En la entrada
anterior veíamos cómo las exenciones militares para los mozos del reemplazo de abril de ese
año incluían a algunos vecinos de Getxo.
En aquellos días de mediados de abril de 1893, en concreto el día 12,
en el diario “El Noticiero Bilbaíno” aparecían sendas cartas, una firmada por
D. Francisco Ruiz de la Peña que hablaba de las necesidades de nuestro Pueblo,
bajo la pregunta ¿Qué necesita Algorta?, enumeraba lo que a su entender precisaba:
“…De muchas
cosas ha menester esta barriada de Guecho, pero con urgencia cuatro son las que
necesita: Un edificio escuela, un hospital, un matadero y mayor recogida de
aguas…” Seguía justificando aquellas necesidades:
La
construcción de una Escuela: “…La actual no reúne las condiciones de
higiene, ni las de ornato que respondan al bienestar del vecindario y
lucimiento de muchas de sus casas; su capacidad apenas da acomodo a la mitad de
los niños que en ella demanda ingreso…”
El
Hospital: “…No se
aparta de todas las personas pudientes y sensatas que moran en las tres
barriadas de Guecho. Se trata, no del presupuesto y planos del edificio, que
eso ya está meditado por demás, si no de la adquisición del solar apropiado por
razones de ventilación y soleo, alejamiento prudente de la zona urbanizada, y
fácil arrastre de defecaciones y dejos malsanos a una arteria del
alcantarillado vecinal…”
El
Matadero: “…Este
deberá situado en una posición topográfica adecuada, que facilite la
conservación de carnes y limpieza de suelos. Ya que el viejo era lóbrego,
ahogado y hasta pestilente…”
El
Servicio de Aguas Potables: “…El servicio de aguas potables que en
el invierno y primavera es copioso. En el estío adolece, por lo común, por lo
escaso. Es gracias a muchos y buenos aljibes que se puede beber aguas frescas
en los rigores del calor, pero las fugas en las tuberías provocan sequías
estivales, con filtraciones que las enturbian en tiempos de lluvias y
pertinaces aguaceros, mientras que los calores las caldean…”
Aquel repaso a las necesidades del Pueblo incluía, La Red de Cloacas: “…La misma era aquí necesaria, y su
construcción marcha con el aplauso del vecindario. La eliminación de las simas
pestilentes y nauseabundas, serán eliminadas por las acometidas de cada
edificio a la red municipal…”
Visionaba en su imaginación los paseos
y el ocio del barrio: “…En su día irá un paseo de carruajes y
gentes hasta el Semáforo. Ese día uno o dos establecimientos, harán negocio con
servicios de alimentación y bebidas. Porque con el buen tiempo este será uno de
los paseos más extensos, de limpio horizonte con sanas y refrigerantes brisas
que no se dan en Vizcaya…”
Aquel ensoñador de un Getxo más amable, también hundía su ingenio en sus raíces
religiosas, mencionado algunas de las, para él, costumbres a
mantener y mejorar: “…El apego a los cultos religiosos, el
recogimiento de las primeras horas de la noche, la carencia de vicios. De
conventos el pueblo anda muy bien, en breve los Pasionistas van a construir uno
para monjas educadas, esas y otras profesas que tienen a su cargo una escuela
de fundación para hijas de familias pobres, tomarán por su cuenta la
instrucción primaria de las niñas del pueblo. Mientras que algunos profesores
laicos se quejan de que los intitulados les quitan el pan…”
También hablaba de algunas obras
que mejorarían los hábitos estivales: “…De la colocación de un muro
de contención a lo largo de la playa, (se supone que hablaba de Ereaga), que
permita a los paseantes explayar el ánimo y pasar la estación del verano…”
Otra de las noticias que nos facilitaba aquel
diario, el mismo día, estaba relacionada con el ferrocarril de Bilbao a Las
Arenas: “…Hemos recibido la Memoria del
Ferrocarril de Bilbao a Las Arenas. Si la situación de la Compañía en algún tiempo
fue precaria, se halla hoy en un estado bastante satisfactorio. El movimiento
de viajeros en 1892 excede en 50.028 al del ejercicio anterior y da un promedio
diario de 2.358 viajeros. En el concepto de mercancías se observa un aumento en
el tráfico, pues de
Algunas
veces las actividades de algunos arrantxales, que faenaban con artes, o épocas,
fuera de lo establecido por las Leyes, beneficiaban a los más pobres de nuestro
municipio. Eso era lo que contaban en el libro de actas del 15 de abril de
1893: “…El Juez Municipal, mediante un oficio del
día de ayer, nos hace llegar 17,50 pesetas procedentes de la venta de tres
kilos de anguilas y veinte redes decomisadas por infracción de la Ley de Pesca
a dos individuos. El consistorio decide depositar dicha cantidad de dinero en
el arca de tres llaves, a disposición del Sr. Alcalde, con el fin de dar la
inversión correspondiente de beneficencia domiciliaria…” Aquella
cantidad sirvió para ayudar a un vecino de Las Arenas, cuya esposa estaba
enferma de viruela y carecía de recursos para combatir la enfermedad.
Por esos días el tamborilero del barrio de Las
Arenas era D. Benito Alvéniz .
Mientras, la construcción de la Iglesia de San
Ignacio de Algorta seguía su curso, y la Comisión Constructora, y en su nombre
D. Andrés Isasi solicitaba: “…Se consigne
en el presupuesto municipal del próximo año económico la cantidad total de la
subvención de 3.250 pesetas, acordada por esa corporación para la expresada iglesia…”
Además, en cumplimiento de las Ordenanzas
Municipales el Ayuntamiento acordaba: “…Colocar
cañerías de zinc, con las bajadas correspondientes, en los tejados de la casa
taberna llamada “Echevarri” y en el “Colegio de Francés y Comercio”, por los
lados que confinen con la vía pública…”
En el apartado de pagos se consignaban los
siguientes: “…Se pague al Organista de la
parroquia de San Nicolás de Bari de Algorta la cantidad de 50 pesetas por la
orquesta que asistió en la tarde del Viernes Santo último durante la función
religiosa y procesión. A la viuda de Arteta y Compañía, de Bilbao, otras 50
pesetas por el suministro del alambre galvanizado para el reloj de la torre de
la iglesia…”
En la próxima entrada de esta serie veremos
cómo D. Antonio Arechavala, dueño del Balneario de Ereaga, solicitaba permiso
para el uso de un manantial de la zona.
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