jueves, 3 de octubre de 2019

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -117-



En la anterior entrada veíamos cómo muchas familias solicitaban la conexión de sus viviendas con la red municipal de aguas fecales. Esta entrada será un poco más larga que las anteriores para terminar el año 1889

El 25 de noviembre la prensa diaria bilbaína hablaba sobre el informe de la Comisión de Hacienda de la Diputación, relativo a la aprobación de las bases para la organización de la beneficencia hospitalaria. En dicho artículo hablaban sobre la disposición de la Diputación para “atender a la humanidad doliente”, haciendo referencia a la frase del libro del Pentateuco: ”...Yo te mando que abras la mano a tu hermano menesteroso...” El 26 de ese mismo mes, en el pleno, se informaba de la orden de la Diputación para el envío de datos referentes a la beneficencia en Getxo, quedando encargados de la recogida de los mismos los regidores Sres. Arrola y Sustacha.

El día 26 de noviembre de 1889, desde el Senado de Madrid llegaban noticias de la firma por la regente del decreto para la elección de un senador por Bizkaia. Ya desde días antes se barajaba la posible presentación para tal cargo a D. Eduardo Victoria de Lecea. La prensa hacía alusión a sus méritos cómo alcalde de Bilbao. El 30 de noviembre de 1889 se leía en el pleno del Ayuntamiento de Getxo una Real Orden insertada en el Boletín Oficial de la Provincia disponiendo que: “...La Provincia de Vizcaya deberá proceder al nombramiento de un Senador, el próximo día 20 de diciembre, para lo cual es necesario la elección en los pueblos de compromisarios el día 12 del mismo mes...” El día 20 de diciembre se procedió en el salón de actos del “Instituto Vizcaino” a la elección de un senador por la Provincia en sustitución del hasta ese momento Sr. Zabala que fue nombrado senador vitalicio. El resultado de la votación, con un único candidato, fue de 123 votos a favor de D. Eduardo Victoria de Lecea, y de 7 papeletas en blanco, por lo que quedaba nombrado para el cargo de senador por Vizcaya el Sr. Victoria de Lecea.

A finales de noviembre de 1889 se añadía al padrón municipal al médico cirujano D. Martín Valdés, que residía junto a su familia en la calle Mayor n.º 61, segundo izquierda de Las Arenas.


Para poder mitigar el hambre de los auxiliares de mesa durante las elecciones para concejales, acordó la corporación: “...Se ponga comida según costumbre con motivo de las elecciones para concejales del día 1 de diciembre de 1889...” Dicha comida fue suministrada por D. Manuel Eguia y supuso un coste de 50 pesetas para el Ayuntamiento.

Las calles de San Nicolás y Mayor que habían sido empedradas necesitaban de compactación por lo que decidieron: “...Autorizar a la Comisión de Obras para reponer el cilindro compresor para apretar la piedra martillada colocada en ambas calles...”

Era el 30 de noviembre de 1889 cuando una moción del regidor D. Idelfonso Arrola, haciendo loa de las cualidades de la enseñanza para nuestros jóvenes, animaba a la construcción de un nuevo edificio para la enseñanza en Santa María de Getxo: “...El concejal que suscribe tiene el honor de someter a la consideración y aprobación de este Ayuntamiento la siguiente moción: Nadie desconoce las inmensas ventajas que la instrucción primaria reporta a todas las clases de la sociedad. El Ayuntamiento que usted preside ha dado repetidas pruebas, no perdonando sacrificio alguno porque la juventud de esta Anteiglesia no carezca de los conocimientos para que un día puedan llegar a ser miembros útiles del pueblo que los vio nacer...” A continuación habló sobre la función del profesorado: “...La misión de los profesores de primera enseñanza, no es exclusivamente la de comunicar a sus discípulos los conocimientos que el Reglamento prescribe, si no que tiene que educarlos en cada una de las partes constitutivas que la educación comprende, estos es, física, intelectual y moralmente...” Y lanzaba la siguiente pregunta: “...¿Podrá educar y desarrollar convenientemente a sus alumnos en un local que reúne malísimas condiciones?. !De ninguna manera! Todos sabemos los perniciosos efectos que está causando en el hombre una atmósfera impura y viciada su desarrollo. Pues con cuanta más razón, causará terribles estragos en las tiernas criaturas que permanecen por espacio de seis horas respirando un aire cuyo oxígeno se convierte casi al instante en carbónico...” También hablaba sobre la falta de espacio para realizar ejercicios físicos y de las pésimas condiciones que en un espacio aún más pequeño e insalubre, cargado de humedades y falta de higiene, se refería a sus hogares, pasaban el resto del día. Y por fin iba al fondo del asunto: “...La escuela de niños de Guecho no solo no reúne las condiciones higiénicas, si no que es altamente perjudicial para los niños, para el profesor y su familia que habitan en un local donde están expuestos a contraer peligrosas enfermedades...” Y sentenciaba: “...Urge, pues, una pronta reforma. En consecuencia el concejal que suscribe somete a la aprobación dos proyectos: Que en Guecho se haga un nuevo edificio de planta destinado a escuela de niños y que el mismo tenga habitación para el maestro. Toda vez que el Gobierno subvenciona la construcción de nuevos edificios destinados a escuelas, para aquellos Ayuntamientos que con sus arbitrios no tengan recursos suficientes para costear la construcción de los mismos...” El medico titular, D. Gabriel Goiri, acompañaba un informe en el que hacía constar la continuas enfermedades que el maestro y su familia padecían en la insana habitación en la que habitaban en la escuela de Santa María de Getxo. Por su parte el Ayuntamiento decidió abrir un expediente para la realización del nuevo centro, y mientras no se hiciera realidad el mismo acordó: “...Se proporcione al maestro y su familia una habitación en condiciones y realizar las diligencias necesarias para encontrar una nueva casa para dicha familia...” Las rentas que le pedían al maestro por el alquiler de una casa eran de 250 pesetas al año, por lo que el consistorio trató de buscar alguna de precio más adecuado. Pero no eran solamente estas escuelas las que presentaban mal estado ya que las de Algorta también dejaban mucho que desear, al menos eso se desprendía del escrito de la Junta Local de Primera Enseñanza: “...Hacemos constar la necesidad de que en el plazo más breve de tiempo se construyan locales con destino a escuelas de niños y niñas en el barrio de Algorta, por ser deficientes las actuales y carecer de condiciones para impartir la enseñanza en ellas...” El Ayuntamiento a pesar de reconocer el mal estado de las mismas, debido a la falta de fondos municipales, decidió abrir un expediente para solicitar al Gobierno de S. M. una subvención para poder realizar aquellas escuelas.


Comenzaba diciembre, era el pleno del día 5, cuando se nombraba como medico para familias pobres del barrio de Las Arenas a D. Guillermo Lanchares.

Por otro lado el consistorio acordaba abonar los intereses presupuestados por la Capellanía de Lecumberri a D. Jacinto Arrarte y a D. Miguel París.

Durante el mes de noviembre de 1889 la recaudación obtenida en el telégrafo de Algorta alcanzó las 17,80 pesetas.

En la próxima entrada veremos cómo el barrio de Las Arenas ya contaba con un local destinado a centro de retención.

No hay comentarios:

Publicar un comentario