En
la anterior entrada veíamos cómo el cementerio de Algorta (La Campa
del Muerto) se había quedado pequeño y cómo los vecinos pensaron
en comprar un terreno cercano al cementerio, de propiedad particular,
para ampliarlo. En esta entrada iremos viendo las relaciones
económicas de Getxo y la Diputación.
Los
pueblos de la provincia de Bizkaia desde antiguo venían aportando
unas cantidades a la Diputación en concepto de Culto y Clero. Ya
desde 1845 la Constitución española establecía que: “...La
religión de la Nación española es la católica, apostólica,
romana. El Estado se obliga a mantener el culto y sus ministros,
siendo los municipios los encargados de sostener el culto
parroquial...”
En mayo de 1883, la institución provincial envió una circular a
los municipios para exigirles que los Ayuntamiento debían de aportar
las cantidades correspondientes. En concreto, el de Getxo estaba
obligado a aportar a la tesorería provincial 11.237, 16 pesetas.
Nuestro municipio contestaba a la Diputación que: “...«Según
el arreglo parroquial corresponde pagar a esta anteiglesia por ese
concepto 10.275 pesetas, debiendo permanecer en ella dos párrocos y
cinco coadjutores, y que faltando un coadjutor a la parroquia de
Santa María, este Ayuntamiento se ve perjudicado en el repartimiento
realizado por dicha institución, por lo que solicita se modifique la
cuota asignada a este Pueblo»...”
En
esas fechas era D. Ignacio Arias, quien reclamaba para su propiedad
los censos de los conventos de Santa Clara de Portugalete y de la
Capellanía de Lekumberri, que era quien venía cobrándolos.
Así
mismo las caserías de Garayena Nueva del barrio de Usategi y
Salsidua de la entonces Vega de Fadura trataban de ser inscritas en
el Registro de la Propiedad por D. Miguel Antonio de Ibarguren.
El
7 de junio de 1883 el representante de la Compañía “Direct
Spanish Telegraph”, D. José Aparicio Fernández residente en
Madrid, solicitaba al Ayuntamiento de Getxo un terreno de 40 metros
cuadrados para establecer una caseta habitable en Las Arenas, en el
punto donde se encontraba amarrado el cable Inglés. Dicha caseta
estaba situada: “...«En
la faja de terreno de treinta metros de ancho, situada al Este entre
la carretera que desde Algorta se dirige al barrio de Las Arenas, y
las posesiones de D. José Niceto de Mezquiza»...”
La misma tenía una habitación al costado para ser habitada por el
peón caminero encargado de la custodia de dicho cable. El
consistorio autorizó dicha instalación, condicionándola a que si
algún día la Compañía del Cable abandonaba aquel edificio, el
suelo pasaría de nuevo a manos del Ayuntamiento.
Las
obras del camino al cementerio de San Nicolás, que habían sido
realizadas por el contratista D. Juan Bautista Eguía, y que al decir
de su cuantía no habían sido muy importantes, tan solo costaron
16,50 pesetas, veían su finalización.
Otro
de los temas que la corporación municipal trataba en esos días, a
propuesta de varios vecinos, era la música. Entre los que se
encontraba D. Maximo Llantada. Trataban de que el consistorio
contratara a D. Ambrosio Meigoya para ocupar el cargo de maestro de
enseñanza de solfeo para los niños de Algorta. Además, y como ya
estaban próximos los exámenes finales de curso en las escuelas del
municipio, acordaban repartir la misma cantidad a las cinco escuelas
existentes en el mismo. El local en el que se instaló dicha escuela
de solfeo fue en el antiguo salón de sesiones, comenzando a
funcionar el día 18 de agosto de 1883.
Y
en relación a la música, también fueron protagonistas en aquellos
días los miembros de la Banda Municipal, que según el Ayuntamiento
habían cumplido sus actuaciones del año, habiendo recibido el
dinero estipulado para las mismas, que alcanzaba la cifra de 250
pesetas. Además fueron contratados para las actuaciones veraniegas,
que iban desde el 24 de junio hasta el 30 de septiembre, en las que
debían de tocar en las procesiones y festividades religiosas, así
como en las noches de los meses de julio y agosto, por las que les
iban a ser abonadas 500 pesetas.
A
mediados de junio de 1883 se nombraba vigilante de la playa de Las
Arenas, dependiente de la autoridad local del barrio, a D. Isidro de
Inchaurtieta.
En
el presupuesto económico de los años 1883-1884, se incluían las
104.195 pesetas que el Ayuntamiento recibió de la Tesorería de la
Hacienda por los terrenos propios que habían sido vendidos. Para
cuadrar el presupuesto el Ayuntamiento de Getxo tuvo que recurrir a
empréstitos, que hubo que devolver, los cuales figuraban en una
relación que el consistorio envió a la Diputación Provincial.
El
1 de julio de 1883 nombraba el consistorio a sus nuevos miembros. Al
no existir ningún reglamento que fijara la forma de elección, lo
hicieron mediante sorteo, quedando como sigue: Primer Edil D. Roque
de Zabala, le seguían D. Pedro José Urquijo, D. Manuel Valle, D.
Juan Bautista de Echevarria, D. Dámaso Ibarra, D. Ángel de Zabala y
D. Manuel de Zalduondo. La misma contaba con otros ediles como D.
Asensio Inchaurtieta, D. Andrés Larrazabal,
La
distribución para las comisiones que se crearon, respondían a las
siguientes funciones:
Hacienda
e Instrucción Pública:
D. Pedro José Urquijo, D. Ángel de Zabala y D. Dámaso Ibarra.
Fomento
Deslindes, Policía Urbana y Rural:
D. Asensio Inchaurtieta, D. Manuel Valle y D. Juan Bautista de
Echevarria.
Regidor
Interventor:
D. Ángel de Zabala.
Cuidado
de la Alhóndiga, toma de razón de vinos y otras bebidas, pan
elaborado, leches, pesas y medidas de los establecimientos:
Para este cometido acordaron repartirse las funciones, los ediles de
dos en dos, durante los meses del año.
En
la sesión municipal del 12 de julio de 1883 se daba cuenta del saldo
existente a esa fecha de la Escuela de la Fundación de Niñas Pobres
de San Martín de Algorta, el cual ascendía a 5.848,70 reales.
Y
como todo no iban a ser saldos favorables, la nueva llega del Obispo
de la Diócesis para visitar a sus administrados e impartir la
Confirmación, el consistorio decidía preparase para el
recibimiento. El cual se realizó mediante el lanzamiento de cinco
docenas de volanderas (cohetes), la limpieza de las calles por las
que iba a transitar el prelado, intervención de la Banda de Música
Municipal y el alquiler de un coche del tranvía para que el séquito
municipal pudiera acompañar al Obispo. Aquellos gastos fueron
consignados en el capítulo de imprevistos.
En
la próxima entrada veremos cómo en una sesión municipal se leía
la solicitud del Club Náutico de Bilbao para que el Ayuntamiento de
Getxo encabezara, “con alguna cantidad decorosa”, la instalación
de una Estación de Salvamento de Náufragos en el Puerto de Bilbao.
Y cómo la temporada de verano, que ya estaba llamando a la puerta,
veía cómo la prensa local anunciaba la apertura de baños en el
establecimiento de “Baños de Mar Bilbainos”.
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