En
la anterior entrada veíamos los enfrentamientos entre los poderosos
hacendados y el Ayuntamiento al tratar estos de pasar por encima del
Consistorio, acudiendo a los favores del Gobernador. Y cómo en marzo
de 1883 se anunciaba, con carteles colocados por el pueblo, la feria
de ganado en la campa de Alango. En esta veremos cómo el cementerio
de Algorta (La Campa del Muerto) se había quedado pequeño, y cómo
los vecinos pensaron en comprar un terreno cercano a éste de
propiedad particular para ampliarlo; y cómo el ganado pastaba por
los jardines próximos al tranvía, en Las Arenas.
Para
mediados de abril de 1883, los vecinos y concejales ya eran
conscientes de que el cementerio de Algorta (Campa del Muerto) se
había quedado pequeño, y pensaron en comprar un terreno cercano a
este de propiedad particular para ampliar el cementerio, y para poder
realizar: “...«un
lugar independiente y decoroso para las personas que mueran fuera de
la religión católica»...”
Pero aquella obra para la que el consistorio pidió ayuda para abonar
sus costes, a la Junta de Fábrica de la Parroquia de San Nikolás,
no tuvo buena recepción por parte de ésta, ya que contestaron
negativamente. Así que el Ayuntamiento informaba a la parroquia que
sus pretensiones de que: “...«tras
amortizar el coste de la obra, se adjudique todo el Campo-Santo a la
parroquia, ya que además lo prohibía la Real Orden 17 de junio de
1863»...”
El
18 de abril era recepcionada la nueva Casa Consistorial de San
Nikolas, tras recibir el certificado de que las obras estaban
terminadas por el Maestro de Obras D. Francisco Ciriaco de Menchaca.
Las obras habían sido realizadas por D. Domingo de Aurrecoechea.
A
finales de abril de 1883 parece que el ganado pastaba por los
jardines próximos al tranvía, en Las Arenas, incluido el recinto
de las cocheras, por lo que el Ayuntamiento acordó prohibir que toda
clase de rumiantes (vacuno, caballar, mular, cerda, lanar, y cabrío,
así como aves) pastaran por los mismos. El barrio y sus jardines, al
parecer, o eran un lugar de engorde para toda suerte de animales, o
el Ayuntamiento previsor para no tener que repetir las ordenes del
Bando de Buen Gobierno, incluyó a toda la cabaña de labor y corral
del municipio. Algunos de aquellos ejemplares de ganado lanar, cómo
los corderos y cabritos de leche del país, vivos, y según la clase
y tamaño, se cotizaban de 4,50 a 6 pesetas la unidad.
Por
esas fechas el responsable del cementerio de Santa María de Getxo,
que estaba junto a la iglesia del mismo nombre, solicitaba al
Ayuntamiento diverso material para realizar sus funciones, entre
aquellos materiales se incluían: “...«un
caco, una zarda-pala solida de treinta centímetros de ancho,
compuesta de siete hojas y con intermedio medio centímetro de hoja a
hoja, además de una sierra para corte de mangos de ataúdes»...”
El
10 de mayo de 1883, el consistorio se daba por enterado, de un oficio
del Gobernador de la Provincia, mediante el cual se informaba que:
“...«con
fecha del cinco del corriente, manifestaba haber concedido a la
Compañía del Cable Submarino, que representa D. José Aparicio
Fernández, el establecimiento de una nueva línea telegráfica
subterránea entre Bilbao y Las Arenas»...”
La noticia era recogida por el “Noticiero Bilbaíno” la víspera.
El
10 de mayo el regidor D. Ángel de Zavala, refiriéndose a la
Cofradía de Mareantes del Puerto, planteaba ante el pleno municipal:
“…«Que
ha llegado a su conocimiento que la Cofradía de Mareantes del Puerto
de Algorta, que en virtud de no se que derecho, se deja abandonados a
los intereses locales de este pueblo o a sus gremiantes, puesto que
el día 8 del corriente mes, habiéndose reunido en la Comandancia de
Marina de Bilbao en Junta, con el Comandante de Marina, quedo
acordado que el servicio de abordaje, que ahora se viene haciendo con
toda libertad y en mejores condiciones para los pobres navegantes de
alta mar, y en particular para los de ultramar, en esa junta se había
acordado que se realizara por turno entre los prácticos»...”
Al parecer el fondo del conflicto estaba en que los mareantes de
Algorta habían incluido una cláusula, que beneficiaba a los del
Puerto y por la que: “...«Solo
ellos harán ese servicio, sin ocupar a ningún remero no práctico,
ya que lo dispuesto en la misma no admite más de dos jóvenes de la
clase de no prácticos en la lancha, quedando así solo para ellos,
ese patrimonio quedando un numero considerable de remeros de aquí
sin trabajo, que hasta ahora era libre, y las gentes del pueblo
ganaban su pan, por lo que siendo iguales vecinos los que quedan
abandonados, que son la mayoría, ruego a mis compañeros se disponga
lo que sea más conducente a los interese locales»...”
Tras un encendido debate acordaron llamar al Mayordomo de la Cofradía
para que expusiera lo acordado en la Comandancia de Marina de Bilbao.
En
mayo de 1883 se acordaba realizar un camino peatil para el transito
de los vecinos desde la casa del finado Sr. Hormaechea hasta la campa
de Alango, que a su vez iba a ver cómo su superficie era adoquinada
con piedra traída desde la playa de Arrigunaga. Trabajo que como
decían en el acta iba a ser realizado por un experto cantero.
En
mayo de ese año 1883, la utilización de los fuegos de artificio,
que tanto gustaban a los vecinos, eran estudiados al recibir una
oferta del pirotécnico bilbaíno D. Ciriaco de Berastegui, en la que
se comprometía a quemar por 500 pesetas, en las próximas romerías
de la localidad. Además dicho artesano se comprometía a dejar un
número importante de fuegos a disposición del municipio, así cómo
seis libras de pólvora y ocho docenas de voladores de diversas
clases.
El
23 de mayo de 1883, y en vista de que el cementerio para los no
católicos no prosperaba, el Gobernador Civil amenazaba a los
ayuntamientos que no cumplieran la Real Orden del 28 de febrero de
1872: “...«Sobre
la construcción en lugares bien cerrados, inmediatos los cementerios
e independientes de ellos, para inhumar a los que mueran
perteneciendo a religión distinta de la Católica»...”
El Ayuntamiento de Getxo acordaba que: “...«Sin
más dilación se construya cerca del cementerio de Santa María, en
terreno perteneciente al municipio, un cementerio cercado, con una
puerta, para enterrar, por ahora, a los cadáveres de las personas
que fallezcan en esta Anteiglesia, perteneciendo a religión distinta
de la Católica»...”
Y como la obra, a decir del consistorio, era de mucha consideración,
se formó una comisión encargada del proyecto compuesta por los
ediles D. Roque Zabala y D. Asensio Inchaurtieta.
En
esa misma fecha se recepcionaban las obras del tranvía entre la
carnicería y el Casino (desde la casa de D. Cipriano de Urquiola
hasta D. Antonio Arrigunaga) , en la entonces Calle de la Carretera”,
actual Algortako Etorbidea. Las obras fueron realizadas por el
contratista D. Manuel Learra.
Y
como la celebración del Corpus, que era al día siguiente, era un
fiesta de gran relevancia en el barrio de Algorta, el Alcalde D.
Manuel de Zalduondo, invitaba a toda la corporación a asistir a la
función religiosa y procesión, que se iba a celebrar en la iglesia
de San Nikolas de Bari de Algorta. Solamente declinó la invitación
D. Roque de Zabala, ya que como habitante del barrio de Santa María,
iba a acudir a la celebración que con ese motivo se celebraba en
dicho barrio de Getxo.
En
la próxima entrada veremos cómo algunas reclamaciones del
secretario municipal de Getxo alanzaban a edificios religiosos de
Portugalete y Bilbao. Y la solicitud de la Compañía “Direct
Spanish Telegraph” para establecer una caseta habitable en Las
Arenas, en el punto donde se encontraba amarrado el cable Inglés.
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