la “Petite Belgique” pues aunque su fortuna
pública solo asciende a 29 mil millones de francos, si se tiene en
cuenta su población y superficie, su fortuna es proporcionalmente
mayor que la del resto de naciones...”
Siguiendo
con las bajamares equinociales de las que hablaba en mi anterior
entrada, el diario “El Nervión” del 18 de octubre nos ilustraba
acerca de las costumbres de mariscar de la época, así como de
acudir a las rocas y playas para conseguir chatarras:
“...Aprovechando
la gran bajamar equinoccial de estos días, es mucha la gente que se
dedica a coger mariscos en las peñas que sirven de rompeolas a los
muelles de Portugalete y Las Arenas. También los raqueros, así se
llamaba a los saqueadores de naufragios, aprovechan estas bajamares
para llegar de noche hasta los buques naufragados en el banco del
N.O. de la barra y hacer acopio de chatarra...”
El
17 de octubre de 1891 el pleno municipal aprobaba abonar a D. Luis
Dotesio de Bilbao 38,40 pesetas por 8 ejemplares de solfeo de 1ª
encuadernación para la enseñanza de solfeo a los niños que
concurrían a la Escuela de Música y Solfeo.
El
22 de octubre de 1891 el pleno municipal aprobaba abonar la cuenta de
gastos causados durante el verano: “...Para
la celebración de funciones religiosas y festejos que importa
3.348,22 pesetas…”
El cantero D. Domingo Sarasua reponía las escaleras del Puerto viejo
de Algorta.
En
ese mismo pleno se daba lectura a una circular de la Junta Directiva
de Niños Expósitos para que: “...Se
vigile para que ningún niño de matrimonio legítimo sea expuesto en
la Inclusa de la Provincia...”
El
29 de octubre de 1891 el Ayuntamiento decidía trasladar a sus
dependencias municipales: “...Para
el buen servicio, seguridad y orden, la estación telegráfica
municipal que existe en la casa llamada “Alhóndiga”, porque este
edificio ofrece mayor seguridad...”
Consideraban que aquel traslado no perjudicaba a los vecinos.
Los
postes de teléfonos instalados en Algorta al parecer no ofrecían
seguridad para los vecinos: “...Habiéndose
visto con gran sorpresa que dos postes donde están sujetos los hilos
del teléfono de esta población de Algorta fueron rotos y derribados
por los últimos vientos causando algunos daños, quedando
milagrosamente ileso un hombre al caer uno de ellos frente a él, y
para que no se repitan casos semejantes, ya que los postes instalados
en Algorta ofrecen poca solidez para resistir los fuertes vientos que
con frecuencia suelen reinar en ésta. Acordamos se haga presente al
Director de la Red Telefónica de Bilbao la necesidad de que con la
mayor brevedad ponga en esta población de Algorta postes que
ofrezcan consistencia y seguridad para el amarre de los hilos
telefónicos...”
Una
idea de los precios de la época nos la daban los de la plaza del
mercado: “...La
carne de cebón estaba a 1,40 pesetas kilo; las chuletas a 1,80
pesetas. Mientras que la carne de cerdo: El tocino fresco a 1,50
pesetas kilo, los jamones a 2,50 y la manteca a 1,50 pesetas. Las
gallinas a 6 o 7 pesetas el par; los huevos a 1,25 pesetas docena. El
queso de Burgos a 75 céntimos. Entre los pescados: La Merluza a 1
peseta kilo; el lenguado a 2 pesetas, el bonito a 60 céntimos la
libra. La fruta: Las manzanas a 35 céntimos la docena, las peras a
30 céntimos docena...”
En
la próxima entrada de esta serie veremos cómo para ausentarse por
motivos familiares a Lekeitio, el organista de San Nicolás dejaba a
su hijo al frente de la escuela de música a su hijo mayor.
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