En
la anterior entrada veíamos la
importancia que se daba a los fondos municipales Las necesidades de
información administrativa y legal parece que anidaban en nuestro
munícipes. También leíamos cómo trataba la prensa en agosto de
1882 al barrio de Las Arenas, del que decía que hacía
veinte años, tan solo había en él no más que dos ó tres
edificios, y aquella llanura era toda arenales y dunas sin ninguna
vegetación. Y en ese año estaba cubierta de bosques y Jardines
frondosos, entre los que se alzan multitud de lindos y suntuosos
edificios. En esta veremos los enfrentamientos entre los poderosos
hacendados y el Ayuntamiento al tratar estos de pasar por encima del
Consistorio, acudiendo a los favores del Gobernador. Y cómo en marzo
de 1883 se anunciaba, con carteles colocados por el pueblo, la feria
de ganados en la campa de Alango.
Los
enfrentamientos entre los poderosos hacendados y el Ayuntamiento
seguían repitiéndose al tratar, éstos, de pasar por encima del
Consistorio, acudiendo a los favores del Gobernador. El 28 de
diciembre de 1882 D. Fernando Mieg, que en julio de 1865 había
adquirido uno de los terrenos de Las Arenas, solicitaba al Gobernador
permiso para: “...«elevar
5 litros por segundo del rio Gobela a fin de regar la finca
Sagarra-Barrena de mi propiedad»...”
El Ayuntamiento de Getxo se opuso alegando que: “...«los
ganados no podrán abrevar, impedirán que las lavanderas acudan a
sus orillas, no pudiéndose utilizar las aguas para beber y uso
doméstico, no pudiendo desarrollar su industria las tejeras e
impedirá que los dueños de terrenos de Santa Eugenia puedan regar
sus fincas»...”
Y
finalizaba el año con un acto, que seguro que a los implicados no
gustó excesivamente, el “Sorteo de Mozos” para el remplazo del
ejército del año 1883. Entre los llamados a quintas aparecían
nombres conocidos en el barrio: Luis Arondo, Santiago Luis Saitua,
Eduardo Sarria, Juan Bautista Larrinaga, Hilario Aguirrechu, entre
otros.
En
la próxima entrada veremos la llegada del nuevo año, 1883 con
sonsonetes cuarteleros referidos a los suministros de materiales
bélicos, hechos por el consistorio durante la última Guerra
Carlista
En
la anterior entrada vimos las
necesidades de información administrativa y legal que anidaban en
nuestros munícipes, y cómo eran tratados los impuestos sobre la
sidra. En ésta veremos la llegada del nuevo año, 1883, con
sonsonetes cuarteleros referidos a los suministros de materiales
bélicos hechos por el consistorio durante la última guerra. Y los
conflictos con la Cofradía de Mareantes del Puerto de Algorta.
Y
así comenzaba el año 1883, con sonsonetes cuarteleros, referidos a
los suministros de materiales bélicos, hechos por el consistorio
durante la última guerra a las tropas del Gobierno (a los
Liberales), que habían sido suministradas por el vecino de Madrid D.
Baldomero
Burreros.
Entre
las obras que se iban a acometer nada más empezar el año estaban la
Plaza y calles de Las Arenas, un lavadero cubierto en el río Gobela
en el punto llamado Lejarreta. En enero de 1883 se acordaba
establecer el sistema métrico decimal en el Matadero de Algorta.
Y
para que no quedaran dudas de la religiosidad del barrio, se ordenaba
hacer los listones para colocar las tablillas con las láminas del
Antiguo Testamento en la Escuela de Niñas de Santa María de Getxo.
Y como no fuera que las iras divinas descargasen sus rayos
celestiales, el 25 de enero el consistorio encargaba a D. Julián
Torre la colocación de un pararrayos en la torre de la iglesia de
Andra Marí.
A
mediados de febrero de 1883 eran varios los vecinos de Las Arenas
quienes ofrecían al Ayuntamiento la cantidad de 27.000 reales para
arreglar la calle que iba desde la carretera, junto al Balneario de
Baños de Mar Bilbaínos, a la capilla de Santa Ana. El proyecto
quedó encargado al maestro de obras D. Francisco Ciriaco de
Menchaca.
Para
cumplir la orden del Gobierno Civil, del 19 de febrero de 1883, que
demandaba: “...«la
construcción de un lugar independiente al cementerio para enterrar a
las personas que fallezcan fuera de la religión Católica»...”
El consistorio acordaba estudiar la ampliación del cementerio de San
Nikolás, y la construcción del citado recinto para los no
católicos.
El
19 de marzo de 1883 se anunciaba con carteles colocados en el pueblo
la feria de ganados en la campa de Alango. Y aunque no era el caso,
en esos días, las pruebas de bueyes que estaban prohibidas,
demandaban el interés de la prensa: “...«por
el gobierno civil de Vizcaya se prohibieron las repugnantes pruebas a
que se sometían en nuestros feriales las yuntas de bueyes, pruebas
que consistían en hacer arrastrar a los pobres animales, a fuerza de
gritos, rejonazos y palos, enormes piedras cuyo peso era cuando menos
doble del que buenamente podían arrastrar las yuntas…,
las
pruebas no eran más que pretexto para las apuestas y, a decir de la
prensa, levantar las más bajas pasiones de crueldad contra los
animales...»”
A pesar de ello, varios municipios del interior de Bizkaia recogían
firmas para levantar la prohibición.
A
finales de marzo se trataba sobre un documento de propiedad de las
casas denominadas Goñi-bekoa nueva y vieja, presentado a
requerimiento del consistorio por D. Juan Antonio de Goñia, el cual
adjudicaba la propiedad de la campa llamada “Goñí” a la
primera casa. No obstante el Ayuntamiento se reservaba el uso de la
misma, si lo consideraba conveniente.
Y
como la custodia de los fondos municipales era cosa importante, el 29
de marzo, el consistorio adquiría a “Gostcher y Cª de Bilbao”
una caja de hierro, cuyo precio fue de 880 pesetas, reforzada por
tres cerraduras, no fuera que alguien habilidoso pudiera abrir
alguna.
En
la próxima entrada veremos cómo para mediados de abril de 1883, los
vecinos y concejales ya eran conscientes de que el cementerio de
Algorta (Campa del Muerto) se había quedado pequeño, y pensaron en
comprar un terreno cercano a éste, de propiedad particular, para
ampliarlo. Y cómo para finales de abril de 1883, ante la invasión
de ganados que pastaban por los jardines próximos al tranvía, en
Las Arenas, incluido el recinto de las cocheras, el Ayuntamiento
acordó prohibir toda clase de rumiantes en la zona.
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